sábado, 28 de febrero de 2015

EL CAMBIO CONSTANTE

Un gran científico, Eddington, ha dicho que la palabra "descanso" es una palabra vacía, porque en la vida no hay una situación que se corresponda con ella. Todo se está moviendo, nada está descansando.

Las estrellas se mueven, la tierra se mueve, el sol se mueve, la vida se mueve, el árbol se mueve, todo está en movimiento. Nunca, ni en un solo momento, hay descanso. Incluso cuando estás dormido y dices «Estoy descansando», no es cierto; todo se está moviendo. Después de ocho horas serás ocho horas más viejo. Incluso durante tu sueño profundo se suceden los sueños, tu consciencia se está moviendo, tu cuerpo está cambiando, tu mente está cambiando. Todo es movimiento, la vida es movimiento, de modo que no hay forma de seguir siendo el mismo.

Para conocer lo esencial, la única forma es renunciar a lo no esencial, descartar lo no esencial. Reconocer lo falso como falso es la única forma de conocer qué es la verdad.

Los seres humanos están muy ciegos; los seres humanos son muy estúpidos, intransigentes y testarudos. Las cosas siempre están cambiando. ¡Es verdad! He sido un cambio constante. Excepto los cambios, todo cambia. ¡Es verdad!».

La gente que se queda dudando se convierten en cenagales. Sólo la gente que alcanza la confianza conoce la realidad. En el momento en que la persona se hace consciente del mensaje del susurro, un cierto eco comienza a resonar en sus pensamientos.

Si me escuchas, si participas de mi ser, un cierto eco comenzará a resonar en ti: sí, en algún lugar, en algún momento, fuiste parte de la existencia. Habías existido sin ninguna preocupación, sin ninguna duda, en una especie de unidad con el todo; eso fue en el vientre de tu madre. Y si eso fue posible, ¿por qué no puede volver a suceder? La existencia se ocupaba de todo; si te relajas quizás pueda volver a ocuparse otra vez.

Recuérdalo, una gran afirmación: lo obvio y lo natural no son necesariamente lo real. Lo obvio es aquello que encaja con tu pasado. Lo natural es aquello que es acorde con tus costumbres; eso quizás no sea necesariamente lo real. Llega un momento en la vida en que te encaras con el desierto, en que todo el conocimiento es fútil, todo el pasado irrelevante, todos tus hábitos, las maneras acostumbradas de pensar y comportarse simplemente dejan de tener sentido alguno. Ese momento de crisis, ese momento de encararte al desierto, es un gran momento. Si tienes el suficiente coraje para arriesgarte te transformarás.

Si lo ves claro, no hay elección. Si lo ves claro, tendrás que hacer aquello que es real. La elección sólo existe en una mente confusa. Te sorprenderás al saber que una mente de claridad transparente no tiene elección. No hay alternativas. ¿Qué alternativas puede haber?; o bien algo es correcto, o es equivocado. Cuando eres claro, cuando tienes claridad y percepción, sencillamente ves lo correcto y haces lo correcto. No empiezas a pensar si estás haciendo lo correcto o lo equivocado; no queda ninguna alternativa. Las alternativas sólo aparecen en una mente confusa, La confusión produce la elección. La mente confusa no puede ver lo que es correcto y lo que es equivocado; quizás esto es lo correcto, quizás eso es lo correcto, quizás esto es lo equivocado, quizás eso es lo equivocado. Todos son "quizás", "tal vez"; de ahí la elección.

Muchas veces la gente me pregunta: «¿Qué es pecado y qué es virtud? Y ¿cómo decidirlo?». Si tomas una decisión será equivocada. Si escoges te equivocarás. Toda elección es una equivocación. No hay forma de decidir. No hay necesidad de decidir qué es pecado y qué es virtud. Sólo necesitas una mente transparente, una claridad, una mente sin pensamientos, una no mente, una consciencia como un espejo. En una consciencia así, pase lo que pase es virtud. En una consciencia así, todo lo que no pueda pasar es pecado.

La existencia está siempre dispuesta a abrazarte. Sólo que tú sigues corriendo, sigues escapándote.

El universo es siempre amoroso, siempre dispuesto a ofrecerte su amistad. Para él eres un niño. Es muy suave, te cuida con mucha delicadeza. Es muy prudente, es muy cuidadoso. y si alguna vez sientes que la existencia está siendo dura contigo, recuérdalo siempre, debes de estar luchando contra ella. Tu lucha crea el problema. De otra forma la existencia siempre es agraciada, es siempre maternal.

La identidad que tienes ahora mismo no es tu verdadera identidad. Es falsa. Tu nombre es falso, tu forma es falsa. Tú no eres ni el nombre ni la forma -lo que los indios llaman namarup-. Eres algo más allá de ambas. Pero no sabes quién eres: eso sólo es posible si te rindes.

sábado, 21 de febrero de 2015

LAS PREOCUPACIONES

El cuento Sufí decía:“Un arroyo, desde su nacimiento en las lejanas montañas, después de atravesar todo tipo de paisajes, alcanzó por fin las arenas del desierto.”

Cada una de las palabras tiene un potencial, y tendrás que entrar en el espíritu de cada una de ellas.

Un arroyo...

Un arroyo es una metáfora de la vida; de tu vida, de mi vida, de la vida de todos. No estás aquí de repente, no estás aquí accidentalmente. Has estado aquí desde siempre. Tu arroyo ha estado fluyendo, desde la eternidad, fluyendo desde las lejanas montañas que has olvidado completamente, desde un origen..., del que ya no tienes ni una idea.

Y has estado, «después de atravesar todo tipo de paisajes»: Has ido a través de todo tipo de experiencias. Has pasado por muchos, muchos paisajes. Has ido a través de todas las variedades, de todas las posibilidades; la vida te va enriqueciendo de esta manera.

Pero lo sigues olvidando. Es demasiado, no se puede contener. Las preocupaciones diarias son demasiadas; ocupa demasiado espacio en tu consciencia para que no puedas recordar. Has olvidado la mayor parte de tus experiencias porque tienes una atención muy, muy pequeña, y esa atención sólo puede contener una cierta cantidad. Todos los días tienes que olvidar casi el noventa y nueve por ciento de lo que has experimentado: ese uno por ciento se almacena. Después de unos cuantos días ni siquiera ese uno por ciento se almacena totalmente, una parte desaparece. Después de unos años todo se borra, sólo permanecen los fragmentos esenciales.

Si aumenta tu atención serás capaz de contener más. El Buda ha dicho que si tu mente es liberada de las preocupaciones diarias, podrás recordar tus vidas pasadas; es verdad. Si relajas la atención que dedicas a lo mundano, la luz comenzará a iluminar el pasado.

Tú no estás aquí de repente, tienes una continuidad. Eres una continuidad. La consciencia es un arroyo.

En Occidente, William James fue el primero en utilizar estas palabras: "arroyo de consciencia". Debió de recogerlas de alguna fuente sufí, no hay otra posibilidad, porque los sufíes siempre han estado hablando del arroyo de la consciencia, el arroyo de la vida. Es un fenómeno que está fluyendo de modo permanente; está en movimiento, no es estático. Incluso cuando estás aquí no eres estático. Las cosas cambian momento a momento: el cuerpo es una corriente, la mente es una corriente, tu ser es una corriente. Ni siquiera eres el mismo en dos momentos consecutivos. Por la mañana estabas muy feliz, muy confiado, por la tarde has empezado a dudar y desconfiar, y por la noche todo el mundo es escéptico, cínico y sarcástico. Por la mañana temprano todo el mundo parece devoto e inocente. A lo largo del día, mientras vas siendo engañado empujado y estirado de un lado y del otro, empiezas a perder tu inocencia.

Estás cambiando constantemente..., en movimiento. Y si tratas de seguir siendo el mismo crearás tu infelicidad, porque entonces estarás luchando en contra de tu propia vida. El mensaje fluye, déjate llevar.

El mensaje es: no nades contra la corriente. El mensaje se va con la corriente; es tu vida. Y no tengas miedo, porque este arroyo ha estado fluyendo desde el pasado, durante siglos -no tienes que tener miedo-, y este arroyo seguirá fluyendo en el futuro también a través de los siglos. De una eternidad a otra eternidad.

Eres el tejido de este universo. No desaparecerás. Aunque desaparezcas muchas veces, permaneces; lo esencial permanece. Sólo lo no esencial vuelve a desaparecer, pero lo no esencial no eres tú.

“Un arroyo, desde su nacimiento en las lejanas montañas, después de atravesar todo tipo de paisajes, alcanzó por fin las arenas del desierto.”

Dos cosas más sobre esta frase...

El origen está en las montañas, en las alturas. Eso es lo que todas las religiones del mundo han estado diciendo: que el hombre es un descendiente de Dios, que el origen está arriba en las montañas, que el hombre ha descendido de lo alto. Por eso el cristianismo estaba tan en contra del concepto que tenía Darwin sobre la evolución, porque esa idea va en contra de todas las religiones.

La teoría de la evolución predica que el hombre no procede de las montañas sino de los valles; que el hombre ha ido evolucionando, ha ido ascendiendo. Y todas las religiones del mundo han estado enseñando exactamente lo contrario: han estado diciendo que el hombre es un descendiente, que proviene de Dios. Y este asunto tiene que quedar claro: si vienes de Dios, sólo entonces puedes ir hacia Dios, y no de otra manera, porque el origen siempre es el objetivo. El círculo se completa, alcanzas ese punto del que provienes.

Darwin inventó una filosofía muy extraña, una progresión lineal en la que tú sigues evolucionando, pero ¿dónde terminará esa evolución? Es como una línea; sigue y sigue. Comienza en algún lugar en los oscuros valles. ¿Dónde terminará? No puede terminar en ninguna parte. Es una línea que sigue y sigue. Es lineal; siempre permanecerá incompleta, siempre permanecerá insatisfecha, nunca llegará a completarse.

Las religiones cuentan una historia completamente diferente. Dicen que el hombre viene de Dios y que al final regresa de nuevo a Dios. Es un círculo, una realización, y en la realización está la satisfacción.

“Un arroyo, desde su nacimiento en las lejanas montañas, después de atravesar todo tipo de paisajes, alcanzó por fin las arenas del desierto.”

¡Por fin!

Cada consciencia alcanza un punto que es un callejón sin salida, un punto que los sufíes denominan "el desierto" y que es donde sientes que estás desapareciendo, que te estás muriendo. El desierto es ese punto en el que te sientes completamente desesperado, sin significado, un momento en el que empiezas a considerar el suicidio, un punto en el que no puedes decidir: qué hacer, qué no hacer, ser o no ser. Toda consciencia debe enfrentarse, con el desierto antes o después, porque nunca serás realmente maduro sin pasar a través del desierto. Eso es parte del aprendizaje de todo espíritu. De hecho cuando empiezas a enfrentarte con el desierto, empiezas a pensar en la religión. Cuando las cosas van bien, ¿a quién le preocupa la religión? ¿Quién contempla? ¿Quién medita?

¿Quién reza? Cuando las cosas no van bien comienzas a pensar que hay algo en ti básicamente equivocado.

Es un fenómeno curioso: siempre que una persona tiene todo lo que necesita se encuentra con el desierto. La sociedad opulenta se encuentra con el desierto. La sociedad pobre todavía está muy alejada de él. La opulencia te aproxima al desierto, porque tienes todo lo que esperabas: tienes la mujer que querías, la casa, el dinero, el prestigio, el poder. Tienes todo lo que siempre soñaste, ahora no hay nada más para soñar: ha llegado el desierto. Ahora de repente empiezas a sentir una especie de insomnio. Ni siquiera puedes dormir, el desierto te rodea.

sábado, 14 de febrero de 2015

LA HISTORIA DE LAS ARENAS (Cuento Sufí)

Un arroyo, desde su nacimiento en las lejanas montañas, después de atravesar todo tipo de paisajes, alcanzó por fin las arenas del desierto. Igual que había cruzado todas las demás barreras, el arroyo trató también de cruzar ésta, pero se encontró con que en cuanto se adentraba en la arena sus aguas desaparecían.

Sin embargo, estaba convencido de que su destino era cruzar ese desierto, y de que a la vez no había manera de cruzarlo.

Entonces una voz oculta, que salía del mismo desierto, le susurró:

-El viento cruza el desierto, e igualmente puede hacerlo el arroyo.

El arroyo objetó que estaba arremetiendo contra la arena, pero que sólo estaba siendo absorbido: que el viento podía volar y por ello podrá atravesar el desierto.

-Arremetiendo de tu manera habitual no podrás atravesarlo. Desaparecerás o te convertirás en una marisma. Debes dejar que el viento te lleve a tu destino.

-Pero ¿cómo puede suceder esto?

-Dejando que el viento te absorba.

Esta idea no era aceptable para el arroyo. Nunca antes había sido absorbido. No quería perder su individualidad: una vez que la hubiese perdido, ¿cómo iba a saber que podía volver a recuperarla?

-El viento -dijo la arena cumple esa función. Evapora el agua, la transporta a través del desierto, y después la vuelve a dejar caer. Al caer en forma de lluvia, el agua se vuelve a convertir en un río.

-¿Cómo puedo saber que esto es verdad?

-Así es, y si no me crees, no podrás convertirte más que en un cenagal, e incluso eso te costará muchos, muchos años, e indudablemente un cenagal no es lo mismo que un arroyo.

-Pero ¿no puedo seguir siendo el mismo arroyo que soy hoy?

-No puedes seguir así en ninguno de los casos -dijo el susurro-. Tu parte esencial es transportada y vuelve a formar un arroyo. Tú recibes el nombre que tienes, incluso hoy, porque no recibes qué parte de ti es la esencial.

Cuando el arroyo escuchó esto, comenzó a resonar un cierto eco en sus pensamientos. Débilmente, recordó un estado en el cual él -¿o era una parte de él?- había sido sostenido en los brazos de! viento. También recordó -¿lo recordó?- que esto era lo que realmente había que hacer, aunque no necesariamente lo más obvio.

Y el arroyo hizo ascender su vapor hacia los acogedores brazos del viento, que suavemente y con facilidad le llevaron hacia arriba y a lo lejos, dejándole caer con suavidad en cuanto alcanzó la cima de la montaña, muchos, muchos kilómetros más allá.

Y como había abrigado sus dudas, el arroyo fue capaz de recordar y grabar con más fuerza en su mente los detalles de la experiencia. Reflexionó:

-Sí, ahora he conocido mi verdadera identidad.

El arroyo estaba aprendiendo. Pero las arenas susurraron:

-Nosotras lo sabemos, porque sabemos cómo sucede un día tras otro y porque nosotras, las arenas, nos extendemos desde la orilla del río por todo e! camino hasta la montaña.

Y por eso se dice que el camino por el que el arroyo de la vida tiene que continuar su viaje está escrito en las arenas.

sábado, 7 de febrero de 2015

EL SUFISMO (SEGUNDA PARTE)

Te decía que el sufismo no es una visión del mundo. Es una visión, no una visión del mundo. Una visión del mundo significa que sigues siendo el mismo y empiezas a creer en una filosofía, en ciertas explicaciones acerca de la realidad. Sigues siendo el mismo, no has cambiado en absoluto. La visión del mundo te añade algún conocimiento: te vuelves más erudito.

Una visión te transforma. Una visión sólo ocurre si eres transformado, si eres transportado a otras altitudes, a otras cumbres, a otras profundidades de la vida.

El sufismo es una visión. De hecho llamarlo "sufismo" no es correcto porque no es en absoluto un "ismo".

Los sufíes no lo llaman "sufismo"; éste es un nombre dado por personas ajenas a él. Ellos llaman a su visión tassawuri, una visión de amor, un acercamiento amoroso a la realidad. Es enamorarse de la existencia. La persona que piensa acerca de la existencia es un poco antagonista porque hace de la existencia un problema, como si le estuviera desafiando y él tuviera que descifrarla: tiene que descifrar el misterio, tiene que destruir el misterio. Él lucha.

Los sufíes dicen: nosotros y la existencia somos uno. No hay necesidad de luchar. Si persuades, cooperas, invitas, amas, ofreces tu amistad, la existencia comienza a revelar sus misterios. No hace falta violarla.

El método científico, el método filosófico, el método intelectual ¡son violaciones! Es obligar a la existencia a descubrir su corazón. Es desnudar a la existencia por la fuerza y con violencia. La violencia puede darse a través de métodos científicos o lógicos, da igual, pero hay violencia. El filósofo ha adoptado un punto de vista como si la existencia no estuviera dispuesta a desvelar sus misterios; hay que obligarla. Es una manera de aproximarse violenta.

El sufismo dice que esto no es necesario, la existencia está esperando a que te acerques para poder descubrirte su corazón, para que te enamores de ella. Si estás profundamente enamorado de la existencia, ésta comienza a abrirse, a desvelar sus secretos. Ha estado esperando mucho tiempo a que te acerques. No es necesario forzarla, ¡no es necesario violarla! Puedes enamorarte.

Una visión del mundo es una postura agresiva, una visión es una postura de amor.

Te he dicho que el sufismo no es una doctrina, porque todas las doctrinas crean una esclavitud. Crean prisiones a tu alrededor. El sufismo es libertad. No crea ninguna doctrina a tu alrededor. No te dice que creas en una cierta doctrina. Habla de confianza, pero no habla de creencia.

La confianza es algo totalmente diferente. Creer es creer en una teoría, en una filosofía, en una visión del mundo: crees en el islam, en el hinduismo, en el cristianismo. Pero cuando confías, confías en la vida. No crees en la vida, confías en la vida; crees en las filosofías. La creencia es un pobre sustituto para la confianza. Y recuerda, la creencia, una vez más, viene de la cabeza, la confianza del corazón.

Sus cualidades son diferentes, completamente diferentes, diametralmente opuestas. Nunca formes parte de un sistema de creencias; nunca te conviertas en hindú, musulmán, jaimista, cristiano o budista. Cuando pasas a formar parte de un sistema de creencias te estás convirtiendo en un esclavo.

Si puedes encontrar un lugar, un espacio, donde no te impongan la creencia sino que apoyen la confianza, encuéntralo. Ese es el lugar correcto donde realmente puedes crecer, y crecer en libertad. No hay otro crecimiento; el crecimiento en libertad es el único que hay.

Te he dicho que el sufismo no es una filosofía, pero tampoco es una antifilosofía. Simplemente no toma en cuenta ni filosofías ni antifilosofías. Las evita, es indiferente. Dice: ¿por qué preocuparse de las palabras cuando está disponible la realidad? Si puedes beber agua, ¿por qué preocuparte de las teorías acerca del agua? Si puedes ponerte bajo el sol y bailar con sus rayos, ¿por qué preocuparte de teorías? ¿Por qué no tener una experiencia, una experiencia auténtica? La filosofía da vueltas y vueltas, da rodeos. Nunca penetra en la esencia de la verdad.

Piensa sobre la verdad, pero pensar sobre la verdad es falsificarla. Hay que encontrarse con la verdad, no pensar sobre ella. La verdad hay que vivirla, no creer en ella. La verdad no es una conclusión: no la alcanzas por un proceso silogístico. ¡La verdad está ahí! Tú eres la verdad, los árboles son la verdad, los pájaros son la verdad, el sol, la luna. La verdad está por todos lados, y tú ¿cierras los ojos y piensas sobre la verdad? Todo lo que sea pensar te llevará por el camino equivocado.

No hace falta pensar. ¡Vívela! Sólo viviéndola llegarás a conocerla.

El sufismo no es una manera de pensar sino un modo de vida, una manera de vivir; no es una filosofía de la vida sino una forma de vivir.

He dicho que el sufismo no es especulativo. La especulación significa que estás pensando sobre cosas que no has conocido. Esto es una tontería. La especulación es como un ciego pensando en la luz, un sordo pensando en la música. Cuando piensas en Dios, ¿crees que estás siendo diferente al ciego que está pensando en la luz? No has visto a Dios, no has probado nada de lo divino, y sigues pensando. ¿Qué harás? Sí, la mente es muy hábil y puede hilar y tejer hermosos sistemas, pero esos sistemas son irrelevantes. Buenos o malos, lógicos o ilógicos, son sencillamente irrelevantes. No se aplican a la realidad, carecen de contexto en la realidad, son juegos de la mente.

El sufismo no es un juego de la mente; por eso es práctico, totalmente práctico. Si preguntas a un sufí sobre Dios, se echará a reír, o se pondrá a cantar una canción sin ninguna referencia a Dios, o te contará una historia en la que nunca se menciona a Dios, o dirá algo que parece no tener ninguna relación con la pregunta. Simplemente te está diciendo: «No seas tonto. Vamos a ser prácticos». Pregúntale sobre Dios y te hablará de la oración pero no de Dios. Un verdadero sufí evitará el tema de Dios. Hablará sobre la oración; la oración es algo práctico. Pregúntale sobre el paraíso y te hablará sobre tu infelicidad y cómo deshacerte de ella; eso es ser práctico. Porque el paraíso no está en ningún otro lado, cuando abandonas tus maneras desgraciadas, estás en el paraíso, o para ser más exactos, eres el paraíso.

Los sufíes siempre hablan de técnicas, de métodos. Nunca hablan del "qué", sólo del "cómo". Y en ese sentido son más científicos que cualquier científico. El sufismo te da un vislumbre de cómo debería ser la religión. No tiene sentido hablar sobre Dios: fabrica la escalera que te lleva a él. Es una completa pérdida de tiempo hablar del paraíso: da métodos para que el paraíso pueda ser explorado en el interior de tu ser. Es un fenómeno interno, es tu espacio interno. Y lo mismo ocurre con el infierno.

El sufismo no es ni siquiera una religión. Antes bien es una religiosidad. No tiene iglesia, no tiene libro: la Biblia, el Corán, los Vedas o el Dhammapda. No tiene libro, libro sagrado. No tiene una iglesia. El sufismo es una religiosidad que flota muy libremente. Cualquiera puede ser un sufí, un hindú, un cristiano, un musulmán. En cualquier parte, uno puede ser sufí. Es un método práctico para crear religiosidad.

La gente piensa: «¿Cómo pertenecer a una religión?». El sufismo dice: eso es ridículo, estúpido. La única pregunta significativa puede ser: ¿cómo crear religiosidad?, ¿cómo transformar mi propia energía de modo que se vuelva religiosa? Si comienzas a pertenecer a una religión sólo obtendrás una etiqueta pero no serás religioso, y tu mundo espiritual no será nada más que una proyección de este mundo.

Puedes ir y ver a la gente espiritual, y si los miras de cerca y los observas te sorprenderás: su espiritualidad no es nada más que una proyección de su mundo. En su cielo están esperando tener los mismos placeres, por supuesto en términos más permanentes -más intensos, más vivos-, pero los mismos placeres. En su infierno tienen miedo de los mismos dolores y de los mismos sufrimientos, más intensos y más permanentes. La diferencia está en la cantidad. El fuego del infierno será el mismo fuego que hay aquí, pero más intenso, más ardiente. Quema más, duele más, hiere más, pero será el mismo fuego. ¿Y en el paraíso? Habrá la misma comida -más deliciosa, más nutritiva-, pero la diferencia está en la cantidad; y la cantidad no es la diferencia real. La diferencia aparece sólo cuando cambias de una visión cuantitativa a una cualitativa. Si empiezas a cambiar la cualidad de tu vida, esto es religiosidad.

Una persona realmente religiosa no puede ser hindú, musulmana, cristiana. Simplemente es religiosa. Jesús no es cristiano, es religioso; yo le llamo sufí. El Buda no es budista, es simplemente religioso: yo le llamo sufí.

Un sufí es un persona que ha indagado en lo esencial de cada religión y ha descartado todo lo que no es esencial.

Te invito a esta bendición llamada sufismo, pero sólo serás capaz de entrar si tienes un gran interés.

Escucha con amor; discutir no te servirá de nada. El sufismo no hace ningún esfuerzo para convencerte.

Simplemente está disponible para todos los que están dispuestos a aceptarlo. Es una invitación abierta a todos y a cada uno, pero sólo serán capaces de entrar en el mundo del sufismo, aquellos que sean lo bastante valientes para no discutir. La afinidad debe ser los cimientos, la participación debe ser la base. Entra en armonía. Y recuerda, la discusión es una cobardía. Todos los cobardes discuten, todos ellos pueden discutir. Sólo los valientes pueden dar el salto a lo desconocido, No se puede discutir sobre lo desconocido, obviamente; por eso se le llama desconocido.

Puedes discutir sobre lo conocido, puedes llegar a conclusiones sobre lo conocido a través del pensamiento, pero ¿cómo te las vas a arreglar con lo desconocido? El pensamiento sólo te puede dar lo viejo, aquello que ya ha sido conocido y experimentado. El pensamiento no te puede dar algo que nunca ha sido experimentado y nunca ha sido conocido. Si permaneces demasiado obsesionado con el pensamiento te quedarás atascado. Lo desconocido no procede de tu pasado, lo desconocido procede del futuro. Lo desconocido no procede de tu memoria, de lo contrario, no sería desconocido. Lo desconocido penetra en tu memoria pero viene de un origen del que no sabemos nada, de un origen desconocido. Tu memoria tiene que hacerle sitio: a eso me estoy refiriendo cuando te digo escucha con afinidad, armonízate. No estoy haciendo aquí una proposición filosófica. Simplemente te voy a contar un cuento. Con un cuento no discutes. Con un cuento, simplemente escuchas como un niño. Disfrutas de sus matices, sus giros repentinos. Empiezas a entrar en su espíritu, lo que quiere contarte la historia, y tiene mucho que decirte. Y a medida que crece tu empatía, el cuento se irá revelando más profundamente.

Confía...

Deja que la confianza sea tu actitud hacia el sufismo. Está disponible sólo para aquellos que confían. Y recuerda de nuevo, sólo los valientes pueden confiar. Los cobardes siempre se retraen ante lo desconocido.

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