sábado, 26 de enero de 2013

LA MADUREZ

La vida se te puede mostrar solamente al alcanzar cierto punto de madurez, pero la mayoría de la gente vive y muere de forma infantil. Nunca crecen, nunca alcanzan la madurez.

¿Qué es la madurez? Que uno sea sexualmente maduro no significa que hayas madurado. Pregunta a los psicólogos: dicen que la edad mental adulta media es aproximadamente de unos trece o catorce años. Tu cuerpo físico sigue creciendo, pero tu mente se detiene a la edad de trece años. No hay que sorprenderse pues si uno se comporta de forma tan estúpida, porque la vida de uno se convierte en una continua estupidez. Una mente que no ha madurado está condenada a cometer tonterías a cada momento.

Y la mente inmadura siempre arroja la responsabilidad sobre los demás. Te sientes desgraciado y crees que es porque todo el mundo te convierte la vida en un infierno. "El infierno es el otro". Yo digo que esta aseveración de Sartre es muy inmadura. Si eres maduro, el otro puede convertirse también en el cielo. Los demás son lo que seas tú, porque el prójimo es tan sólo un espejo, te refleja.

Y cuando digo madurez, quiero significar una integridad interior. Y esta integridad interior se alcanza únicamente cuando dejas de responsabilizar a los demás, cuando dejas de asegurar que el otro es la causa de tu sufrimiento, cuando empiezas a saber que tú eres el creador de tu sufrimiento. Este es el primer paso hacia la madurez: Yo soy responsable. Ocurra lo que ocurra, se debe a mí.

Te sientes triste. ¿Eres tú el que lo escoges? Te sentirás muy alterado, pero si puedes permanecer en este sentimiento, más pronto o más tarde serás capaz de dejar de actuar de ciertas formas. De esto es de lo que trata la teoría del Karma. Tú eres el responsable. No digas que la sociedad es la responsable, no digas que los padres son los responsables, no digas que los condicionantes económicos son los responsables, no descargues la responsabilidad sobre nadie. Tú eres el responsable.

Al principio parecerá una carga porque no puedes ya echar la responsabilidad sobre otros. Pero aguántala...

Si sigues descargando la responsabilidad sobre los demás y ellos siguen cumpliendo con cualquier cosa que les mandes, acabarás suicidándote. Al final no habrá nadie a quien puedas responsabilizar.

Por esto es bueno tener algunos defectos, ayuda a los demás a sentirse felices. Si existiera el marido perfecto, la esposa lo abandonaría. ¿Cómo puedes dominar a un hombre perfecto? ¡Por eso y aunque no lo quieras, continúa haciendo cosas equivocadas, de forma que tu mujer pueda dominarte y sentirse feliz!

Donde se encuentre un marido perfecto seguro que habrá divorcio. Encuentra al hombre perfecto y todos os pondréis en su contra, porque no podéis condenarlo, no podéis decir nada malo de él. A nuestras mentes les encanta descargar la responsabilidad sobre alguien. Nuestras mentes desean quejarse. Nos hace sentir bien, porque entonces no somos responsables, nos sentimos aliviados. Pero este alivio paga un alto precio. Realmente no te has aliviado, te estás agobiando más y más. Sólo que no te das cuenta.

La gente vive un promedio de sesenta años, y a lo largo de muchas vidas, sin saber lo que es la vida. No eran maduros, no estaban integrados, no tenían un centro. Vivían en la periferia.

Si tu periferia se encuentra con la periferia de otro se produce un choque, y si sigues creyendo que el otro es el que está equivocado, permaneces en la periferia. Una vez te das cuenta de que, "Yo soy el responsable de mi ser; de cualquier cosa que me suceda, yo soy la causa, es mi culpa", repentinamente tu consciente pasa de la periferia al centro. Por primera vez te conviertes en el centro de tu mundo.

Ahora puedes hacer mucho... porque cualquier cosa que te disguste, la puedes abandonar; sea lo que sea lo que te guste, puedes aceptarlo; sea lo que sea que sientas que es auténtico, lo puedes seguir, y cualquier cosa que sientas que es falsa, no necesitas seguirla, porque ahora estás centrado y enraizado en ti mismo.

sábado, 19 de enero de 2013

LA RISA Y EL LLANTO UN MISTERIO

Se dice de Buda, que en millones de ocasiones la gente solía exponerle cuestiones que él no contestaba. Si la cuestión requería de una respuesta superficial, no contestaba; si alguien preguntaba, "¿Existe un Dios?", él permanecía en silencio. Y la gente es tonta. Empezaron a creer que no creía en Dios, pues sino, él hubiera contestado que sí no creían que era ignorante, que no sabía, de otra forma hubiera contestado sí o no.

Cuando planteas una pregunta del tipo, ¿Existe Dios?, no sabes qué es lo que estás preguntando. ¿Crees que es una cuestión para ser contestada? Si es así eres ingenuo. ¿Cómo se pueden contestar preguntas tan vitales? Entonces no conoces su profundidad; esto es curiosidad, no indagación.

Si el hombre que interpelaba a Buda hubiese sido un auténtico buscador, se hubiera centrado en el silencio de Buda, porque el silencio era la respuesta. En ese silencio él hubiera sentido la pregunta, en ese silencio la pregunta se hubiese asentado firmemente. Contra el fondo del silencio, se hubiera vuelto más clara. Una claridad le hubiera invadido.

Siempre que planteas una pregunta profunda, no se requiere de respuesta alguna. Todo lo que se necesita es centrarse en la cuestión. No vayas de aquí para allí, permanece en la pregunta y espera. La misma pregunta se convertirá en la repuesta. La cuestión, si la profundizas, te conducirá al mismo origen de dónde surge también la respuesta. Está en ti.

La cuestión era tan auténtica que si se hubiera dado alguna respuesta, esa respuesta hubiera sido estúpida. Sólo un tonto contestaría una pregunta así.

La vida es un misterio. Siempre que te encares a un misterio surgirá la risa, porque ¿cómo puedes contestar a un misterio?

¿Cuál es la cosa más misteriosa en ti? La risa es lo más misterioso. Ningún animal puede reír, sólo el hombre. Es la suprema gloria del hombre. Ningún animal ríe, ningún árbol ríe, sólo el hombre ríe. La risa es el elemento más misterioso en el hombre.

Aristóteles definió al hombre como el ser racional. No es una buena definición porque el raciocinio también se da en otros animales. La diferencia es sólo de grado, y no es mucha. El hombre sólo puede ser definido como el animal que ríe y llora, ninguna otra definición es válida porque ningún otro animal puede llorar ni ningún otro animal puede reír.

Esta polaridad se da únicamente en los seres humanos. Es algo misterioso, lo más misterioso en el hombre.

La ira existe por doquier, no es relevante. El sexo se da por doquier, no es relevante, no es tan misterioso. Si deseas entender el sexo, puedes entender la sexualidad animal y todo lo que es aplicable a la sexualidad animal puede aplicarse al hombre. En este sentido el hombre no es nada aparte.

La ira, la violencia, la agresión, la posesividad, los celos, todo existe y se da en estado más puro en los animales que en ti. Todo en ti está confuso. Por eso es que los psicólogos tienen que estudiar las ratas para estudiar al hombre. Son más simples, son más claras menos confusas y cualquier cosa que se concluya sobre las ratas es cierto también para ti. Todos los laboratorios psicológicos están repletos de ratas. Se han convertido en el animal más relevante para los psicólogos porque son como los humanos en muchos sentidos.

La rata es el único animal que sigue a los seres humanos dondequiera que vayan. Es universal. Si encuentras a un hombre en Siberia, alguna rata estará por las cercanías. Vaya dónde vaya, las ratas lo siguen, y su comportamiento es absolutamente humano. Comprende el comportamiento de las ratas y habrás entendido el comportamiento de la humanidad.

Pero la rata no puede reír, la rata no puede llorar. La risa y el llanto son dos aspectos de algo que se da sólo en el hombre. Si quieres comprender la risa y el llanto has de estudiar la humanidad, no hay otro modo para que puedan ser estudiados. Por eso es por lo que les denomino la cualidad más distintiva de la humanidad.

Siempre que presientas el misterio, tienes dos alternativas: o bien ríes o bien lloras. Depende de tu personalidad, de tu tipo.

sábado, 12 de enero de 2013

VIVIR EN COMPAÑIA

Vivimos juntos y nunca sabemos nada de lo que es estar juntos. Puedes vivir con alguien durante años sin saber lo que significa estar con alguien. Observa el mundo, la mayoría de gente vive en compañía, casi nadie vive solo: esposos con esposas, esposas con esposos, niños con padres, padres con amigos, amigos con amigos; todo el mundo vive en compañía. La vida existe como relación, pero ¿sabes lo que es vivir en relación?

Vives con una esposa durante cuarenta años y puede que no hayas vivido con ella ni un solo instante.

La gente sigue viviendo en compañía sin amor porque, por lo general, tú amas sólo cuando hay un beneficio a obtener. Y, ¿cómo puedes amar si amas sólo cuando hay provecho? El amor se convierte entonces en un artículo de mercado, no existe una relación, no es una fraternidad, no es un estar juntos. No eres feliz estando con el otro, a lo sumo lo toleras.

A lo sumo, toleramos. Y siempre que piensas en términos de tolerar, sufres, tu relación sufre. Por eso Jean Paul Sartre dice, "El otro es el infierno"... porque con el otro simplemente sufres, el otro se convierte en un impedimento, el otro se vuelve el dominador. El otro comienza a crear problemas y pierdes tu libertad, pierdes tu felicidad. Se vuelve una rutina, un tolerar. Si estás tolerando al otro ¿cómo puedes conocer la belleza del estar juntos? En verdad, nunca se ha dado.

El matrimonio casi nunca sucede, porque el matrimonio significa la celebración del estar juntos. No es una licencia. Ninguna oficina registral te puede dar el matrimonio, ningún cura puede concedértelo como regalo.

Es una tremenda revolución en el ser, es un gran transformación en tu modo de vida, y puede darse sólo cuando celebras el estar juntos, cuando el otro no es sentido ya más como el otro, cuando tú no te sientes ya más como yo. Cuando los dos no son realmente dos, se ha formado un puente, se han vuelto uno en cierto modo. Físicamente permanecen como dos, pero en lo que concierne al ser íntimo, se han vuelto uno, pueden ser los dos polos de una existencia pero no son dos. Existe un puente. Ese puente te da destellos de lo que es el estar juntos.

Es una de las cosas más extrañas encontrarse con un verdadero matrimonio. La gente vive en compañía porque no puede vivir, sola. Recuérdalo, debido a que no pueden vivir solos es por lo que viven juntos. Vivir solo es incómodo, antieconómico, difícil, por eso es por lo que viven juntos. Las razones son negativas.

Un hombre se iba a casar y alguien le preguntó, "Siempre te has declarado en contra del matrimonio, ¿Por qué has cambiado de opinión tan repentinamente?".

El dijo, "Se acerca el invierno y se dice que será muy frío. La calefacción central se excede de mis posibilidades y una esposa es más económica".

Esa es la lógica. Vives con alguien porque es cómodo, conveniente, económico, más barato. Vivir solo es realmente difícil: una esposa supone tantas cosas, el ama de casa, cocinera, la criada, la enfermera; tantas cosas. Es el trabajador más barato del mundo, hace tantas cosas sin ser pagada por ello. Es una explotación.

El matrimonio existe como una institución de la explotación, no es compañerismo. Por eso es que la felicidad no brota como florecimiento. No puede. ¿Cómo puede nacer el éxtasis de las raíces de la explotación?

Y los mal llamados santos siguen aseverando que eres desgraciado porque vives en una familia, porque vives en el mundo. Dicen, "Renuncia, déjalo todo". Y su lógica parece correcta, no porque lo sea, sino porque no conoces lo que es el estar juntos. De otro modo todos esos santos aparecerían como totalmente equivocados. Uno que ha conocido el estar juntos ha conocido lo divino; uno que está en verdad casado ha conocido lo divino, porque el amor es la puerta más grande.

Pero el estar juntos no existe ahí y tú vives sin saber lo que significa, vives así durante setenta, ochenta años sin saber lo que es la vida. Deambulas sin raíces en la vida. Vas de un instante a otro sin probar lo que la vida te ofrece. Y no se te da al nacer. El conocer lo que es la vida no se hereda.

La vida se obtiene a través del nacimiento, pero la sabiduría, la experiencia, el éxtasis, ha de ser aprendido. De ahí la importancia de la meditación. Tienes que merecértela, tienes que ir en pos de ella, tienes que alcanzar cierta madurez; sólo entonces podrás conocerla.

sábado, 5 de enero de 2013

EL SINCERO BUSCADOR

Lo primero que debe entenderse es que sólo los amigos pueden hablar en forma sincera de la vida. Siempre que una charla se vuelve discusión, siempre que una charla se vuelve debate, se rompe el diálogo. La vida no puede ser tratada así. Sólo los amigos pueden charlar, porque entonces el hablar no es un debate, es un diálogo.

¿Y cuál es la diferencia entre un debate y un diálogo? En el debate no estás dispuesto a escuchar al otro; aunque escuches, tu escuchar es falso. No estás escuchando realmente; estás simplemente preparando tus argumentos. Mientras el otro está hablando te estás preparando para contradecirle. Mientras el otro habla, esperas simplemente tu oportunidad para rebatirlo. Tienes de antemano un prejuicio, una teoría. No buscas, no eres ignorante, no eres inocente; estás ya lleno. Acarreas con ciertas teorías y estás tratando de demostrar su veracidad.

Un buscador de la verdad no lleva teorías con él. Siempre está abierto, vulnerable. Puede escuchar. Un hindú no puede escuchar, un musulmán no puede escuchar. ¿Cómo puede un hindú escuchar? El ya sabe la verdad, no hay por qué escuchar. Intentas que escuche pero no puede; su mente está tan repleta que nada le puede entrar. Un cristiano no puede escuchar, él ya conoce la verdad. Ha cerrado sus puertas a nuevos aires, ha cerrado sus ojos al nuevo amanecer, él ha alcanzado, ha llegado.

Todos los que sienten que han llegado pueden debatir, pero no pueden moverse en un diálogo. Únicamente pueden chocar. Surge entonces el conflicto y ellos se oponen el uno al otro. En una discusión así puedes probar algo, pero nada es probado. Puedes silenciar al otro, pero el otro nunca es convencido. No puedes convencer, porque es una clase de guerra, una guerra civilizada; no estás luchando con armas, estás luchando con palabras.

La vida no ofrece conclusión alguna. La vida no tiene estúpidas ideas sobre propósitos. Sigue y sigue sin final, es siempre, eternamente, un acontecimiento hacia adelante. ¿Cómo puedes concluir algo sobre ella? En el momento en que sacas una conclusión ya te has salido de ella. La vida sigue y tú te has salido del camino. Puede que te cuelgues de tus conclusiones pero la vida no te esperará.

Los amigos pueden hablar. ¿Por qué? Puedes amar a una persona, pero no puedes amar a una filosofía. Los filósofos no pueden ser amigos. Puede que seas bien su discípulo o bien su enemigo, pero no su amigo. O bien eres convencido por ellos o no eres convencido, o bien los sigues o no los sigues, pero no podéis ser amigos. Una amistad es posible únicamente entre dos botes vacíos. Entonces tú estás abierto al otro, invitando al otro, entonces eres una constante invitación, ven a mí, entra en mí, está conmigo.

Puedes desprenderte de teorías y filosofías pero no puedes desprenderte de la amistad. Y cuando estás en una relación de amistad, el diálogo se hace posible. En el diálogo tú escuchas, y si tienes que hablar, hablas no para contradecir al otro, hablas para indagar, para buscar. Hablas, no con una conclusión premeditada, sino indagando, con una indagación creciente. No intentas probar nada: hablas desde tu inocencia, no desde la filosofía. La filosofía nunca es inocente, siempre es astuta, es un artilugio de la mente.

Hablar de la vida entre amigos es factible, porque entre amigos es posible un diálogo. Por esto en Oriente es tradición que a menos que halles amistad, amor, reverencia, confianza, ninguna indagación es posible. Si acudes a un Maestro y tu bote está repleto de tus ideas, no puede existir contacto, no puede darse el diálogo.

Primero debes de vaciarte de modo que esa amistad se haga posible, de modo que puedas mirar sin ideas obnubilando tus ojos, de modo que puedas observar sin conclusiones. Y siempre que puedas observar sin conclusiones, tu perspectiva es vasta, no está confinada.

Un hindú puede leer la Biblia, pero nunca la entenderá. En realidad nunca la lee, no puede escucharla. Un cristiano puede leer el Gita, pero lo lee desde el exterior. Nunca penetra su más recóndito ser, nunca alcanza la esfera interior, se mueve y se mueve a su alrededor. Ya conoce de antemano que sólo Cristo es verdadero, sabe de antemano que sólo a través de Cristo se da la salvación, sabe de antemano que sólo Cristo es el hijo de Dios. ¿Cómo puede escuchar a Krishna? Sólo Cristo es la verdad. Krishna está condenado a ser falso, a lo más, una bella falsedad, pero nunca una verdad. O, condescendiendo mucho, dirá que es casi verdad.

Pero, ¿qué quiere decir cuando dices casi verdad? ¡Qué es falso! La verdad es o no es. Nada puede ser parcialmente cierto. La verdad es, la verdad no es. Siempre es total. No puedes dividirla. No puedes decir que es cierta hasta cierto punto. No, la verdad no conoce gradaciones. O es o no es.

Por eso cuando la mente concluye que Cristo es la única verdad, es imposible escuchar a Krishna. Incluso si te lo encuentras en el camino no serás capaz de escucharlo. Incluso si te encontrases a Buda no lo reconocerías.

Y todo el mundo está repleto de conclusiones. Alguien es cristiano, algún otro es hindú, otro jaino, otro un budista. ¡Por eso es por lo que la verdad se pierde! Una persona religiosa no puede ser cristiana, hindú, o budista; una persona religiosa puede ser únicamente un sincero buscador. Busca y permanece abierto a cualquier conclusión. Su bote está vacío.

Buscar este blog