sábado, 31 de agosto de 2019

LA VERDADERA RELIGION


El zen mira a la humanidad con una visión íntegra, invisible. Su mirada es total. Por eso digo que el zen es la religión del futuro. La humanidad va avanzando lentamente hacia una consciencia que prescindirá de la teología y la religión se aceptará puramente como una experiencia.

En japonés hay una palabra especial para designarlo. Lo llaman konomama o sonomama, ecceidad de la existencia, talidad. Esta talidad de la vida es Dios. No es que Dios exista, sino que la misma talidad es divina: la talidad de un árbol, la talidad de una roca, la talidad de un hombre, de una mujer, de un niño. Y esa talidad es un fenómeno indefinido, indefinible. Puedes disolverte en ella, puedes fundirte en ella, probarla: “¡Qué maravilla! ¡Qué misterio!”, pero no puedes definirla, no puedes precisarla lógicamente, no puedes formularla mediante conceptos definidos. Los conceptos la matarían. Dejaría de haber talidad. Entonces se convertiría en una construcción mental.

La palabra “Dios” no es Dios; el concepto “Dios” no es Dios. Tampoco el concepto “amor” es el amor, ni la palabra “comida” se come. El zen dice algo muy simple. Dice que recuerdes que la carta donde aparece el menú no es la comida, y que no empieces a comértela. Eso es lo que ha estado ocurriendo desde hace siglos: que la gente se está comiendo la carta. Y claro, así les va: están desnutridos, no fluyen, no son vitales, no viven de manera total, es natural… predecible. No se han alimentado de comida de verdad. Se han pasado el tiempo hablando de comida y se han olvidado por completo de lo que es.

A Dios hay que comérselo, a Dios hay que probarlo, a Dios hay que vivirlo, y no discutir sobre él. El proceso de “discutir sobre” es la teología. Y ese “discutir sobre” no cesa de dar vueltas, y nunca llega a la cosa en sí. Es un círculo vicioso.

La lógica es un círculo vicioso, y el zen realiza todos los esfuerzos posibles para sacarte de ese círculo vicioso. ¿Y cómo es que la lógica es un círculo vicioso? La premisa ya implica la conclusión. La conclusión no será nada nuevo, pues está contenida en la premisa. Y también en la conclusión tenemos la premisa contenida.

Es como una semilla: el árbol está contenido en la semilla, y luego el árbol dará nacimiento a muchas más semillas, y en esas otras semillas también habrá árboles contenidos. Es un círculo vicioso: semilla, árbol, semilla… y así. O bien, el huevo y la gallina, la gallina y el huevo… sin fin, ad infinitum. Es un círculo.

De lo que trata el zen es de salir de ese círculo, de no seguir moviendo palabras y conceptos en la mente, sino de caer en la cuenta de la propia existencia.

Un gran maestro zen, Nan-in, se hallaba cortando leña en el bosque. Y llegó un profesor de universidad a visitarle. Y claro, el profesor pensó: “Este leñador sabrá dónde vive Nan-in”. Así que se lo preguntó. El leñador tomó el hacha en sus manos y dijo: “Me costó muy cara”.

El profesor no le había preguntado nada sobre el hacha. Lo que hacía era preguntarle dónde vivía Nan-in; le preguntaba si le hallaría en el templo. Y Nan-in volvió a levantar el hacha y dijo: “Mírela, me costó muy cara”. El profesor se sintió un tanto desconcertado, y antes de que pudiera escapar de allí, Nan-in se le acercó y le colocó el hacha en la cabeza. El profesor empezó a temblar y Na-in dijo: “Tiene muy buen filo”. ¡Y el profesor salió corriendo!

Más tarde, cuando llegó al templo, se enteró de que el leñador era nada más y nada menos que el propio Nan-in.

Entonces le preguntó a uno de los discípulos:
-¿Es que se ha vuelto loco?
-No –aseguró el discípulo-. Usted le ha preguntado si estaba Nan-in y él ha respondido que sí. Le mostraba su ecceidad, su talidad. En ese momento era leñador, estaba totalmente absorbido en el filo del hacha. En ese momento era esa filosidad. Al ser tan inmediato, al estar tan en el presente, le estaba diciendo: “Soy en ella”. Lo pasó usted por alto. Le estaba enseñando la cualidad del zen.

El zen es no conceptual, no intelectual. Es la única religión del mundo que predica inmediatez, inmediatez momento a momento… estar presente en el momento, ni en el pasado, ni en el futuro.

Pero la gente ha vivido entre teologías, y esas teologías les hacen ser infantiles, no les permiten crecer. No puedes crecer si estás confinado en una teología, siendo cristiano, hinduista, mahometano o incluso budista. No puedes crecer; no tienes espacio interior suficiente para crecer. Estás muy confinado, en un espacio muy estrecho; estás prisionero.

Un joven predicador cogió mil dólares de la caja fuerte de la iglesia y los perdió jugando en la bolsa. A continuación le dejó su hermosa esposa. Lleno de desesperación fue hacia el río, y estaba a punto de tirarse del puente, cuando le detuvo una mujer que llevaba un abrigo negro, con una cara arrugada y el pelo gris greñoso.

-No saltes –dijo con voz áspera-. Soy una bruja, y te concedo tres deseos, ¡a cambio de que hagas algo por mí!
-No hay nada que pueda salvarme –contestó él.
-No digas tonterías –aseguró ella- ¡Alahazam! El dinero vuelve a estar en la caja de la iglesia. ¡Alakazam! Tu esposa está esperándote amorosa en casa. ¡Alakazam! ¡Ahora tienes doscientos mil dólares en el banco!
-¡Pero qué maravilla! –balbuceó el predicador- ¿Qué tengo que hacer por ti?
-Pasar la noche haciéndome el amor.

Pensar en dormir con aquella vieja bruja desdentada resultaba repelente, pero valía la pena, así que fueron a un motel cercano. Por la mañana, una vez pasada la ordalía nocturna, el sacerdote se hallaba vistiéndose para regresar a casa cuando el cardo borriquero que seguía en la cama le preguntó:

-Dime, cariño, ¿qué edad tienes?

-¡Tengo 42 años! –contestó él- ¿Por qué?
-¿No eres un poco mayor para seguir creyendo en brujas?

Eso es lo que pasa. Si crees en Dios puedes creer en una bruja, forman parte del mismo paquete. Si puedes creer en cualquier tipo de tontería, acabarás tragándotelas todas. Pero no llegas a crecer. Sigues infantiloide.

sábado, 24 de agosto de 2019

EL ZEN, TEOLOGÌA O RELIGIÒN


La oración no tiene sentido, dice el zen. Sólo la meditación… no es que tengas que arrodillarte ante nadie, sino que debes deshacerte de ese viejo hábito de la esclavitud… todo lo que necesitas es sosegarte y silenciarte e ir hacia tu interior para hallar el centro. Ese centro es también el centro de la existencia. Y cuando hayas alcanzado tu núcleo más íntimo habrás llegado al núcleo más íntimo de la propia existencia. Eso es Dios en el zen. Pero no llaman Dios. Y está bien que no lo hagan.

Así que lo primero que hay que recordar sobre el zen es que no es una teología, pero sí una religión, aunque también aquí radica una tremenda diferencia. No es una religión como el islam. El islam tiene tres pilares: un dios, un libro y un profeta. El zen no tiene dios, no tiene libro y no tiene profeta. Toda la existencia es la profecía de Dios; toda la existencia es su mensaje. Y recuerda: Dios no está separado de su mensaje. El mensaje en sí mismo es divino. No hay mensajero… todas esas tonterías están desechadas en el zen.

La teología aparece con un libro. Necesita una Biblia, necesita un Corán. Necesita un libro que pretenda ser santo, un libro que intenta decir que es especial, que no hay ningún otro libro igual, que es una bendición del cielo, un evangelio. El zen dice que todo es divino, ¿cómo puede haber algo especial? Todo es especial. Nada es no especial, y por eso nada puede ser especial. Cada hoja de cada árbol y cada canto rodado de cada orilla especial, único, santo.

No es que el Corán sea santo, no es que la Biblia sea sagrada. Cuando un amante escribe una carta a su amada, esa carta es sagrada.

El zen manifiesta la santidad de la vida ordinaria.

Bokoju, un gran maestro zen, solía decir: “¡Qué maravilla! ¡Qué misterio! Corto leña y saco agua del pozo”.
“¡Qué maravilla! ¡Qué misterio!”. Cortar leña, sacar agua del pozo, y dice: “¡Qué misterio!”. Eso es el espíritu zen. Transforma lo ordinario en extraordinario. Transforma lo profano en sagrado. Desecha la división entre el mundo y lo divino. Por eso digo que no es una teología, sino pura religión.

La teología contamina la religión. No existe diferencia entre un musulmán, un cristiano y un hinduista en lo que respecta a la religión, pero sí en la teología. Cuentan con teologías distintas. Y la gente se ha estado peleando a causa de esas teologías.

La religión es una; la teología es múltiple. Teología significa la filosofía acerca de Dios, la lógica acerca de Dios. Es un sin sentido porque no hay manera de demostrar a Dios ni de lo contrario. Los argumentos son simplemente irrelevantes. Sí, uno puede experimentar, pero no probar, y eso es lo que intenta hacer la teología. Y no deja de hacer cosas igualmente estúpidas, tratando de cortarlo todo con el patrón de la lógica. Cuando la miras a cierta distancia no puedes más que reírte, de lo ridícula que es.

En la Edad Media, los teólogos cristianos estaban muy preocupados, muy turbados, pasmados ante problemas que a ti no te lo parecerían. Por ejemplo, ¿cuántos ángeles pueden sostenerse sobre la punta de una aguja? Se han escrito libros acerca del tema, con argumentos estupendos…

La teología es una porquería. Y por su causa las religiones han acabado envenenadas. Una persona auténticamente religiosa carece de teología. Sí, tiene la experiencia, la verdad, esa luminosidad especial, pero no teología. Pero ésta ha sido de gran ayuda para los eruditos y los pundits. (Pundit: del sánscrito pandita, que significa “docto”, “sabio”).

Ha sido muy interesante para los sacerdotes, los papas, para los shankaracharyas, (autoridades religiosas, detentadores oficiales del legado de Shankara (siglo XIX), impulsor del advaita vedanta), les ha beneficiado mucho; todo su negocio depende de ella.

Pero el zen corta todo eso de raíz. Destruye todo el asunto de los sacerdotes. Se trata del negocio más sucio del mundo, porque se apoya en un gran engaño. El sacerdote no sabe, pero continúa predicando. El teólogo no sabe, pero continúa con sus teorías. Es tan ignorante como cualquier otra persona, puede que incluso más. Pero su ignorancia ha aprendido a explicarse como si supiese algo. Su ignorancia está muy decorada, a base de escrituras y teorías, está ornamentada de manera tan artera e inteligente que resulta muy difícil fijarse en el fallo. La teología no ha sido de ninguna ayuda para la humanidad, pero a los sacerdotes les ha sido de gran utilidad. Han podido explotar a la humanidad en nombre de estúpidas teorías.

Dos psiquiatras se encuentran en un atestado restaurante y empiezan a hablar, y uno de ellos explica que está tratando un caso muy interesante de esquizofrenia. El otro contesta:

-¿Y eso qué tiene de interesante? Los casos de persona dividida son bastante comunes, me atrevería a asegurar.

-Este caso es interesante porque… -respondió su colega- ¡Los dos pagan!

Así es como han vivido los teólogos. La teología es política, y divide a las personas. Y si puedes dividirlas entonces también puedes controlarlas.

sábado, 17 de agosto de 2019

EL ZEN


El zen no es una teología, es una religión. Una religión sin teología es un fenómeno único. Todas las demás religiones existen alrededor del concepto de Dios. Cuentan con teología. Están centradas en Dios o en el ser humano; pero el ser humano no es el fin, ni tampoco Dios. Tampoco lo son para el zen. Para el zen, el hombre es el objetivo, el hombre es el fin en sí mismo. Dios no es algo que esté por encima de la humanidad, sino que Dios es algo oculto en la humanidad. El ser humano lleva a Dios en sí mismo como potencial.

Por eso en el zen no existe concepto de Dios. Si lo prefieres, puedes decir que ni siquiera es una religión, porque ¿cómo puede haber alguna religión carente del concepto de Dios? Por eso, quienes han sido educados como cristianos, musulmanes, hinduistas o judíos no pueden concebir qué clase de religión es el zen. Si no hay Dios entonces es un ateísmo… pero no lo es. Es teísta hasta la médula, pero sin un Dios. Eso es lo primero que hay que comprender. Deja que vaya penetrando en tu interior, y las cosas se irán aclarando.

El zen dice que Dios no es extrínseco a la religión, es intrínseco. No está allí, sino aquí. De hecho, para el zen no hay “allí”, sino que todo es aquí. Dios no es entonces, sino ahora… y no hay otro tiempo. No hay otro espacio, ni otro tiempo. Este momento lo es todo. En este momento converge toda la existencia, todo está disponible. Si no puedes verlo, eso no significa que no sea así, simplemente quiere decir que careces de la visión para verlo. A Dios no hay que buscarlo, sólo tienes que abrir los ojos. Dios ya es.

La oración es irrelevante en el zen. ¿A quién rezar? No hay ningún Dios sentado en algún sitio en los cielos y controlando la vida y la existencia. No hay controlador alguno. La vida se mueve en una armonía, por sí misma. No hay nadie fuera de ella que le de órdenes. Cuando existe una autoridad externa se crea una especie de esclavitud. Un cristiano se convierte en esclavo, y lo mismo sucede con los musulmanes. Cuando Dios está por ahí dando órdenes, como mucho puedes llegar a ser un servidor o un esclavo. Pierdes toda dignidad.

No es ese el caso con el zen. El zen te proporciona una tremenda dignidad. No hay ninguna autoridad en ninguna parte. La libertad es completa y fundamental.

Si Friedrich Nietzsche hubiera sabido algo sobre el zen podría haberse convertido en místico en lugar de volverse loco. Dio con un importante hecho. Dijo: “Dios no existe. Dios ha muerto… y el hombre es libre”. Pero básicamente Nietzsche creció en el mundo de los judíos y los cristianos, un mundo de miras muy estrechas, muy confinado y lleno de conceptos. Tropezó con una gran verdad: “Dios no existe. Dios ha muerto, y por tanto el hombre es libre”. Fue a dar con la dignidad de la libertad, pero fue demasiado. Fue demasiado para su mente. Se volvió loco, se salió de sus casillas. Si hubiera sabido algo de zen podría haberse convertido en un místico, no había necesidad de enloquecer.

Uno puede ser religioso sin un Dios. De hecho, ¿cómo se puede ser religioso con un Dios? Esa es la pregunta que hace el zen, una pregunta muy inquietante. ¿Cómo puede un ser humano ser religioso teniendo un Dios? Porque Dios destruirá tu libertad, te dominará. Puedes buscar en el Antiguo Testamento. Ahí Dios dice: “Soy un dios muy celoso, y no puedo tolerar ningún otro dios. Quienes no estén conmigo están contra mí. Y soy un dios muy violento y cruel, y os castigaré, y seréis arrojados a las llamas eternas del infierno”. ¿Cómo puede nadie ser religioso con un dios así? ¿Cómo puedes llegar a ser libre y a florecer?

Sin libertad no hay florecimiento que valga. ¿Cómo puedes alcanzar tu manifestación óptima cuando hay un dios que te confina, condena, forzándote a hacer las cosas de esta o aquella manera, manipulándote?

El zen dice que con Dios, el ser humano es un esclavo; con Dios, el ser humano seguirá siendo un adorador; con Dios el ser humano tendrá miedo. ¿Cómo puedes florecer si tienes miedo? Te encogerá, te secarás, empezarás a fenecer. El zen dice que cuando no hay Dios existe una libertad tremenda, que no hay ninguna autoridad en la existencia. De ahí surge una gran responsabilidad. Mira… si estás dominado por alguien no te puedes sentir responsable. La autoridad crea irresponsabilidad; la autoridad provoca resistencia; la autoridad crea reacción en tu interior, rebelión… querrás matar a Dios.

Eso es lo que Nietzsche quería decir cuando afirmó que Dios ha muerto; no es que Dios se haya suicidado; sino que ha sido asesinado. Debía serlo. Con él no era posible la libertad; sólo sin él. Pero entonces el propio Nietzsche se asustó. Para vivir sin Dios se necesita mucho coraje, mucha meditación, mucha consciencia… y eso no estaba presente en él. Por eso digo que dio con el hecho, que tropezó con él, no que lo descubriese. Iba palpando la oscuridad.

Para el zen es un descubrimiento. Es una verdad establecida: no hay Dios. El ser humano es responsable de sí mismo y del mundo en el que vive. Si existe sufrimiento, entonces eres responsable; no hay nadie más a quien acudir. No puedes sacudirte tu responsabilidad. Si el mundo es horrible y existe el dolor, entonces nosotros somos los responsables, no hay nadie más. Si no crecemos no podemos echar la responsabilidad sobre hombros ajenos. Debemos hacernos responsables.

Cuando no hay Dios te ves remitido a ti mismo. Entonces creces. Debes crecer. Debes hacerte cargo de tu vida; debes tomar las riendas en tus manos. Ahora eres el señor. Deberás estar más alerta y consciente porque serás responsable de todo aquello que suceda. Eso da mucha responsabilidad. Uno empieza a estar más alerta, más atento. Uno empieza a vivir de una manera totalmente distinta. Uno se torna más observador. Uno se convierte en testigo.

Y cuando no hay más allá… el más allá esta en tu interior. No hay más allá más allá de ti mismo. En el cristianismo, el más allá está más allá; en el zen, el más allá está en el interior. Así que la cuestión no radica en alzar los ojos al cielo y rezar… eso no tiene ningún sentido porque estás rezándole a un cielo vacío.

El cielo es de una consciencia mucho más inferior que tú. Hay quien le reza a los árboles. Los hinduistas le rezan a un árbol. Muchos hinduistas van al Ganges y le rezan al río, otros le dedican sus oraciones a una imagen de piedra, muchos rezan al cielo o a un concepto, a una idea. Lo más elevado reza a lo inferior.

sábado, 10 de agosto de 2019

DESPERTAR


Despertar es posible en un momento; en ese momento, uno puede estallar en la Divinidad: eso es posible, pero difícilmente sucede. Uno ha luchado en continuas vidas, porque el problema es arduo y uno no puede despertarse a sí mismo. Lo presentaré en imagen; si uno está dormido en la mañana, existen todas las posibilidades de que uno sueñe que está despierto, aunque no lo esté.

Un grupo de personas decide colectivamente hacer un esfuerzo. Entonces hay mayor posibilidad de que se interrumpa el sueño; despertar es realmente acción de un grupo, y aunque puede suceder individualmente, pues todo individuo es capaz de ello, es muy difícil.

El trabajo real es diferente; nosotros nunca trabajamos a nuestra capacidad máxima, es decir, más allá de un diez por ciento de nuestra mente. El noventa por ciento permanece como potencialidad. Nunca entra en acción.

No hay diferencia en tus sueños si estás despierto o no: continúan interiormente. La conciencia de vigilia que tenemos, es sólo superficial. Interiormente soñamos, y eso continúa.

Dos cosas pueden llevarse a cabo: el posible trabajo individual o el necesario trabajo de grupo.

Buda creó una Orden, también Mahavir. Sus Órdenes fueron realmente un fenómeno notable: se llamaron sannyasins, Ordenes de Sannyasins. Interiormente hacían un trabajo de grupo, que continúa por vidas. Por ejemplo, hay aún personas vivas del grupo budista de Sannyasins y existe un entendimiento interior, un juramento interno, una promesa al grupo: cualquiera que despierte realizará el mayor esfuerzo para lograrlo también en otros, particularmente el despertar de aquellos que pertenecen al grupo.

¿Por qué a aquellos que pertenecen al grupo? Porque cada escuela tiene una técnica particular. Si tú la tuviste en tus vidas anteriores más fácilmente trabajarás con ella en esta vida.

Por ejemplo, el aspecto intelectual para los principiantes. Quienes han trabajado en sus pasadas vidas con una técnica particular, no necesitarán ahora ese trabajo intelectual. Se les transmite la técnica y empiezan.

No habrá nivel intelectual entonces; no preguntarán superficialidades. No existirá la curiosidad, esa curiosidad que toma mucho tiempo y mucha energía. Uno puede, pues, trabajar con principiantes si tiene muchas vidas por delante. Pero si no, ha de dedicarse a los antiguos, a los que de algún modo están en la orilla. Ya no necesitan del intelecto o de la filosofía; ya no les inquietan preguntas superficiales: penetran directamente en la hondura.

El antiguo requerimiento de tener fe, es realmente un truco: simplemente permite distinguir entre los antiguos y los nuevos. Con éstos la fe es imposible; la duda es lo que existe. En cambio con los antiguos, la fe es posible asì como imposible la duda.

Así, pues, la fe es sólo una técnica, un ardid para escoger entre ellos y conocer a quienes se puede dar más trabajo en menos tiempo. No hay, en verdad, diferencia esencial entre unos y otros: sólo que aquellos que tienen fe ya trabajaron anteriormente, ya fue satisfecha la curiosidad intelectual, ya cruzaron el umbral, no han entrado recientemente en la escuela.

Así, preguntar si tienen fe, es inquirir: "¿Has trabajado ya en tus vidas pasadas?". Si es así puedes tener fe; de otra manera no. En el mundo de hoy, la duda parece ser lo más prominente; la fe es muy difícil. No es que la mente humana haya cambiado; la razón es que las viejas tradiciones rápidamente están decreciendo.

Realmente, desde Nanak no ha habido nuevas tradiciones; todas las religiones han envejecido, se han gastado: el río más se estrecha cada vez.

A cada nuevo día menos personas siguen la tradición. Veinticinco siglos han transcurrido desde Buda; casi todos aquellos que estuvieron vinculados con el Maestro vivo, se han liberado; y quienes quedan, son realmente de la tercera categoría.

¡Han tenido veinticinco siglos de trabajo en común! Toda la tradición y toda la continuidad son, en cierto modo, muy viejas ahora, por eso la fe es menor. ¡Había tantas tradiciones vivas y tantas personas que laboraron en sus vidas pasadas! La fe era la raíz de cada una; la duda era difícil.

Si tú me preguntas, yo estoy haciendo muchas cosas: una trabajar por aquellos que, de algún modo, han estado vinculados conmigo, y hay muchos; otra, crear la nueva continuidad que viviremos en los días por venir, pues ningún pensamiento viejo es útil ahora.

Y finalmente, puesto que no me gustará apartar a nadie de su propia continuidad, porque si nosotros no podemos liberar a un hombre de una larga tradición de veinticinco siglos, es inútil cambiarlo ahora, tratar que profundice su propia tradición; que la reviva, la ahonde: será otra continuidad de lo antiguo.

Pero primero, yo he estado laborando para los nuevos, pues mi énfasis estaba en la duda. Siempre estaré relacionado con ella, porque solamente a través de la duda se puede atraer a uno nuevo, nunca a través de la fe. La fe atrae al antiguo que empezó en sus vidas pasadas. Mi énfasis ha estado en la duda, sólo porque yo he de trabajar para una nueva tradición que viva.

Ahora mi énfasis será la fe, donde no hay contradicción. Esto es solamente un cambio de inicio; nada más. Cuando me movía en la duda, nadie se acercó. Ahora me moveré en la fe. En pos de aquellos con quienes estuve vinculado en el pasado. No habrá dificultad porque no profundizamos nada. No podemos profundizar.

Hay niveles: cuando digo duda, cuando digo fe, hay contradicción. Pero sólo en la etiqueta, sólo en diferentes palabras. Cualquier cosa que haya hecho va a continuar, y mi énfasis favorecerá a aquellos qué han hecho algo. He ahí el por què de èsta Orden de Sannyas: con duda no puede crearse.

Cuando hay duda., uno puede "'estar solo, pero nunca trabajar en grupo. Con una técnica de duda, nunca podrías estar en un grupo ¡nunca!". Las dudas te convierten en isla, pero cuando tú te vuelves un continente, te has unido a otros: entonces no hay separación y trabajas en unión.

En lo que concierne al hombre, él es tan débil que no puede depender de sí mismo individualmente; no puede hacer nada, sólo engañarse. Así, si tenemos que trabajar con individuos, hemos de crear ayudas mecánicas. Por ejemplo, tú estás dormido, y nadie va a despertarte: necesitas un reloj despertador, he ahí el invento mecánico para ayudarte. Pero ningún invento mecánico será útil por mucho tiempo, porque te acostumbrarás a él.

Y pronto no perturbará tu sueño, más bien será más profundo; pues el funcionamiento de la mente es tal que cambiará la alarma del despertador en un símbolo onírico y lo interpretarás de diferentes modos: no habrá discontinuidad en el sueño; simplemente crearás un sueño en el que la alarma sea parte de él, no irá en contra del sueño sino será parte suya.

He tratado con muchas personas individualmente; les he facilitado mecanismos pero se acostumbraron a ellos y ha surgido una nueva falacia. La más grande falacia de la espiritualidad es soñar que se está despierto. He ahí la más terrible y la más peligrosa de las enfermedades: continuar nuestro sueño y soñar que hemos despertado. Entonces no hay necesidad de nada, y tú estás solo en tu sueño.

Mi énfasis está en el trabajo de grupo. Ya que si uno despierta aunque sea por un solo momento, puede crear una conmoción para los demás: puede sacudirte.

Cuando sientas, incluso, por un segundo siquiera, la conciencia abriéndose en ti. ¡Ayuda a otros!, y ellos te ayudarán, cuando la ayuda sea necesaria.

Vivimos en una era turbulenta, en la que los rápidos cambios en tecnología causan la crisis de los antiguos valores y de la estructura familiar tradicional, de la que resulta gran perturbación psicológica. La gente busca desesperadamente respuestas. Pero este periodo es también una era afortunada, como la era de Cristo y de Buda, puesto que entre nosotros, en pleno siglo XXI, tenemos la presencia de Osho que nos dice: “Las puertas del templo están abiertas de par en par; para conocer, ver y oír, basta que le abramos nuestro corazón”.

sábado, 3 de agosto de 2019

LA TRANSMISIÒN EXOTÈRICA


En tiempos de Buda existieron siete maestros del mismo rango que Buda. Quizá nunca oíste sus nombres. Sólo uno se conoce: Mahavir. Los otros seis son desconocidos; ellos también tenían claves, conocimiento, tantos como Buda o Mahavir; pero no dejaron que se formara a su derredor ningún grupo exotérico. Sólo el círculo interno continúa de algún modo, en alguna parte.

Hubo un hombre, Prabuddha Katyayan; otro fue Ajit Keshkambal, que tenían el mismo nivel, el mismo rango, la misma realización que Buda y Mahavir; pero nadie conoce ni siquiera los nombres. Si hoy puedo yo mencionarlos es porque en alguna parte Buda los citó, eso es todo. Ninguna escritura de ellos se encuentra, ni seguidores, ni templos, ni iglesia, pero existen de manera muy sutil y escondida. Nadie puede afirmar que no han ayudado a muchos: lo han hecho. No son conocidos, pero han llevado a cabo su labor como cualquier Buda.

El nombre de Buda sí es conocido. El mundo entero sabe de él. Pero cuanto más sabemos de él, menos de él podemos valernos. También tiene círculos internos funcionando y sólo ellos tienen significado; pero como siempre, se hallan en conflicto con la Orden religiosa externa, siempre una fuerza, pues las masas están con ella.

Buda creó un círculo muy escogido, con una persona de nombre Mahakashyap. Su nombre poco se menciona, sólo una vez Sariputra y Modgalayan, fueron los discípulos principales de la Orden exotérica; conocidos en todo el mundo, pero la real y auténtica llave fue dada a Mahakashyap, no a Sariputra, no a Madgalayan, el discípulo que tan pocas veces figura en toda la escritura budística. Narraré el incidente: Buda vino una vez con una flor en la mano: iba a dar un sermón; pero se limitó a sentarse y a contemplarla silenciosamente. Todos se preguntaban qué hacía. Se pusieron nerviosos. Así continuó por diez, veinte, treinta minutos. Nadie imaginaba lo que estaba haciendo. Se habían reunido al menos diez mil personas para oírlo hablar y él permanecía sentado, mirando la flor. En este incidente se menciona el nombre de Mahakashyap. Alguien se rió, Buda lo miró y le dijo: "Mahakashyap, ven a mí". Èl era la persona que había reído. Sólo esto se menciona. Dio la flor a Mahakashyap y dijo: "Todo lo que puede decirse lo he dicho a todos, y todo lo que no podría decirse se lo he dado a Mahakashyap". He ahí todo el incidente. Nunca antes o después se sabe de él, ni siquiera quién era o dónde había nacido.

¿Por qué todas las escrituras permanecen tan calladas acerca de la persona a quien Buda dice "Yo di a Mahakashyap todo lo que no puede ser dicho"? Por supuesto, que lo esencial es lo que no puede ser dicho. La más importante transferencia de conocimiento es posible tan sólo en silencio. Pero nunca otra vez se cita su nombre. Entonces, por siglos, nadie sabe lo qué aconteció a Mahakashyap, y luego después de mil cien años, otra persona declara en China: "Yo estoy en contacto directo, en cadena directa con Mahakashyap".

Después de mil cien años alguien dice en China que pertenece a Mahakashyap, que es su discípulo: era Bodhidharma. Ninguna escritura hindú menciona a Bodhidharma. Nació en la India y allí vivió tres cuartas partes de su vida. Nadie sabe nada acerca de él, o dónde estaba. ¿Qué hacía? De repente aparece en China y afirma: "Yo pertenezco a Mahakashyap, el hombre a quien Buda dio la flor, y yo tengo la flor, aún lozana". Por supuesto él habla de algo que no puede estar sino en lozanía. Alguien le pregunta: "¿Dónde está esa flor?". Bodhidbarma responde: "Ante ti, yo soy esa flor; Buda la transmitió a Mahakashyap, y yo he venido a buscar a la persona indicada, pues ahora voy a morir. Esta es mi última encarnación; he viajado de la India a la China con cierta información de que alguien a quien la flor debe entregarse, está aquí; he venido, pues, en su busca. Pero la misma fuente de información me advierte que yo no debo ir a él: él vendrá a mí; esperaré".

¿Qué quiere decir con eso de "fuente de información"? Grupos esotéricos van informando a la persona que necesita ser informada. Bodhidbarma manifestó que la misma fuente le había advertido que no lo buscara, pues algunas veces la búsqueda directa se vuelve interferencia. Es distinto el que yo vaya a tu casa, o tú vengas a la mía. Si yo voy tú estarás cerrado para mí, en cambio si tú vienes estarás abierto.

Y Bodhidharma nos revela: "La misma fuente de información me ha dicho que debo esperar, y me ha dado una indicación particular de cómo debo conocer a la persona digna de recibir la flor". Y esperó sentado por nueve años sin mirar a nadie, de cara a la pared. Muchos hasta él llegaron, incluso el emperador de China, Wu, fue pero él no volvió el rostro. Un cortesano trató de persuadirlo de que ante la llegada del emperador no era correcto, sino muy descortés; permanecer sentado de cara a la pared. Bodbidharma respondió: "Yo no voy hacia el emperador, es él quien viene; puede aceptar al descortés Bodhidbarma o no venir; es libre; yo no lo busco".

Cuando el emperador oyó lo que el mendigo decía, quiso llegar hasta él. Tenía que hacerlo; se le hizo obsesionante. No había comprobado Bodhidharma si él valía o no la pena de ser recibido; y se le acercó.

Bodhidbarma se mantenía sentado frente a la pared. Wu le preguntó: "¿Por qué estás mirando la pared? ¿Por qué no me miras? ¿Por qué no miras a otros?" Bodhidharma dijo: "Durante toda mi vida te he mirado a ti y a los demás, pero en sus ojos nunca vi sino una pared muerta, así es que mejor decidí mirar la pared: es más cómodo, puesto que ya sé que es una pared. Pero es difícil cuando miras a otro y sientes que no es nada más que una pared. Te puedo hablar más fácilmente porque estás detrás, y no te veo".

Por nueve años tuvo esta actitud, hasta que llegó la persona de quien tenía cierta información. Era Hui-Neg; se cortó una mano, y se la dio a Bodhidharma diciéndole: "Vuélvete o me cortaré la cabeza" y Bodhidharma dio la vuelta completa, se encaró con Hui-Neg y le dijo: "Te entrego la flor. Estaba esperándote. Una, cierta fuente de conocimiento me dio como señas que el esperado se cortaría la mano y me la pondría enfrente, y que si tardaba un segundo; se cortaría la cabeza. No te precipites. Estoy listo para darte aquello por lo cual he viajado de la India a la China".

Ese culto secreto ha florecido en el culto exotérico del Zen. El Zen Budismo es justamente un culto exotérico alrededor de esta tradición secreta de Bodhidharma. Ahora, cualquier cosa que Suzuki hable, u otros, viene del conocimiento exotérico, no del esotérico, que se ha ocultado, desaparecido otra vez. Pero la corriente existe, continúa. Por eso hay círculos esotéricos; por muchas razones existen.

Si tú puedes estar en contacto con un grupo esotérico, puedes estarlo con todos. Te guste o no, una vez que conoces la onda, cómo entrar en contacto, puedes comunicarte, y cuantas veces te cruzas con una escuela secreta, si pierdes la oportunidad, pierdes el rastro.

Lo que digo es en muchas formas, esotérico. Por eso te parecerá a menudo confuso, en tanto que cualquier enseñanza exotérica nunca lo es; es clara. Es como dos y dos son cuatro, algo lógico, simple. Pero lo esotérico, lo interno, lo secreto, es difícil de entender, porque tu entendimiento se perturba con un nuevo conocimiento que tiene que absorberse. Lo que sabes, puedes absorberlo fácilmente; hacerlo parte tuya, digerirlo. Pero lo nuevo tiene que ser digerido, y ningún conocimiento esotérico puede transmitirse en términos matemáticos: ha de entregarse místicamente, poéticamente. Entonces, se vuelve vivo, y significa muchas cosas simultáneamente.

Yo he estado en contacto con muchos grupos esotéricos. He conocido a muchas personas todavía vivas, que pertenecen a algún grupo. Conozco muchas llaves entregadas por auténticos maestros. Pero no basta la llave de la antigua tradición; y estoy inventando nuevas llaves. Por esta razón no estoy directamente ligado a ningún grupo esotérico existente, puesto que cada uno está interesado en conservar una llave particular, y yo no estoy interesado en llave particular alguna. Estoy concentrado en la creación de nuevos métodos, nuevas técnicas, nuevas llaves, porque todas las antiguas se han vuelto, en muchas formas, inaplicables.

Algo debe entenderse: todas esas llaves se diseñaron para un mundo local, siempre local, y por primera vez estamos en un mundo absolutamente no local, sino universal. En realidad, por primera vez estamos en un mundo. En otro tiempo estábamos confinados a una cierta parte de él, y así toda llave correspondió a determinadas condiciones y culturas. Por primera vez -insisto-, el mundo es, en cierta forma, una maraña: no hay una cultura particular, no hay condiciones particulares; todo está mezclado, y pronto, todavía lo estará más: el hombre será un ciudadano del mundo sin ningún antecedente local, sólo universal.

Antes de que este siglo termine, nuestra necesidad será, ya lo es, de llaves que sirvan universalmente. Por ejemplo, la llave de Jesús era para un cierto grupo judío: realmente una ironía de la historia, que Jesús inventara una llave para la mentalidad judía y que ahora los judíos estén en su contra. Pues aquellos que lo siguen están en contra de los judíos. Pero la llave particularmente correspondía a la condicionada mente judía. Mi punto de vista es que Cristo más fácilmente se relaciona con un judío que con un cristiano, ya que el cristianismo es un producto posterior: Jesús nunca conoció a ningún cristiano; Èl no era cristiano, era judío. Pero he ahí la ironía de nuestra historia.

Buda creó una llave para cierta mentalidad. Ahora sólo en la India perdura esa mentalidad, pero la llave no está allí. Nacido Buda hindú lo fue hasta su muerte. El nunca conoció el budismo, y alrededor de esa llave se desarrolló una secta que va contra el hinduismo: la llave carece, pues, de sentido, no le sirve a nadie excepto a la particular mente hindú. He ahí de nuevo la ironía de la historia.

Es por esto que estoy luchando y creando llaves que sean en cierto modo, universales, no para una cultura localizada, sino para la mente humana como tal; pronto vamos a necesitarlas, pues no funcionan las locales, como tampoco ninguna amalgama de todas ellas, verdadera insensatez. Se está abriendo una cerradura con muchas llaves: algo del Corán, de la Biblia, de Buda, de Mahavir: mucha gente con excelentes deseos, pero haciendo mucho daño. Hablan de la unión de todas las religiones, que es como hablar de la unión de todas las llaves para abrir una cerradura. ¡Al menos si una pudiera abrir, todas juntas no lo harán!

Todas ellas eran llaves locales diseñadas para un mundo dividido; no había una mentalidad universal; nunca la ha habido de acuerdo con nuestro pretendido conocimiento de la historia. Algunas veces se ha vislumbrado este fenómeno de mentalidad universal, pero está más allá de nuestra civilización, más allá de nuestra memoria. Algunas veces en el fenómeno se produjo una mente universal, pero se ha olvidado completamente.

Por ejemplo, recordaré una o dos cosas. En Inglaterra cambian la fecha a la medianoche: esto no tiene realmente sentido, parece absurdo. Nadie va a despertarse de su sueño para cambiarla, es ilógico e impráctico. La fecha debe alterarse en la mañana es lo lógico, ¿por qué en la noche? Se cambia siempre el calendario en la mañana. ¿Por qué se ha determinado así? He ahí el secreto.

En la India, cuando son las 5:30 horas, en Inglaterra es medianoche. Hubo un tiempo, antes de esta civilización, en que el concepto hindú regía todo el mundo, al igual que cuando el Imperio Británico tenía la preeminencia, la hora de Greenwich era la referencia, la hora real. Ahora, con la decadencia de ese Imperio, la hora de Greenwich se olvida, y dentro de diez o quince mil años nadie lo sabrá.

Había un mundo anterior al Mahabarata (la guerra pre-histórica india) cuando la mentalidad hindú regía al mundo entero. Siempre que llegaba la mañana a la India, era el momento de cambiar la fecha: medianoche en Inglaterra, y entonces ellos también cambiaban la fecha del calendario.

Te sorprenderá saber que, el Parlamento inglés haya llevado a cabo un acto especial hace trescientos años, para empezar el año el primero de enero. Antes de estos trescientos años, el año finalizaba el 25 de marzo. ¿Qué es lo que esto significa? No hay significado, era la fecha en que terminaba el año hindú. El año indio termina el 25 de marzo, y eso regía en todo el mundo. Se necesitó acto especial para la adaptación. Puede sorprenderte que la palabra diciembre signifique el décimo mes, no el duodécimo. Diciembre significa "dush" (diez) en sánscrito. ¿Por qué es el duodécimo mes? Es el décimo en el año indio. La vieja tradición continuó de algún modo. La última semana del mes de diciembre se conoce en todo el mundo como "Xmas". Te sorprenderá saber que "X" es el diez romano, y "mas" en sánscrito significa mes. "Xmas" significa el décimo mes, diciembre. Diciembre no debía ser ya el décimo mes, lo fue en el calendario indio, pero esto fue en tiempo del Mahabarata, hace cerca de cinco mil años.

En el Mahabarata (también una escritura india prehistórica) tenemos la historia de Arjuna que se casó con una muchacha mexicana. La palabra sánscrita "Maxica" se relaciona con el nombre México, cuya antigua civilización tiene tantos símbolos hindúes que patentizan su origen hindú. La entera civilización mexicana arranca de la India: templos hindúes, dioses hindúes. Incluso la deidad Ganesh de allí procede. Pero eso es realmente como si nunca hubiera sido.

Nosotros hemos llegado otra vez a un mundo universal en el cual Arjuna podría otra vez casarse con una muchacha mexicana. Pronto no habrá culturas locales, y para la vaga cultura que se anuncia tenemos que crear nuevas, más amplias, más efectivas llaves, menos sólidas, que sirvan para todas las cerraduras.

He conocido muchos grupos esotéricos, en esta vida y antes. He estado en contacto con muchos de estos grupos, pero no puedo hablarte de sus pormenores, porque no está permitido; y además no es de ninguna utilidad. Pero puedo asegurarte que ellos aún existen, y que tratan de ayudar.

Algunos grupos están muy vivos, como el de Ashoka. Si Ashoka hizo algo tan significativo como ningún otro emperador en el mundo, ha sido gracias a ese grupo esotérico de nueve hombres.

El grupo ha persistido por dos mil años. Aún está vivo con la llave todavía funcionando. El entero movimiento teosófico lo inició este grupo. Por eso, en la Teosofía, Buda se constituyó en la suprema personalidad. Y todo el movimiento, en cierto sentido, era budista o hindú. Por eso, en los países occidentales se creyó que era un esfuerzo oriental para convertir a Occidente, pues, en verdad, era hinduista con nueva vestidura. En cierta forma es cierto, ya que el grupo iniciador era budista.

Tú también puedes entrar en contacto con algún grupo esotérico: hay técnicas y métodos, pero si quieres tienes que trabajar mucho, ya que como eres, no puedes establecer el contacto. Quizá pases cerca de un círculo esotérico, pero ni lo notarás; has de cambiar, armonizarte con una nueva dimensión; sentir nuevas vibraciones; ser sensible.

Grupos esotéricos siempre los ha habido, sólo que tú estás cerrado. Cerrado en pensamiento, encerrado en ti, sin abertura, sin ventana, sin puerta. El cielo está aquí, basta que abras tu ventana y lo verás tachonado de estrellas. No importa cuan lejos estén, simplemente con abrir tu ventana, que tienes cerca, puedes entrar en contacto con las distantes estrellas. En cierto modo, es ilógico. Abriendo tu ventana, tan cerca, ¿cómo entrarás en contacto con las lejanas estrellas? Si te digo: "Ábrela y sentirás la presencia de todo el universo". Me responderás: "Esto es absurdo, ¿cómo entrar en contacto con lo que está tan lejos?". Pero es así. Abre la ventana de tu mente, has una ventana meditativa, y entrarás en contacto con muchas luces lejanas, con muchos hechos que están siempre alrededor. A la vuelta de la esquina, junto a ti, todo está sucediendo. Pero estás ciego o dormido, o simplemente distraído. Yo estoy aquí, y tú no puedes concebir lo que aquí está sucediendo. ¡No puedes concebirlo!

Esa nueva existencia es la tuya propia; es un secreto esotérico, interno. Esa existencia interior lo tiene todo.


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