sábado, 24 de noviembre de 2012

VER LA TOTALIDAD

Ningún sabio ha perdido nada por decir sí a los tontos. Ningún sabio ha perdido nunca nada por claudicar. El lo gana todo. No hay ego, así que no hay pérdida. La pérdida siempre es sentida por el ego: Yo estoy perdiendo. ¿Por qué sientes que estás perdiendo? Porque nunca querías perder. ¿Por qué te sientes fracasado? Porque siempre quisiste ser un triunfador. ¿Por qué te sientes un mendigo? Porque siempre deseaste ser un emperador.

Un sabio simplemente toma lo que le venga. Acepta el total. El sabe que: mendigo por la mañana, emperador por la tarde; emperador por la mañana, mendigo por la tarde. ¿Cuál es el orden mejor?

Si un sabio estuviese obligado a seleccionar elegiría ser un mendigo por la mañana y un emperador por la tarde. Un sabio nunca elige, pero si insistes, te dirá que es mejor ser mendigo por la mañana y emperador por la tarde. ¿Por qué? Porque ser primero emperador por la mañana y luego mendigo por la tarde es muy difícil. Pero esta es la elección.

Un sabio elegirá dolor al principio y placer al final, porque el dolor al principio te suministrará un fondo y contra él el placer será más placentero aún si cabe. Placer al comienzo te dará un trasfondo dulce y entonces el dolor será demasiado, insoportable.

Oriente, y Occidente han empleado sistemas diferentes. En Oriente, durante los primeros veinticinco años de su vida, cada niño tenía que pasar privaciones. Ese era el principio que se siguió durante miles de años hasta que Occidente empezó a dominar Oriente.

El niño debía de acudir a la casa de su maestro, en la jungla, tenía que pasar todas las penurias posibles. Como un mendigo tenía que dormir en una estera en el suelo, sin comodidades. Debía de comer como un mendigo, tenía que ir a la ciudad y pedir limosna para el maestro, cortar leña, llevar los animales al río para que bebieran, llevarlos al bosque para que se alimentaran.

Durante veinticinco años él llevaba la vida más austera posible, la más simple, tanto si nacía rey como si nacía mendigo; no había diferencia. Incluso el hijo del emperador debía seguir la misma rutina, no había distinciones. Y entonces cuando llegaba a conocer la vida mundana, la vida era dichosa.

Si el Este estaba tan satisfecho, éste era el truco, el sistema, porque cualquier cosa que te diera la vida era más que con lo que habías comenzado. El chico llegaba a vivir en una cabaña. Para él era un palacio comparado con el dormir en el suelo sin cobijo, acurrucado.

Tenía una cama ordinaria y era paradisíaco. La comida ordinaria, pan, mantequilla y sal eran un paraíso suficiente porque no había mantequilla en casa del maestro. El era feliz con cualquier cosa que le ofreciera la vida.

Ahora, el modelo occidental es el opuesto. Cuando eres estudiante se te da toda clase de confort. Hostales, hermosas universidades, bonitas habitaciones, aulas, profesores, todo está dispuesto para atender necesidades médicas, comida, higiene, todo está preparado.

Y después de veinticinco años con esto eres arrojado a la lucha de la vida. ¡Te has convertido en una planta de invernadero! No sabes lo que significa luchar. Te conviertes en un oficinista, un trabajador, un maestro de escuela primaria: la vida es un infierno. Entonces toda tu vida se transforma en un gruñir, toda tu vida será un quejarse y quejarse, todo está mal. Va a ser así.

Emperador por la mañana y mendigo por la tarde... la tarde será pues triste. La tarde debería de ser el punto álgido, no triste.

Por eso, cuando estás junto a un sabio déjalo a él organizarlo todo, no insistas en tu punto de vista. El elegir es, en primer lugar, erróneo, y, en segundo lugar, cualquier elección será errónea. La mente común sólo atiende a lo inmediato, a la felicidad instantánea, no está preocupada por lo que sucederá más tarde. No sabe, no tiene perspectiva del todo. Por eso, deja al sabio escoger.

Recuerda, los reyes solían ir a consultar a los sabios para tomar la decisión final en materias de importancia. Los sabios no eran reyes: era una nimiedad para ellos, eran mendigos, viviendo en sus cabañas en el bosque. Siempre que surgía algún problema el rey no convocaba a la gente para pedirle, "¿Qué se ha de hacer?". El corría al bosque a preguntar a los que habían renunciado a todo, porque ellos tenían una perspectiva del conjunto, sin ata¬duras, sin obsesiones, sin nada, de su propia elección. Ellos no eligen; ven el conjunto y deciden.

Ver el total quiere decir seguir dos caminos a la vez. Un arreglo es inmaterial. Los arreglos pueden ser hechos de acuerdo a condiciones objetivas. El sabio mira al total siempre. El sexo le da placer, pero él mira el dolor que surge de él. La riqueza te da placer, pero él mira la pesadilla que conlleva. El éxito te hace feliz, pero él conoce el abismo que sigue al pico, el fracaso que se convertirá en intenso e insuperable dolor.

sábado, 17 de noviembre de 2012

CÓMO TRABAJA LA MENTE

La mente simplemente sigue cambiando el orden de las cosas. Con una combinación te sientes satisfecho; con otra, descontento y el total permanece inalterado. Pero nunca atiendes al total. La mente no puede ver el total. Sólo la meditación puede ver el total. La mente atiende a la parte, es corta de vista, muy corta de vista. Es por eso que siempre que experimentas placer, inmediatamente te abandonas a él, nunca esperas a la tarde.

Siempre que hay placer hay dolor escondido en él. Esta ha sido tu experiencia pero nunca has sido consciente de ello. El dolor vendrá a la tarde, pero el placer está aquí, por la mañana.

Nunca miras en lo que está escondido, en lo que es invisible, en lo que está latente. Miras tan sólo a la superficie y te vuelves loco. Haces esto toda tu vida. La parte te posee. Mucha gente dice, "Al principio, cuando me casé con esta mujer, todo era bello, pero al cabo de unos pocos días todo se esfumó. Ahora se ha vuelto repugnante, ahora es una desgracia".

Se dice que aquellos que saben, no se casan nunca. Pero, ¿cómo puedes saber qué sucede en el matrimonio si no te casas? Sueles tomar en cuenta solamente una parte de la persona, y a veces, esa parte, si consideras el conjunto y reflexionas sobre él, resulta una estupidez.

El color de los ojos; ¡qué tontería! ¿Cómo puede tu vida depender del color de tus ojos o del color de los ojos de alguien? ¿Cómo puede ser tu vida hermosa debido únicamente al color de los ojos? Un poco de pigmento. Pero eres un romántico: ¡Oh, los ojos, el color de los ojos. Te vuelves loco y piensas, "Si no me caso con esta mujer, la vida no vale nada; ¡me suicidaré!".

Pero no ves lo que estás haciendo. Uno no puede vivir del color de los ojos o de otra característica particular para siempre. A los pocos días te habrás acostumbrado a esos ojos y te olvidarás de ellos. Entonces tendrás toda tu vida ante ti, toda ella. Y ahí comienza el sufrimiento. Antes de que acabe la luna de miel comienza el sufrimiento; la persona en su conjunto no fue tomada en cuenta; la mente no puede evaluar el conjunto. Atiende sólo a lo superficial, a la figura, la cara, el pelo, el color de los ojos, la forma de andar de la mujer, cómo se expresa, el tono de su voz. Esas son las partes, ¿pero dónde aparece la totalidad de la persona?

La mente no puede ver el conjunto. La mente considera las partes, y se queda colgada de ellas. Una vez está enganchada, el conjunto aparece; lo global no está muy lejos. Los ojos no existen como un fenómeno separado, son parte del todo de una persona. Si te quedas fascinado por los ojos, te quedas enganchado a toda la persona en su conjunto. Y cuando este conjunto aparece, todo se vuelve un problema.

Por eso, ¿quién es el responsable? Deberías de haber tenido en cuenta el conjunto. Pero si estás en la mañana, la mente sólo considera la mañana y se olvida totalmente de la tarde. Recuérdalo bien en cada mañana se esconde una tarde. La mañana se está convirtiendo constantemente en la tarde y no se puede hacer nada con ello, no puedes impedirlo.

Vuestras mentes, no pueden penetrar el todo. Esa es la pena. Siempre yerras, siempre yerras debido a las partes. Si puedes evaluar el conjunto y entonces actuar, tu vida nunca será un infierno. Y no te preocuparás entonces de los arreglos superficiales.

sábado, 10 de noviembre de 2012

VIVIR LA VIDA SIN ELEGIR

En la India la gente dice que la meditación es sólo para los viejos. Una vez que están al borde de la muerte, pueden meditar; no es para gente joven. Creen que la meditación es lo última de la lista y que se la puede practicar cuando hayas hecho todo lo demás. Pero recuerda que el momento en que lo hayas hecho ya todo, cuando seas demasiado viejo para cualquier cosa, cuando toda tu energía se haya malgastado, cuando sea el tiempo de meditar, este momento nunca llegará. Cuando eres incapaz de hacer nada, ¿cómo puedes meditar?

La meditación necesita energía, la más pura, la más vital: La meditación necesita un exceso de energía. Un niño puede meditar, pero ¿cómo puede meditar un viejo? Un niño fácilmente es meditativo, un anciano, no; se ha gastado. No hay movimiento de energía en él, su río no fluye ya, está congelado. Muchas partes de su vida están ya muertas.

Si eliges acudir al templo, sufres, te lamentas. Si vas a la oficina o al mercado, sufres, te lamentas.

Sucedió una vez que un monje murió. Era un monje muy famoso, conocido por todo el país. Mucha gente lo reverenciaba y creían que estaba iluminado. El mismo día murió una prostituta. Ella vivía enfrente del templo del monje. Era una prostituta muy famosa, tan famosa como el monje. Eran como dos extremos viviendo uno junto al otro y murieron en el mismo día.

El ángel de la muerte se presentó y se llevó al monje al cielo, otros ángeles de la muerte llegaron y llevaron la prostituta al infierno. Cuando los ángeles llegaron al cielo las puertas estaban cerradas y el responsable dijo, "Os habéis confundido. Este monje tiene que ir al infierno y la prostituta tiene que venir al cielo".

Los ángeles dijeron, ¿Qué dices? Este hombre es un famoso asceta, continuamente en meditación y oración. Por eso es por lo que no indagamos, simplemente fuimos y lo trajimos. Y la prostituta debe de estar ya en el infierno porque otro grupo de ángeles la llevó allí. Nunca pensamos en preguntar, parecía tan obvio".

El responsable dijo, "Os confundís porque habéis mirado sólo lo externo. Este hombre solía meditar para beneficiar a otros, pero para él siempre pensaba, "Estoy perdiéndome la vida. ¡Qué bella mujer es la prostituta, y está disponible! En cualquier momento en que cruce la calle, la tengo ahí. Lo que estoy haciendo es un sinsentido, rezando, sentado en la postura del buda y no obteniendo nada". Pero debido a su reputación no osaba hacerlo.

Mucha gente se hace virtuosa porque son cobardes como él.

El era virtuoso porque era un cobarde. No osaba cruzar la calle. ¡Conocía tanta gente! ¿Cómo podía ir a una prostituta? ¿Qué diría la gente?

Los cobardes siempre están temerosos de la opinión de los demás. Por eso él permaneció como un asceta, ayunando, pero su mente estaba siempre con la prostituta. Cuando allí se bailaba y cantaba, él escuchaba. Se sentaba ante la estatua de Buda, pero Buda no estaba allí. No estaba rindiéndole culto; debía soñar que estaba escuchando la música de la fiesta y en sus fantasías hacía el amor a la prostituta".

¿Y qué pasaba con la prostituta? Ella estaba siempre arrepintiéndose, arrepintiéndose y arrepintiéndose. Sabía que había desperdiciado su vida, que había perdido una oportunidad de oro. ¿Y para qué? Sólo por dinero, vendiendo su cuerpo y su alma. Solía siempre mirar al templo del monje, celosa de la vida silenciosa de allí. ¿Qué fenómeno meditativo estaría ocurriendo allí?

Anhelaba que Dios le diera una oportunidad para ir al templo. Pero pensaba, "Soy una prostituta, pecadora, y no debería de entrar al templo". Por eso solía caminar alrededor del templo, mirándolo desde la calle. ¡Qué belleza, qué silencio, qué bendición allí dentro! Y cuando habían cantos y bailes, ella solía gemir; llorar y se lamentaba, imaginándose lo que se estaba perdiendo.

Por eso el encargado dijo, "Traed la prostituta al cielo y llevad a este monje al infierno. Sus vidas externas eran distintas y sus vidas internas eran diferentes, pero como todo el mundo, se lamentaban".

Si tu vida externa es un infierno y te arrepientes de ella, irás al cielo, como la prostituta que deseaba constantemente el mundo de meditación y oración. Si tu vida externa es celestial y tu vida interior es un infierno, como el monje que deseaba a la prostituta, irás al infierno. Pero si no eliges, si no te lamentas, si permaneces sin elección, alcanzarás la verdadera libertad.

La consciencia en estado de no elección es absoluta libertad. El cielo es una esclavitud, el infierno es una esclavitud. El cielo puede ser una bella prisión, el infierno puede ser una prisión repugnante, pero ambas son prisiones. Ni los cristianos ni los musulmanes pueden captar este punto, porque para ellos el cielo es lo más elevado. Si les pides dónde está Jesús, su respuesta será equivocada. Dicen: En el cielo con Dios. Esto es absolutamente erróneo. Si Jesús está en el cielo, entonces no está iluminado. El cielo puede ser de oro, pero es aún una prisión. Puede ser bueno, puede ser placentero, pero sigue siendo todavía una elección, la elección frente al infierno. La virtud que ha sido elegida frente al pecado es una decisión de la mayoría, pero la minoría está esperando su oportunidad para decidir.

Jesús está en la absoluta libertad, esto es lo que yo digo. No está en el cielo, no está en el infierno. Es totalmente libre de cualquier prisión: bueno/malo, pecado/virtud, moralidad/inmoralidad. El no eligió. Vivió una vida sin elegir. Y esto es lo que te sigo diciendo: vive una vida permaneciendo sin elegir.

sábado, 3 de noviembre de 2012

LA MENTE UNIFICADA

Oí de un niño que regresó de la escuela desconcertado. Su madre le preguntó, "¿Por qué pones esa cara de puzzle?".

El niño le dijo, "Estoy atascado. Pienso que mi profesora se ha vuelto loca. Ayer me dijo que uno más cuatro son cinco y hoy me dice que tres más dos son cinco. Debe de haberse vuelto loca porque si uno más cuatro son cinco, ¿cómo pueden ser tres más dos cinco?".

El niño no podía comprender que el cinco puede surgir de muchas combinaciones; no hay sólo una combinación que resulte cinco. Puede que existan millones de combinaciones cuyo conjunto resulte cinco.

Ordenes como ordenes tu vida, el hombre meditativo siempre atenderá al total y el hombre mundano siempre atenderá a las partes. Esta es la diferencia. El mundano considerará lo que tiene cerca, y no verá a lo lejano escondido allí. Lo distante no está en realidad muy lejos, se transformará en lo cercano, sucederá pronto. La tarde está por llegar.

¿Puedes tener una perspectiva desde la cual la totalidad de la vida se pueda considerar? Se cree, y yo también lo creo, que si un hombre se está ahogando, en un segundo recuerda la totalidad de su vida, toda su vida. Te estás muriendo, ahogándote en un río, no te queda tiempo, y de repente en el ojo de tu mente toda tu vida es revelada desde el comienzo al final. Es como si toda la película pasase por la pantalla de tu mente. Pero, ¿de qué te sirve ahora que te estás muriendo?

Un hombre religioso considera el conjunto cada momento. Toda la vida está ahí, y actúa considerando esta perspectiva de la totalidad. Nunca se lamentará como tú haces siempre. Es inevitable que, hagas lo que hagas, te arrepientas.

Un día el rey fue a visitar un manicomio. El director del centro lo acompañó a todas las celdas. El rey estaba muy interesado en el fenómeno de la locura, lo estaba estudiando.

Todo el mundo debería sentirse interesado porque este es el problema de todos. Y no necesitas ir a un manicomio: ve a cualquier sitio y estudia las caras de la gente.

Un hombre estaba llorando y lamentándose, golpeándose la cabeza contra los barrotes. Su angustia era tan profunda, su sufrimiento era tan penetrante, que el rey pidió que le contaran la historia de cómo este hombre se había vuelto loco. El director le di¬jo, "Este hombre amaba una mujer y no pudo tenerla, así que enloqueció".

Pasaron entonces a otra celda. En ella se hallaba un hombre escupiendo el retrato de una mujer. El rey preguntó, "¿Y cuál es la historia de este hombre? Parece que también está relacionada con una mujer".

El director le dijo, "Se trata de la misma mujer. Este hombre se enamoró de ella, y la consiguió, por eso se volvió loco".

Si obtienes lo que deseas te vuelves loco; si no obtienes lo que deseas te vuelves loco. El total permanece el mismo. Hagas lo que hagas, lo lamentarás. Una parte no puede satisfacer nunca. El todo es tan grande y la parte tan pequeña que tú no puedes deducir al to¬do del fragmento. Y si dependes de la parte y dispones tu vida de acuerdo con ella, siempre errarás. Desperdiciarás toda tu vida.

Así qué ¿qué deberíamos hacer? ¿Qué nos dice Chuang Tse que hagamos? El quiere que no seamos fragmentarios, desea que seamos totales. Pero recuerda, sólo puedes ver el total cuando tú eres total, porque sólo lo similar puede ver lo similar. Si eres fragmentario, no puedes conocer el total. ¿Cómo puedes conocer el total si eres fragmentario? Si estás dividido en partes, el todo no se puede reflejar en ti. Cuando hablo de meditación hablo de una mente que no está dividida, en la cual las partes han desaparecido. La mente está sin dividir, es toda, es una.

Esta mente unificada contempla exhaustivamente hasta el ultimo rincón. Considera desde la muerte al nacimiento, desde el nacimiento a la muerte. Ambos polos están ante ella. Y desde esta visión, desde esta penetrante visión, nace la acción. Si me preguntas qué es el pecado, te diré: La acción que proviene de la mente fragmentada es pecado. Si me pides qué es virtud, te diré: la acción nacida de la mente total es virtud. Por eso es que el pecador siempre debe arrepentirse.

Recuerda tu propia vida, obsérvala. Hagas lo que hagas, escojas lo que escojas, esto o eso, todo va mal. Tanto si consigues la mujer como si la pierdes, enloqueces. Elijas lo que elijas, eliges sufrimiento. Por eso Krishnamurti constantemente insiste en el no elegir.

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