sábado, 27 de junio de 2015

LAS EXPERIENCIAS ESPIRITUALES CON DROGAS

Las drogas son tan reales como cualquier otra cosa pero la experiencia que se crea bajo su efecto es una experiencia falsa.

Algunos, en tales condiciones, dicen: «He tenido experiencias de iluminación...».

No eran experiencias de iluminación. Quizás hayan sido experiencias de luz, pero no de iluminación, flashes; pero tú no te iluminas con esas experiencias, no te conviertes en un buda; al contrario, son desastrosas para ti. Las drogas cambian la química de tu cuerpo, igual que algunos hongos. No te cambia a ti, cambia tu cuerpo, igual que el alimento, el aire, el clima, la luna, la luna llena; todo ello cambia tu cuerpo, pero tú no cambias por ello. Todos esos cambios suceden en el cuerpo, son cambios químicos; no alquímicos, sólo químicos. ¿Qué es un cambio alquímico? Cuando tu consciencia cambia. Y la consciencia no puede ser cambiada por nada que venga de fuera.

La consciencia no puede cambiarse con el alimento, comer este alimento o aquél. La consciencia no puede cambiarse no comiendo, o ayunando. Recuerda, no hay mucha diferencia entre la gente que consume drogas y la gente que hace un largo ayuno, ¡ninguna diferencia! El cambio no está sucediendo en la consciencia. La consciencia está más allá de todas las químicas.

Si ayunas lo suficiente, naturalmente la química de tu cuerpo no puede seguir siendo la misma. Algunas cosas desaparecen de la química de tu cuerpo y otras se acumulan demasiado. La combinación de elementos químicos en tu cuerpo cambia.

Después de un mes de largo ayuno sentirás cosas hermosas, pero esas cosas hermosas se producen por el cambio químico. Cuando empieces a comer, desaparecerán. Si practicas determinadas posturas de yoga ininterrumpidamente, durante años, haciendo presión en la estructura de tu cuerpo en ciertos puntos, ciertos puntos importantes, trabajando los meridianos de tu cuerpo y ciertas articulaciones; la química de tu cuerpo cambiará. Respirar de determinada manera durante años cambiará la estructura de tu cuerpo, porque el equilibrio del oxígeno y del dióxido de carbono cambiará con tu respiración.

¿Te has dado cuenta de que cuando estás enfadado respiras de un modo diferente? ¿Por qué? Ese modo diferente de respirar libera algunos elementos químicos de tu cuerpo que te ayudan a estar enfadado. Si no respiras de un modo diferente serás incapaz de enfadarte. lnténtalo: respira de la forma budista y no podrás enfadarte, porque el modo budista no deja que los elementos químicos de tu cuerpo que hacen falta para el enfado se liberen.

¿Tienes miedo? Respiras de un modo distinto. Hacen falta elementos químicos diferentes, porque un hombre que está asustado necesita escapar rápido, tan rápido como pueda. Necesita volar, hacen falta algunos elementos químicos para que pueda huir rápido. Cuando estás inmerso en una pasión sexual la respiración cambia. Continúa respirando normalmente y no serás capaz de alcanzar el orgasmo. Para que el orgasmo se desencadene se necesita un determinado tipo de respiración.

Pero esos cambios son físicos; no van a afectar a tu consciencia. Ésta es testigo de todos los cambios. Trata de entenderlo.

Tienes hambre, te sientes hambriento: el cuerpo tiene hambre, la consciencia observa el hecho de que el cuerpo tiene hambre. La consciencia nunca tiene hambre, no puede experimentar el hambre; no tiene estómago. Sólo puede ser un testigo. La consciencia no es otra cosa que observar. Recuerda esta fórmula: la consciencia es atestiguar. ¿Tienes hambre? La consciencia refleja el hambre. Es como un espejo que dice: «El cuerpo tiene hambre». Cuando has comido y tu cuerpo está satisfecho la consciencia dice: «El cuerpo está satisfecho». La consciencia no tenía hambre ni tampoco está satisfecha. En ambos casos estaba sólo atestiguando: hambre/satisfacción, pasión sexual/satisfacción sexual, rabia/liberación de la rabia.

¡El crecimiento espiritual es el crecimiento de este observar! No tiene nada que ver con experiencias específicas. El crecimiento espiritual no es una búsqueda de experiencias insólitas. La espiritualidad no tiene nada que ver con este tipo de experiencias. De hecho decir que cualquier experiencia es "una experiencia espiritual" es absolutamente equivocado, porque no todas las experiencias son espirituales. Quien experimenta es el espíritu. El testigo es el único fenómeno espiritual.

El punto realmente espiritual es cuando no hay experiencias, y el que experimenta se queda solo, completamente solo, cuando todas las experiencias han desaparecido -el hambre, la saciedad, la liberación, el amor, el odio, el despertar de la kundalini, los chacras que se abren, flores de loto que se abren en ti, luces descendiendo sobre ti, escuchas una música celestial, sientes una espaciosidad, sientes alegría, sientes dicha-. No hay un objeto a experimentar, sino que ahí sólo se encuentra este testigo, observando silenciosamente la nada. Entonces has llegado. Esto es samadhi. Atestiguar la nada es samadhi. Esto es lo que el Buda llama nirvana, la nada, el vacío.

Las experiencias psicodélicas como tales no son espirituales. Cuando todas las experiencias se han ido y no sientes nada en absoluto, y tampoco te has quedado dormido... Durante el sueño también estas experiencias desaparecen. Durante el sueño profundo, en donde no hay sueños, todas las experiencias desaparecen, y el que experimenta también desaparece. En samadhi las experiencias se han ido pero el que experimenta está sentado en silencio observando la nada, atestiguando la nada. ¡Eso es iluminación! Las experiencias pueden ser luminosas, hermosas, pero no son iluminación.

Ésta ocurre cuando está ahí la luz pero cae sobre la nada. La luz llena la nada, no se ve ningún objeto en esa luz; eso es liberación. Ser liberado de las experiencias es liberarse del mundo. "El mundo" significa todo tipo de experiencias, lo que los chinos llaman "las diez mil experiencias"; en eso consiste el mundo.

La droga sólo desencadena un proceso. Sea cual sea el sueño que esté listo a explotar en ti, explotará, por eso ha habido informes de experiencias contradictorias.

Aldous Huxley cuenta que experimentó el cielo, y Karl Rahner dice que estuvo en el infierno. Ahora bien, Rahner está en contra de las drogas y Huxley totalmente a favor. Si estás a favor de las drogas, tu mismo prejuicio te ayudará a crear experiencias hermosas. Estarás esperando a que suceda algo bonito, tu creencia creará la magia. Si estás en contra desde el principio, sospechando, dudando, asustado, y ya sabes que vas a tener una experiencia infernal, la tendrás.

Un antiguo dicho sufí dice: el infierno está reservado para aquellos que creen en él. Y el cielo está también preservado para aquellos que creen en él. Pero todo es una invención. No hay infierno, no hay cielo; tú creas tu infierno, tú creas tu cielo. Si estás de un humor negativo y tomas drogas tendrás pesadillas.

Los consumidores de drogas más antiguos han estado en la India. La India sabe más de drogas que cualquier otro país. Durante diez mil años por lo menos, el noventa y nueve por cien de los sannyasins indios han estado tomando drogas, desde el Rig Veda hasta hoy. La India sabe mucho. Ha creado tecnologías, técnicas y metodologías sobre cómo tomar una droga. El viaje de una droga debe ser muy dirigido; necesita un guía, que cree la atmósfera, la idea. Poco a poco te va hipnotizando sobre lo que te está ocurriendo. Y bajo el efecto de las drogas la persona se vuelve muy sugestionable, absolutamente sugestionable; se pierde toda la razón. La facultad de soñar empieza a funcionar, la imaginación se desata. Ahora la imaginación puede hacer ambas cosas: crear el infierno o el cielo. Necesitas un guía. El guía poco a poco te conduce hacia el cielo, hacia experiencias celestiales. Crea un hermoso sueño, un sueño poético a tu alrededor, y tú estás en un estado sugestionable, eres simplemente una víctima.

Pero guiado o sin guiar, cualquier experiencia con drogas o con el ayuno es falsa. Se trata de una experiencia falsa.

En el samadhi se da cuando el testigo que se ha quedado solo, observando la nada. Esa es la verdadera experiencia espiritual, si quieres llamarla así, pero en realidad no es una experiencia, porque en la experiencia necesitas tres cosas: el que experimenta, lo experimentado y la experiencia. No quedan tres cosas en absoluto. Sólo hay un solo testigo, atestiguando la nada total, shunya, la vaciedad. Esa es la verdadera experiencia.

La verdadera experiencia es una "no experiencia". Y sólo cuando alcanzas una no-experiencia, puedes creer que estás viviendo algo iluminador. De otra forma las otras experiencias vienen y van, destellos de la mente, productos del sueño.

sábado, 20 de junio de 2015

QUÉ DEBERÍAS DECIR A TU HIJO (PARTE III)

Los camellos son camellos. Están más interesados en poseer el conocimiento que en volverse conocimiento, prefieren los contenedores al contenido. El contenido ya no está, la llama ya no está en la lámpara, ha desaparecido. Pero no estaban interesados en la llama, estaban interesados en la lámpara, y continuarán adorando la lámpara para siempre. No saldrá nunca ninguna luz de la lámpara..., la luz estuvo allí. No comprendieron a su maestro porque toda su idea del conocimiento era posesión. El conocimiento no es algo que se pueda poseer; tú no puedes poseer el conocimiento, y si lo posees sólo será erudición. A menos que te conviertas en el conocedor no tienes conocimiento. Sólo puedes fingir que lo tienes.

Recuerda, el interés del camello está en la cantidad, el interés del león está en la calidad, y el niño va más allá de la dualidad. No está interesado ni en la calidad, ni en la cantidad. Trasciende todas las dualidades.

Los camellos sólo están interesados en el contenedor; el contenedor lo es todo. No piensan en el contenido. Los leones están interesados únicamente en el contenido; están en contra del contenedor. El niño acepta ambos y va más allá, porque llega a saber que el contenido no puede existir sin el contenedor, ni éste sin aquél. El contenedor lo es sólo porque tiene contenido, y ambos van juntos. La materia y la mente existen juntas. Dios y el mundo existen juntos, son inseparables.

El camello piensa que el contenedor lo es todo. Esa es una visión parcial. Enfadado con el camello el león se va al otro extremo y dice: «El contenido es suficiente, y no me preocuparé del contenedor. ¡Tíralo!». Pero si tiras el contenedor también estarás tirando el contenido, porque son inseparables.

"Si tiras la flor estarás tirando también la fragancia, porque van juntas, igual que el cuerpo y el espíritu. El camello cree en el cadáver; no hay espíritu. No tiene ni idea del espíritu. El león cree en el fantasma; está en contra del cuerpo.

Pero cuando has trascendido ambos, cuando has dejado de decir sí a todo, o de decir no a todo, cuando ya no estás obsesionado con el teísmo o el ateísmo, cuando no eres ni, tradicional ni antitradicional, cuando eres sencillamente inocente con respecto a todas esas ideas, cuando tu espejo está totalmente limpio, sin polvo alguno, cuando no te sientes identificado con el camello, o con el león, cuando no eres ni un reaccionario, ni un revolucionario, cuando simplemente estás ahí, como un espejo silencioso, entonces llegas a saber que el contenedor y el contenido están unidos. A pesar de que el contenedor no es el contenido, y de que el contenido no es el con¬tenedor; ambos van juntos. Viéndolos juntos y a la vez separados, el conocimiento aparece. Uno llega a saber.

Muchos maestros han hablado en el idioma de los camellos porque hay millones de camellos: Mahoma, Moisés y gente como ellos. Han hablado el idioma de los camellos para que puedan entender. En esto hay compasión, pero hay también un peligro: que los camellos se queden en camellos. Algunos maestros han escogido usar el lenguaje del león: Cristo, Moisés. En cuanto a la expresión se refiere, es mejor que la de Moisés y Mahoma, pero no será entendida por las masas; Ese es el problema. Los camellos no serán capaces de absorberlo.

Jesús fue asesinado porque los camellos se enfadaron. Estaba hablando un idioma diferente, completamente ininteligible. Les parecían tonterías. ¡Ese hombre estaba loco! Piénsalo, en un mundo lleno de camellos, llega un león y empieza a hablar; no habrá camello que entienda. Cuando Jesús fue asesinado, los discípulos que tenía, los doce apóstoles, eran camellos. Él era un niño hablando el idioma de un león, y ellos eran camellos; crearon el cristianismo. Y una vez que los camellos crearon el cristianismo, éste se convirtió en una religión mundial.

El niño no tiene un idioma propio. La inocencia no tiene palabras. Por eso, el niño tiene que hablar el idioma del león por necesidad, porque es el más cercano a él, y el que mejor le sirve para expresarse a sí mismo.

Sucedió en los tiempos del Buda. Él hablaba en el idioma de los leones. El país estaba en un estado tal que había varios leones disponibles. Era un clímax, un máximo. No era un valle oscuro, era una cima llena de luz. Durante miles de años, en el pasado la India ha estado buscando y trabajando sobre la verdad, qué es y cómo alcanzarla. Mucha gente comprendió al Buda. Sus discípulos no eran camellos, eran leones. Los discípulos de Jesús eran camellos. Jesús era un niño hablando el idioma de un león. Cuando el Buda murió, sus discípulos eran muy testarudos. No hicieron concesiones a los camellos. Fueron sobornados, fueron convencidos, pero no hicieron concesiones. Siguieron rugiendo. El budismo fue arrancado de la India; los camellos finalmente lo destruyeron.

Cuando los budistas escaparon de la India, habían aprendido la lección: si quieres existir como religión, tendrás que utilizar el idioma de los camellos. En China abandonaron el rugido del Buda. En Japón, en Corea, en Ceilán, en Birmania, comenzaron a utilizar el idioma del camello. Mahayana es "el rugido del león". Hinayana es una traducción al idioma del camello del rugido del león. El budismo se extendió por toda Asia. Sucedió algo extraño: en la India nació el budismo, pero desapareció de la India, y todo Asia se convirtió al budismo.

Muy pocos han utilizado el idioma del niño. Nunca reunieron muchos discípulos; no pueden. Puedes reunir grandes masas a tu alrededor si utilizas el idioma del camello. Puedes reunir a los intelectuales a tu alrededor si hablas el idioma del león. Krishnamurti reúne a la intelectualidad a su alrededor; habla el lenguaje del león. Lao Tzu o Ramana usan el idioma del niño. Nadie les entiende, pero no son asesinados; recuerda, tampoco son crucificados. Nadie les entiende, nadie les sigue, nadie se preocupa de ellos. Se piensa de ellos que son buenas personas, poetas, un poco excéntricos, locos. La gente va a veces a ellos, es hermoso estar cerca de ellos, pero no crean una conmoción en el mundo. Lao Tzu llega y desaparece, no deja rastro. Ramana llegó y desapareció, sin dejar un rastro detrás.

Aquí, estando conmigo, no pienses en las palabras. Mi mensaje no está en mis palabras sino en las pausas que hay entre ellas. Mi mensaje no está en lo que digo sino en lo que soy. Mi mensaje no es reducible a teorías y sistemas. O bien lo puedes vivir conmigo, o no lo comprenderás. Es un fenómeno vivo. Una vez que me haya ido empezarás a buscar en los libros, y te fastidiarás, y te enfadarás conmigo, porque sentirás que no te has enterado.

Mientras estoy aquí, aliméntate de mí, bébeme, absorbe. Abandónate a este misterio que te está siendo revelado, y entonces habrá una posibilidad de que no mueras como larva, de que te conviertas en un gusano, y finalmente te metamorfosees en una mariposa. !Haz crecer tus alas! !Sueña grandes sueños en los que te crecen alas! Tienes el potencial. Eres la semilla; un gran, gran fenómeno es posible a través de ti. Y sólo cuando hayas florecido sabrás qué es Dios, qué es la verdad.

sábado, 13 de junio de 2015

QUÉ DEBERIAS DECIR A TU HIJO (PARTE II)

Escucha atentamente: la primera etapa te la otorga la sociedad; la segunda, el individuo se la otorga a sí mismo. La tercera es sólo posible si el gusano se acerca a una mariposa; si no, no es posible ¿Cómo se le va a ocurrir al gusano que él sólo puede volar, que puede convertirse en algo con alas? ¡No es posible! ¡Es imposible que se le ocurra! Es absurdo, ilógico. El gusano sabe cómo moverse, pero volar le resulta absurdo.

He escuchado que hay mariposas que enseñan a los gusanos que pueden volar, pero que ellos les ponen peros y dicen: «No. Quizás sea posible para ti, pero a nosotros nos es imposible. Tú eres una mariposa, ¡nosotros sólo somos gusanos! Sólo sabemos reptar». Y uno que sólo sabe reptar, ¿cómo va a imaginarse volando? Es una dimensión diferente, una dimensión enteramente distinta: la dimensión vertical.

Del camello al león hay una evolución. Del león al niño hay una revolución. En esta etapa hace falta un maestro. La sociedad te puede hacer un camello, tú mismo te puedes hacer un león, pero te hará falta un maestro -un Buda, un Cristo, un Rumi-, te hará falta una mariposa que tenga alas. Sólo viendo un fenómeno alado serás capaz de empezar a soñar con alas. ¿Cómo puedes soñar con algo que no conoces en absoluto?

¿Crees que una tribu primitiva que vive en algún lugar de los Himalayas puede soñar con un coche? No han visto ninguno, no pueden soñar con él. Sólo es posible soñar cuando has visto algo; cuando has visto un Cristo o un Buda o un Bodhidharma, y sabes que esto sucede. Toda esa gente tiene un aspecto similar a ti, y a pesar de eso no son como tú. Tienen el mismo cuerpo, la misma estructura, y a la vez algo de lo desconocido ha penetrado su ser. El más allá ha venido a ellos, el más allá en ellos se hace muy tangible.

Si te acercas con simpatía y con amor serás capaz de tener algunos vislumbres de su cielo interior. Y una vez que hayas visto ese cielo interno comenzarás a soñar con él. Un gran anhelo surgirá en ti: ¿cómo convertirte en un fenómeno alado?

Esa es la infección que produce el maestro en el discípulo.

El tercer fenómeno sucede con la intervención del maestro. "El niño" significa creatividad, interdependencia.

La primera etapa, el camello, era dependencia; la segunda fue la independencia; pero en la inocencia uno llega a conocer que no hay allí ni dependencia ni independencia. La existencia es interdependencia; todos dependen de todos. Todo es uno.

Nace la sensación del todo: no yo, no él, no hay fijación en el sí o el no, no hay obsesión entre decir siempre sí o decir siempre no; hay más fluidez, más espontaneidad; no hay obediencia ni desobediencia, sino espontaneidad. Nace la responsabilidad. Uno responde a la existencia, no reacciona desde el pasado, y no reacciona desde el futuro.

El camello vive en el pasado, el león en el futuro, el niño en el presente, aquí y ahora. El camello es la pre-mente, el león es la mente, el niño es la post-mente. El camello es el pre-ser, el león es el ser, el niño es el post-ser. Ese es el significado del estado de no mente. Los sufíes lo llaman fana: el ego se ha ido, el otro también. Ambos se han unido, no puedes tener uno sin el otro. Yo/él son partes de una misma energía; ambos desaparecen.

El niño simplemente es... inefable, indefinible, un misterio, un asombro. El camello tiene memoria, el león tiene conocimiento y el niño tiene sabiduría. El camello es o bien cristiano, o hindú, o musulmán, teísta; el león es ateo, y el niño es religioso: ni teísta ni ateo, ni hindú, ni musulmán, ni cristiano ni comunista. Sólo una sencilla religiosidad, la cualidad del amor y la inocencia.

Adán comiendo el fruto se convierte en un león. Antes de comer el fruto del Árbol del Conocimiento, era el camello. Y cuando Adán ha vomitado nuevamente el fruto, abandonado su conocimiento, es el niño. Ese niño significa Cristo. Cristo dice una y otra vez a sus discípulos: «¡Arrepentíos!». La palabra "arrepentíos" en hebreo significa "regresa, vuelve"; el jardín del Edén todavía te está esperando. Vomita la manzana del conocimiento y las puertas se abrirán para ti.

El camello es Adán antes de comer la fruta, el león es Adán después de comer la fruta, y el niño es Adán convirtiéndose en Cristo, regresando a casa. El Buda lo llama nirvana, Jesús lo llama el reino de Dios. Lo puedes llamar como te guste: Tao, dhamma, moksha. Las palabras aquí no significan mucho; es un mundo de silencio, sin palabras, una inocencia sin pensamientos.

¿Quién es un hombre sabio?: el niño.

La sabiduría no quiere decir conocimiento. El conocimiento no es sabiduría, el conocimiento es una moneda falsa, pseudo-sabiduría. Es prestado, lo has cosechado; está muerto. La sabiduría es lo que ha surgido en ti, ha florecido en ti, sale de tu propio ser y de tu propia fuente; está viva. La sabiduría es conocer la verdad por ti mismo. El conocimiento es acumular información de otros que pueden saber o que pueden no saber. ¿Quién sabe? Es una creencia, es memoria, es basura.

Un hombre sabio es aquel que ha entrado en Dios, que ha penetrado en el misterio de la vida, que se ha encontrado con la realidad. Un hombre sabio quizás no sea un erudito, quizás lo sea -no tiene importancia-, porque la sabiduría no tiene nada que ver con la erudición. Jesús no fue un erudito; cualquier otro rabino de su tiempo era más erudito que Jesús. El Buda no fue un erudito; cualquier otro brahman pandit era más erudito que él. No sabía mucho acerca de los Vedas pero era un hombre sabio. El conocimiento llega a través de la memoria, la sabiduría llega a través de la meditación. El conocimiento le es posible hasta a una máquina. Por eso los ordenadores son eruditos, pero ningún ordenador puede ser sabio. ¿Has oído hablar de algún ordenador sabio? Erudito por supuesto, más erudito que el hombre, más eficiente, más habilidoso; con menos posibilidades de cometer errores; muy rápido, rapidísimo, instantáneo. Haces la pregunta y ya tienes la respuesta, pero ésta será aquella que se le ha introducido antes al ordenador. No puede ser nueva, no puede ser original, no puede ser sabia. No se relacionará contigo como persona, te dará simplemente una respuesta a la pregunta. Observa la diferencia.

Si tú vienes a mí, tu pregunta es menos importante, tú eres más importante. De hecho respondo a tu pregunta para responderte a ti; la pregunta es secundaria. Pero si vas a un ordenador, a un pandit, a un erudito, tú no eres importante, la pregunta tiene toda la importancia. Él responde a la pregunta. El erudito, el hombre de sabiduría responde al que pregunta. El erudito siempre será consistente. Tú preguntas: «¿Existe Dios?», y el erudito siempre tiene una respuesta definida. Si él cree que sí, dirá que sí. No le importa quién está haciendo la pregunta, en absoluto.

Un día le preguntaron al Buda: «¿Existe Dios?» y él dijo: «No». El mismo día, por la tarde, otro hombre le preguntó: «¿Existe Dios?» y él dijo: «Sí». Y ese mismo día, por la noche, un tercer hombre preguntó: «¿Existe Dios?» y el Buda se quedó callado. Ahora bien, esto no lo puede hacer un ordenador. O bien sabes o no sabes. El ordenador simplemente conoce la respuesta y la proporciona. ¿Por qué el Buda se comporta de modo diferente con tres personas? Su discípulo, Ananda, estaba muy molesto, no entendía el comportamiento del Buda. Naturalmente, había escuchado las tres respuestas. Por la noche le preguntó al Buda:

-No puedo dormir. Cuéntame por qué. La pregunta fue la misma. ¿Por qué contestaste de modo diferente? A uno le dijiste que no, a otro le dijiste que sí, al siguiente no le dijiste nada, simplemente te quedaste en silencio y cerraste los ojos. ¿Por qué? La pregunta fue la misma, exactamente la misma.

-Pero los que preguntaban eran diferentes -dijo el Buda-. Estaba contestando a los que preguntaban. Uno era un ateo, no creía en Dios. Había venido a reforzar sus convicciones. Quería que yo dijera que no para que su creencia pudiera hacerse más fuerte, y yo no puedo ayudar a la creencia de nadie. Tengo que destruir las creencias. A ese hombre le dije: «¡Sí, Dios existe!», porque a menos que las creencias sean debilitadas nadie llega a saber.

El otro hombre era un teísta, creía en Dios. Había venido a que le apoyara. No estoy aquí para apoyar las creencias de nadie. Estoy aquí para destruir todas las creencias para que la mente pueda ascender por encima de ellas hacia el saber. Por eso a él tuve que decirle algo diferente. ¡Tuve que decirle no!

Y el tercer hombre no era ni teísta ni ateo, de modo que no hacía falta ni un sí ni un no. Tuve que quedarme en silencio. Le estaba diciendo: "Entra en silencio y conocerás. Haz lo que estoy haciendo yo. Cierra los ojos, entra en silencio y conocerás". La pregunta es tal que no puede ser respondida con un sí o un no. La pregunta es tan profunda que sólo puedes conocer la respuesta cuando estás en un profundo silencio. Tú sólo conocerás cuando la pregunta haya desaparecido; entonces la respuesta surgirá en tu ser.

Esto es un hombre sabio. Esto no puedes esperártelo de un estudioso, de un pandit, de un ordenador, de una máquina.

El hombre sabio siempre es una maravilla, porque es indefinible, es misterioso. La presencia del hombre sabio te embarca en viajes lejanos, en viajes fabulosos. El hombre sabio ayuda a que tu asombro se fortalezca. No te proporciona conocimiento. Destruye tu conocimiento y libera tu asombro, te convierte de nuevo en un niño, llena tu ser de sorpresa, de poesía, de misterio, de canción.

Y la sabiduría es inagotable, porque ser sabio significa estar en conexión con la fuente infinita de la totalidad. Estar en Dios es ser sabio. Dios es inagotable.

El hombre sabio es un océano: puedes tomar tanto como puedas, nada se reduce, permanece igual que antes. No puedes reducir el infinito. El conocimiento es finito, es sólo una cantidad.

Si alguien dice: «Mi sabiduría proviene de los Vedas», lo entiendes; alguien dice: «Mi sabiduría viene del Antiguo Testamento», y lo entiendes; del Talmud, lo entiendes; pero si alguien dice: «Mi sabiduría no viene de ninguna parte», de repente hay un malentendido. El camello no puede entender el "ninguna parte", necesita que haya un determinado origen visible. Él vive en lo visible. Puede comprender el libro, pero no el corazón. Puede entender las teorías sobre Dios, pero no al mismo Dios.

Hay millones de camellos interesados en los libros. Van cargados con la Biblia, con la Gita. Memorizan la Gita. Van repitiendo la misma Gita una y otra vez, leen lo mismo una y otra vez. Creen en el libro. Aunque Krishna esté allí, seguirán leyendo el libro. Le dirán a Krishna: «No nos molestes». Si Cristo llega mientras estás leyendo la Biblia le dirás: «Estate quieto. Estoy leyendo el libro, ven más tarde. Éste no es el momento, estoy rezando».

Y no te rías; ésta es la situación. La gente cree en el libro demasiado. El libro se convierte en lo más importante, ¡la palabra se vuelve más importante que la verdad! ¡La palabra "dios" se ha vuelto más importante que el mismo Dios!

Por eso cuando él muere, «aquellos que habían estado a su lado, considerándose a sí mismos como sus herederos...».

¡No lo eran! Los camellos no pueden ser herederos. Sólo en el tercer estadio, cuando eres un niño, puedes ser heredero de tu maestro, no antes. Los camellos siguen diciendo sí, de modo que creen que pueden convertirse en sus herederos porque son muy obedientes. Pero no pueden porque no han aprendido todavía a decir que no.

La duda es un privilegio. A menos que hayas estado asimilando no serás capaz de convertirte en un león. Decir no, dudar, es un privilegio. Es una etapa más elevada que la creencia, porque cualquier cobarde puede tener la creencia. Para decir no y empezar a dudar se necesita coraje. Casi siempre es así: los denominados teístas están en un plano espiritual menor o más bajo que los ateos. El ateo está en un plano un poco más alto, a pesar de que lo niegue. Es un león.

Esa gente debe de haber seguido al maestro al pie de la letra. Y obviamente pensaban que eran los verdaderos herederos. Corrieron a abrir el libro. El maestro había estado allí durante muchos años con ellos y nunca lo abrieron, nunca miraron en su corazón, nunca lo entendieron. Nunca bebieron de su fuente, pero ahora el maestro ha muerto y su primera curiosidad es ir al libro y ver qué es lo que tiene escrito. Fíjate cómo la gente se queda aferrada a lo insignificante y a lo no esencial.

sábado, 6 de junio de 2015

QUÉ DEBERÍAS DECIR A TU HIJO (PARTE I)

Escucha este hermoso poema de Carl Sandburg.

Un padre ve a su hijo acercándose a su hombría.
¿Qué deberá decirle?
“La vida es dura; sé de acero, sé una roca”.
Y eso puede que le sirva para las tormentas,
y para el aburrimiento y la monotonía,
para guiarle en medio de las traiciones repentinas,
y atarlo en los momentos flojos.
«La vida es un barro suave; sé suave, no te compliques.»
Y esto también podría servirle.
Brutos han sido suavizados donde fallaron los latigazos.
El crecimiento de una frágil flor en una subida
ha quebrado y partido, algunas veces, una roca.
Un pensamiento contará. Del mismo modo el deseo.
Igual que un rico y suave desear.
Sin un rico desear nada llega.
Dile que demasiado dinero ha matado a hombres
y los ha dejado muertos años antes de su entierro;
y cuestiona que el lucro, más allá de unas sencillas
necesidades, ha convertido a hombres suficientemente buenos
a veces en perversos gusanos secos.
Dile que el tiempo puede gastarse como cualquier cosa.
Dile que se haga el tonto de vez en cuando,
y que no se avergüence por haberse hecho el tonto
y aprenda algo de cada tontería,
esperando no repetir ninguna de las tonterías baratas
sino llegando a una comprensión íntima
del número de tontos que hay en el mundo.
Dile que esté solo a menudo y que esté con él mismo.
Y por encima de todo, dile que no se mienta a sí mismo,
sean cuales sean las mentiras blancas y los frentes protectores
que podría usar con otra gente.
Dile que la soledad es creativa si él es fuerte
y que las decisiones finales se toman en habitaciones
silenciosas.

Dile que sea diferente de otra gente
si el ser diferente le surge natural y fácilmente.
Déjale que tenga días perezosos buscando sus motivos más
profundos.
Déjale que busque profundo en dónde ha nacido
naturalmente.

Entonces quizás entienda a Shakespeare
Y a los Wright Brothers, Pasteur, Pavlov,
Michael Faraday y a las mentes libres,
trayendo cambios a un mundo que no le gustan los cambios.
Estará lo suficientemente solo
para tener tiempo para el trabajo
que conoce como suyo.

Cada padre se encuentra con este problema: ¿qué le digo a mi hijo? Cada madre se enfrenta con este problema: ¿qué le enseño a mi hija? A todos los profesores les preocupa: ¿qué se le debe enseñar a la nueva generación? El pasado tiene muchos, muchos momentos de gloria, muchas cimas de comprensión, muchas conclusiones que hay que impartir al niño.

Como decíamos en lecturas anteriores, en la primera etapa todo el mundo tiene que ser un camello, decir sí, creer todo lo que le es dado, asimilar, digerir, pero esto es sólo al principio del camino, no al final.

La segunda etapa es complicada. La primera te la da la sociedad; por eso hay millones de camellos y muy pocos leones. La sociedad te deja sólo cuando te has convertido en un camello perfecto. Más allá de esto, la sociedad no puede hacer nada. Ahí es donde termina el trabajo de la sociedad, de la escuela, el colegio, la universidad. Te deja convertido en un camello perfecto con título.

Tú sólo te tienes que convertir en un león, recuérdalo. Si no decides volverte un león, nunca te convertirás en un león. Ese riesgo hay que tomarlo individualmente. Es una apuesta. Además es muy peligroso, porque volviéndote un león molestarás a todos los camellos que tienes a tu alrededor, y los camellos son animales a los que les gusta la paz; están siempre listos para transigir. No quieren que les molesten, no quieren que suceda nada nuevo en el mundo, porque todo lo nuevo molesta. Están en contra de los revolucionarios, de los rebeldes, y no en contra de grandes cosas, no te creas -no de Sócrates y de Cristo; ellos provocaron grandes revoluciones-, los camellos están asustados de cosas tan pequeñas que no te lo vas a creer.

He oído...

En diciembre de 1842, Adam Thompson, de Cincinnati, llenó la primera bañera en Estados Unidos. Las noticias acerca de la bañera de Thompson se propagaron rápidamente. Los periódicos dijeron que esta novedosa idea arruinaría la democrática simplicidad de la república...

Bueno, piensa en ello..., una bañera arruinando la integridad de la república democrática.

...los médicos predijeron reumatismo, inflamación de los pulmones, etc. Los sabios estuvieron de acuerdo en que bañarse en invierno produciría un declive de la robusta población. Filadelfia, la cuna de la libertad, trató de promulgar la prohibición de bañarse desde el primero de noviembre hasta el primero de marzo: Boston en 1845 ilegalizó el baño excepto por consejo médico; Hartford, Providencia, Wilmington y otras ciudades trataron de bloquear el hábito de bañarse poniendo unos precios muy elevados al agua. El estado de Virginia dio una buena bofetada al baño imponiendo un impuesto de 30 dólares al año para cada bañera introducida en el estado. Pero en 1922 ya se estaban manufacturando 889.000 bañeras al año. Pensar que en las vidas de gente que vive hoy todavía el hombre no sabía que el baño era bueno para él, coloca al hombre en una categoría de absoluta desconfianza respecto a su capacidad de juicio sobre cualquier materia.

Los camellos están sencillamente en contra de todo lo nuevo, no importa lo que sea. Podría tratarse sólo de una bañera, pero ellos racionalizarán su antagonismo.

En una parte de la antigua Grecia fue costumbre durante mucho tiempo que cuando un hombre proponía una nueva ley a la asamblea popular, lo hacía sobre una plataforma con una soga alrededor del cuello. Si la ley era aprobada le quitaban la soga, si fracasaba le quitaban la plataforma.

Los leones no son bien recibidos. La sociedad pone a los leones todo tipo de dificultades. Los camellos tienen miedo de esta gente. Entorpecen su comodidad, alteran su sueño, les crean preocupaciones. Provocan en los camellos el deseo de convertirse en leones; Ese es el auténtico problema.

¿Por qué fue crucificado Jesús? Su sola presencia... y muchos camellos empiezan a soñar en convertirse en leones y eso molesta su sueño, molesta su vida ordinaria, mundana.

¿Por qué fue apedreado el Buda? ¿Por qué no se le permitía entrar en las ciudades a Mahavira? ¿Por qué fue decapitado Mansur? Estas personas molestan; molestan su sueño, están rugiendo. El Buda llamó a sus sermones: «El rugido del León».

El primero, el estado del camello, te lo da la sociedad. El segundo tiene que ser alcanzado por el individuo. Alcanzándolo te conviertes en un individuo, te vuelves único. Dejas de ser un conformista, dejas de formar parte de la tradición. Abandonas el capullo: te conviertes en un gusano, empiezas a moverte.

El estado del león tiene estas características: independencia, capacidad de decir no, desobediencia, rebelión en contra del otro, de la autoridad, del dogma, de las escrituras, de la Iglesia, del poder político, del Estado. ¡El león está en contra de todo! Quiere sacudirlo todo y crear un mundo completamente nuevo, más cercano a los deseos de su corazón. Tiene grandes sueños y utopías en su mente. Mira enloquecido a todos los camellos, porque éstos viven en el pasado y el león empieza viviendo en el futuro. Se produce una gran brecha. El león anuncia el futuro, y éste sólo puede llegar si el pasado es destruido. Lo nuevo únicamente puede hacer su aparición en la existencia si lo viejo deja de existir y deja espacio para lo nuevo. Lo viejo tiene que morir para que lo nuevo sea. Por eso existe una continua lucha entre el león y el camello, y los camellos son la mayoría. El león aparece de vez en cuando, el león es una excepción, y la excepción sólo demuestra la regla.

Su característica es la falta de creencias, su característica es la duda. Adán prueba el fruto del conocimiento: nace la mente, el ser se convierte en un fenómeno definido. El camello no es egoísta, el león es muy egoísta. El camello no sabe nada del ego, el león sólo conoce el ego. Por eso siempre encontrarás que los revolucionarios, los rebeldes -poetas, pintores, músicos- son todos muy egoístas. Son bohemios. Viven su vida, hacen lo suyo. Los demás les importan un pimiento. ¡Deja que se vayan al infierno! Han dejado de formar parte de cualquier estructura, se han liberado de las estructuras. El movimiento, el rugido del león, será egoísta. Necesitan un ego muy grande para meterse ahí.

En Oriente encontrarás más camellos, en Occidente encontrarás más leones. Por eso parece más fácil rendirse en Oriente. Para la mente occidental rendirse parece muy difícil. Pero hay que recordar una cosa: a la mente oriental le resulta muy fácil rendirse; por eso su rendición carece de mucho valor. Él ya se ha rendido. No sabe cómo decir no, por eso dice sí. Para una mente occidental es muy difícil rendirse. Para la mente occidental rendirse es una lucha, pero cuando finalmente lo hace se produce una gran transformación, porque la rendición ha sido dura, costosa, una tarea penosa. En Oriente la rendición es barata, en Occidente es muy costosa. Sólo algunos valientes se lo pueden permitir.

Oriente se rinde porque ya no hay posibilidades de convertirse en un león. Es muy fácil rendirse, es cómodo formar parte de la muchedumbre, de las masas. Occidente ha creado el ego. Ha prestado más atención al león -la duda, la incredulidad, el ego-, pero cuando la mente occidental se rinde, hay realmente una gran transformación.

Cuando la mente oriental se rinde, continúa siendo un camello. Si la mente occidental se rinde, se abre una posibilidad. para que nazca "el niño". Cuando el león se rinde se convierte en el niño; cuando el camello se rinde sigue siendo un camello.

Por eso podría parecerte paradójico, pero si comprendes lo que te estoy diciendo no será tan difícil, y la paradoja dejará de parecértelo. Primero hay que enseñarle el ego a cada individuo, sólo así será capaz de abandonarlo. Todo individuo tiene que llegar a tener un ego muy cristalizado; sólo entonces sirve de algo abandonarlo, y no de otra forma.

EL primer estado, el del camello, es inconsciente. El segundo estado, el del león, es subconsciente; un poco más alto que el inconsciente. Unos pequeños vislumbres del consciente han empezado a entrar. El sol está saliendo y están entrando algunos rayos en la habitación donde estás durmiendo a oscuras. El inconsciente ya no es inconsciente. Algo se agita en el inconsciente; se ha convertido en subconsciente. Pero recuerda, el cambio no es muy grande de camello a león, como lo es ir del león al niño. El cambio es una especie de regresión. El camello empieza poniéndose cabeza abajo convirtiéndose en un león. El camello dice sí, el león dice no. El camello obedece, el león desobedece. El camello es positivo, el león es negativo. Hay que comprender que el camello ha estado diciendo sí muchísimas veces y ha estado negando el no; el no se acumula, y llega un momento en que quiere tomarse la revancha sobre el sí. Las partes negadas se quieren tomar la revancha. Entonces toda la rueda gira: el camello se pone boca bajo y se transforma en león.

La diferencia entre el camello y el león es grande, pero ambos existen en el mismo plano. El capullo está estático en un lugar; el gusano comienza a moverse, pero sigue en la tierra. Nace el movimiento pero el plano es el mismo. Lo primero es dado por la sociedad: ser un camello es un regalo de la sociedad. Ser un león es un regalo que te haces a ti mismo. A menos que te ames no serás capaz de conseguirlo. A menos que te quieras convertir en un individuo, único por derecho propio, a menos que tomes el riesgo de ir en contra de la corriente, no serás capaz de convertirte en un león.

Pero si entiendes el mecanismo..., el león se engendra en el mismo corazón del camello. Una y otra vez, diciendo sí y negando el no, el no se va acumulando. Y llega un día en que uno se harta de decir sí; sólo por cambiar, uno quiere decir no. Uno está harto de lo positivo, su sabor se ha vuelto monótono; uno quiere probar el no sólo por cambiar.

Así es como el camello, por primera vez, comienza a soñar con el león. Y una vez que has probado el no -la duda, la incredulidad-, no puedes volver a ser nunca un camello, por la libertad que te da, por la liberación.

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