sábado, 27 de junio de 2020

LAS CLASES DE TONTOS


Hay un dicho de Mahoma muy extraño: el cielo está ocupado en su mayor parte por tontos. Cuando lo leí me quedé sorprendido. Nunca pensé que Mahoma fuera tan revolucionario. ¡Un dicho tremendo! ¿Qué quiso decir con él, con «El cielo está ocupado en su mayor parte por tontos»? Pero poco a poco, viéndoos, sentí que estaba en lo cierto. Aquí también está ocupado principalmente por tontos.

Deja que te explique cuántas clases de tontos hay aquí. La primera clase de tonto: uno que no sabe y no sabe que él no sabe. El tonto simple. Luego la segunda: uno que no sabe, pero que sabe que sabe. El tonto complejo, el tonto erudito. Y la tercera: uno que sabe que él no sabe, el tonto dichoso.

Todo el mundo nace siendo un simple tonto. Ese es el significado de «simplón». Cada niño es simplemente tonto. El no sabe que no sabe. No se ha dado cuenta aún de la posibilidad de saber. Esa es la parábola cristiana de Adán y Eva.

Dios les dijo, «No comáis del fruto del Árbol del Bien y del Mal»". Antes de ese accidente por el cual comieron del fruto del Árbol del Bien y del Mal, ellos eran simples tontos. No sabían nada. Desde luego que eran tremendamente felices porque cuando no sabes, es difícil ser infeliz. La infelicidad requiere cierto adiestramiento, la infelicidad requiere de algo de eficiencia para crearla, la infelicidad requiere algo de tecnología. No puedes crear un infierno sin conocimiento. ¿Cómo Vas a poder crear un infierno sin saber?

Adán y Eva eran como niños pequeños. Cada Vez que un niño nace, Adán nace. Y vive unos cuantos años, como máximo hasta los cuatro años y ese período se va acortando cada día. El vive en el paraíso porque desconoce como crear el sufrimiento. El confía en la vida, disfruta de las pequeñas cosas, de los guijarros en la playa o de las conchas. Las acumula como si tuviera un tesoro.

Todo le fascina: las gotas de rocío al sol de la mañana, las estrellas en la noche, la luna, las flores, las mariposas, todo es pura fascinación.

Pero luego, poco a poco, empieza a conocer. Una mariposa solamente es una mariposa, una flor es solamente una flor. No contiene mucho. Empieza a conocer los nombres: esto es una rosa y esto es champa y esto es chameli y esto es una flor de loto. Y paso a paso esos nombres se convierten en las barreras. Cuanto más sabe, más se separa de la vida. Se vuelve «mental», ahora vive a través de la mente, no a través de su totalidad. Ese es el significado de la Expulsión. Ha comido del Árbol de Bien y del Mal.

Todo niño ha de comer del Árbol del Bien y del Mal. Todo niño es tan simple que ha de adquirir complejidad. Es parte de su crecimiento. Por eso todo niño ha de ir desde la pura tontería hasta la tontería compleja. Hay diferentes grados de tontería compleja. Una poca gente solamente se matricula, otra poca gente se gradúa en ella, otros llegan a ser post-graduados, otros alcanzan el doctorado. Hay ciertos niveles, pero cada niño ha de probar algo del conocimiento porque la tentación por conocer es muy grande. Cualquier cosa que se presente como algo desconocido es peligrosa, es un peligro. Se ha de saber lo qué es porque al conocerla podrás manejarla. Sin saber qué es ¿cómo vas a manejarla? Por eso los niños han de adquirir conocimientos.

Por eso necesariamente el niño que pertenece a la primera categoría, por pura necesidad, se ha de convertir en uno de la segunda, pero desde la segunda, el que pase a la tercera puede o no puede suceder. No hay una necesidad. El del tercer tipo solamente sucede cuando la segunda clase de estupidez se ha convertido en una gran carga, cuando uno ha acarreado durante demasiado tiempo, hasta la extenuación, con la erudición. Cuando uno se ha convertido en una pura cabeza y ha perdido toda sensibilidad, toda consciencia, todo vivir; cuando uno se ha convertido en pura teoría, en dogmas y en escrituras y palabras y palabras que giran en torno a la mente. Un día, si la persona es consciente, ha de abandonar todo eso. Entonces se convierte en un tonto de la tercera categoría: el tonto dichoso.

Entonces llega a la segunda infancia. De nuevo es un niño. Recuerda a Jesús diciendo: «En mi Reino de Dios solamente serán bienvenidos aquellos que sean como niños». Pero recuérdalo, el dice «como niños», no dice «niños». Los niños no podrán entrar, tendrán que penetrar primero en el dominio del mundo, tendrán que ser envenenados por el mundo y luego tendrán que limpiarse por ellos mismos. Esa experiencia es obligatoria.

Por eso no dice «niños», sino que dice «aquellos que sean como niños». Esa palabra «como» es muy significativa. Significa: aquellos que no son niños, pero que aun así son niños. Los niños son santos, pero su santidad se debe únicamente a que no han vivido las tentaciones del pecado. Su santidad es muy simple, no posee un alto valor intrínseco porque no se la han ganado, no se la han trabajado, no han sido tentados para dejarla. Las tentaciones llegarán antes o después. Y se presentarán mil y una tentaciones y el niño será empujado en múltiples direcciones. No te estoy diciendo que no deba de ir en esas direcciones. Si se reprime a sí mismo, si se auto-inhibe, seguirá perteneciendo a la primera categoría de tonto. No formará parte del Reino de Jesús; no podrá acceder al Paraíso de Mahoma; no. Seguirá siendo simplemente un ignorante. Su ignorancia no será más que represión, no será una descarga.

Primero ha de obtener el conocimiento, primero ha de pecar y solamente tras pecar y saber y tras desobedecer a Dios y sumergirse en la crudeza del mundo, perdiéndose, viviendo su propia vida de ego, será capaz un día de abandonarlo todo.

No todos lo dejarán todo. Todos los niños pasan de la primera clase de tontería a la segunda, pero desde la segunda solamente unos pocos bendecidos pasan a la tercera, por eso se les denomina los tontos dichosos.

El tonto dichoso es la más alta posibilidad de comprensión porque ha conseguido averiguar que el conocimiento es algo fútil, ha llegado a saber que todo conocimiento es una barrera para el saber. El conocimiento es una barrera para el saber, de forma que abandona todo conocimiento y se convierte simplemente en uno que sabe. Simplemente alcanza claridad de visión. Sus ojos están vacíos de teorías y pensamientos. Su mente ha dejado de ser una mente, su mente es inteligencia, pura inteligencia. Su mente ha dejado de estar repleta de basura, su mente ha dejado de estar repleta de saber prestado. Simplemente es consciente. Es una llama de consciencia.

Tertuliano dividió el saber en dos categorías. A una la llama el saber ignorante. Ese saber es el del tonto de la segunda categoría: el saber ignorante. EI erudito sabe y aun sabiendo, no sabe, porque no lo sabe por experiencia propia. El ha oído, ha memorizado. Es un loro: Cómo máximo, una computadora.

Ayer mismo recibí una carta de un sanyasin, Ninad, desde América. El dice, «Osho, soy muy feliz y en la oficina donde trabajo, cada día la computadora me da la bienvenida. El ordenador dice, «Swamiji, namaste». El es muy feliz asi. Y sabe muy bien que es un ordenador el que le dice, «Swamiji, namaste»: No hay nadie, pero incluso la mera palabra le hace feliz. El sabe que es solamente una máquina, que no hay nadie, que no hay un corazón tras eso, que no hay nadie diciéndolo.
Cuando un erudito dice algo actúa como un ordenador. Dice, «Swamiji, namaste». Es como un loro. Tertuliano dice que éste es el saber que no es realmente saber, sino ignorancia disfrazada de sabiduría, ignorancia vestida de saber. Es un retroceder, un retroceso desde la infancia inocente. Es una corrupción, Es un estado corrupto de la mente. Astuto, sagaz, pero corrupto.

Luego Tertuliano dice que hay otra clase de saber al que llama «la ignorancia sapiente». Surge cuando una persona abandona todo conocimiento, toda teoría, cuando mira directamente, observando la vida tal y como es, sin ideas sobre ella, percibiendo la Realidad como es, cuando encara inmediata, directamente la realidad sin un conocimiento de ella. Se encara y se encuentra con la realidad permitiendo que aquello que es, florezca. Simplemente escucha a la realidad, mira en la realidad y dice, «No sé». Ese es el niño del que habla Jesús. No es realmente un niño. Es como un niño.

Y yo digo, «Sí, dichosos los tontos porque ellos heredarán las bendiciones de Dios».

Desde la primera clase, el salto a la segunda es automático. Desde la segunda, el salto a la tercera no es automático. Desde el segundo tipo al tercero, el salto implica una decisión. Eso es lo que es el sanyas. Decides que ya basta de tanto saber, que te gustaría ser tonto de nuevo, que te gustaría ser otra vez un niño. Renacer. Aquí yo soy como una comadrona. Os puedo ayudar a que os volvais tontos.

Y recuerda: a menos que hayas alcanzado la tercera clase, toda tu vida será un puro desperdicio. Da pues el salto, desde el segundo estado de estupidez al tercer estado del tonto dichoso. Todas mis bendiciones son para aquellos que son tontos dichosos.

sábado, 20 de junio de 2020

CONFIAR O CREER


Oí una vez de un niño y me gustaría que fueras como ese niñito. Era realmente muy inteligente...

Un niño se perdió durante una excursión campestre dominical. Su madre empezó a buscarle desesperadamente y pronto empezó a oír voces de niño que decían, «¡Estrella, Estrella!» .

Divisó al niño y rápidamente lo cogió por los brazos, «¿Por qué me estabas llamando por mi nombre, llamándome Estrella en vez de decirme mamá?», le preguntó, pues el niño nunca la había llamado así.

«No te podía llamar mamá», le dijo el niño, «porque este sitio está lleno de mamás».

Si dices «mamá», hay muchas mamás, las hay en todas partes. Has de llamarla de una forma personal, has de llamarla por su nombre.

A menos que te dirijas a Dios de una forma personal, llamándole por su nombre, nunca se convertirá en una realidad en tu vida. Puedes seguir llamándole «Padre», pero ¿de qué padre estás hablando? Cuando Jesús Le llamaba «Padre», se dirigía a Èl de un modo Personal. Cuando tú le llamas así lo haces de forma absolutamente impersonal. Es cristiana, pero impersonal. Cuando Jesús Le llamaba «Padre» tenía un sentido. Cuando tú le llamas «Padre» carece de sentido, no has establecido contacto alguno, no hay un verdadero contacto con Èl. Solamente la experiencia de la vida, que no es ni creencia ni filosofía, solamente la experiencia de la vida te hará capaz de que te dirijas a Èl personalmente. Entonces podrás encontrarle y a menos que encuentres a Dios, estarás simplemente engañándote a ti mismo con palabras... con palabras vacías, huecas, con palabras carentes de contenido.

Hubo un místico sufí muy famoso, Shaquiq se llamaba. Confiaba en Dios tan tremendamente, tan ciegamente, que vivió solamente de esa confianza.

Jesús les dice a sus discípulos, «Mirad esos lirios del campo, no se afanan y aun así son tan bellos y están tan vivos que ni Salomón en toda su gloria fue tan hermoso». Shaquiq vivía la vida de un lirio. Ha habido muy pocos místicos que han vivido así, pero ha habido gente que sí ha vivido así. La confianza es tan infinita, la confianza es tan absoluta que no hay necesidad de hacer nada. Dios va haciendo las cosas por ti. De hecho, aunque tú las hagas, El las está haciendo, lo único que ocurre es que tú piensas que eres tú el que las haces.

Un día un hombre acudió a Shaquiq acusándole de pereza, de desidia y le pidió que trabajara para él. «Te pagaré de acuerdo a tus servicios», añadió el hombre.

Shaquiq replico, «Aceptaría tu oferta si no fuera por unas cuantas objeciones. Primero, podrías ir a la bancarrota. Segundo, los ladrones podrían robar tus tesoros. Tercero, me des lo que me des, lo harás de mala gana. Cuarto, si descubres fallos en mi trabajo, probablemente me despedirás. Quinto, la muerte podría sobrevenirte y yo perdería la fuente de mi sustento».

«Sucede», dijo Shaquiq «que tengo un verdadero Maestro que carece de tales imperfecciones».

Eso es lo que es la confianza. Ten confianza en la vida y no podrás perder nada. Pero esa confianza no puede venir con el adoctrinamiento, esa confianza no llega a través de la educación, de la prédica, del estudio, del pensar, esa confianza llega tan sólo mediante el vivir la vida a través de sus opuestos, con todas sus contradicciones, con todas sus paradojas. Cuando, a pesar de las paradojas, llegas a un punto de equilibrio, surge la confianza. La confianza es un perfume del equilibrio, la fragancia del equilibrio.

Si realmente deseas llegar a la Verdad, abandona todas tus creencias. No te ayudarán. Una mente que cree es una mente estúpida. Una mente que confía es pura inteligencia. Una mente que cree es una mente mediocre. Una mente que confía se vuelve perfecta. La confianza la hace perfecta.

Y la diferencia entre el creer y el tener fe, confianza, es simple. No te estoy hablando del significado de las palabras en el diccionario. En el diccionario puede que sea así, que el creer sea tener confianza, que el tener confianza sea tener fe, que tener fe quiera decir creer. Yo estoy hablando de la Existencia. En un modo existencial la creencia es algo prestado; la confianza es algo tuyo.

Crees en lo que crees, pero la duda subsiste escondida. El confiar no contiene nada de duda; es simplemente estar vacío de dudas. La creencia crea división en ti. Una parte de tu mente cree y una parte de tu mente niega. La confianza es una unidad de tu ser, de tu totalidad.

Pero ¿cómo puede tu totalidad confiar si nunca la has vivido? El dios de Jesús no te servirá, el dios de mi experiencia no te servirá, el dios de la experiencia de Buda no te servirá; ha de ser tu experiencia. Y si acarreas creencias te encontrarás una y otra vez con experiencias que no encajan con las creencias y entonces surgirá una tendencia de la mente a no creer en esas experiencias, a no darles importancia porque suponen una molestia. Ellas destruyen aquello en lo que crees y tú quieres aferrarte a tus creencias. Entonces, cada vez te irás volviendo más y más ciego a la vida. La creencia se convertirá en una venda para los ojos.

La confianza abre los ojos, la confianza no tiene nada que perder, la confianza significa que aquello que es real, es real, que puedo poner mis deseos y anhelos a un lado, porque no hacen a la realidad diferente, solamente pueden distraer a la mente de la realidad.

Si crees en algo y te encuentras con una experiencia de la cual la creencia dice que no es posible, o, que la experiencia es tal que has de abandonar la creencia, ¿qué es lo que vas a escoger? ¿La creencia o la experiencia? La tendencia de la mente es a escoger la creencia, a olvidarse de la experiencia. Así es como has estado perdiéndote muchas oportunidades cuando Dios ha estado llamando a tu puerta.

Recuerda que no eres solamente tú el que está buscando la Verdad. La Verdad también te está buscando. Muchas veces su mano se ha acercado a ti, casi te ha tocado, pero tú te encogiste. No encajaba con lo que creías y elegiste tu creencia.

Me contaron un chiste judío muy hermoso.

Es un chiste sobre un vampiro que una noche se dirigió a la habitación de Patrick O'Rourke para chuparle la sangre. Acordándose de las historias que su madre le había contado, O'Rourke agarró un crucifijo y lo esgrimió frenéticamente delante la cara del vampiro. El vampiro se detuvo por un instante; meneó su cabeza de modo apesadumbrado, chasqueó su lengua y comentó genialmente en el más puro acento yiddish,«¡Oh vay bubbulla!» significa, «¡Oh no, querido!».

Si el vampiro hubiera sido cristiano, ¡de acuerdo! Puedes enseñarle la cruz, pero si el vampiro es judío, ¿entonces qué? Entonces, !Oh no querido! ¡Te encontraste con el vampiro equivocado!

Si crees en algo determinado y la vida no encaja con ello, ¿qué harás? Puedes seguir esgrimiendo tu crucifijo, pero el vampiro es judío y no hará caso de tu cruz. ¿Qué harás entonces?

La vida es inmensa y las creencias son muy pequeñas, la vida es infinita y las creencias son muy diminutas. La vida nunca encaja con ninguna creencia y si tratas de imponer la vida sobre tus creencias estarás tratando de conseguir lo imposible. Nunca ha sucedido ni nunca sucederá de modo natural. Abandona las creencias y empieza a aprender cómo vivir tus experiencias.

sábado, 13 de junio de 2020

LA RELIGIÒN UNA NECESIDAD PSICOLÒGICA


Hay dos clases de personas que son religiosas. El primer tipo es el infantil que busca la figura del padre. El primer tipo es inmaduro, no es capaz de confiar en sí mismo, por esto necesita de un Dios en alguna parte. Puede que Dios exista o no, eso no importa, pero necesita de Dios. Incluso aunque Dios no exista, la mente inmadura lo inventará porque la mente inmadura tiene una necesidad psicológica. No es cuestión de si Dios existe o no; es una necesidad psicológica.

En la Biblia se dice que Dios hizo al hombre a su propia imagen, pero la inversa es más cierto: el hombre hizo a Dios a su propia imagen. Sea cuál sea tu necesidad, creas esa clase de Dios, por eso el concepto de Dios varía según las épocas. Cada país tiene su propio concepto porque cada país tiene sus propias necesidades. De hecho cada persona posee un concepto diferente de Dios porque sus necesidades están ahí y ha de satisfacerlas.

Por eso el primer tipo de persona religiosa, la mal llamada persona religiosa, es sencillamente una persona inmadura. Su religión no es una religión, sino una psicología. Y cuando una religión es psicología, es simplemente un sueño, un deseo, una satisfacción de deseos. No tiene nada que ver con la realidad.

Estaba leyendo...

Un niño. estaba rezando sus oraciones y acabó con esta frase, "Dios mío, cuida de mamá, cuida de papá, cuida de mi hermanita y de tía Emma y de tío John y del abuelo y de la abuela y, por favor, ¡cuida de ti mismo o todos nosotros estaremos perdidos!"

Este es el Dios de la mayoría. El noventa por ciento de la gente a la que llamas religiosa es gente inmadura. Creen porque son incapaces de vivir sin creencias; creen porque la creencia les da cierta clase de seguridad; creen porque la creencia les ayuda a sentirse protegidos. Es su sueño, pero les ayuda. En la noche oscura de la vida, en la gran lucha por la existencia, sin una creencia así se sentirían solos. Pero su dios es su dios, no el Dios de la realidad. Y una vez se deshagan de su inmadurez, su dios desaparecerá.

Eso es lo que le ha ocurrido a mucha gente. En este siglo mucha gente se ha vuelto irreligiosa. No es que hayan llegado a saber que Dios no existe, sino que, en estos tiempos, el hombre ha madurado. El hombre ha llegado a la edad adulta, el hombre se ha vuelto un poco más maduro, de modo que el dios de la infancia, el dios de la mente inmadura sencillamente se ha vuelto irrelevante.

Eso es lo que quiere decir Friederich Nietzsche cuando declara que «Dios ha muerto». No es que Dios esté muerto; es el dios de la mente inmadura el que ha muerto. En realidad el decir que Dios ha muerto no es correcto porque ese dios nunca ha estado vivo. La única expresión acertada sería decir que «Dios ha dejado de ser importante». El hombre es capaz de confiar más en sí mismo, no necesita creer, no necesita de las muletas de la creencia.

Por eso la gente ha ido perdiendo más y más el interés en la religión, se han vuelto indiferentes a lo que ocurre en las iglesias". Se han vuelto tan indiferentes que ni siquiera discrepan de lo que se dice en ellas. Si dices, «¿Crees en Dios?», te contestarán, «Está bien tanto si existe como si no existe; no importa, no hay diferencia alguna». Tan sólo para ser corteses, si tú eres creyente te dirán, «Sí, lo hay». Si no eres creyente, te contestarán, «No, no existe». Pero ha dejado de ser algo que preocupe apasionadamente.

Esta es la primera clase de religión, la que ha existido por los siglos de los siglos: en todas las épocas y que se está volviendo más y más anticuada, obsoleta. Su tiempo ha pasado. Se necesita de un dios nuevo, que no sea psicológico, se requiere de un nuevo dios que sea existencial: el Dios de la Realidad, el Dios como realidad. Podemos incluso abandonar la palabra «Dios» «Lo Real» nos puede servir, «lo Existencial» nos puede servir.

Luego hay un segundo tipo de gente religiosa para la cual la religión no nace del miedo. El primer tipo de religión nace del miedo; el segundo tipo, también falso, también pseudo, también mal llamado religión, no nace del miedo. Nace de la astucia. Hay gente astuta que inventa teorías, que es muy hábil con la lógica, con la metafísica, con la filosofía. Crean una religión que es pura abstracción, una hermosa pieza de arte, de inteligencia, de intelectualidad, de filosofía, pero que nunca penetra en la vida, que nunca roza la vida, que simplemente permanece como una idea abstracta.

Una vez Mulla Nasrudin me estaba diciendo, «Nunca he llegado a ser lo que debiera de haber sido. Robaba sandías y pollos, me emborrachaba y me metía en peleas a puñetazo y navajazo limpio, pero hay una cosa que nunca he hecho: a pesar de toda mi mezquindad, nunca me he desecho de mi religión».

¿Qué clase de religión es ésta? No tiene impacto sobre la vida.

Tú crees, pero esa creencia nunca penetra en la vida, nunca la transforma, nunca se convierte en parte intrínseca de ti, nunca circula por tu sangre, nunca la respiras, nunca late en tu corazón. Es simplemente algo inútil, a lo sumo, quizás ornamental, pero sin utilidad para ti. En determinados días acudes a la iglesia. Es una formalidad, una exigencia social. Y puedes hablar de Dios, de los Vedas, de la Biblia, del Corán, pero no eres sincero al hablar, no sientes lo que dices. Tu vida sigue sin eso, tu vida discurre por un camino totalmente distinto, no tiene nada que ver con la religión. observa... uno dice que es un musulmán, otro que es un hindú, otro un cristiano, otro un judío. Sus creencias son diferentes, pero observa su vida y no notarás diferencia alguna. El musulmán, el judío, el cristiano, el hindú, todos viven la misma vida. Su vida no es ni rozada por sus creencias. De hecho las creencias no pueden tocar la vida, las creencias son artilugios, las creencias son astutos artilugios mediante los cuales dices, «Sé lo que es la vida» y así puedes descansar en paz, dejas de estar presionado por la vida. Sostienes un concepto y ese concepto te ayuda a racionalizar. De este modo la vida no te afecta mucho porque posees todas las respuestas a todas las preguntas.

Pero recuerda... a menos que la religión sea personal; a menos que la religión no sea abstracta, sino real, a menos que esté profundamente arraigada en ti, en tu ser, a menos que sea como uña y carne contigo, es inútil, no sirve de nada. Es la religión de los filósofos y no la religión de los sabios.

Entonces surge la tercera clase... y ésa es la verdadera clase. Las otras dos eran falsificaciones de la religión, pseudo dimensiones sin valor, fàciles, porque no suponen un reto para ti. La tercera es muy difícil, ardua. Es un gran reto. Creará una gran agitación en ti porque la tercera, la verdadera religión, dice que a Dios te has de dirigir de un modo personal.

Has de provocarle y le has de permitir que te provoque y has de arreglártelas con Èl. En realidad, has de luchar con Èl, has de chocar con Èl. Has de amarle, has de odiarle, has de ser su amigo y has de ser su enemigo, has de hacer de la experiencia de Dios una experiencia viva.

sábado, 6 de junio de 2020

LOS OPUESTOS SON COMPLEMENTARIOS


La Existencia es paradójica; la paradoja es su misma esencia. Existe a través de los opuestos, es un equilibrio de los opuestos. Y uno que aprende a equilibrarse se vuelve capaz de conocer lo que es la vida, lo que es la Existencia, lo que es Dios. La clave secreta es equilibrarse.

Unas cuantas cosas antes de entrar en esta historia...

Primero: nosotros hemos sido educados según la lógica aristotélica, que es lineal, unidimensional. La vida no es en absoluto aristotélica, es hegeliana. Su lógica no es lineal, su lógica es dialéctica. El proceso mismo de la vida es dialéctico, un encuentro entre los opuestos. Un conflicto, entre los opuestos y aun así un encuentro de los opuestos. Y la vida transcurre a través de este proceso dialéctico: desde la tesis, a la antítesis, desde la antítesis a la tesis, y luego, de nuevo, la síntesis se convierte en una tesis. Todo el proceso comienza una vez más.

Si Aristóteles estuviera en lo cierto, habrÌa solamente hombres y no mujeres o solamente mujeres y no hombres. Si el mundo estuviera hecho de acuerdo a Aristóteles, solamente existiría luz y no oscuridad, o solamente oscuridad y no luz. Eso seria lo lógico. Existiría o bien la vida, o bien la muerte, pero no ambos.

Pero la vida no se basa en la lógica aristotélica. La vida es ambos. Y la vida es únicamente posible debido a que ambos existen, debido a los dos opuestos: al hombre y a la mujer, al ying y al yang, al día ya la noche, al nacer y al morir, al amor y al odio. La vida consiste en ambos.

Esto es lo primero que has de dejar que penetre profundamente en tu corazón, porque Aristóteles está ya en la mente de todo el mundo. Todo el mundo de la educación cree en Aristóteles, aunque para las más avanzadas de las mentes científicas, Aristóteles está pasado de moda. Ya no es aplicable. La ciencia ha trascendido a Aristóteles porque la ciencia se ha aproximado a la Existencia y ahora la ciencia entiende que esta vida es dialéctica y no lógica.

Oí una vez.

¿Sabías que en el arca de Noé estaba prohibido hacer el amor mientras estuvieran embarcados?

Cuando las parejas salían del Arca después del Diluvio, Noé las observaba mientras salían. Por fin, el gato y la gata salieron seguidos de una numerosa corte de gatitos. Noé alzó sus cejas de forma interrogadora y el gato le dijo, «¿Te creíste que estábamos peleando?»

Noé debió de ser aristotélico. El gato sabía más.

El amor es como una pelea. Sin lucha el amor no existiría. Parecen opuestos porque creemos que los amantes nunca se pelean. Esto es algo lógico. Si amas a alguien, ¿cómo te vas a pelear con él? Es absolutamente claro y obvio para el intelecto que los amantes nunca debieran pelear, pero lo hacen. En realidad son íntimos enemigos, continuamente están peleando. En esta pelea, es liberada la energía la que llamamos amor. El amor no es solamente pelearse, el amor no es solamente enzarzarse, eso es cierto. Es más que eso. También es un pelearse, pero el amor lo trasciende. El pelearse no puede destruirlo. El amor sobrevive al pelearse, pero no puede existir sin él.

Mira la vida: la vida es anti-aristotélica, es no-euclidiana. Si no aplicas tus conceptos a la vida, si simplemente miras a las cosas tal y como son, entonces te verás sorprendido de improviso al ver que los opuestos son complementarios. Y la tensión entre los opuestos es la base misma sobre la cual la vida existe; si no, desaparecería. Piensa en un mundo donde la muerte no existiera... Tu mente podría decir «Entonces la vida perduraría eternamente», pero te equivocas. Si la muerte no existiera, la vida simplemente desaparecería. No puede existir sin la muerte. La muerte le aporta el contraste, la muerte le confiere color y riqueza, la muerte le comunica pasión e intensidad.

Por eso la muerte no está en contra de la vida; eso es lo primero. La muerte está implicada en la vida. Y si quieres vivir de un modo auténtico has de aprender a morir de un modo auténtico. Has de aprender a mantener un equilibrio entre el nacer y el morir y has de permanecer justo en el medio. Ese permanecer en el medio no puede ser algo estático, no consiste en que una vez hayas obtenido algo todo, se acabe, que entonces no haya nada más que hacer. Eso es una tontería. Uno nunca alcanza el equilibrio definitivo; uno ha de alcanzarlo una y otra vez.

Esto es algo muy difícil de comprender porque nuestras mentes se han desarrollado bajo conceptos que no son aplicables a la vida real. Crees que una vez has alcanzado la meditación no hay necesidad de nada más, que entonces estarás ya en meditación. Te equivocas. La meditación no es algo estático. Es un equilibrio. Has de lograrlo una y otra vez. Te volverás más y más capaz de alcanzarlo, pero no perdurará para siempre como algo que poseas en tus manos. Ha de ser reclamado a cada instante; solamente entonces será tuyo. No puedes descansar, no puedes decirte, «He meditado, he experimentado eso y ahora ya no hay necesidad de que haga nada más. Ya puedo descansar». La vida no cree en los descansos. Es un movimiento constante desde la perfección hacia una perfección mayor.

Escúchame: desde la perfección hacia una mayor perfección. Nunca es imperfecta, siempre es perfecta, pero siempre puede alcanzarse mayor perfección. Bajo el punto de vista de la lógica estas afirmaciones son absurdas.

Estaba leyendo una anécdota...

Un hombre fue acusado de pagar una cuenta con moneda falsa. Al oído, el acusado arguyó que él no sabía que el dinero era falso. Al solicitársele pruebas admitió, «Es porque yo lo robé. ¿Habría robado yo el dinero si hubiera sabido que era falso?»

Después de pensárselo un rato, el juez decidió ser benévolo, de modo que retiró los cargos de falsificación, pero los sustituyó por uno nuevo: el de robo.

«Es verdad que lo robé», admitió el acusado, «pero el dinero falso no tiene valor legal. ¿Es pues un crimen robar algo que no vale nada?»

Nadie pudo encontrar fallo alguno en su lógica; por lo que fue puesto en libertad.

Pero la lógica no funciona en la vida. No puedes quedarte libre tan fácilmente.

Puedes salir de una trampa de un modo legal y lógico porque la trampa consiste en lógica aristotélica. Puedes emplear la misma lógica para salirte de ella. Pero en la vida no te será tan fácil escaparte gracias a la lógica, gracias a la teología, gracias a la filosofía, gracias a tu gran inteligencia, a tu habilidad inventando teorías. Solamente podrás salirte de la vida o trascenderla mediante la auténtica experiencia.

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