sábado, 31 de enero de 2015

EL SUFISMO (PRIMERA PARTE)

Es un mundo, pero no una visión del mundo. Es una trascendencia, pero no una filosofía de la trascendencia. No predica ninguna teoría, sencillamente te da consejos prácticos.

El sufismo no es especulativo. Es absolutamente realista, pragmático, práctico. Es práctico, no es abstracto. Por eso no es una visión del mundo. Y tampoco sistematiza el conocimiento, porque no es una doctrina.

Una doctrina es una explicación completa de la existencia. El sufismo no es una doctrina; no tiene una explicación para la existencia, es un camino hacia los misterios de la existencia. No te explica nada, simplemente apunta a lo misterioso. Te guía hacia lo misterioso. El sufismo no desmitifica la existencia. Todas las doctrinas lo hacen: su trabajo consiste en hacer conocido lo desconocido, destruyendo el misterio, destruyendo el milagro. El sufismo te conduce de un milagro a otro, profundizando en la maravilla.

No es una doctrina, porque no da una explicación completa de nada, sólo te da pistas muy pequeñas, momentos de intuición. No hila y teje filosofías; hila y teje historias, anécdotas, metáforas, parábolas, poesías. No es una metafísica, son metáforas. Es un dedo apuntando a la luna. No puedes entender la luna analizando el dedo. Pero si sigues la dirección con interés, si estás en armonía, entonces llegarás a ver la luna. El dedo no es la luna, el dedo no puede ser la luna, sin embargo puede señalar el camino.

Las historias sufíes no son filosóficas. Son sólo suaves indicios, susurros. El sufismo no grita, sólo susurra. Naturalmente, sólo aquellos que están listos para escuchar con interés -no sólo con interés sino con empatía-, sólo aquellos que están dispuestos a abrir sus corazones confiando y rindiéndose pueden en¬tender lo que es el sufismo. Sólo aquellos que son capaces de amar pueden entender qué es el sufismo.

¿Cuál es su mensaje? No es un análisis lógico, ni es tan ilógico como el zen. El sufismo dice que ser lógico es un extremo, y ser ilógico, el otro. El sufismo está a medio camino, ni lógico ni ilógico. No se inclina ni a la izquierda ni a la derecha. No es absurdo. No es lógico como Sócrates y no es absurdo como Bodhidharma. Se dice que Bodhidharma y Sócrates sólo parecen diferentes, pero que sus perspectivas son iguales. De hecho Bodhidharma es más lógico que Sócrates; por eso tropieza con la ilógica. Si vas siguiendo la línea de la lógica, antes o después llegas a un punto en el que ves que la lógica se acaba, pero el viaje continúa. Bodhidharma es un Sócrates que ha hecho todo el camino y ha llegado a ese extremo donde termina la lógica pero la vida continúa. Bodhidharma parece diferente pero su perspectiva es socrática; es intelectual.

El zen está en contra del intelecto, pero estar en contra del intelecto es seguir siendo intelectual. El zen es una antifilosofía, pero ser antifilosófico es ser filosófico: esa es tu filosofía. El sufismo evita los extremos. Sigue el punto medio, el medio exacto, el término medio.

En el zen la palabra clave es, "atención". En el sufismo la palabra clave es "de corazón". Recuerda esto; te aclarará dónde difieren. El zen está en contra de la mente, pero va más allá de la mente a través de ella.

El sufismo no está en contra de la mente, al sufismo la mente le es completamente indiferente. El sufismo está enfocado en el corazón; simplemente no se preocupa de la mente. Es de corazón. Si, al sufí también le ocurre un cierto tipo de despertar. Si llamamos a un despertar en el zen satori, despertar de la mente, entonces tendremos que acuñar un término para el despertar sufí: "despertar del corazón".

El camino del sufí es el camino del amante. El ca¬mino del zen es el camino del guerrero, del samurai. Y por esta diferencia básica en la perspectiva...

Ambas usan cuentos. El zen utiliza los cuentos y el sufismo también, pero sus cuentos tienen un sabor diferente, un tono diferente. El cuento zen es absurdo, es un acertijo, y un acertijo que no puede ser resuelto.

Puedes intentarlo, pero nunca serás capaz de resolverlo. Esa insolubilidad es intrínseca al cuento zen. Tiene que ser absurdo porque es un truco para destruir tu mente, para hacer temblar tu mente. Es una espada... para matar tu mente. Casi te vuelve loco, porque parece que no tiene ninguna solución y tienes que seguir meditando sobre la historia. Es un truco para meditar. La mente da muchas soluciones, pero todas ellas son rechazadas por el maestro. El discípulo llega, día tras día, con nuevas soluciones, y el maestro sigue gritándole: «¡Esto es un disparate! ¡Continúa buscando!».

A veces pasan meses, a veces años, y entonces llega el momento en que el discípulo ve que no hay solución. Y ten en cuenta, si simplemente crees que no hay solución entonces no has entendido la cuestión. Te has dado cuenta de que no existe una solución. En ese estado de no solución, de no conclusión, se produce una trascendencia, un salto, un salto cuántico, has ido más allá de la mente a través de la mente. El cuento zen funciona como una espada que corta el nudo de la mente.

El cuento sufí no es un acertijo, es una parábola. No es una conmoción, no es una espada; es persuasión, es seducción. Es el camino del amante. Es suave, delicado y femenino. El zen es muy masculino, el sufismo es femenino. La historia zen te vuelve loco: a través de la creación de un estado enloquecido de la mente te ayuda a ir más allá. ¡Te vuelve loco! La historia sufí te intoxica poco a poco, pero inevitablemente.

En la historia sufí hay poesía, hay un ritmo. La historia sufí tiene que ser contemplada, no hay que meditar sobre ella como ocurre con la historia. La historia sufí tiene que ser embebida, saboreada como una taza de té, disfrutada en una actitud relajada. La historia zen tiene que ser penetrada con una mente muy concentrada, con una actitud muy tensa, con intensidad. Tienes que enfocar todas tus energías en la historia y olvidarte de todo el mundo; sólo existe ese cuento pequeño y absurdo. Y sabes que no tiene solución, y aun así tienes que poner toda tu energía en él. Y mientras tanto sabes que es absurdo, que no te va a conducir a ningún lado, pero el maestro te dice: «¡Reflexiona! ¡Concéntrate! ¡Presta atención!
¡Fíjate en el acertijo del cuento!».

El cuento sufí tiene que ser escuchado simplemente como un cuento. Los sufíes son grandes contadores de cuentos. Beben té o café, se sientan juntos en un lugar agradable, cálido. Comienza el cuento, el maestro es quien lo cuenta. Y el cuento sólo da vislumbres, pistas, pero muy potentes, muy penetrantes. Todo lo que se requiere por parte del discípulo es que escuche, no atentamente sino con interés, con un corazón abierto, sin ninguna tensión. Hay que disfrutar del cuento.

Cuando lo disfrutas te revela sus misterios. (CONTINUARÁ)

sábado, 24 de enero de 2015

ESTAR VACÍO

Estando vacío, comprenderás; no hay otra forma de comprender. Lo que quieras comprender, se eso, porque esa es la única forma de alcanzarlo. Intenta ser un hombre ordinario, nadie, sin nombre, sin identidad, sin nada que exigir, sin ningún poder que forzar sobre los demás, sin ningún esfuerzo por dominar, sin ningún deseo de poseer, tan sólo siendo una no entidad. Inténtalo, ¡y mira lo poderoso que te vuelves! ¡Qué lleno de energía y qué rebosante! Tan poderoso que puedes compartir tu poder. Tan lleno de dicha que puedes dársela a muchos, a millones. Y cuanto más das, más te enriqueces. Cuanto más compartes, más creces. Te conviertes en una corriente.

Buda dice que todo existe en relación: todo es relativo, no algo absoluto, sustancial. Por ejemplo: tú eres pobre, yo soy rico. ¿Es algo sustancial o sólo una relación? Puede que yo sea pobre en relación a otra persona, y puede que tú seas rico en relación a alguna otra persona. Incluso un mendigo puede ser rico en relación a otro mendigo; hay mendigos ricos y mendigos pobres. Un rico es pobre en comparación con otro más rico. Tú eres pobre ¿es tu pobreza existencial o sólo una relación? Es un fenómeno relativo. De no existir nadie con el que relacionarte, ¿qué serás? ¿Rico o pobre?

Piensa: de pronto toda la humanidad desaparece y te quedas sólo en la Tierra, ¿qué serás: rico o pobre? Simplemente serás tú, ni rico ni pobre, porque ¿cómo comparar? No hay un Rockefeller con quien compararse. No hay mendigos con los que compararse. ¿Serás guapo o feo cuando estés solo?: Ninguno de los dos; simplemente serás tú. Sin nada con lo que compararte, ¿cómo vas a ser feo o guapo?

Y así con la belleza y la fealdad, la riqueza y la pobreza, y con todas las demás cosas.

¿Eres sabio o tonto? ¿Tonto o sabio?: ¡Ninguno de los dos! Así que Buda dice que todas estas cosas existen en relación. No son existenciales.

Son sólo conceptos.

¡Y estamos tan preocupados con cosas que no son! Estás demasiado preocupado de si eres feo. Estás demasiado preocupado de si eres guapo. Y te preocupas por algo que no existe.

Algo relativo no es. Es sólo una relación, como si hubieras dibujado algo en el cielo, una flor de aire. Incluso una burbuja en el agua es más sustancial que las relatividades. ¿Quién eres si estás solo? El ser alguien llega en relación con alguien.

Eso significa: ser nadie es estar en la naturaleza; ser nadie es estar en la existencia.

Y estás solo, recuerda. La sociedad sólo existe fuera de ti. En lo profundo de tu interior estás solo. Cierra los ojos y mira si eres bello o feo: ambos conceptos desaparecen; dentro no hay belleza ni fealdad. Cierra los ojos y contempla quién eres. ¿Respetado, no respetado? ¿Moral, inmoral? ¿Joven, viejo? ¿Negro, blanco? ¿Amo o esclavo? ¿Quién eres? Cierra los ojos y en tu soledad caen todos los conceptos. No puedes ser nada. Entonces surge el vacío; todos los conceptos han sido anulados. Sólo permanece tu existencia.

Ésta es una de las meditaciones más profundas que descubrió Buda: SER NADIE. Y esto no hay que forzarlo. No tienes que pensar que eres nadie, tienes que darte cuenta de ello; si no, tu "nadiedad" será demasiado pesada. No tienes que pensar que eres nadie, simplemente tienes que darte cuenta de que todas las cosas que piensas que eres son relativas.

Y la Verdad absoluta no es relativa. La Verdad no es relativa. No depende de nada, simplemente está ahí. Así que descubre la Verdad dentro de ti y no te preocupes por las relaciones. Las relaciones difieren, las interpretaciones difieren. Y si las interpretaciones cambian, tú cambias.

Cuando algo está de moda, si lo usas, eres moderno, apreciado. Si ha pasado de moda y lo usas, estás desfasado, no eres respetado. Hace cincuenta años algo estaba de moda y habrías sido moderno. Cincuenta años después puede ponerse de moda otra vez y entonces de nuevo serás moderno. Ahora mismo está pasado de moda. ¿Pero quién eres tú? ¿Modas cambiantes? ¿Conceptos cambiantes? ¿Relatividades?

Recuerda esto: lo que cambia es relativo y lo que permanece sin cambiar es absoluto; y tu ser es absoluto, no es parte de la relatividad.

Si comprendes bien este punto de vista, si reflexionas y meditas sobre él, de pronto se hace la luz en tu interior y ves que todo está vacío.

Piensa en un sublime vacío, porque a veces tú también te sientes vacío pero ello no es sublime. A veces tú también te sientes vacío, pero no es un vacío extático: es una depresión, un vacío negativo, no un vacío positivo. Debes recordar esta distinción.

Un vacío negativo significa que te sientes fracasado, sin comprender. Has intentado alcanzar algo en el mundo y no lo has alcanzado. Te sientes vacío porque no pudiste conseguir lo que deseabas: no pudiste con¬seguir la mujer que querías y te sientes vacío; el hombre tras el que andabas escapó y te sientes vacía; el éxito con el que soñabas no llegó y te sientes vacío. Este vacío es negativo: es tristeza, depresión, un estado de mente deprimido. Si te sientes vacío de esa forma, recuerda, las flores no lloverán sobre ti. Tu vacío no es real, no es positivo. Aún estás tras las cosas, y por eso te sientes vacío. Aún estás tras el ego: querías ser alguien y no pudiste, Es un fracaso, no una comprensión. Así que recuerda: si renuncias al mundo por un fracaso, no hay verdadera renuncia, no es verdadero. Si renuncias al mundo a través de la comprensión, eso es totalmente diferente. No renuncias como un esfuerzo triste y frustrante. No lo haces como un suicidio.

Seguramente conocerás la fábula de Esopo.

Pasaba una zorra y había uvas, pero la viña estaba en lo alto de un árbol. La zorra las intentó atrapar una y otra vez, pero estaban fuera de su alcance, así que se fue diciendo: "No merecen la pena, todavía no están dulces y maduras. Son amargas". No pudo alcanzarlas, pero para el ego es difícil aceptar que "soy un fracaso". En vez de reconocer: "He fracasado, estaban fuera de mi alcance", el ego dirá: "No valían la pena".

Los mal llamados santos, en su mayoría, son iguales a la zorra de Esopo. Han renunciado al mundo no porque comprendieran su futilidad, sino porque eran unos fracasados y el mundo estaba más allá de su alcance, y así están llenos de rencor y quejas, si vas con ellos, encuentras que dicen: "La riqueza es suciedad, y, ¿qué es una mujer hermosa? ¡Nada excepto huesos y sangre!". Pero, ¿a quién están tratando de convencer?: tratan de convencerse a sí mismo de que las uvas son agrias y amargas.

¿Por qué hablar de mujeres cuando has dejado el mundo? ¿Y por qué hablar sobre la riqueza cuando no estás interesado en ella? Ello demuestra que todavía existe un profundo interés; aún no puedes aceptar el fracaso, y la comprensión no ha surgido.

Siempre que estás en contra de algo, recuerda, no ha surgido la comprensión: porque en la comprensión los pros y los contras desaparecen. En la comprensión no eres hostil al mundo. En la comprensión no condenas al mundo y a la gente. Si sigues condenando, tu condena evidencia que hay una herida en alguna parte y que te sientes celoso; porque sin celos no puede haber condena. Condenas a la gente porque de alguna forma, en alguna parte, inconscientemente, sientes que están disfrutando y que tú te lo has perdido. Sigues diciendo que este mundo es sólo un sueño, pero si es realmente un sueño, ¿por qué insistir en que es un sueño? Nadie insiste sobre los sueños. Te despiertas por la mañana y sabes que tu sueño fue un sueño y se acabó. No vas diciendo a la gente que cualquier cosa que sean es un sueño.

Recuerda un truco de la mente: tratas de convencer de algo a la gente tan sólo para convencerte a ti mismo, porque cuando el otro se siente convencido, tú te sientes bien.

El vacío negativo es inútil. Es simplemente la ausencia de algo. El vacío positivo es la presencia de algo, no la ausencia, por eso el vacío positivo se convierte en poder. El vacío negativo se convierte en un estado mental triste, deprimido: simplemente te derrumbas hacia adentro, eso es todo. Sintiéndote fracasado, sintiéndote descorazonado, sintiendo por todas partes el muro que no puedes cruzar, sintiéndote impotente, tu reacción será censurar y condenar.

Pero eso no es crecimiento, eso es una regresión. Y en lo profundo no puedes florecer, porque sólo la comprensión florece, nunca la depresión, y si tú no puedes florecer, la Existencia no va a llover flores sobre ti. La Existencia simplemente te responde. Cualquier cosa que seas, la Existencia te da más de eso. Si dentro de tu ser florecen muchas flores, más flores lloverán sobre ti. Si tienes una profunda depresión, la Existencia también incidirá en tu depresión. Lo que eres llamará a la puerta. Lo que eres te será devuelto multiplicado.

Así que se cuidadoso y estate alerta. Y recuerda, un vacío sublime es un fenómeno positivo, No se es un fracasado: simplemente se mira y se comprende que los sueños no pueden cumplirse. Y entonces no hay tristeza en absoluto, sino la felicidad de haber llegado a esta comprensión de que los sueños no pueden cumplirse. Uno nunca se siente deprimido, desesperanzado, simplemente se siente feliz y dichoso porque ha llegado a una comprensión: ahora no intentaré lo imposible; ahora no intentaré lo inútil. Y uno nunca dice que el objeto del deseo sea malo; cuando estás en el sublime vacío positivo dices que el deseo es erróneo, no el objeto del deseo. Ésta es la diferencia.

En el vacío negativo ves el objeto del deseo como erróneo, así que tratarás de cambiarlo por otro objeto.

Si el objeto erróneo es la riqueza o el poder, lo dejarás y harás que el objeto sea Dios, la liberación, el cielo, etcétera.

Si el vacío es perfecto y sublime y positivo, no ves el objeto como erróneo, simplemente ves que ese deseo es fútil; los objetos están bien, pero el deseo es fútil. Entonces no cambias tu deseo de un objeto a otro objeto; simplemente abandonas el deseo mismo.

No deseando, floreces. Deseando, te vuelves más y más paralizado y muerto.

Vacío pero feliz, vacío pero lleno; vacío pero sin que falte nada, vacío pero rebosante; vacío pero en calma, en casa.

Tu vacío negativo es como la oscuridad; el vacío sublime es como la luz, es como un sol naciente. El vacío negativo es como la muerte. El vacío sublime es como la vida, la vida eterna; es dicha.

Permite que ese estado penetre más y más profundo en ti. Ve y siéntate bajo los árboles. Simplemente siéntate, sin hacer nada. ¡Todo se detiene! Cuando tú te detienes, todo se detiene. El tiempo no se moverá, como si de pronto el mundo hubiera llegado a una cima donde no hay movimiento. Pero no tengas la idea de que "ahora estoy vacío", si no lo perderás. E incluso si los dioses comienzan a llover flores sobre ti, no prestes mucha atención.

sábado, 17 de enero de 2015

PERMANECER EN EL NO-SER

Cuanto más triunfes en ser alguien, más errarás. Esto es lo que buscamos en el mundo; anhelas riquezas. ¿Por qué? Porque con riquezas te haces alguien. Anhelas prestigio y poder. ¿Por qué? Porque con poder y prestigio no eres ordinario. Anhelas aprender, tener erudición, adquirir conocimientos. ¿Por qué? Porque con conocimientos tienes algo de lo que estar orgulloso.

Si tú mismo estás golpeando demasiado tu tambor, no hay necesidad de que los dioses lluevan flores sobre ti: ya tú estás arrojando flores sobre ti mismo. Cuando dejas de enorgullecerte de todas las cosas, de pronto toda la existencia empieza a enorgullecerse de ti. Dice Jesús, "Los que son los primeros en este mundo serán los últimos en el Reino de Dios. Y los que son los últimos serán los primeros".

Sucedió una vez que un hombre muy rico murió el mismo día en que también había muerto un mendigo en la ciudad. El nombre del mendigo era Lázaro. El rico fue directamente al infierno y Lázaro directamente al cielo. El rico miró hacia arriba y vio a Lázaro sentado junto a Dios y gritó al cielo: "Parece que algo ha ido mal. ¡Yo debería estar ahí y este mendigo debería estar aquí!". Dios se rió y dijo: "Los últimos serán los primeros, y los primeros serán los últimos. Tú has disfrutado suficiente siendo el primero, ahora deja que Lázaro disfrute un poco".

Y el rico tenía mucho calor (por supuesto, en el infierno aún no hay aire acondicionado), un calor abrasador. Tenía mucha sed y no había agua. Así que gritó de nuevo y dijo: "Dios, por favor, al menos envía a Lázaro con un poco de agua, tengo mucha sed".

Y Dios dijo: "Lázaro tuvo sed muchas veces, casi muriendo en tu puerta, y tú nunca le diste nada. Se estaba muriendo, hambriento en tu puerta, y aunque dabas una fiesta cada día con muchos invitados, a él siempre le echaban de la puerta tus criados, porque los invitados eran poderosos: políticos, diplomáticos, hombres ricos; y un mendigo era inoportuno. Tus criados le perseguían cuando tenía hambre, mientras que la gente que estaba invitada se saciaba. Tú nunca miraste a Lázaro. Ahora es imposible".

Y se dice que Lázaro se rió.

Ésta se convirtió en una profunda historia sobre la que reflexionaron muchos místicos cristianos. Fue como un koan zen, y en los monasterios cristianos se han estado preguntando una y otra vez por qué se rió Lázaro.

Se rió de lo absurdo de las cosas. Nunca había sabido que un don nadie como él, un leproso, un mendigo, entraría alguna vez en el cielo. No podía creer que esto sucediera. Y tampoco podía creer lo contrario: que un rico, el más rico de la ciudad, iría al infierno. Se rió.

Y Lázaro aún se ríe. Y también se reirá cuando tú mueras: si eres alguien se reirá, porque serás expulsado. Si eres nadie, ordinario, se reirá, porque serás recibido.

En este mundo, porque existe el ego, todas las valoraciones pertenecen al ego. En el otro mundo, en la otra dimensión, las valoraciones pertenecen al no ego. De ahí, el énfasis de Buda en no ser, nadie. El dijo: "Ni siquiera creas 'Soy un alma', porque también eso puede convertirse en un ego sutil. No digas soy el Ser Supremo'. Ni siquiera digas eso, porque el Yo es muy astuto. Puede engañarte. Te ha engañado durante muchas, muchas vidas y puede seguir engañándote. Simplemente di: 'No soy' y permanece en ese no-ser, permanece en esa na¬da, vacíate del ser".

Hay que deshacerse del ser. Una vez que se ha arrojado al ser, no falta nada.

Tú no conoces el poder del vacío. No conoces el poder de estar totalmente ausente por dentro. Tú sólo conoces la pobreza del ego.

Pero intenta comprender. ¿Te has sentido alguna vez realmente poderoso con el ego? Con el ego siempre te sientes impotente. Por eso dice el ego: "Engrandece un poco más tu imperio para que te puedas sentir poderoso; no, esta casa no basta, es necesaria una casa más grande; no, este balance bancario no basta, es necesario un balance bancario mayor; no, esta fama, no basta, un poco más". El ego siempre pide más. ¿Por qué? Si es poderoso, ¿por qué seguir pidiendo más? El mero anhelo de más, muestra, que el ego se siente impotente. Tienes un millón de rupias y eres impotente. El ego dice: "No, un millón no es suficiente, ten diez millones de rupias". Y yo os digo: con diez millones de rupias serás diez veces más impotente, eso es todo. Y entonces el ego dirá: "No, esto no es suficiente”.

Nada es suficiente para el ego. Esto prueba tan sólo que eres impotente, que careces de poder. Cuanto más poder ganas, con menos poder te siente por contraste. Cuanto más rico te haces, más pobre te sientes. Cuanto más sano, más temeroso de la muerte; cuanto más joven, más sientes que la vejez se acerca.

El opuesto está a la vuelta de la esquina, y si tienes un poco de inteligencia verás que el opuesto está alcanzándote, atenazándote el cuello. Cuanto más bello eres, más sientes tu fealdad interna.

Realmente el ego nunca es poderoso. Sólo sueña con el poder, piensa en el poder, reflexiona sobre el poder; pero son sólo sueños y nada más. Y los sueños están ahí sólo para ocultar la impotencia que hay dentro de ti, pero no pueden ocultar la realidad. Hagas lo que hagas, desde aquí o desde allá, de nuevo la realidad llega y destroza todos los sueños.

El ego es la cosa más importante del mundo. Pero nadie se da cuenta de ello, porque el ego sigue pidiendo más, nunca te permite detenerte a mirar la situación. Antes de que te des cuenta, te empuja más y más hacia adelante en algún sitio. La meta siempre está en algún sitio cerca del horizonte. Y está tan cerca que piensas: "Para el anochecer la alcanzaré".

El anochecer no llega nunca.

El horizonte permanece siempre a la misma distancia. El horizonte es una ilusión. Todas las metas del ego son sólo ilusiones. Pero te dan esperanza, Y tú sigues sintiendo: "Un día u otro me haré poderoso". Ahora mismo permaneces sin poder, impotente, inferior; pero en el futuro, en la esperanza, en el sueño, te haces poderoso. Debes ser consciente de que muchas veces, sentado en tu silla, empiezas a soñar despierto: te has convertido en el emperador de todo el mundo o en el Presidente de los Estados Unidos, e inmediatamente empiezas a disfrutarlo. Todo el mundo te mira, te has convertido en el punto focal de la atención de todo el mundo. Así ese sueño te estimula, te intoxica. Si sueñas así, caminarás de forma diferente. Esto es lo que le está sucediendo a lodo el mundo.

Tu potencial permanece en los sueños, tú permaneces impotente.

La verdad es justo lo opuesto: cuando no la buscas, viene; cuando no la pides, te es dada; cuando no la anhelas, está ahí; cuando no vas al horizonte, de pronto te das cuenta de que siempre ha sido tuya, aunque nunca la viviste. Está ahí dentro, y tú la buscas fuera. Está ahí dentro de ti y tú vas fuera. La estás llevando. El poder más supremo, lo Divino mismo, está en ti. Y tú estás buscando aquí y allá como un mendigo.

sábado, 10 de enero de 2015

LA TOTALIDAD

Somos parte de la Totalidad y la Totalidad no es indiferente a nosotros, no puede serlo. ¿Cómo va a ser una madre indiferente a su hijo? Es imposible. Cuando el niño crece, la madre también crece con él. Cuando el niño es feliz la madre también es feliz con él. Cuando el niño danza, algo danza también en la madre. Cuando el niño está enfermo, la madre está enferma. Cuando el niño es desdichado, la madre es desdichada. Porque no son dos; son uno. Sus corazones laten a un mismo ritmo.

La Totalidad es tu madre. La Totalidad no es indiferente a ti. Permite que esta verdad penetre en tu corazón tan profundamente como sea posible, porque incluso esta consciencia de que la Totalidad se siente feliz contigo, te cambiará. Entonces ya no estás alienado, ya no eres un extranjero aquí. Ya no eres un vagabundo, sin hogar, porque todo es un hogar. Y la Totalidad es tu madre, te cuida, te ama. Así que es natural que cuando alguien se convierte en un Buda, y alcanza la cima suprema, toda la existencia danza, toda la existencia canta, toda la existencia lo celebra. Es literalmente verdad. No es una metáfora, recuerda, de otra forma errarás toda la cuestión.

La existencia continúa la celebración infinitamente, por todos los Budas que han sido, por todos los Budas que están siendo, y por todos los Budas que serán, porque para la Existencia no hay pasado, presente y futuro. Es una continuidad. Es eternidad. Sólo existe el ahora, el ahora infinito.

La primera verdad es que a la Existencia le importa lo que te sucede. La existencia está orando continuamente para que te suceda lo Supremo. De hecho, tú no eres otra cosa que una mano extendida por la Totalidad para alcanzar lo supremo. No eres otra cosa que una ola que viene de la Totalidad para tocar la luna. No eres otra cosa que una flor abriéndose, para que la Totalidad se llene de fragancia a través tuyo.

Éste es uno de los hechos básicos. Sin darse cuenta de ello no hay posibilidad de confianza. Sin ello no hay posibilidad de que alguna vez alcances la Verdad. A no ser que la Totalidad te ayude, no hay posibilidad de que la alcances. ¿Cómo vas a alcanzarla? Y ordinariamente nuestras mentes piensan justo lo contrario. Pensamos en la Totalidad como en el enemigo, no como el amigo, nunca como la madre. Pensamos en la Totalidad como si la Totalidad estuviera tratando de destruirnos. Miramos a la Totalidad a través de la puerta de la muerte, no a través de la puerta del nacimiento. Pareciera como que la Totalidad está contra ti, luchando contigo, no permitiéndote alcanzar tus metas y propósitos, no permitiéndote tu plenitud. De aquí que continúes haciéndole la guerra continuamente. Y cuanto más luchas, más verdadera te parece tu falsa idea; porque si luchas, tu propia lucha te retorna reflejada en la Totalidad.

La Totalidad te apoya, recuerda. Incluso cuando luchas, la Totalidad te apoya. Incluso cuando luchas y estás equivocado, la Totalidad de apoya. Ésta es la segunda verdad que hay que comprender bien. Si no lo comprendes, te será difícil continuar. Incluso cuando luchas con la Totalidad, la Totalidad te apoya; porque la Totalidad no puede hacer otra cosa que apoyar. Si te descarrías, aún la Totalidad te cuida. Incluso si te descarrías, la Totalidad va contigo. Si un niño se descarría, la madre aún se interesa por él. Si el niño se vuelve un ladrón y está enfermo, la madre aún le cuidará, nunca le dará veneno. Si el niño se descarría completamente, por el mal camino, la madre aún orará por él. Ese es el significado de la historia de Jesús sobre los dos hermanos.

Uno de ellos se fue, lejos del padre, descarriado, se gastó su parte de herencia y se convirtió en un mendigo, un jugador, un borracho. El otro permaneció con el padre, ayudó en los negocios, trabajó en la granja y en los jardines, incrementó la heredad, ayudó en todas las formas, sirvió al padre con un espíritu de entrega. Y cuando de pronto llegaron noticias de que el otro hermano se había convertido en un mendigo, de que mendigaba por las calles, el corazón del padre empezó a compungirse y todas sus oraciones fueron para él. Se olvidó completamente del que estaba cerca y sólo recordaba al que estaba distante. Por la noche, éste estaba presente en sus sueños, pero no el que estaba cerca y trabajando para él, que era bueno en todos los sentidos.

Un día el hijo mendigo regresó y el padre preparó un gran festejo, El hijo bueno volvía a casa desde la granja y alguien le dijo: "Mira la injusticia de tu padre! Tú le amas, le cuidas y le sirves, has permanecido con él, has sido absolutamente bueno, nunca has hecho nada en contra de su deseo, pero nunca ha preparado una fiesta para ti. ¡Sin embargo ha mandado matar al cordero más gordo para tu hermano, el que se descarrió y que ahora vuelve como un mendigo! ¡Y toda la casa lo está celebrando!".

El hijo, el hijo bueno, se sintió muy herido. Le parecía absurdo. Volvió a casa enfadado. Habló con su padre: "¿Qué estás haciendo? Nunca has dado una fiesta para mí, que te he servido, ¿y qué ha hecho por ti este otro hijo? Se gastó la herencia, se lo jugó todo, ¡y ahora vuelve a casa como un mendigo!".

El padre dijo: "Sí, porque tú estás tan cerca y eres tan bueno y eres tan feliz que no necesito preocuparme por ti. Sin embargo, mis oraciones y mi amor siguen al hijo que fue por el mal camino!”.

Jesús solía contar esta historia a sus discípulos una y otra vez, porque, como él dijo, Dios puede olvidar a los santos, no hay necesidad de recordarlos, pero Dios no puede olvidar a los pecadores.

Se habla de Dios como de un padre, pero yo os digo que Él no es un padre, es una madre; un padre no es un fenómeno tan profundo como una madre, por eso los hindúes Le llaman madre Dios es madre, actúa como una madre. Y Jesús dijo que siempre que un pastor va de vuelta a casa y una oveja se ha perdido, deja a todas las ovejas en el bosque, en la noche oscura, y va en busca de la que se ha perdido. Y cuando encuentra a la oveja perdida, la lleva sobre sus hombros y se regocija y vuelve a casa sintiéndose feliz, porque la que se había perdido ha sido encontrada. Siempre que sucede así y todos somos ovejas perdidas el pastor se regocija. Empiezan a llover flores.

sábado, 3 de enero de 2015

TRASCENDER LA HUMANIDAD

Para la filosofía, son muchos los problemas; infinitos. Pero para la religión sólo existe un problema, y ese problema es el hombre en sí mismo. No es que el hombre tenga problemas, sino que el hombre mismo es el problema. Y ¿por qué es el hombre el problema?

Los animales no tienen problemas. Son tan inconscientes, tan dichosamente inconscientes, tan ignorantes, que no existe la posibilidad de la existencia de conciencia alguna sobre los problemas. Los problemas existen, pero los animales no son conscientes. No hay problema para los dioses, porque ellos son totalmente conscientes. Cuando la mente es totalmente consciente, los problemas sencillamente desaparecen como la oscuridad. Pero para el hombre existe la angustia. La misma existencia del hombre, su mismo ser, es un problema porque el hombre existe entre esos dos espacios: el reino de los animales y el reino de los dioses.

El hombre existe como un puente entre dos infinitos: el infinito de la ignorancia y el infinito de la sabiduría. El hombre ni es animal, ni es divino. O bien, el hombre es ambas cosas, animal y divino. Ese es el problema. El hombre es un ser inacabado, es algo incompleto, algo por terminar, un proyecto, no una realidad.

Los animales poseen un “ser”. El hombre es un proyecto. No “es”; solamente es un proyecto. El hombre es un proceso. El proceso está incompleto. Ha abandonado el mundo de la ignorancia y todavía no ha alcanzado el mundo de la sabiduría. El hombre está entre dos aguas. Eso crea el problema, la tensión, la angustia y el conflicto constante.

Solamente hay dos formas de estar en paz, de estar sin problemas: una es retroceder, volver atrás, regresar al mundo de los animales; la otra es trascender, ir hacia delante y ser una parte del Divino Ser. Ser o animales o dioses; esas son las dos alternativas.

Retroceder es fácil, pero es algo temporal porque una vez que has crecido no puedes retroceder de forma permanente. Puedes regresar por un instante, pero luego eres lanzado de nuevo hacia delante porque realmente no existe el camino para regresar. No hay ninguna posibilidad real de retroceder. No puedes ser un niño de nuevo si ya te has convertido en un adolescente, y tú no puedes ser otra vez un adolescente si ya te has vuelto viejo. Si sabes algo, no puedes retroceder al estado en que estabas cuando eras ignorante. No puedes retroceder, pero por un instante puedes olvidarte del presente y liberar el pasado en tu memoria, en tu mente.

De este modo el hombre puede regresar al estado animal. Es algo dichoso, pero temporal. Esta es la razón por la que los intoxicantes, las drogas, el alcohol, tienen de atractivo. Cuando te quedas inconsciente mediante algún químico, has vuelto atrás por un instante. En ese momento dejas de ser un hombre, dejas de ser un problema. De nuevo eres parte del mundo animal, de la existencia inconsciente. Entonces no eres un hombre; por eso tienes problemas.

La Humanidad ha estado constantemente buscando cosas, desde el sonna rasa, al LSD para poder olvidar, para regresar, para ser simplemente un niño, para recuperar la inocencia animal, para no tener problemas. O sea, para carecer de humanidad, porque, para mí, humanidad significa ser un problema. Este retroceso, esta regresión, es posible, pero sólo temporalmente. Tendrás que volver otra vez, serás de nuevo un hombre y habrá los mismos problemas aguardándote. En realidad se habrán agudizado. Tu ausencia no va a disolverlos. Se habrán vuelto más complicados y complejos. Así se crea un círculo vicioso.

Cuando estás de vuelta y eres consciente tienes que afrontar problemas que se han complicado debido a tu ausencia. Se han multiplicado. Y así has de olvidarte de ti mismo una y otra vez, y cada vez que te olvidas y regresas, tus problemas se han acrecentado. Tendrás que enfrentarte a tu humanidad una y otra vez. Uno no puede escapar de este modo. Uno puede engañarse, pero no puede escapar de ese modo.
La otra alternativa es ardua. Es crecer hasta llegar a ser un “Ser”. Cuando digo “regresar”, quiero decir volver a ser inconsciente, perder la poca consciencia que tenemos. Cuando digo, “ser un Ser”, quiero decir, perder la inconsciencia y ser totalmente consciente.

Tal como somos, solamente una parte de nosotros es consciente, un diminuto fragmento del Ser es consciente y el continente restante es pura oscuridad. Una pequeña isla es consciente, y todo el continente, la tierra firme está a oscuras. Cuando esta islita también se queda a oscuras, has vuelto atrás, has retrocedido. Esta ignorancia es dichosa porque entonces no eres consciente de los problemas. Los problemas están ahí, pero no eres consciente de ellos. De modo que, para ti, parece que no existen los problemas. Es el método del avestruz: cierras tus ojos y tu enemigo desaparece solamente porque no puedes verlo. Esta lógica infantil, juvenil, dice que cuando no alcanzas a ver algo, esto deja de ser real. A menos que veas algo, esto no existe. ¡De modo que si no eres capaz de percibir los problemas, estos no existen!

Cuando digo “ser un Ser”, “trascender la humanidad”, “volverse divino”, quiero decir ser totalmente consciente, ser no sólo una isla, sino todo el continente. Esta consciencia también te llevará más allá de los problemas porque los problemas existen básicamente en función de ti. Los problemas no son realidades objetivas; son fenómenos subjetivos. ¡Tú creas tus problemas! ¡Y a menos que seas transformado, seguirás creando problema! Resuelves uno y, en realidad, al solucionar ese uno creas muchos otros porque tú permaneces siendo el mismo. Los problemas no son algo objetivo. Son parte de ti.

La ciencia trata de resolver los problemas objetivamente y opina que si no existieran los problemas el hombre estaría en paz. Los problemas podrán ser resueltos objetivamente, pero el hombre no estará en paz, porque el hombre es en sí mismo el problema. Si soluciona algún problema, crea otros. El es el que los crea. Si creas una sociedad mejor, los problemas cambiarán, pero los problemas seguirán. Si se consigue un nivel de salud mejor, un sistema médico más eficiente, los problemas serán otros, pero los problemas seguirán.

Cuantitativamente habrán tantos problemas como siempre, porque el hombre permanece siendo el mismo, solamente son las situaciones las que cambian. Cambias de situaciones; los antiguos problemas desaparecerán pero surgirán nuevos problemas. Y los nuevos problemas son más graves que los viejos problemas porque tú ya te habías acostumbrado a los viejos problemas. Con los nuevos problemas te sientes más incómodo. Por eso, hoy en día, hemos alterado por completo nuestro entorno, pero los problemas siguen ahí, peores, creando aún más angustia.

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