sábado, 27 de octubre de 2012

EL MONO INTERNO

Lo primero que ha de entenderse es que la mente humana es de la cualidad del mono. No fue Darwin el que descubrió que el hombre proviene del mono. Ha sido una observación inmemorial el que la mente del hombre se comporta según las pautas de la mente de los monos. En pocas ocasiones se da el que uno trasciende su condición de mono. Cuando la mente se queda quieta, cuando la mente se vuelve silenciosa, cuando realmente no existe la mente en absoluto, uno trasciende el modelo simiesco.

¿Has visto a un mono sentado en silencio y quieto? ¡Imposible! Los monos siempre están comiendo algo, haciendo algo, balanceándose, de cháchara. Y eso es lo que tú estás haciendo. El hombre ha inventado muchas cosas. Si no hay nada que hacer, mascará chicle; si no tiene nada que hacer, fumará. Esas son ocupaciones estúpidas, ocupaciones de un mono. Algo ha de hacerse continuamente para que te mantengas ocupado.

¿A qué se debe este comportamiento simiesco? A una cosa: la mente no está nunca quieta. Y a menos que estés quieto, no puedes ver la verdad. Estás oscilando, temblando tanto, que nada puede ser visto. La clara percepción es imposible. Mientras meditas, ¿qué haces? Estás colocando al mono en la posición de quietud, de ahí las dificultades de la meditación. Cuanto más intentas aquietar la mente, más se revoluciona, más se envuelve en la confusión, más inquieta se vuelve.

Estás inquieto y tu inquietud necesita estar ocupada de una forma u otra. Y es debido a esto que, se diga lo que se diga contra el fumar, no se puede dejar. Únicamente en un mundo meditativo podría dejarse de fumar, de otro modo, no. Incluso si hay peligro de muerte, de cáncer, de tuberculosis, no puede dejarse, porque no es cuestión sólo de fumar, es cuestión de cómo liberar la inquietud.

La gente que canta mantras pueden dejar de fumar porque han encontrado un sustituto. Puedes cantar Ram, Ram, Ram, y esto se convierte en una especie de fumar. Tus labios trabajan, tu boca se mueve, tu inquietud se está liberando.

Pero básicamente es lo mismo; tu mente no puede permanecer descansando. Tu mente ha de hacer algo, no sólo cuando estás despierto sino cuando estás dormido. Mira algún día cómo duerme tu esposa o tu marido; siéntate durante tres horas en silencio y observa el rostro. Verás al mono, no al hombre. Incluso durante el sueño, prosigue. La persona está ocupada. El sueño no puede ser profundo, no puede ser realmente relajante porque el trabajo continúa. El día prosigue, no hay discontinuidad; la mente sigue funcionando de la misma manera. Hay una constante charla interna, un monólogo interno, y no hay que asombrarse de que te aburras. Te aburres a ti mismo. Todo el mundo parece aburrido.

La gente en su mayoría simplemente vegeta. No necesitas mirar a las caras de los demás, mírate tan sólo al espejo y descubrirás lo que significa vegetar. Ni estar vivo ni muerto. La vida es tan hermosa, la muerte es tan hermosa, el vegetar es repugnante.

Pero, ¿por qué estás tan agobiado? El constante parloteo de la mente disipa energía. El constante parloteo de la mente es una constante fuga en tu ser. La energía se pierde. Nunca acumulas suficiente energía para sentirte vivo, joven, fresco, y si no te sientes joven, vivo y fresco tu muerte será también un asunto aburrido.

Uno que vive intensamente, muere intensamente, y cuando la muerte es intensa, tiene Una belleza propia. Uno que vive totalmente, muere totalmente, y siempre que interviene la totalidad de uno hay belleza. La muerte es desagradable, no debido a sí misma sino porque nunca has vivido como debieras.

Si nunca has estado vivo, no te has ganado una bella muerte. Tiene que merecerse. Uno tiene que vivir de tal manera, tan plena y totalmente, que uno pueda morir totalmente, sin dividir. Vives parcialmente, por eso mueres parcialmente. Una parte muere, luego otra, luego otra y así tardas muchos años en morir. Todo el proceso se vuelve repugnante. La muerte sería bella si la gente estuviera viva. El mono que llevas dentro no te permite estar vivo, y este mono interno tampoco te permitirá morir de forma bella. Este constante parloteo debe ser detenido.

Continuamente estás haciendo combinaciones: haz esto, no hagas eso; construye esta casa, destruye esa otra; cambia de este a ese negocio porque en ese obtendrás más provecho; cambia esta esposa, este marido. ¿Qué es lo que estás haciendo? Sólo cambiando el orden establecido.

¡Qué ocurre' La vida no es imparcial, la vida no es parcial, la vida es totalmente indiferente a tus arreglos, no se preocupa de los arreglos que hagas. La vida es un regalo. Si cambias el orden, el conjunto no varía.

sábado, 20 de octubre de 2012

LA NECESIDAD DE DEMOSTRAR

Se necesita demostrar algo porque el amor no está presente. Y cuanto menos está, más necesitas demostrar. Cuando está ahí, tú no demuestras nada. Cuando un esposo llega a casa con un regalo para su esposa ella sabe que hay algo de extraño en ello. Debe de haberse pasado de la raya en algo, quizá debió haberse visto con otra mujer. Este regalo es la explicación, es un sustituto; el amor en sí es un regalo tan grande que no se necesita de regalo alguno. No es que el amor no te brinde presentes, sino que el amor en sí mismo es el mayor presente. ¿Qué más puedes pedir? ¿Qué otra cosa puedes ofrecer?

Pero cuando el marido siente que algo va mal, tiene que arreglarlo. Todo tiene que restablecerse, equilibrarse. Y ese es el problema. Las mujeres son tan intuitivas que saben inmediatamente; tu regalo no puede engañarlas. Es imposible, porque las mujeres viven todavía con su intuición, con su mente ilógica. Inmediatamente saltan y sabrán al instante que algo va mal, porque si no ¿a qué viene ese regalo?

Siempre que demuestras algo, demuestras tu pobreza interior. Si tu meditación se vuelve una demostración, tú no eres meditativo, porque dondequiera que lo real existe, es tal la luz que produce que no necesita de demostración alguna. Cuando tu casa está iluminada, cuando tiene luz, no necesitas ir a los vecinos y decirles, "Mirad, nuestra casa tiene una lámpara". Es obvio. Pero cuando tu casa está en la oscuridad intentas convencer a tus vecinos de que allí hay luz. Convenciéndoles, te convences a ti mismo. Esa es la razón por la que necesitas demostrarlo. Si el otro se convence, su convicción te ayudará a convencerte a ti mismo.

Cuando puedes convencer a otros de tu amor, tú mismo te convences. Pero si eres amor, no hay necesidad de ello, ¡lo sabes!

Cuando eres sabio, no hay necesidad de demostrarlo. Cuando sólo posees conocimiento, lo demuestras, convences a los demás, y cuando han sido convencidos, tú también te has convencido de que eres un hombre de conocimiento. Cuando eres sabio, no hay necesidad de ello. Incluso si nadie se lo cree, tú estás seguro de que tú sola presencia es prueba suficiente.

sábado, 13 de octubre de 2012

LA HONRADEZ

Todo lo que se hace, se hace surgiendo del amor. No eres honrado porque rinda el ser honrado, tú eres honrado porque la honradez es maravillosa.

Los hombres de negocios son honestos si la honradez les rinde provecho. Dicen: "La honradez es la mejor inversión". ¿Cómo puede uno destruir una cosa maravillosa como la honradez para convertirla en la mejor inversión? La inversión es política, la honradez es religión.

Un anciano estaba en su lecho de muerte. Llamó a su hijo y le dijo, "Ahora que me estoy muriendo, debo de contarte el secreto. Recuerda siempre dos cosas. Así es cómo yo triunfé. Primero, siempre que prometas algo, cúmplelo. Te cueste lo que te cueste, sé honesto y cúmplelo. Esta ha sido siempre mi base y es por esto por lo que triunfé. Y la segunda cosa es que nunca hagas promesas".

Para un negociante incluso la religión es una inversión, para un político incluso la religión es una inversión; todo es una inversión. Incluso el amor es una política. Los reyes, las reinas, nunca se casan con gente común. ¿Por qué? Es parte del negocio. Los reyes se casan con otras princesas, con reinas. Y la preocupación estriba en determinar cuál será la relación más ventajosa para el reino. Dos reinos establecerán relaciones de modo que se conviertan en amigos y no en contrincantes. Por eso, ¿con quién se debería de casar uno?

En la India, en los tiempos remotos, un rey podía desposar muchas mujeres, cientos, incluso miles. Era parte del juego político: se casaría con la hija de cualquiera que tuviera poder de modo que pudiera establecer una red de relaciones de poder. De esa forma la persona con cuya hija te casaras se convertiría en tu amigo, te ayudaría.

En los tiempos de Buda, la India tenía dos mil reinos, así que el mejor rey era el que poseyera dos mil esposas, una por cada reino. Así podría vivir en paz porque no tendría enemigos. Todo el país se convertiría en una familia. Pero, ¿cómo puede existir el amor con esa preocupación? El amor nunca entiende de consecuencias, nunca anhela resultados. Es suficiente en sí mismo.

Un sabio vive momento a momento, sin planear nunca. Sólo el ignorante planea, y cuando los ignorantes planean ¿qué pueden planear? Planean desde su ignorancia. Si no hubieran planeado hubiera sido mejor porque de la ignorancia sólo brota la ignorancia; de la confusión, sólo más confusión nace. Su vida es libre como una nube flotando en el cielo, sin meta, sin dirección. No tiene mapa alguno para el futuro, vive sin mapas, se mueve sin mapas; porque lo auténtico no es la meta, es la belleza del moverse. Lo auténtico no es el llegar, lo auténtico es el viaje en sí. Recuerda, lo auténtico es el viaje, el mismo viajar. Es tan bello, ¿por qué preocuparse de la meta? Y si estás demasiado obsesionado con la meta, te perderás el viaje, y el viaje en sí es vida, la meta sólo puede ser muerte.

El viaje es vida y es un viaje sin fin, te has estado moviendo desde el mismo comienzo, si es que hubo principio. Los que saben dicen que no hubo principio, por eso desde ese "no-principio" has estado en marcha, hasta el "no-fin" estarás en marcha, y si estás orientado hacia la meta, lo perderás. Lo total es el viaje, el camino, el camino eterno, sin comienzo y sin final. En realidad no hay meta; la meta ha sido creada por la mente astuta. ¿Hacia dónde se está moviendo toda la existencia? ¿Hacia dónde? No va a ninguna parte. Simplemente va, y el ir es tan hermoso, por eso es que la existencia no es algo pesado. No hay meta, no hay plan, ni propósito. No es un negocio, es un juego, es lila. El mismo moverse es la meta.

sábado, 6 de octubre de 2012

LA SINCERIDAD PERFECTA

Todas las garantías se ofrecen debido a la falta de sinceridad. Garantizas, prometes, dices: Esta es la garantía, haré esto.

Mientras ofreces la garantía, a cada instante la falta de sinceridad está presente.

La sinceridad perfecta no ofrece garantías porque la sinceridad perfecta es muy consciente, es consciente de muchas cosas. En primer lugar, el futuro es desconocido. ¿Cómo puedes garantizar algo? La vida cambia a cada momento, ¿cómo puedes pues prometer? Toda garantía, todo prometer puede referirse sólo a este mismo instante, no al siguiente. Para el próximo instante no puede decirse nada. Tienes que esperar.

Si por ejemplo, eres realmente sincero y amas a una mujer, no le puedes decir, "Te querré toda mi vida". Si lo dices, eres un mentiroso. Esta garantía es falsa. Pero si amas, este momento es suficiente. La mujer no te pedirá que sea para toda la vida. Este momento, si el amor está presente, es tan pleno que un instante es suficiente para muchas vidas. Un solo instante de amor es la eternidad; ella no pedirá más. Pero ahora ella pide porque no hay amor. Por eso pregunta, "¿Qué garantía tengo? ¿Me amarás siempre?".

En este instante no hay amor y ella pide una garantía. En este instante no hay amor y tú lo garantizas para el futuro, porque sólo con una garantía puedes engañar en este instante. Puedes crear un bello cuadro del futuro en el que esconder el feo cuadro del presente. Dices, "Sí, te amaré siempre y para siempre. Ni la muerte nos separará". ¡Qué tontería! ¡Qué falta de sinceridad! ¿Cómo puedes decir esto?

Puedes decir esto y hacerlo tan fácilmente porque no eres consciente de lo que estás diciendo. El próximo momento es desconocido; ¿a dónde nos conducirá?, nadie lo sabe, ¿qué sucederá?, nadie lo sabe, nadie puede saberlo.

El no saber forma parte del juego futuro. ¿Cómo puedes garantizar algo? A lo sumo puedes decir, "Te amo en este instante, y en este instante siento que es un sentimiento de este instante que ni la muerte puede separamos. Pero es un sentimiento de este instante.

No es una garantía. En este momento siento que te puedo decir que siempre te querré, pero es un sentir de este momento, no es una garantía. Lo que pueda suceder en el futuro, no lo conoce nadie. No sabemos ni del momento presente, de modo qué ¿cómo vamos a saber de otros momentos? Tendremos que esperar. Tendremos que confiar en que suceda, en que te ame siempre y para siempre, pero esto no equivale a una garantía".

La sinceridad perfecta no ofrece garantía alguna. La perfecta sinceridad es tan sincera que no puede prometer: da lo que tenga que dar aquí y ahora. La sinceridad perfecta vive en el presente, no tiene idea del futuro.

La mente se mueve en el futuro, el ser vive aquí y ahora. Y la perfecta sinceridad pertenece al ser, no a la mente. El amor, la verdad, la meditación, la sinceridad, la simplicidad, la inocencia, todo ello pertenece al ser. Lo opuesto pertenece a la mente y para ocultar lo opuesto, la mente crea monedas falsas: falsa sinceridad, la cual, garantiza, promete; falso amor, que es tan sólo otro nombre para el deber; falsa belleza, que es una fachada para la fealdad interior. La mente crea falsas monedas, y nadie es engañado, recuérdalo, excepto tú mismo.

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