sábado, 25 de junio de 2016

CÒMO ALISTARSE PARA MORIR

No acumules nada, sea lo que sea: prestigio, poder, dinero, virtud, conocimiento, ni incluso las mal llamadas experiencias espirituales.

No acumules. Si no acumulas estarás dispuesto a morir a cada instante porque no tendrás nada que perder. El miedo a la muerte no es realmente el miedo a la muerte. El miedo a la muerte nace del acumular en la vida. Entonces tienes mucho que perder y te aferras a ello. Ese es el significado del dicho de Jesús, «Bienaventurados los pobres de espíritu».

No te digo que te conviertas en un mendigo, ni quiero decir con esto que renuncies al mundo. Quiero decir que estés en el mundo, pero que no pertenezcas al mundo. No acumules en tú interior; sé pobre de espíritu. Nunca poseas nada y entonces estarás listo para morir. La posesividad es el problema, no la vida en sí. Cuanto más posees, más miedo tienes de perderlo. Si no posees nada, si tu pureza, tu espíritu, no están contaminados por nada, si simplemente estás solo, puedes desaparecer en cualquier instante. En cualquier momento en que la muerte llame a la puerta te encontrará dispuesto. No pierdes nada. Al irte con la muerte no te conviertes en un perdedor. Te estarás adentrando en una nueva experiencia.

Y cuando te digo, que no acumules, lo digo como una exigencia absoluta. No te digo que no acumules cosas de este mundo, pero que sí sigas acumulando virtud, sabiduría y eso que llamas experiencias espirituales, visiones. No; Estoy hablando en términos absolutos: no acumules. Hay gente, particularmente en Oriente, que enseña la renunciación. Te dicen, «No acumules nada de este mundo porque todo te será arrebatado cuando mueras». Esa gente es básicamente más codiciosa que la gente corriente. Su lógica es: no acumules nada en este mundo porque la muerte te lo arrebatará. Acumula pues, eso que la muerte no puede arrebatarte. Acumula virtud, acumula personalidad, moralidad, conocimiento; acu¬mula experiencias, experiencias espirituales, experiencias de la kundalini, de la meditación, de esto y de lo otro; acumula algo que la muerte no pueda llevarse.

Pero si acumulas, con el acumular se introduce el miedo. Al acumular, el miedo se introduce en la misma proporción... entonces te asustas. No acumules y el miedo desaparecerá. No te estoy enseñando renunciación en el sentido clásico. Mi sanyas es un concepto absolutamente nuevo. Te enseña a permanecer en el mundo sin pertenecer a él. Entonces siempre estás dispuesto.

Oí de un gran místico sufí, Abraham Adam. Una vez fue el emperador de Bokara. Luego lo dejó todo y se convirtió en un mendigo sufí. Mientras estaba con otro místico sufí se sentía perplejo porque aquel hombre cada día se quejaba de su pobreza.

Abraham Adam le dijo, «Por la forma en que abusas de ella, puede que hayas adquirido tu pobreza a bajo costo».

«¡Qué estúpido eres!, le contestó el hombre sin saber con quien estaba hablando, sin saber que Abraham había sido una vez el emperador. Le dijo, «Qué estúpido eres al creer que la pobreza se compra».

Abraham le replicó, «En mi caso, pagué con mi reino por ella. Hubiera dado incluso cientos de mundos por un solo instante de ella porque cada día su valor se incrementa para mí. No te maravilles de que yo dé gracias por ella mientras tú te lamentas».

La pureza de espíritu es la verdadera pobreza. La palabra «sufí» proviene de la palabra arábiga “safa”. «Safa» significa pureza. «Sufí» significa uno que es puro de corazón.

¿Y qué es pureza? No me malentiendas, pureza no tiene nada que ver con moralidad. No me interpretes de un modo moralista. La pureza no tiene nada que ver con los puritanos. La pureza sencillamente quiere decir un estado de mente no contaminado, cuando sólo tu consciencia existe y nada más. No hay nada más que penetre realmente en tu consciencia. Pero si tú anhelas poseer, este anhelo te contamina. El oro no puede entrar en tu consciencia. No puede. El dinero no puede penetrar en tu consciencia, pero si tú anhelas poseer, esa posesividad sí puede entrar en tu consciencia.

Entonces te vuelves impuro. Si no deseas poseer nada, te vuelves intrépido. Entonces incluso la muerte es una hermosa experiencia que hay que atravesar.

Un hombre que es realmente espiritual tiene tremendas experiencias, pero nunca las acumula. Una vez le suceden, las olvida. Nunca las recuerda, nunca las proyecta en el futuro. Nunca suspira: porque se repitan o porque le sucedan de nuevo. Nunca reza por ellas. Una vez le suceden, le han sucedido. ¡Se acabó! Ha acabado con ellas y se aleja de ellas. Está asequible a lo nuevo, nunca acarrea con lo viejo.

Y si no acarreas con lo viejo, descubrirás la vida como algo absolutamente nuevo, increíble, inexplicablemente nuevo, a cada paso que des. La vida es novedad, solamente la mente es caduca, y si miras a través de la mente, también la vida te parecerá una repetición, algo aburrido. Si no miras a través de la mente... La mente quiere decir tu pasado, la mente significa tus experiencias acumuladas, el conocimiento que posees.

La mente significa eso por lo que has pasado, pero a lo que aún estás aferrado. La mente es un apego, polvo del pasado que cubre tu consciencia especular. Si entonces miras a través de ella, todo se distorsiona. La mente es la facultad de distorsionar. Si no miras a través de la mente sabrás lo que es la vida eterna. Sólo la mente muere. Sin la mente, tú eres inmortal. Sin la mente nada ha muerto nunca, la vida sigue y sigue para siempre. No tiene ni principio ni final.

Acumula y entonces tendrás un principio y tendrás un final.

¿Cómo prepararte para la muerte... ? Cuando te digo que te prepares para la muerte no me refiero a que te prepares para la muerte que llegará al final. Esa está muy lejos. Si te preparas para ella te estarás preparando para el futuro y de nuevo la mente se entrometerá. No, cuando te digo que te prepares para morir, no me refiero a esa muerte qué llegará al final. Me refiero a la muerte que te visita a cada instante; con cada exhalación, Acepta esa muerte a cada instante y entonces estás listo para aceptar la muerte final cuando se presente.

Empieza a morir a cada instante al pasado. Límpiate del pasado a cada instante. Muere a lo conocido para que así seas asequible a lo desconocido. Al morir y al renacer a cada instante serás capaz de vivir la vida y también serás capaz de vivir la muerte.

Y de eso es de lo que trata la espiritualidad. De vivir la muerte intensamente, de vivir la vida con intensidad, de vivir ambos tan apasionadamente que nada quede atrás sin ser vivido, ni incluso la muerte. Si vives la vida y la muerte plenamente, los trasciendes. En esa tremenda pasión e intensidad de vida y muerte, trasciendes la dualidad, trasciendes la dicotomía, llegas al Uno. Ese Uno es realmente la Verdad. Puedes llamarlo Dios, puedes llamarlo Vida, puedes llamarlo Verdad, Samadhi, Èxtasis o lo que quieras.

sábado, 18 de junio de 2016

EL CELIBATO ESPONTÀNEO

El sexo guarda una relación más estrecha con el nacimiento que con la muerte. El nacer surge del sexo. El nacer es un fenómeno sexual. Por supuesto que el sexo también está relacionado con la muerte, pero como subproducto. Debido a que el nacer proviene del sexo, la muerte también provendrá del sexo. De ahí que en Oriente haya surgido la estúpida idea de que si permaneces como brahmachari, si trasciendes el sexo, nunca morirás. Te convertirás en inmortal. Eso es una tontería porque la muerte no es algo que vaya a suceder en el futuro, sino que está sucediendo ya al nacer. No puedes evitarlo. Puedes excederte en el sexo o puedes excederte en el celibato; esto no constituirá diferencia alguna.

Mulla Nasrudin había cumplido su centenario y unos periodistas habían acudido a entrevistarle. El era el primero en su ciudad en haber llegado a los cien años. Le preguntaron que como había llegado a esa edad centenaria.

El contestó, «Nunca he probado el vino; nunca he estado interesado en las mujeres. Esa debe de ser la razón».

Acto seguido se oyó algo caer en la habitación de al lado con gran estrépito y se armó un gran revuelo. Los periodistas se alarmaron y dijeron, «¿Qué ha sido eso?»

Mulla dijo, «debe de haber sido mi padre. Parece que está persiguiendo de nuevo a la sirvienta y que otra vez está borracho».

El viejo debía de haber cumplido los ciento veinticinco. Mulla había dicho, «He llegado a esta edad debido al celibato ya que nunca he probado el vino. He permanecido alejado de las mujeres», pero ahí estaba su padre. Borracho persiguiendo y tratando de dar alcance a una mujer.

La muerte ya había sucedido en el momento en que te encarnaste en el cuerpo. En el instante en que entraste en el vientre, la muerte ya había sucedido. Tu reloj, el reloj de tu vida solamente puede marcar setenta, ochenta años, depende de cientos de factores. Pero tu reloj solamente puede llegar hasta ahí. No importa cómo vivas tu vida. La muerte llegará. La muerte no puede evitarse.

Lo primero es que el nacimiento y la muerte están ambos relacionados con el sexo, pero con sólo ser célibe no vas a trascenderlos. La muerte ya ha sucedido cuando naces, no hay forma de trascenderla. Es una certeza porque de hecho ya ha sucedido. Solamente es cuestión de que el tiempo corra. Estás corriendo hacia ella a cada momento.

Por eso, no trates de ser célibe solamente para evitar la muerte porque eso es, de nuevo, miedo. La gente que trata de ser célibe tiene miedo a la muerte y uno que tiene miedo a la muerte nunca podrá conocer lo que es la muerte, nunca podrá conocer aquello que no muere. No temas pues.

Y el celibato solamente puede ser espontáneo. Tú preguntas: «¿Cuál es el significado del celibato espontáneo?»

El celibato solamente puede ser espontáneo. No hay otra clase de celibato. Si no es espontáneo, no es celibato Puedes forzarlo, puedes controlar tu sexualidad, pero eso no te va a ayudar. No serás célibe, tan sólo serás más y más sexual. El sexo se esparcirá por todo tu ser. Se convertirá en parte de tu inconsciente. Aparecerá en tus sueños, se convertirá en el motivo de tus sueños, se convertirá en pura fantasía. De hecho te volverás más sexual que antes. Pensarás más en ello y tendrás que reprimirlo una y otra vez. Y todo aquello que se reprime ha de reprimirse continuamente porque la victoria nunca será completa. No hay forma de destruir el sexo por la fuerza, mediante la violencia. No hay forma de controlarlo y someterlo. La gente que lo ha intentado ha convertido al mundo en pornográfico. Tus mal llamados santos, la mayoría de ellos tienen una mente pornográfica. Si se pudiera abrir una ventana o un agujero en sus cabezas, podrías ver únicamente sexo, pornografía. Ha de ser así. Es natural.

Nunca fuerces el celibato en ti. Trata de entender lo que es la sexualidad, profundiza en ella. Tiene una tremenda belleza que le es propia. Es uno de los misterios más profundos de la vida. La vida surge de ella; ha de ser un gran misterio. El sexo no es pecado; el reprimir es pecado. El sexo es algo muy natural, muy espontáneo. No has de hacer nada para que venga, es innato, es parte de tu ser. No lo condenes, no lo juzgues, no le temas, no luches con él. Simplemente sumérgete en él cada vez más, más meditativamente. Déjalo que surja en un silencio tal, en tan profunda aceptación que puedas conocer su mismísimo centro. En el instante en que penetres el corazón mismo del orgasmo sexual descubrirás que el sexo va perdiendo su atractivo para ti, que tu energía va ascendiendo a un plano más elevado, que te vas volviendo más tierno y menos sexual. Y eso sucede espontáneamente.

No te estoy diciendo que te vuelvas más tierno. Te estoy diciendo que si te sumerges en las profundidades del misterio del sexo, el amor brotará espontáneamente. Te volverás más amoroso y la sexualidad irá desapareciendo poco a poco. Y un día solamente habrá una pura llama de amor; todo el humo del sexo habrá desaparecido. La cruda energía sexual se habrá transformado en un perfume más sutil: el perfume del amor.

Sumérgete entonces en el amor. Si te sumerges en el amor, llegarás de nuevo a su centro y en ese instante surgirá la oración. Eso también sucede de forma espontánea. En el sexo te ocupas más del cuerpo; en el amor estás implicado con la psique; en la oración, repentinamente, te ocupas del alma. Esas son las tres posibilidades ocultas en la semilla del sexo. Y cuando el sexo ha desaparecido dentro del amor, y cuando el amor ha desaparecido en la oración, surge el celibato espontáneo.

La palabra india que lo define es muy bella. Es brahma¬charya. Literalmente significa «Vivir como un Dios», Brahmacharya significa vivir como un Dios. Toda la energía es pura oración, toda la energía es pura gracia, gratitud, dicha. Uno se vuelve absolutamente divino.

Pero no te estoy diciendo que el sexo no sea divino. Es la semilla. El amor es el árbol; la oración es la flor. La oración surge de la energía sexual. Has de sentirte muy agradecido hacia ella, has de respetarla. Se debería respetar el sexo porque todo sucede a través de él. La vida ha surgido a su través, la muerte vendrá por él, la oración y Dios surgirán de él. El sexo lleva la impronta de tu destino. Para mí, el sexo no es solamente sexo. El sexo lo es todo.

Por eso, si desde el comienzo adoptas una actitud contraria, estarás perdiéndote todo el viaje que es la vida y te verás envuelto en una lucha que no conduce a ninguna parte; te verás envuelto en una lucha en la cual tu derrota es segura. No puedes derrotar tu energía sexual porque en la energía sexual está Dios escondido, en la energía sexual la oración y el amor están escondidos. ¿Cómo puedes derrotarla? Eres muy pequeño y la energía sexual es universal La Existencia entera está plena de energía sexual.

Pero la palabra «sexo» ha sido muy condenada. Ha de ser recuperada del fango. Ha de ser limpiada. Se ha de construir un templo a su alrededor. Y recuerda el celibato solamente puede ser espontáneo, no hay otra clase de celibato, no es controlar, no es una disciplina; es una tremenda comprensión de tus energías y de tus posibilidades.

sábado, 11 de junio de 2016

CIMENTANDO TU COMPRENSIÒN

Me gustaría que no tuvieras ninguna raíz arraigada en la mente, en el nombre del amor, en el nombre de la meditación o en el nombre de Dios. Tu mente es muy astuta. Puede arraigar en lo que sea. Puede arraigar en el amor, en la meditación. En el instante en que percibo que tu mente se asienta en lo que sea, de inmediato he de arrancarte de eso. Todo mi esfuerzo es crear un estado de no-mente en ti. No estoy aquí para convencerte de nada. No estoy aquí para darte dogma alguno, ni un credo con el que vivir. Estoy aquí para arrebatarte todos los credos porque solamente entonces podrá la vida suceder en ti. No te vaya dar nada sobre lo que puedas vivir. Simplemente te estoy quitando todos los apoyos, todas las muletas.

La mente es muy inteligente. Si dices, «Abandona el dinero», la mente dice, «De acuerdo. ¿Puedo aferrarme a la meditación?» Si le dices a la mente, «Renuncia al mundo», la mente te dirá, «De acuerdo. ¿Puedo tener experiencias espirituales?» Si dices, «Renuncia al mundo», la mente te dirá, «Puedo renunciar al mundo, pero me aferraré a la idea de Dios».

Y no hay una mayor barrera hasta Dios que la idea de Dios. La palabra «Dios» se ha convertido en la mayor barrera, la creencia en Dios se ha convertido en la bandera más grande. Si deseas llegar a Dios, has de desprenderte de toda idea sobre Dios, de todas las creencias sobre Dios, sean hindúes, cristianas o musulmanas. Has de permanecer absolutamente en silencio, sin aferrarte, sin saber. En esta profunda ignorancia, Dios se te revela. Solamente en esta profunda ignorancia.

Mi esfuerzo es totalmente distinto de tu esfuerzo. Lo que tú estás haciendo aquí es diametralmente opuesto a lo que yo estoy haciendo aquí. Mi esfuerzo es cómo crear una profunda ignorancia en ti; por eso he de confundirte. Siempre que veo que acumulas cierto conocimiento, inmediatamente salto sobre él y lo destruyo. Poco a poco aprenderás, estando cerca de mí te verás obligado a aprender que es inútil acumular porque este hombre no te va a dejar en paz. Si te aferras a algo, él te lo va a quitar. Así qué, ¿por qué aferrarse? Un día simplemente me escucharás, sin aferrarte, sin construirte con ello ninguna creencia, sin crear una filosofía, sin crear a partir de ello una teología; simplemente escuchando como escuchas a los pájaros, como escuchas al viento silbando entre los pinos, como escuchas al río dirigiéndose hacia el océano, como escuchas el bramido salvaje de las olas del océano. Entonces no crearás una filosofía. Simplemente escucharás.

Deja que yo sea el océano salvaje rugiendo ante ti, o el viento que silba entre los árboles, o los pájaros cantando por la mañana. No soy un filósofo, no te estoy impartiendo conocimiento alguno. Te estoy tratando de indicar algo que está más allá de todo conocimiento.
Por eso, en el instante en que veo que estás asintiendo, en el momento en que veo que dices, «Sí, esto es así», en el instante en que veo que estás acumulando algo, inmediatamen¬te me lanzó sobre ello y lo contradigo para confundirte. La confusión es mi método. Lo voy a estar haciendo en todo momento. No te voy a dejar descansar a menos que abandones todo esfuerzo por filosofar, a menos que empieces a escucharme sin mente, por puro placer de escucharme tal y como escuchas música.

Cuando me empieces a escuchar así entonces nunca te sentirás confundido. Te sientes confundido porque tratas de aferrarte a algo, y al paso siguiente yo lo destruyo. Te sientes confundido. Estabas construyéndote una casa y una y otra vez voy yo y te la destruyo.

De hecho, tú mismo estás creando tu confusión. No levantes esa casa y entonces no tendré que destruírtela. Si la creas, la voy a derribar. Si dejas de levantar casas, casas de naipes, si dejas de edificar casas, si dices, «Este hombre vendrá y me la destruirá», si simplemente esperas y escuchas y no te preocupas por hacer una casa en la que vivir; entonces no podré confundirte. Y el día en que no sea capaz de confundirte, será un día de gran regocijo para ti porque en ese mismo momento serás capaz de entenderme, no mediante el intelecto, sino mediante tu ser. Será una comunión, no una comunicación. Será una transferencia de energía, no de palabras. Habrás entrado en mi casa.

No te voy a permitir que levantes casa alguna porque se convertirá en una barrera. Entonces empezarás a vivir en esa casa y yo estoy tratando de que entres en mi casa. Jesús les dijo a sus discípulos, «En la casa de mi Dios hay muchas mansiones». Yo también te digo, «Te estoy llevando en un viaje en el que un gran palacio te está esperando». Pero te veo construyendo casas junto a la carretera y he de destruírtelas, si no, nunca alcanzarás la meta. Empiezas a rendir culto a cualquier cosa. Tienes tanta prisa, estás tan impaciente que, diga lo que te diga, simplemente te agarras a ello.

No voy a permitir que esto suceda. Mantente pues alerta. Si te mantienes alerta no habrá necesidad de que te confunda. En realidad, si estás alerta, haga lo que haga no podré confundirte. El día en que puedas decir, «Ahora, Osho, no puedes confundirme. Digas lo que digas, escucharé, me regocijaré en ello, pero no formularé conceptualizaciones», será el día en que dejaré de confundirte. Hasta entonces voy a confundirte una y otra vez.

sábado, 4 de junio de 2016

LA VIDA NO TIENE SEGUROS

Cuando Sócrates se estaba muriendo se encontraba tan a gusto que sus discípulos casi no lo podían creer, no podían comprender cómo podía sentirse tan feliz de morir. Un discípulo, Credo, le preguntó, «¿Por qué parece que estás tan feliz? Nosotros lloramos y estamos tristes». Sócrates le dijo, «¿Por qué no debería estar feliz? He conocido lo que es la vida y ahora me gustaría conocer lo que es la muerte. Estoy a las puertas de un gran misterio y estoy emocionado. Voy a empezar un gran viaje por lo desconocido. ¡Simplemente estoy expectante! ¡No puedo esperar!» Y recuerda, Sócrates no era un hombre religioso, Sócrates no era en modo alguno un creyente.

Alguien le preguntó, «¿Tienes la certeza de que el alma sobrevivirá a la muerte?» Sócrates le contestó, «No lo sé».

El decir, «No lo sé», requiere el mayor valor del mundo. Es muy difícil para un profesor de lengua el decir «No lo sé». Es difícil para los loros. Sócrates fue un hombre muy sincero y honesto. El dijo, «No lo sé».

Entonces el discípulo le preguntó, «Entonces, ¿por qué te sientes tan feliz? Si el alma no sobrevive, entonces...» Sócrates dijo, «He de verlo. Si sobrevivo no tengo porque tener miedo. Si no sobrevivo, ¿cómo podré tener miedo? Sino sobrevivo, no sobrevivo así que, ¿dónde está el miedo? No hay nadie ahí, de modo que no puede haber miedo. Si sobrevivo, sobrevivo. No hay porqué tener miedo. Pero no sé exactamente qué es lo que va a suceder. Por eso estoy tan expectante y dispuesto a averiguarlo. No lo sé».

Para mí, así es como un hombre religioso debería ser. Un hombre religioso no es un cristiano, un hindú o un budista o un musulmán. Todos esos son sólo modos de conocimiento. Un cristiano dice, «Yo sé». Y su saber proviene de los dogmas cristianos. El hindú dice, «Yo también sé», y su saber proviene de los Vedas y de los Gitas y de sus dogmas. Y un hindú está en contra del cristiano porque afirma, «Si yo estoy en lo cierto, tù no puedes estarlo. Si tú estás en lo cierto, entonces yo me equivoco». De modo que surge una gran disputa y discusión y debates y conflictos innecesarios.

Un hombre religioso, un hombre verdaderamente religioso - no esa gente a la que llamas religiosa - es uno que dice, «yo no sé». Cuando dices, «Yo no sé», estás abierto, estás dispuesto a aprender. Cuando dices: «Yo no sé», no tienes prejuicios en favor de esto o en contra de lo otro, no posees creencias y no posees conocimiento alguno. Solamente posees consciencia. Dices, «Soy consciente y veré qué sucede. No acarrearé con ningún dogma del pasado».

Esta es la actitud de un discípulo, la actitud de uno que desea aprender. Y disciplina quiere decir simplemente: aprender. Un discípulo quiere decir uno que aprende, uno que está dispuesto a aprender, y disciplina quiere decir apren¬dizaje. No estoy aquí parar impartirte dogmas, no te estoy impartiendo conocimiento alguno. Simplemente te estoy ayudando a ver lo que hay que ver. Vive tu vida a cualquier precio. Has de estar dispuesto a jugártela.

Oí de un hombre de negocios. Estaba caminando desde su oficina a un restaurante para almorzar cuando lo detuvo un desconocido que le dijo, «No creo que te acuerdes de mí, pero hace diez años llegué a esta ciudad sin un céntimo. Te pedí un préstamo y me diste veinte dólares porque dijiste que querías dar una oportunidad, a un hombre para que empezará su camino hacia el éxito».

Aquel hombre se lo pensó un rato y entonces le dijo, «Sí, recuerdo el incidente. Sigue con tu historia»:

«Bien», dijo el desconocido, «¿quieres seguir apostando?»

La vida te plantea la pregunta una y otra vez, «¿Quieres seguir apostando?» Nunca hay nada seguro. La vida no tiene seguros, es una pura apertura, una tremenda apertura, una caótica apertura. Puedes construirte una casa a tu alrededor, segura, pero entonces se convertirá en tu tumba. Vive con la vida.

Y hemos estado haciendo esto de muchas formas. El matrimonio ha sido creado por el hombre; el amor es parte de la vida. Cuando creas el matrimonio en torno al amor, estás creando seguridad. Estás haciendo algo que no puede hacerse; el amor no puede ser "hecho" legal. Estás tratando de hacer lo imposible y si, en este esfuerzo, el amor muere, no tienes que sorprenderte. Te conviertes en un marido, tu amada se convierte en una esposa. Dejáis de ser dos personas que están vivas. Sois dos funcionarios. El marido tiene una determinada función, la esposa tiene una determinada función. Tienen ciertos deberes que realizar. Entonces la vida ha dejado de fluir, se ha congelado.

Observa a un esposo y a una esposa. Por lo general, siempre verás a dos personas congeladas, sentadas una junto a la otra, sin saber lo que están haciendo ahí, sin saber porqué están ahí sentadas. Puede que no tengan sitio alguno adónde ir.

Cuando ves amor entre dos personas, algo está fluyendo, moviéndose, cambiando. Cuando hay amor entre dos personas, viven en un aura, hay un constante compartir. Sus vibraciones se intercambian, están radiando su ser entre ellos. No hay paredes entre ellos, son dos y no son dos. Son también uno.

El marido y la esposa están tan lejos como es posible estarlo; incluso aunque estén sentados el uno junto al otro. El marido nunca escucha lo que la esposa le está diciendo. Hace tiempo que se ha vuelto sordo. La esposa nunca ve lo que le está sucediendo al marido. Se ha vuelto ciega para él. Ambos se dan por conocidos, se han convertido en cosas. Han dejado de ser personas porque las personas están siempre abiertas, las personas no tienen certezas, las personas están siempre cambiando. Ahora se tiene un papel fijo con el que cumplir. Murieron el día en que se casaron. Desde ese día dejaron de vivir.

No estoy diciendo que no te cases, pero recuerda que el amor es lo verdadero. Y si él muere, entonces el matrimonio pierde su valor.

Y lo mismo es válido para todo en la vida, para todo. O bien puedes vivir, y entonces tendrás que vivir con esta duda sin saber lo que va a suceder al momento siguiente, o puedes convertido en una certeza.

Hay gente que ha adquirido tal grado de certeza en todo, que nunca se sorprenden. Hay gente a la que nunca podrás sorprender. Y yo estoy aquí para entregarte un mensaje que es muy sorprendente; no lo vas a creer. Lo sé. No vas a poder creértelo, lo sé. Estoy aquí para decirte algo que es absolutamente increíble: que vosotros sois dioses y diosas. Lo habéis olvidado.

Deja que te cuente una anécdota.

Harvey Firestone, Thomas A. Edison, John Burroughs y Henry Ford se detuvieron en una gasolinera en su camino hacia Florida para pasar el invierno.

«Queremos bombillas para los faros», dijo Ford, «Y, por cierto, éste que está sentado en el coche es Thomas Edison y yo soy Henry Ford».

El encargado de la gasolinera ni siquiera levantó la cabeza, tan sólo escupió un poco de tabaco con obvio desdén.

«Y», dijo Ford, «nos gustaría comprar un neumático nuevo si es que los tienes Firestone. Y ese otro del coche es Harvey Firestone en persona».

El encargado siguió sin decir nada. Mientras estaba montando el neumático en la rueda, John Burroughs, con su larga barba, sacó su cabeza fuera de la ventanilla y le dijo, «¿Cómo estás forastero?»

Por fin el viejo encargado volvió a la vida. Echó una mirada a Burroughs y le dijo, «Si me dices que eres Papá Noel, maldito seré si no te rompo la cabeza con esta llave inglesa».

No podía creer que en el mismo coche fueran Harvey Firestone, Thomas A. Edison, John Burroughs y Henry Ford. Todos ellos eran amigos y solían viajar juntos.

Cuando te digo que vosotros sois dioses y diosas, no te lo crees porque has olvidado por completo quién es el que está viajando en tu interior, quién es el que está sentado en tu interior, quién es el que me está escuchando; quién es el que me está mirando. Te has olvidado por completo. Te han suministrado unas etiquetas desde el exterior y has confiado en esas etiquetas, en tu nombre, en tu religión, en tu país. ¡Todo mentira! No importa si eres un hindú o un cristiano o un musulmán si no te conoces a ti mismo. Esas etiquetas no tienen valor alguno a parte de servir para algo específico. ¿Qué importa si eres un hindú, o un cristiano, o un musulmán, o un indio, o un americano, o un chino? ¿Cómo va a importar, cómo te va a ayudar a conocer tu propio ser? Todo esto es irrelevante porque el ser no es ni indio, ni chino, ni americano, y el ser no es ni hindú, ni musulmán, ni cristiano. El ser es sencillamente puro «ser».

Al puro «ser» es a lo que llamo Dios. Puedes comprender tu propia divinidad interior si has comprendido lo que es la vida. En caso contrario, es que todavía no has sido capaz de decodificar la vida. Este es el mensaje. La vida entera está señalando la misma cosa, continuamente: que vosotros sois dioses. Una vez lo has comprendido, entonces la muerte deja de existir. Entonces has aprendido la lección. Entonces, al morir, los dioses regresan a su hogar.

La vida entera... tan sólo un aprendizaje de cómo regresar a casa, de cómo morir, de cómo desaparecer. Porque en el instante en que desapareces, Dios aparece en ti. Tu presencia es la ausencia de Dios. Tu ausencia es la presencia de Dios.

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