¿Qué es la dicha? La dicha es el sentimiento que te penetra cuando el observador se convierte en lo observado.
Dicha es el sentimiento que te viene cuando estás en armonía, sin fragmentar, sin descomponer, uno, indiviso. Sentir no es algo que provenga del exterior. Es la melodía que surge de tu armonía interior.
El que tiene dicha no está dividido, de modo que ¿quién está ahí para impedir? ¿Qué hay ahí que pueda servir de obstáculo? El está solo, se mueve con su totalidad. Este movimiento en su totalidad, es lo más bello que puede suceder, que es posible.
A veces puedes tener vislumbres de ello. A veces cuando de repente eres total, cuando la mente no funciona, sucede.
Amanece... de pronto miras y el observador no está ahí.
El sol no está ahí y tú no estás ahí, no hay observador ni observado. Sencillamente el sol está saliendo y tu mente no está allí para dirigir.
No te das cuenta de ello y dices: "El sol es be¬llo". En el momento en que lo dices se pierde la dicha. Ya no hay dicha, se ha convertido ya en el pasado, ya se ha ido.
De pronto ves el sol salir, y el que ve no está allí, el que ve no ha entrado en el ser, no se ha convertido en un pensamiento. No has mirado, no has analizado, no has observado. El sol está saliendo y no hay nadie, hay dicha, hay un vislumbre. Pero la mente de inmediato entra y dice: "El sol es bello, este amanecer es hermoso". La comparación se ha introducido y la belleza se ha perdido.
Aquellos que saben dicen que siempre que digas "Te amo" a alguien, el amor ha desaparecido. El amor se ha ido porque el amante se ha introducido. ¿Cómo puede existir el amor cuando la división, el director ha entrado? Es la mente que dice "Te amo", porque realmente en el amor no hay yo ni tú. En el amor no hay individuos. El amor es un fundirse, un disolverse, ya no son dos.
El amor existe, no los amantes. En el amor, el amor existe, no los amantes, pero la mente se introduce y dice: "Estoy enamorado, te quiero". Cuando el "yo" llega, la duda entra; la dualidad se introduce y ya no hay más amor.
Tú tendrás muchas veces tales vislumbres en tu meditación. Recuerda, cada vez que lo sientas no digas "¡Qué hermoso!". No digas "Precioso" porque así lo perderás.
Cuando, en meditación, tengas un atisbo de algo extático, déjalo que ocurra, déjalo que ahonde. No te dividas.
No opines, de otra forma se perderá el contacto.
A veces tendrás vislumbres, pero has llegado a ser tan diestro en perder tu contacto con ellos que no puedes comprender cómo vienen y cómo los pierdes de nuevo. Llegan cuando tú no estás, los pierdes cuando vuelves otra vez. Cuando eres, ellos no están. La dicha sucede continuamente. No es un accidente, es la misma naturaleza de la existencia. No depende de nada, es un derramarse, es el mismo aliento de la vida.
Es realmente un milagro cómo te las has ingeniado para ser tan desdichado, para estar tan sediento cuando está lloviendo a tu alrededor. ¡Has conseguido lo imposible! La luz está por doquier y tú vives en la oscuridad, la muerte no está en ninguna parte y te estás muriendo continuamente; la vida es una bendición y tú estás en el infierno.
¿Cómo lo has conseguido? Mediante el dividir, mediante el pensar... El pensar depende del dividir, del análisis; la meditación es cuando no hay análisis, ni división, cuando todo ha sido sintetizado, cuando todo se ha vuelto uno.
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