sábado, 17 de agosto de 2019

EL ZEN


El zen no es una teología, es una religión. Una religión sin teología es un fenómeno único. Todas las demás religiones existen alrededor del concepto de Dios. Cuentan con teología. Están centradas en Dios o en el ser humano; pero el ser humano no es el fin, ni tampoco Dios. Tampoco lo son para el zen. Para el zen, el hombre es el objetivo, el hombre es el fin en sí mismo. Dios no es algo que esté por encima de la humanidad, sino que Dios es algo oculto en la humanidad. El ser humano lleva a Dios en sí mismo como potencial.

Por eso en el zen no existe concepto de Dios. Si lo prefieres, puedes decir que ni siquiera es una religión, porque ¿cómo puede haber alguna religión carente del concepto de Dios? Por eso, quienes han sido educados como cristianos, musulmanes, hinduistas o judíos no pueden concebir qué clase de religión es el zen. Si no hay Dios entonces es un ateísmo… pero no lo es. Es teísta hasta la médula, pero sin un Dios. Eso es lo primero que hay que comprender. Deja que vaya penetrando en tu interior, y las cosas se irán aclarando.

El zen dice que Dios no es extrínseco a la religión, es intrínseco. No está allí, sino aquí. De hecho, para el zen no hay “allí”, sino que todo es aquí. Dios no es entonces, sino ahora… y no hay otro tiempo. No hay otro espacio, ni otro tiempo. Este momento lo es todo. En este momento converge toda la existencia, todo está disponible. Si no puedes verlo, eso no significa que no sea así, simplemente quiere decir que careces de la visión para verlo. A Dios no hay que buscarlo, sólo tienes que abrir los ojos. Dios ya es.

La oración es irrelevante en el zen. ¿A quién rezar? No hay ningún Dios sentado en algún sitio en los cielos y controlando la vida y la existencia. No hay controlador alguno. La vida se mueve en una armonía, por sí misma. No hay nadie fuera de ella que le de órdenes. Cuando existe una autoridad externa se crea una especie de esclavitud. Un cristiano se convierte en esclavo, y lo mismo sucede con los musulmanes. Cuando Dios está por ahí dando órdenes, como mucho puedes llegar a ser un servidor o un esclavo. Pierdes toda dignidad.

No es ese el caso con el zen. El zen te proporciona una tremenda dignidad. No hay ninguna autoridad en ninguna parte. La libertad es completa y fundamental.

Si Friedrich Nietzsche hubiera sabido algo sobre el zen podría haberse convertido en místico en lugar de volverse loco. Dio con un importante hecho. Dijo: “Dios no existe. Dios ha muerto… y el hombre es libre”. Pero básicamente Nietzsche creció en el mundo de los judíos y los cristianos, un mundo de miras muy estrechas, muy confinado y lleno de conceptos. Tropezó con una gran verdad: “Dios no existe. Dios ha muerto, y por tanto el hombre es libre”. Fue a dar con la dignidad de la libertad, pero fue demasiado. Fue demasiado para su mente. Se volvió loco, se salió de sus casillas. Si hubiera sabido algo de zen podría haberse convertido en un místico, no había necesidad de enloquecer.

Uno puede ser religioso sin un Dios. De hecho, ¿cómo se puede ser religioso con un Dios? Esa es la pregunta que hace el zen, una pregunta muy inquietante. ¿Cómo puede un ser humano ser religioso teniendo un Dios? Porque Dios destruirá tu libertad, te dominará. Puedes buscar en el Antiguo Testamento. Ahí Dios dice: “Soy un dios muy celoso, y no puedo tolerar ningún otro dios. Quienes no estén conmigo están contra mí. Y soy un dios muy violento y cruel, y os castigaré, y seréis arrojados a las llamas eternas del infierno”. ¿Cómo puede nadie ser religioso con un dios así? ¿Cómo puedes llegar a ser libre y a florecer?

Sin libertad no hay florecimiento que valga. ¿Cómo puedes alcanzar tu manifestación óptima cuando hay un dios que te confina, condena, forzándote a hacer las cosas de esta o aquella manera, manipulándote?

El zen dice que con Dios, el ser humano es un esclavo; con Dios, el ser humano seguirá siendo un adorador; con Dios el ser humano tendrá miedo. ¿Cómo puedes florecer si tienes miedo? Te encogerá, te secarás, empezarás a fenecer. El zen dice que cuando no hay Dios existe una libertad tremenda, que no hay ninguna autoridad en la existencia. De ahí surge una gran responsabilidad. Mira… si estás dominado por alguien no te puedes sentir responsable. La autoridad crea irresponsabilidad; la autoridad provoca resistencia; la autoridad crea reacción en tu interior, rebelión… querrás matar a Dios.

Eso es lo que Nietzsche quería decir cuando afirmó que Dios ha muerto; no es que Dios se haya suicidado; sino que ha sido asesinado. Debía serlo. Con él no era posible la libertad; sólo sin él. Pero entonces el propio Nietzsche se asustó. Para vivir sin Dios se necesita mucho coraje, mucha meditación, mucha consciencia… y eso no estaba presente en él. Por eso digo que dio con el hecho, que tropezó con él, no que lo descubriese. Iba palpando la oscuridad.

Para el zen es un descubrimiento. Es una verdad establecida: no hay Dios. El ser humano es responsable de sí mismo y del mundo en el que vive. Si existe sufrimiento, entonces eres responsable; no hay nadie más a quien acudir. No puedes sacudirte tu responsabilidad. Si el mundo es horrible y existe el dolor, entonces nosotros somos los responsables, no hay nadie más. Si no crecemos no podemos echar la responsabilidad sobre hombros ajenos. Debemos hacernos responsables.

Cuando no hay Dios te ves remitido a ti mismo. Entonces creces. Debes crecer. Debes hacerte cargo de tu vida; debes tomar las riendas en tus manos. Ahora eres el señor. Deberás estar más alerta y consciente porque serás responsable de todo aquello que suceda. Eso da mucha responsabilidad. Uno empieza a estar más alerta, más atento. Uno empieza a vivir de una manera totalmente distinta. Uno se torna más observador. Uno se convierte en testigo.

Y cuando no hay más allá… el más allá esta en tu interior. No hay más allá más allá de ti mismo. En el cristianismo, el más allá está más allá; en el zen, el más allá está en el interior. Así que la cuestión no radica en alzar los ojos al cielo y rezar… eso no tiene ningún sentido porque estás rezándole a un cielo vacío.

El cielo es de una consciencia mucho más inferior que tú. Hay quien le reza a los árboles. Los hinduistas le rezan a un árbol. Muchos hinduistas van al Ganges y le rezan al río, otros le dedican sus oraciones a una imagen de piedra, muchos rezan al cielo o a un concepto, a una idea. Lo más elevado reza a lo inferior.

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