sábado, 28 de mayo de 2016

SER REALISTA

Oí una vez:

Una noche el poeta Awadi de Kerman, un gran poeta musulmán, estaba sentado en su porche inclinado sobre un cubo. Shams-el- Tabrizi, un gran místico sufí acertó a pasar por allí.

Shams-el-Tabrizi miró al poeta y lo que hacía. Le preguntó al poeta, «¿Qué es lo que haces?»

El poeta le contestó, «Estoy contemplando la luna en un cubo de agua».

Shams-el-Tabrizi empezó a reír; con una tremenda carcajada, con una risa loca. El poeta empezó a sentirse incómodo. Una multitud se congregó.

Y el poeta le dijo; «¿Qué es lo que ocurre?¿Por qué te ríes tanto? ¿Por qué me estás ridiculizando?»

Shams-el-Tabrizi le dijo, “A no ser que te hayas roto el cuello, ¿por qué no miras directamente a la luna en el cielo!”

La luna está allí, la luna llena está allí y ese poeta estaba sentado junto a un barreño con agua y contemplaba en el barreño de agua el reflejo de la luna.

Buscar en las escrituras, buscar la verdad a través de las filosofías es mirar el reflejo. Si le pides a alguien, cómo deberías vivir tu vida, estás pidiendo un mal consejo porque ese hombre solamente podrá hablar sobre su propia vida. Y nunca, jamás, hay dos vidas que sean iguales. Sea lo que sea que te pueda decir o impartir será algo sobre su propia vida, y eso solamente si es que él ha vivido. Puede que él también haya preguntado a algún otro, puede que él mismo haya sido un imitador.

Entonces es un reflejo de mi reflejo. Y los siglos pasan y la gente sigue reflejando el reflejo del reflejo del reflejo, y la verdadera luna llena está siempre en el cielo esperándote. Es tu luna, es tu cielo. Mírala directamente. Hazlo directamente. ¿Por qué pedir prestados mis ojos o los ojos de alguien? Se te han dado ojos, hermosos ojos para ver, y ver directamente. ¿Por qué pedir comprensión prestada? Recuérdalo, puede que sea comprensión para mí, pero desde el instante en que la tomas prestada, se convierte para ti en conocimiento. Deja de ser comprensión.

Comprensión es eso que ha experimentado uno mismo. Puede que sea comprensión para mí, si yo he mirado a la luna, pero en el instante en, que te lo digo a ti, se convierte en conocimiento, deja de ser comprensión. Entonces sólo es algo verbal, es pura lingüística. Y el lenguaje es una mentira. Deja que te cuente una anécdota.

Un avicultor descontento con la productividad de sus gallinas decidió usar un poco de psicología con ellas. Compró un loro parlanchín de vivos colores y lo puso en el gallinero. Sin pensárselo, las gallinas se encariñaron de inmediato con el atractivo extranjero; con gozosos cloqueos le mostraban los mejores bocados para que él se los comiera y le seguían por todo como un grupo de quinceañeras persiguiendo a una nueva estrella de la canción. Para contento del granjero incluso sus capacidades ponedoras mejoraron.

El gallo del gallinero, naturalmente celoso al ser ignorado por su harén, se echó sobre el atractivo intruso, le empezó a picotear y clavarle los espolones, arrancándole las plumas rojas y verdes una tras otra. Con lo cual el asustado loro se puso a gritar vehementemente, «¡Déjelo señor! ¡Le pido que desista! ¡Después de todo, sólo estoy aquí como profesor de lenguaje!»

Mucha gente vive su vida como profesores de lengua. Esa es la clase de vida más falsa. La realidad no necesita de lenguaje alguno; está a tu alcance a un nivel no verbal. La luna está ahí, no necesita ni de cubo, ni de agua, no necesita de medio alguno. Solamente has de mirar hacia ella. Es una comu¬nicación no verbal. La totalidad de la vida está disponible; solamente has de aprender a comunicarte con ella de un modo no verbal.

De eso es de lo que trata la meditación. Del estar en un espacio donde el lenguaje no interfiera, donde los conceptos aprendidos no se interpongan entre tú y lo real.

Cuando ames a una mujer, no te preocupes por lo que los demás han dicho sobre el amor, porque esto se convertirá en una interferencia. Amas a una mujer, el amor está ahí, olvídate de todo lo que has aprendido sobre el amor. Olvídate de todos los Kinseys, de los Masters y los Johnsons, olvídate de los Freuds y de los Jungs. Por favor, no te conviertas en un profesor de lengua. Simplemente ama a la mujer y deja que el amor exista y deja que el amor te muestre sus más recónditos secretos, sus misterios. Entonces serás capaz de saber lo que es el amor.

Y lo que los demás digan sobre la meditación carece de sentido. Una vez me encontré con un libro sobre meditación escrito por un monje jaina. Era realmente bonito, pero había algunos pasajes en los que podía ver claramente que aquel hombre nunca había meditado, pues si no, esos pasajes no estarían allí. Pero eran pocos y escasos. El libro en su conjunto, casi en el noventa y nueve por ciento, era perfecto. Me gustaba el libro.

Luego me olvidé de él. Durante diez años viajé por todo el país. Una vez en un pueblo del Rajastán, ese santo vino a verme. Su nombre me resultó familiar y de repente me acordé del libro. Pregunté al santo que porqué había acudido a mí. Me contestó, «He venido para conocer lo que es la meditación». Yo le dije, «Me acuerdo de tu libro. Me acuerdo muy bien porque me impresionó grandemente. Excepto por unos pocos defectos que delataban que tú nunca habías meditado, el libro estaba perfectamente bien, en un noventa y nueve por ciento bien. Y ahora vienes aquí para aprender sobre la meditación. ¿No has meditado nunca?»

Me miró con cierto embarazo porque sus discípulos estaban también presentes. Le dije, «Sé franco, porque si me contestas que sabes lo que es meditación, entonces no hablaré de ella. ¡Se acabó! No hay porqué. Si me dices con franqueza - al menos sé franco por una vez - Si me dices con franqueza que nunca has meditado, solamente entonces te conduciré a la meditación». Era un chantaje, por eso tuvo que confesar. Dijo, «Sí, nunca se lo he dicho a nadie. He leído muchos libros sobre meditación y todos los textos antiguos. Y he estado enseñando a la gente, por eso me siento avergonzado ante mis discípulos. He estado enseñando meditación a miles y he escrito libros sobre ello, pero yo nunca he meditado».

Puedes escribir libros sobre meditación y no descubrir nunca el espacio que supone el meditar. Puedes volverte altamente eficiente verbalizando, puedes ser muy ducho en abstracciones, en argumentaciones intelectuales y puedes olvidarte completamente de que todo el tiempo en que has estado envuelto en esas actividades intelectuales ha sido un puro desperdicio.

Le pregunté al viejo, «¿Durante cuánto tiempo has estado interesado en la meditación?» El contestó, «Durante toda mi vida». Tenía casi setenta años. Me dijo, «Cuando tenía veinte años tomé sanyas, me convertí en un monje jaina y durante esos cincuenta años siguientes he estado leyendo, leyendo y pensando en el meditar». ¡Cincuenta años de leer y pensar y escribir sobre meditación, incluso introduciendo a la gente en la meditación, y ni una sola vez había probado lo que es la meditación!

Pero ese es el caso de millones de personas. Hablan del amor, conocen toda la poesía que existe sobre el amor, pero nunca han amado. O incluso aunque piensen que estuvieron alguna vez enamorados, nunca se enamoraron. Eso también fue algo «cerebral», no fue del corazón. La gente vive y sigue perdiéndose la vida. Se necesita valor. Se necesita valor para ser realista, se necesita coraje para ir con la vida dondequiera que te lleve porque los caminos no están cartografiados, porque no existen mapas. Uno ha de penetrar en lo desconocido.

La vida solamente puede ser entendida si estás dispuesto a penetrar en lo desconocido. Si te apegas a lo que conoces te aferras a la mente y la mente no es la vida. La vida es no-mental, no es intelectual, porque la vida es total. Tu totalidad ha de estar plenamente implicada; no puedes únicamente pensar sobre ello. Pensar sobre la vida, no es vivir. Cuidado con eso. Uno piensa y piensa. Hay gente que piensa en Dios; hay gente que piensa en la vida, hay gente que piensa en el amor, hay gente que piensa en esto y en lo otro.

Eso es todo. No te conviertas en un profesor de lengua, no te conviertas en un loro. Los loros son profesores de lengua. Viven de palabras, de conceptos, de teorías, de teologías y la vida sigue transcurriendo, escapándoseles de sus manos. Entonces un día, de improviso, se asustan de la muerte. Cuando una persona teme a la muerte, da por seguro que esta persona se ha perdido la vida. Si no se hubiera perdido la vida, no tendría temor a la muerte. Si la persona ha vivido la vida, estará dispuesto a vivir también la muerte. Estará casi encantado del acontecimiento que supone morir.

sábado, 21 de mayo de 2016

CÒMO VIVIR

Déjame decirte unas cuantas cosas. Primero, tu vida es tu vida, no es la vida de nadie más. No permitas que nadie te domine, no dejes que otros te dicten lo que has de hacer. Eso es una traición a la vida. Si dejas que otros te digan lo que has de hacer, sean tus padres, la sociedad, tu sistema educativo, tus políticos, tus sacerdotes, sean los que sean, si te dejas dominar por los demás, te perderás tu vida. Porque el dominar proviene del exterior y la vida está en tu interior. Nunca se encuentran. No te estoy diciendo que tengas que ser alguien que siempre diga no a todo. Eso tampoco sirve.

Hay dos clases de gente. Una pertenece al tipo obediente, dispuesto a entregarse a cualquiera. No poseen en su interior un alma independiente. Son inmaduros, infantiles, siempre buscando la figura del padre, buscando a alguien que les diga lo que han o lo que no han de hacer. No son capaces de confiar en sí mismos. Esa gente forma la mayor parte de la población mundial, las masas.

Luego, en oposición a esa gente, existe una pequeña minoría que rechaza la sociedad, que rechaza los valores de, la sociedad. Ellos creen que son rebeldes. No lo son; son sólo reaccionarios. Tanto si escuchas a la sociedad como si rechazas la sociedad, si la sociedad permanece siendo el factor determinante, entonces eres dominado por la sociedad.

Los rebeldes sin causa no son realmente unos rebeldes; son unos reaccionarios. Han reaccionado en contra de la sociedad. Unos cuantos son obedientes, otros son desobedientes, pero el centro de la dominación es el mismo. Unos pocos obedecen, otros pocos desobedecen, pero nadie mira el interior de su propia alma.

Una persona realmente rebelde es aquella que no está ni a favor, ni en contra de la sociedad. Aquélla que simplemente vive de acuerdo con su propia comprensión. Si va en contra la sociedad o si va a su favor es irrelevante, no importa. Puede que a veces vaya a favor de la sociedad, a veces puede no ir a favor de la sociedad, pero ése no es el tema a considerar. Vive de acuerdo a su propia comprensión, de acuerdo a esa pequeña luz. Y no estoy diciendo que se vuelve muy egoísta con res¬pecto a eso. No, es muy humilde. Sabe que su luz es escasa, pero que esa es toda la luz que posee. No es altanero, es muy humilde. Dice, «Puede que esté equivocado, pero por favor, permíteme que esté equivocado de acuerdo conmigo mismo». Esta es la única forma de aprender. El cometer errores es la única forma de aprender. El actuar según la propia comprensión es la única forma de crecer y madurar. Si buscas siempre a alguien para que te dicte lo que has de hacer, tanto si obedeces como si no lo haces, carece de importancia. Si buscas a alguien para que te dirija, para que decida a favor o en contra, nunca serás capaz de conocer lo que es la vida. Ha de ser vivida y tú has de seguir tu propia y diminuta luz.

No siempre existe una certeza sobre lo que hay que hacer. Te encuentras muy confundido. Deja que sea así, pero descubre una salida para tu confusión. Es muy fácil y cómodo escuchar a los demás porque te pueden suministrar dogmas sin vida, te pueden dar mandamientos: no hagas esto, haz lo otro. Y están muy seguros de sus mandamientos. La certeza no es lo que se ha de buscar. La comprensión es lo que se ha de buscar.

Si buscas la certeza serás víctima de alguna trampa. No busques la certeza, busca el comprender. La certeza se te puede dar fácilmente, cualquiera puede dártela, pero a la hora del análisis final serás un perdedor. Habrás desperdiciado tu vida tan sólo para permanecer en la seguridad y en la certeza; y la vida no es una certeza, la vida no es segura. .

La vida es inseguridad. A cada momento se dirige hacia una inseguridad mayor. Es un continuo apostar. Uno nunca sabe lo que va a suceder. Y es hermoso que uno nunca lo sepa. Si fuera predecible, no valdría la pena vivir la vida. Si todo fuera como te gustaría que fuese y si todo fuera una certeza, no serías un hombre, serías una máquina. Sólo existen certezas y seguridades para las máquinas.

El hombre vive en libertad. La libertad necesita insegu¬ridad, incertidumbre. Un hombre verdaderamente inteligente siempre está dudando porque no posee dogma alguno en el que confiar, en el que descansar. Ha de observar y responder.

Lao Tse dice: «Dudo y me muevo por la vida estando alerta porque no sé qué es lo que va a suceder. Y no tengo ningún principio que seguir. He de decidir a cada instante. Nunca decido de antemano. He de decidir cuando llega el momento». Entonces uno ha de tener la capacidad de responder.

Eso es lo que la responsabilidad es. La responsabilidad no es una obligación, la responsabilidad no es un deber, es una capacidad de respuesta. Un hombre que desea saber lo que es la vida ha de saber responder. Eso es lo que no ocurre. Siglos de condicionamientos te han hecho similar a las máquinas. Has perdido tu humanidad, la has cambiado por seguridad. Estás seguro y confortable y todo ha sido planeado por los demás. Y ellos lo han puesto todo en el mapa, lo han medido todo. Esto es una absoluta estupidez porque la vida no puede ser medida, es inmensurable. Y no es posible tener ningún mapa porque la vida está en un constante flujo. Todo cambia. Nada es permanente excepto el cambio.

Dice Heráclito, «No puedes entrar dos veces en el mismo río». Y los modos de la vida son muy zigzagueantes. Los modos de la vida no son como las vías de un tren. No, no va sobre vías. Y esa es su belleza, su gloria, su poesía, su música. El que siempre sea una sorpresa.

Si buscas seguridad, certeza, tus ojos estarán cerrados y tú te irás sorprendiendo cada vez menos y perderás tu capacidad de maravillarte. Una vez que has perdido tu capacidad de asombro, has perdido la religión. La religión es abrirse a tu corazón que¬ se asombra. La religión es una receptividad hacia lo mara¬villoso que nos rodea.

No busques la seguridad, no busques consejo sobre cómo vivir tu vida. La gente acude a mí y me dice, «Osho, dinos cómo deberíamos vivir nuestras vidas». No estás interesado en conocer lo que es la vida, estás más interesado en construirte un modelo fijo. Estás más interesado en acabar con la vida qué en vivirla. Deseas tener una disciplina impuesta sobre ti.

Existen, desde luego, sacerdotes y políticos en todo el mundo dispuestos, expectantes, por ayudarte. Acude a ellos y ¬ellos estarán listos para imponer sus disciplinas sobre ti. Ellos disfrutan del poder que proviene del imponer sus propias ideas sobre los demás.

Yo no estoy aquí para esto. Yo estoy aquí para ayudarte a ser libre. Y cuando digo que estoy aquí para ayudarte a ser libre, me incluyo a mí. También estoy aquí para ayudarte a que te liberes de mí. Te entregas a mí para poder ser libre. Yo te acepto y te ayudo a que te liberes de todo dogma, de toda escritura, de toda filosofía, y yo estoy incluido en eso.

Por esto lo primero es: no le pidas a nadie como deberías vivir tu vida. La vida es muy valiosa. Vívela. No te estoy diciendo que no cometas errores; los cometerás. Recuerda solamente una cosa: no cometas los mismos errores una y otra vez. Con eso hay suficiente. Si puedes descubrir un nuevo error cada día, comételo, pero no repitas los errores. Eso es una estupidez. El hombre que es capaz de encontrar nuevos errores que cometer cada día, estará creciendo continuamente. Ese es el único modo de aprender, ésa es la única forma de descubrir tu propia luz interior.

sábado, 14 de mayo de 2016

CÒMO ES LA MUERTE

Todo regresa a su fuente original, ha de volver a su fuente original. Si comprendes la vida, también comprenderás la muerte. La vida es un olvidarse de la fuente original y la muerte es recordarla de nuevo. La vida es alejarse de la fuente original; la muerte es regresar a casa. La muerte no es algo repugnante, la muerte es hermosa; Pero la muerte es bella solamente para aquellos que han vivido la vida sin inhibiciones, plenamente, sin represión. La muerte es hermosa solamente para aquellos que han vivido su vida de forma bella, que no se han sentido asustados de vivir; que han tenido el coraje suficiente para vivir, que han amado, que han bailado, que han gozado.

La muerte se convierte en la celebración suprema si tu vida ha sido una celebración. Déjame que te lo diga de este modo: lo que tu vida ha sido, la muerte lo desvelará. Si has sido un desdichado en la vida, la muerte revelará esa desdicha. La muerte es el gran revelador. Si has sido feliz en tu vida, la muerte revelará esa felicidad. Si solamente has vivido una vida de comodidades físicas y de placeres físicos, entonces por supuesto, la muerte será algo muy desagradable e incómodo porque has de abandonar el cuerpo. El cuerpo solamente es una morada temporal, un refugio en el que pasamos la noche y que dejamos por la mañana. No es tu morada permanente. No es tu casa.

De modo que si has vivido solamente una vida corporal y no has conocido nunca nada más allá del cuerpo, la muerte será algo muy, muy desagradable, doloroso. La muerte será angustiosa. Pero si has vivido un poco por encima de tu cuerpo. Si has gustado de la música y de la poesía, si has amado y si has contemplado las flores y las estrellas y algo de lo perteneciente a lo que no es físico ha penetrado en tu conciencia, entonces la muerte no será tan mala, entonces la muerte no será tan dolorosa. Podrás llevarla con ecuanimidad, pero aún no será una celebración.

Si has acariciado algo de lo que hay de trascendental en ti, si has penetrado en tu propia vacuidad en el centro, en el centro de tu ser, donde dejas de ser un cuerpo y dejas de ser una mente, donde los placeres físicos quedan lejos y donde los placeres mentales - tales como la música, la poesía, la literatura y la pintura,- quedan muy lejanos. Donde tú eres simplemente pura consciencia, un puro estar alerta, entonces la muerte se convertirá en una gran celebración, en una gran comprensión, en una gran revelación.

Si has conocido algo de lo trascendental que hay en ti, la muerte te revelará lo que de trascendente hay en el universo. Entonces la muerte no será más una muerte, sino un encuentro con Dios, una cita con Dios.

Podemos encontrar tres expresiones de lo que es la muerte en la historia de la mente humana.

Una expresión es la del hombre corriente que vive apegado a su cuerpo, que nunca ha conocido nada superior al placer del comer y del sexo, cuya vida no ha sido nada más que comer y sexo, que ha disfrutado del comer, que ha disfrutado del sexo, cuya vida ha sido muy primitiva, cuya vida ha sido burda, que ha vivido en la antesala de su palacio sin haber entrado nunca en él y que siempre ha creído que eso es todo lo que la vida es. En el momento de morir tratará de aferrase. Se resistirá a la muerte; luchará contra la muerte. La muerte se le presentará como su enemigo.

Por eso, en todo el mundo, en todas las sociedades, la muerte ha sido presentada como algo oscuro, diabólico. En la India decimos que el mensajero de la muerte es muy feo, oscuro, negro, y llega sentado en un búfalo enorme. Esta es la actitud corriente. Esa gente se lo ha perdido, no han sido capaces de conocer todas las dimensiones de la vida. No han sido capaces de llegar a las profundidades de la vida y no han sido capaces de ascender a las alturas de la vida. Se han perdido la plenitud, se han perdido la dicha.

Luego hay un segundo tipo de expresión. Los poetas, los filósofos a veces han dicho que la muerte no es algo malo que sea sólo un descanso, un gran descanso; como un sueño. Esto es mejor que el primero. Al menos esa gente ha conocido algo más allá del cuerpo, han conocido algo de la mente. No han vivido solamente del comer y del sexo, su vida no ha sido simplemente un comer y reproducirse. Poseen algo de la sofisticación del alma, son algo más aristocráticos, más cultos. Ellos dicen que la muerte es como un gran descanso. Uno se encuentra cansado y se muere y descansa. Es reponedor. Pero ellos también están lejos de la verdad. ¬

Aquellos que han conocido la vida en su centro más interno, afirman que la muerte es Dios. Que no es solamente un descanso; sino una resurrección, una nueva vida, un nuevo comienzo. Una nueva puerta se abre.

Cuando un místico sufí, Bayazid, se estaba muriendo, la gente que se había congregado a su alrededor, sus discípulos, se vieron sorprendidos de repente, porque cuando llegó el instante final, su rostro se volvió radiante, tremendamente radiante. Tenía una hermosa aura.

Bayazid fue un hermoso hombre y sus discípulos siempre habían percibido un aura a su alrededor, pero nunca habían visto nada como esto, tan radiante.

Le preguntaron, «Bayazid, dinos qué es lo que te ha sucedido, qué es lo que te está sucediendo. Antes de que nos dejes, entréganos tu último mensaje».

El abrió sus ojos y dijo, «Dios me está dando la bienvenida, voy a su encuentro. Adiós». Cerró sus ojos y dejó de respirar, pero en el momento en que dejó de respirar hubo una explosión de luz. La habitación se inundó de luz y luego esa luz desapareció.

Cuando una persona ha conocido la trascendencia en sí mismo, la muerte no es más que otra cara de Dios. Entonces la muerte es una danza en su honor. Y a menos que seas capaz de celebrar la muerte misma, recuérdalo, te habrás perdido la vida; Toda la vida no es más que una preparación para esta culminación.

Todas las religiones no son nada más que una ciencia, o un arte, para enseñarte cómo morir. Y el único modo de enseñarte cómo morir es enseñarte cómo vivir. No están separados. Si conoces el modo correcto de vivir, sabrás cuál es el modo correcto de morir.

sábado, 7 de mayo de 2016

VIVIR APEGADO A LAS FORMAS

Esto es hermoso: QUIEN NO ESTÁ APEGADO A LA FORMA, NO NECESITA REFORMARSE. Primero te apegas a la forma de la ira, la avaricia, los celos, la posesividad, o lo que sea. Primero te identificas con la forma de la ira, y entonces surge la pregunta: ¿cómo abandonarla? ¿Cómo alcanzar un estado sin ira? Primero te apegas a la forma de la avaricia, y luego empiezas a preguntar: ¿cómo no ser avaricioso? Ahora es necesaria la reforma. Y esto se mueve en círculos.

El zen dice; para empezar, ¿por qué identificarse con ninguna forma? En vez de intentar convertir la ira en no ira, la violencia en no violencia, la avaricia en no avaricia, ¿por qué no salirse de la identificación desde el principio? Observa la ira; no te identifiques con ella. De pronto ya no estás enfadado ni no enfadado, ni violento ni no violento, eres el que observa. La violencia y la no violencia, ambas son forma sobre la pantalla. Tú eres el espectador. Has ido más allá. Ya no es necesaria la reforma. Trata de comprender algo tan básico, muy básico.

El zen no te enseña que deberías practicar el celibato, no. Simplemente, dice: no te identifiques con la forma del sexo. Lo verdadero hay que hacerlo ahí. Una vez que te identificas con la forma del sexo, estás en un círculo vicioso. El primer paso se ha dado equivocadamente; ahora no puedes llegar a casa. El primer paso hay que darlo correctamente, así que no es necesario acudir ahora a un santo y tomar un voto de celibato, este va a ser peligroso; no será más que represión. Y cada vez serás menos feliz, y el sexo será cada vez más poderoso. Te fascinará más, te atraerá más. Empezarás a vivir una vida sexual muy pervertida. Por fuera, celibato; en lo profundo de ti, la agitación.

El zen dice: no te identifiques con la forma del sexo. Cuando surja el deseo del sexo, obsérvalo. No lo condenes, porque si condenas no puedes ser un observador: estás participando. Entonces ya no puedes ser imparcial, porque tienes prejuicios. No condenes, no juzgues. Permanece alerta sin ningún juicio, porque todos los juicios son formas sutiles de identificación. Si dices que es malo, ya estás identificado, estás en contra. Ya ha tomado posesión de ti, ha entrado en ti. Si dices que es bueno, por supuesto, te estás identificando.

No digas bueno o malo, no digas nada. ¿Puedes permanecer alerta cuando surge la ira, el sexo o la avaricia, sin decir sí o no? ¿Puedes resistir la tentación de decir sí o no? ¿Puedes estar simplemente alerta, dándote cuenta de ello, de que está ahí, sin ningún juicio? Entonces has logrado la llave. Esa es la llave del zen. Es una llave maestra; abre todas las cerraduras que existen.

No hay realmente ningún problema para un hombre zen, porque mira las cosas y acepta su naturalidad. El agua es esmeralda, ¿qué problema hay? La montaña es añil, ¿cuál es el problema? Una flor es una flor, una espina es una espina. Las cosas son lo que son. ¿Cuál es el problema?

El problema surge cuando empiezas a evaluar. Dices: Si el agua no fuera de color esmeralda, hubiera sido mejor. Así surge el problema. Si dices: Si las montañas no fueran de color añil, hubiera sido mejor. Así te metes en dificultades.

El agua es de color esmeralda, las montañas son de color añil, acepta el hecho. Vive con ese hecho, y no lo sometas a teorías. Observa tu mente. Trae teorías continuamente. No te deja aceptar nada. Sigue pensando sin parar: No debería ser así, debería ser así. Sigue introduciendo la imaginación constantemente.

Observa... ¿dónde está el problema?

Las cosas son lo que son. Y si lo aceptas, si lo comprendes, no hay nada más que hacer. Entonces sigues observando y sigues disfrutando. La escena es bella, la escena es tremendamente bella, pero no te metas en ella. Con tu evaluación, con tu juicio, entra el ego.

Un niño es inquieto, corre por todas partes. Tiene que ser así, es un niño. Pero tú quieres que se siente en silencio, quieres que se comporte como un anciano, y ha surgido el problema. Ya no puedes ver que el niño es un niño. Estás intentando que sea algo que no es. Vas a meterte en problemas, y también estás creando problemas para el niño. ¡Acéptalo!

Los perros ladran y tú estás meditando. No digas que te están molestando. A ellos no les importas en absoluto; ni siquiera saben que estás meditando. Son perros, y ladrar es su meditación. Tú disfrutas de tu meditación, deja que ellos disfruten de la suya.

En cuanto aceptas, de pronto el problema desaparece. Pero en lo profundo de ti sigues evaluando: Habría estado bien si los perros no hubieran ladrado. Pero ¿por qué no iban a ladrar? Son perros, y lo están disfrutando tremendamente. Simplemente, acepta el hecho, y verás que cuanto más aceptas, menos te distraen sus ladridos. Hasta que, de pronto, ellos siguen ladrando y tú sigues meditando y no hay conflicto. El conflicto surge de tu mente y de tu actitud.

Todo existe en su naturaleza. Existe tú también en tu naturaleza. Y el mundo, es perfectamente bueno, el mundo es perfectamente bello, es el mejor mundo que puede haber.

Leí una pequeña anécdota:

-¿Quién hizo a Dios? –preguntó un niño de ocho años.

-Dios no tiene principio ni fin, respondió el profesor.

-Pero todo tiene principio o fin, insistió el niño.

Otro niño de ocho años intentó ayudar:

-¿Dónde está el principio o el fin de un círculo? preguntó.

-Ya entiendo, dijo el primer niño.


Si la vida está realmente completa, el círculo tiene que volver al primer paso. Entonces, el círculo se ha completado.

Un hombre empieza en el mundo; debe acabar en el mundo. Sólo entonces está completo el círculo y el hombre es perfecto.

En el zen hay un dicho: Antes de entrar en el camino, los ríos eran ríos y las montañas eran montañas. Cuando me adentré profundamente en el camino, me sentí confuso. Los ríos ya no eran como ríos y las montañas ya no eran como montañas. Todo se volvió al revés, patas arriba. Era un caos. Y cuando llegué al final y completé el camino, los ríos se hicieron ríos de nuevo, las montañas se volvieron montañas.

Tiene que ser así. Empiezas en el mundo. El mundo es el hecho dado. Cuando empiezas, empiezas en el mundo. Y una cosa es cierta: si el círculo está entero y el viaje completo, y tú estás completamente satisfecho, debes acabar en el mundo. Pero en el medio, las cosas estarán patas arriba.

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