sábado, 24 de febrero de 2018

LO IMPORTANTE DE LA CONFIANZA


Durante siglos, la mente humana ha sido entrenada para dudar. Antes de Jesús, la mente humana vivió durante siglos con confianza, vivió con la simplicidad del corazón. Los ojos de la gente eran claros. Esto ocurre rara vez en nuestros días. Veo que una gran armadura rodea a la gente, muy sutil, pero se están protegiendo por todos lados. No permiten que exista ninguna brecha por donde pueda entrar en ellos. Sus pensamientos son una cosa; su realidad es precisamente la opuesta.

La gente era simple en la época de Jesús. Sólo debieron mirarle, y cuando Jesús dijo: "Seguidme", simplemente le siguieron. Era natural. Cuando estos evangelios fueron escritos, los que los estaban escribiendo no se dieron cuenta de que algún día estas cosas parecerían ficticias. Era tan natural en aquellos días, que los escritores del evangelio no pudieron imaginar que algún día este asunto parecería falso, que no sonaría real.

Esto está ocurriendo ahora en todas partes del mundo.

Entra en la atmósfera de Buda: una cualidad diferente de humanidad le rodea.

Prasanjit, un rey, fue a ver a Buda. Era amigo del padre de Buda ambos eran reyes y cuando llegó a sus oídos que el hijo de su amigo había renunciado al mundo, se quedó muy preocupado. Cuando Buda llegó a su ciudad capital, fue a verle y a convencerle. Le dijo a Buda: "¿Qué es lo que has hecho? Si no eres feliz con tu padre, ven y quédate en mi palacio. Cásate con mi hija sólo tengo una hija y este reino será tuyo. Pero no andes como un mendigo: es doloroso. Eres el único hijo de tu padre ¿qué estás haciendo? Estos dos reinos serán tuyos. Ven a mi casa".

Buda miró a los ojos de Prasanjit y le dijo: "Sólo una pregunta. ¿Has logrado alguna felicidad a través de tu reino? Sólo di sí o no. Si dices sí, te sigo. Si dices no, entonces tú tendrás que seguirme".

Pransanjit cayó a los pies de Buda y dijo: "No. Renuncio; iníciame. Dejo todo esto", un tipo muy diferente de inmediación.

La misma cosa me sucedió, la misma. Uno de los amigos de mi padre era un abogado, un abogado muy astuto. Cuando volví de la universidad a casa, mis padres naturalmente estaban preocupados. Querían que me casara y me estableciera, pero no querían decírmelo directamente. Sabían que decirlo en forma directa sería una interferencia en mi vida, y no son nada agresivos, más bien silenciosos, simples. Así que pensaron en su amigo y le pidieron que viniera.

Vino con todos sus argumentos a la mano ¡era un abogado! Me dijo: "Si te convenzo de que debes casarte, ¿te casarás?".

Yo le contesté: "Naturalmente. Pero si no puedes, ¿estarás entonces dispuesto a dejar a tu esposa y a tus hijos? “. ¡El hombre no había pensado en eso! Me dijo: "En ese caso, tendré que pensarlo".

Nunca regresó. La cualidad de la mente ha cambiado, de lo contrario, había una oportunidad para él, una abertura en el cielo. Esperé y esperé, pero nunca volvió. Se asustó, porque todos saben que la vida, tal como la has vivido, no te ha dado nada. Pero uno necesita valor para reconocerlo, porque junto con decir esto, ocurre una profunda renunciación. Una vez que te das cuenta de que la vida, tal como la has vivido, ha sido fútil, infructuosa, irrelevante, ya has entrado en otro sendero.

Y Jesús le dijo a Mateo: Sígueme. Y él, levantándose, le siguió. ¡Qué mundo tan maravilloso, qué consciencia tan hermosa! Tú puedes tener esa consciencia; y, a través de ella, todo se vuelve posible: hasta lo imposible se vuelve posible.

Prueba. Tira las dudas, porque siempre que dudas eres destructivo. La duda es destructiva; la confianza es creativa. La duda mata, la duda es un veneno. La confianza te da vida, vida en abundancia, vida infinita, porque cuando confías te relajas.

Con la confianza no hay miedo, con la confianza no hay necesidad de defenderse, con la confianza no hay lucha. Te dejas ir, fluyes con el río. Ni siquiera nadas: el río te lleva al océano. Ya se dirige hacia el océano. Luchas innecesariamente; y, a través de la lucha, destruyes tu energía. Cuando luchas, te frustras, cuando luchas, pierdes la oportunidad en que podrías haber bailado, en que podrías haber celebrado. La misma energía se convierte en lucha. La misma energía puede transformarse en entrega.

El Evangelio dice: “Y he aquí que, estando Jesús a la mesa en la casa, muchos publicanos y pecadores vinieron y se sentaron a la mesa con él y sus discípulos.”

Esto debe ser entendido. Es un punto muy delicado: cuando un hombre como Jesús está en la tierra, los pecadores le reconocen antes que la mal llamada gente de bien, porque los pecadores no tienen nada que perder, excepto sus pecados. Los pecadores no tienen mentes obstinadas; no tienen teologías y escrituras. Los pecadores tienen la sensación de que sus vidas han sido fútiles, los pecadores sienten una urgencia por arrepentirse y retornar.

Pero la mal llamada gente respetable, guardianes de templos e iglesias, alcaldes, políticos, dirigentes, eruditos, etc., tienen mucho que perder y ninguna urgencia de ser, ningún apremio por transformarse a sí mismos, ningún deseo, en realidad. Están embotados y muertos. Los pecadores están más vivos que los mal llamados santos, y los pecadores son más valientes que los mal llamados santos. Necesitas valor para acercarte, para aproximarte a Jesús.

¿Has observado que los mal llamados santos no son en verdad religiosos, sino simplemente gente temerosa? Miedo del infierno, miedo del castigo de Dios... o codiciosos, codiciosos y ambiciosos por obtener el cielo: los premios y bendiciones de Dios. Pero no son realmente religiosos. Cuando eres de verdad religioso, no te interesa el cielo y el infierno, no te molestas por nada. En este mismo instante estás tan totalmente sumergido en el paraíso, que ¿a quién le importa el paraíso que vendrá después de la muerte?

Los pecadores tienen más valor, se arriesgan. Y he aquí que, muchos publicanos y pecadores vinieron y se sentaron a la mesa con él y sus discípulos.

“Y cuando los Fariseos vieron esto, la gente respetable, la gente buena, les dijeron a sus discípulos: ¿Cómo es que vuestro Maestro come con publicanos y pecadores?”

Sus mentes siempre están pendientes de esas tonterías: con quién estás comiendo, con quién estás sentado. No miran directamente a Jesús: están más interesados en los que están sentados con él. Está sentado con pecadores: ése es el problema que tienen en este momento. Jesús no les produce absolutamente nada, pero los pecadores les producen ansiedad. ¿Cómo pueden llegar y sentarse con este Maestro?

Los pecadores están ahí. Los condenados para los cuales ellos han inventado el infierno están ahí sentados. Tus mal llamados santos no permitirán a esos pecadores estar tan cerca, nunca. No les gustaría en absoluto estar en su compañía. ¿Por qué? ¿Por qué tus santos temen tanto a los pecadores?

Temen su propio miedo interior, temen que al estar con pecadores, la posibilidad de que los pecadores les conviertan a ellos sea más probable que la de que ellos conviertan a los pecadores. Tienen miedo. Tienen miedo de los pecadores que tienen en su interior. De ahí surge el miedo al pecador allí afuera. Recuerda siempre que cualquier cosa que digas, a fin de cuentas se refiere a ti, a nada más. Si temes ir a un sitio donde se reúnen borrachos, eso simplemente muestra que tienes cierta tendencia hacia el alcohol, hacia los intoxicantes, y que tienes miedo. De lo contrario, ¿por qué temer? puedes estar tranquilo allí. Nadie te puede corromper, excepto tú mismo.

“Les dijeron a sus discípulos ...” Esto también debe recordarse; no se lo dijeron a él. Conozco a esos Fariseos que andan por ahí. Te lo dirán a ti, no vendrán a decírmelo a mí. Se lo dicen a los discípulos, porque incluso acercarse a Jesús a decírselo es peligroso. Èl puede hipnotizarte, es arriesgado, habla sólo con los discípulos. Y es gente tan impotente la que ha llegado a ser importante; poseen todos los puestos clave en el mundo, poseen todo el poder y son absolutamente impotentes. Ni siquiera están dispuestos a acercarse y a enfrentar a Jesús.

“¿Cómo es que vuestro Maestro come con publicanos y pecadores?”, como si los pecadores no fueran seres humanos. Como si ellos mismos no fueran pecadores. ¿Quién puede decir: "No soy un pecador"? Estar aquí en este mundo es estar de una manera u otra envuelto en el pecado. Nadie puede proclamar lo contrario.

Cuando toda la humanidad está envuelta en el pecado, ¿cómo puedes tú permanecer ajeno a él? Tienes parte en ello. Si el pecado ocurre en algún sitio, soy parte de él, porque soy parte de la humanidad. Produzco el clima, quizá una parte muy pequeña de él, pero aún así, también creo el clima. ¿Cómo puedo imaginarme fuera de ello? Todo lo que cualquier ser humano esté haciendo en algún sitio: él es parte de mí y yo soy parte de él. Unos formamos parte de los otros.

Un verdadero santo siempre se siente humilde, porque sabe que también es un pecador. Sólo un santo falso se siente orgulloso y piensa que está por encima. Nadie está por encima. Si existe un Dios, Èl también debe ser parte de tu pecado. Y Èl lo sabe, porque está involucrado contigo. Èl late en tu corazón, respira en ti; y si cometes un pecado, Èl es parte de él. Sólo los mal llamados santos, los falsos, los de mentira pueden pensar lo contrario y sentirse orgullosos.

sábado, 17 de febrero de 2018

LA INCONSCIENCIA DEL PECADO


Jesùs dijo: “No tienen los sanos necesidad de médico, sino los que están enfermos”

El simplemente dijo: "Son aquellos que están enfermos los que necesitan al médico. Yo soy el médico; por lo tanto, los enfermos se han acercado a mí". Este debería ser el indicador: alrededor de un santo se reunirán los pecadores. Este debería ser el criterio. Si ves a un santo rodeado sólo de gente respetable, querrá decir que no es un santo en absoluto. El médico es falso, porque cuando un gran médico viene al mundo, los enfermos siempre corren hacia él. Siempre se aglomeran a su alrededor, porque ahí se encuentra su necesidad. Quieren sanar y curarse, y el médico ha llegado.

Pero lo contrario no es cierto, recuérdalo. Un pecador necesita a un santo, pero si piensas que tú no necesitas a ese santo, no significa que no seas un pecador. Un hombre enfermo busca a un médico y no es necesario que lo busque un hombre sano; pero si tú no lo buscas, no te engañes creyendo que estás sano. Recuerda que lo contrario no es cierto. Por ese motivo, en el siguiente sutra Jesús dice:
“Id, pues, y aprended lo que eso significa”.

El dijo: "Esta es la verdad: los pecadores necesariamente me buscarán y la gente enferma necesariamente vendrá a mí. Soy el médico de sus almas. No soy para aquellos que están sanos; ellos no necesitan venir. Id, pues, y aprended lo que eso significa: no es simple. Ve y medítalo. Puede que tú también estés enfermo y me necesites, puede que sólo hayas estado pensando que no lo estás".

La mayor enfermedad que puede sufrir un hombre es estar enfermo y creer que no lo está. Entonces nadie le puede curar, ninguna medicina le puede ayudar. El médico puede vivir en la casa contigua, pero el hombre morirá sin curarse. Esta es la mayor desgracia que pueda ocurrirle a un hombre: estar enfermo y creer que está sano.

“Id, pues, y aprended lo que eso significa; más estimo la misericordia que el sacrificio.”

Este es uno de los dichos más significativos que Jesús nunca haya pronunciado. Este es todo su secreto: “…más estimo la misericordia que el sacrificio.”.

Mahavir no es tan misericordioso, ni Mahoma, ni siquiera el compasivo Buda es tan misericordioso como Jesús, porque todos ellos dicen que tendrás que sacrificarte, tendrás que cambiar de forma de actuar y tendrás que dar cuenta de tus karmas pasados.

En la India hemos hablado de compasión durante mucho tiempo, pero hemos hablado continuamente acerca del karma. Uno debe arreglar cuentas, y todas las malas acciones que hayas hecho tendrás que contrarrestarlas con buenas acciones. Tendrás que llegar a un equilibrio; sólo entonces puedes saldar cuentas. A esto se refiere Jesús con "sacrificio".

El dice: más estimo la misericordia. Esta es su llave secreta. ¿Qué quiere decir cuando dice: más estimo la misericordia? Quiere decir que te será casi imposible anular todos los malos karmas que has cometido, porque la totalidad es inmensa, gigantesca. Durante millones de vidas has estado haciendo cosas, y todo lo que has hecho ha sido malo: tiene que serlo, porque has estado inconsciente. ¿Cómo puedes hacer algo bueno estando inconsciente? Has hecho millones de cosas, pero todas malas.

Mientras uno está dormido no puede hacer nada bueno. La virtud es imposible en la inconsciencia; sólo el pecado es posible. La inconsciencia es la fuente del pecado. Has cometido tantos pecados que la tarea parece casi imposible. ¿Cómo saldrás de esto? el esfuerzo mismo no parece probable, el esfuerzo mismo parece inútil. Jesús dice: "La misericordia lo hará. Sólo entrégate a mí". Jesús dice: "Y yo tendré misericordia". ¿Qué es lo que quiere decir? Simplemente quiere decir que: "Si puedes confiar en mí y confías en que has sido perdonado, eres perdonado", porque has cometido todos esos karmas mientras estabas en un sueño inconsciente. No eres responsable de ellos.

Este es el mensaje clave de Jesús: que el hombre no es responsable, a menos que esté alerta. Es igual que si un niño cometiese un pecado. Ningún tribunal castigará al niño, porque dirán que el niño no sabe, que lo ha hecho en forma inconsciente. No tenía intención de hacerlo: simplemente ha ocurrido. Èl no es responsable. O bien, un loco que comete un crimen, que asesina a alguien. Una vez que se ha probado que el hombre está loco, el tribunal tiene que perdonarle, porque un loco no es responsable. O un borracho que ha hecho algo, y se prueba que estaba bebido, absolutamente borracho. A lo más, puedes castigarle por beber. No puedes castigarle por su acto.

Jesús dice: "He venido. Tendré misericordia". No quiere decir que dependa de Jesús el perdonarte, recuérdalo. Esa ha sido una equivocación. Los Cristianos han creído que, puesto que Jesús es el único hijo engendrado por Dios y que él es misericordioso, no hay necesidad de hacer nada. Sólo rezarle, confesar tus pecados. El es misericordioso, te perdonará.

De hecho, Jesús es sólo un pretexto. Èl dice: si llegas a estar alerta, y llegas a darte cuenta de que todo lo que has hecho hasta ahora, lo has hecho en inconsciencia, èsta sola consciencia de que eras inconsciente, la sola comprensión, perdona, se convierte en perdón. No es que Jesús esté haciendo nada.

Cuando Jesús dice: más estimo la misericordia, está diciendo: Estoy aquí para perdonarte. Tú sólo entrégate. Ven y sígueme, y más estimo la misericordia que el sacrificio. Pues no he venido a llamar a los virtuosos al arrepentimiento, sino a los pecadores. Esto es tremendamente hermoso. Cada vez que sucede un Jesús, un Buda o un Krishna: es a esto que vienen.

“…Pues no he venido a llamar a los virtuosos...”

En primer lugar, ellos nunca escuchan la llamada. Los virtuosos son gente muerta; están sordos, están demasiado llenos de su propio ruido. Y están tan seguros respecto a sus virtudes. No tienen tierra en la cual pararse más que la de sus creencias y la de su imaginación; creen estar parados en un terreno muy seguro. No tienen base alguna, su edificio es tal como uno de naipes hecho por un niño: una brisa y la casa se habrá ido. Pero ellos creen en ella. La casa existe sólo en su imaginación.

En primer lugar, ellos no escucharán la llamada. En segundo lugar, si insistes demasiado, se pondrán furiosos. En tercer lugar, si eres obstinado, como lo era Jesús, te matarán. Y en cuarto lugar, cuando estés muerto, te venerarán. Así se dan las cosas.

“Pues no he venido a llamar a los virtuosos al arrepentimiento, sino a los pecadores.”

De hecho, darte cuenta de que eres un pecador es ya una transformación. Apenas reconoces que eres un pecador, te has arrepentido. No hay otro arrepentimiento.

Míralo de esta manera. Por la noche estás profundamente dormido, soñando. Si te das cuenta de que estás soñando, ¿qué significa? Significa que ya no estás durmiendo. Una vez que te das cuenta de que estás soñando, estás despierto. Una vez que te das cuenta de que estás dormido, ya no lo estás, terminado. El sueño ya te ha abandonado.

Para seguir siendo un pecador, necesitas creer que no eres un pecador, sino que eres un hombre virtuoso. Para esconder el pecado, necesitas la seguridad de que eres virtuoso, no un pecador. A veces la gente que se llama a sí misma virtuosa piensa que, aunque pequen algunas veces, es sólo para proteger su virtud, para proteger su rectitud.

Sucede en estos días que casi todos estamos en ànimo guerrero, pero nos encontramos y escuchamos que se dice que la guerra es para proteger al país de la no violencia. Si hay que usar la violencia, hay que usarla, para proteger al país. ¿Te das cuenta del truco? La no violencia tiene que ser protegida por medio de la violencia. Uno tiene que ir a la guerra para que reine la paz. Tengo que matarte porque te quiero; lo estoy haciendo por tu bien.

Un hombre que cree que es un pecador ya se ha entregado. Se da cuenta: "Soy un pecador y no he hecho otra cosa que pecar y pecar. No es que a veces haya cometido un pecado. Más bien, lo contrario: soy un pecador. No es cuestión de actos: es una continuidad de inconsciencia. Soy un pecador, y no importa si he hecho algo malo o no. A veces no hago nada malo, pero aún así soy un pecador".

Ser un pecador es una cualidad de la inconsciencia. No guarda relación con los actos. Puede que no hayas hecho nada malo durante veinticuatro horas puede que te hayas quedado en casa, ayunando, sentado en silencio, meditando; no has hecho nada malo, pero aún así, sigues siendo un pecador. Si estás inconsciente, eres un pecador.

El que seas un pecador no es consecuencia de los pecados que has cometido. El ser un pecador es simplemente el estado de inconsciencia. No es porque cometas pecados que eres un pecador. Cometes pecados porque eres un pecador. Es una continuidad de inconsciencia, un continuo, sin intervalo alguno. Una vez que te das cuenta de esto, el mismo darte cuenta es un despertar. La mañana ha llegado, ha llamado a tu puerta: has despertado. La consciencia aún es muy frágil, muy delicada, puedes adormecerte otra vez, sí, existe la posibilidad pero aún así, estás consciente. Puedes utilizar este momento y salir de la cama.

sábado, 10 de febrero de 2018

RECONOCER A JESÙS


He oído un proverbio árabe que dice: "Muéstrale a un hombre demasiados huesos de camello, o bien muéstraselos con demasiada frecuencia, y no será capaz de reconocer a un camello cuando se cruce con uno vivo".

"Muéstrale a un hombre huesos de camello demasiadas veces, o bien con demasiada frecuencia, y" dice el proverbio árabe "ese hombre no será capaz de reconocer a un camello cuando se cruce con uno vivo". Esto sucede cuando un Jesús viene al mundo. Has visto a tantos falsos sacerdotes, has visto a tantos predicadores estilo "abracadabra", has visto a tantos eruditos que no saben nada pero crean mucho jaleo, que cuando un Jesús llega, no puedes reconocerle. Cuando un Jesús o un Buda llega, resulta casi imposible reconocerle. Para la mayoría, es casi imposible. Sólo unos seres especiales que tienen algún potencial o que están un poco alertas, sólo ellos pueden tener algunos vislumbres.

Reconocer a un Jesús es un gran logro, porque eso quiere decir que tienes una cierta consciencia que puede relacionarse con Jesús. Tienes cierta cualidad que puede relacionarse con Jesús: tú ya estás en vías de transformarte en un Jesús. Sólo puedes reconocer lo que ya tienes dentro de ti, abierto, floreciente. Puede que sólo sea un capullo, pero puedes reconocer, al menos vagamente; tus ojos no están completamente cerrados.

Hay sacerdotes que son unos hipócritas. Para ellos, la religión es un oficio. Es un medio de subsistencia, no su vida. Para Jesús, la religión es la vida; para los rabinos, los sacerdotes, es un medio de subsistencia. También están los eruditos, que hablan y hablan de nada y es tanto lo que pueden hablar, hablan en forma tan clara, que nunca te será posible darte cuenta de que, en el fondo, están vacíos.

Cuando llega un Jesús, ya estás repleto de conocimientos. Has leído los libros, has escuchado a los eruditos, has escuchado a los sacerdotes. Estás demasiado lleno de ideas; y cuando Jesús o un hombre como Jesús viene, simplemente no puedes reconocerle. El animal vivo está ahí, pero te has aficionado demasiado a los huesos muertos. Reconocer a Jesús implica tener que tirar a un lado todo lo que ya sabes.

Jesús no fue asesinado por gente mala, no fue asesinado por criminales: fue asesinado por rabinos muy respetables. En realidad, la gente religiosa le mató. La gente irreligiosa nunca pone en peligro a la religión, porque ellos no están interesados. La religión siempre peligra debido a la mal llamada gente religiosa, porque su vida entera está en peligro. Si Jesús tiene la razón, significa que todos los rabinos están equivocados. Si Jesús está en lo correcto, toda la tradición está equivocada. Si Jesús está en lo correcto, la Iglesia entera está equivocada.

Todo el mundo se opone a Jesús. Jesús está siempre solo, muy solo. No puedes comprender su soledad. Todo lo que tú sabes acerca de la soledad sólo se refiere a la soledad física. A veces no hay nadie en la casa, la casa está oscura y estás solo. También la electricidad se ha descompuesto, y no puedes prender la luz, no puedes prender la radio o la TV. De improviso has sido arrojado a la soledad. Pero ésta es una sensación física de soledad; no sabes lo que Jesús siente.

Èl está espiritualmente solo, entre extraños donde es tan difícil encontrar a un amigo que te reconozca. El mira a todos y cada uno de los que encuentra en el camino, mirando profundamente, penetrando los ojos del otro. Nadie le reconoce, nadie le entiende. Más bien, la gente le malinterpreta. Están listos para saltar hacia la mal interpretación, pero nadie está dispuesto en forma alguna a comprenderle.

Siempre que hay un ser religioso, la llamada gente religiosa se vuelve en masa en su contra. Les gustaría matarle de inmediato, para así evitar el peligro y poner nuevamente a salvo su propia seguridad.

Recuerda: ¡él fue asesinado por muy buena gente!

Un día presencié una hermosa escena. Un hombre estaba hablando con Mullá Nasrudín. El hombre dijo: "¿Por qué eres tan miserable y tan tacaño con tu mujer?".

El Mullá respondió: "Debes haber oído algo equivocado acerca de mí, porque hasta donde yo sé, normalmente soy un hombre muy generoso".

El hombre se puso furioso, porque siempre que desafías la opinión de los demás, se ponen furiosos. Se puso furioso y dijo: "Deja de defenderte. Todo el mundo en la ciudad sabe que eres demasiado duro con tu esposa. Hasta para los gastos del día tiene que rogarte como un mendigo. Y deja de defenderte. ¡Todo el mundo lo sabe! ".

Nasrudín respondió: "De acuerdo; si te enojas tanto, no me defenderé. Pero, ¿puedo decir una cosa, sólo una cosa? ".

El hombre dijo en voz muy alta: "¡¿Qué?!".

Nasrudín dijo: "Que no estoy casado".

Desde ese día, ese hombre está en contra de Nasrudín. Una vez me encontré con él y le dije que, puesto que Mullá Nasrudín no está casado, todo el asunto es absurdo. "Todo su argumento no tiene base. ¿Por qué está furioso?".

El respondió: "No hace diferencia; es sólo cuestión de tiempo. Espere, tarde o temprano se casará y entonces, ¡yo tendré razón! Aún estoy diciendo la verdad. Es sólo cuestión de tiempo. Espere, mi opinión no puede estar errada".

La gente se aferra a sus opiniones. No tienen base, pero aún así se aferran a ellas. Cuànto menos base tenga su opinión, más apego le tienen. Si se basa en fundamentos reales, no es necesario aferrarse: es verdad en sí misma. Es cuando no tiene fundamento que necesitas aferrarte a ella, porque sólo tu aferrarte puede convertirse en la base. Recuerda siempre: nunca te enojas si alguien contradice algo que tú sabes que es verdad. Te pones furioso en la misma proporción en que sabes que no es verdad. La ira demuestra que tienes sólo una mera opinión, no el saber.

La gente estaba muy en contra de Jesús, porque él estaba arruinando todos sus edificios. Creían que sus casas estaban construidas sobre rocas, y la mera presencia de Jesús les mostró que estaban construidas sobre arena, que ya se estaban cayendo. Saltaron sobre él, le mataron. No fue asesinado por el poder político; fue asesinado por los poderes seudo religiosos, por los sacerdotes.

Así es como yo lo entiendo: si la religión se halla desaparecida en el mundo hoy en día, no es debido a la ciencia, no. No es debido a los ateos, no. No es a causa de los racionalistas, tampoco. Es debido a la seudo religiòn. Hay demasiada seudo religiòn, y es tan artificial, tan falsa, que sólo la gente falsa puede estar interesada en la religión. La gente que tiene un ápice de realidad irá en contra de ella: se rebelarán.

La gente auténtica siempre ha sido rebelde, porque la realidad quiere defender su ser, expresar su libertad. La gente auténtica no se transforma en esclava.

sábado, 3 de febrero de 2018

LAS PARÀBOLAS


La belleza de una parábola es que confunde la razón. Pero eres infantil: piensas que una historia es perfecta cuando te da la conclusión, la máxima. Son igual que escolares, que no están satisfechos a menos que la historia llegue a una conclusión, a menos que incluya una conclusión matemática exacta. Entonces están satisfechos, pero entonces la historia está muerta. Una historia perfectamente concluida está muerta.

Una parábola trata de mostrar algo, no de decirlo. Indica en forma indirecta; la conclusión tienes que ponerla tú. Deja un intervalo, deja un espacio para que descubras la conclusión. Una parábola es creativa. Cuando una historia está absolutamente completa, como dos y dos son cuatro, no le da espacio a tu imaginación ni espacio a tu meditación. Entonces es simple matemática. Ya no es poética; está muerta.

Te gustaría que la gente dijera en forma absoluta, exacta, lo que quiere decir; pero el supremo significado no te puede ser mostrado. El supremo significado siempre va a ser indirecto, indicado, dicho, y sin embargo, no dicho. Sientes algo vago, pero nunca es algo concreto.

Si se vuelve concreto, es de este mundo. Si permanece vago, y lo sigues y tratas de encontrar la clave, en el esfuerzo mismo por descubrir la clave te elevas por encima de ella y ya has entrado en otro mundo.

Una parábola no es una historia común: es simbólica, es creativa. Si la escuchas, sí tratas de entenderla, tu comprensión llegará a ser mayor de lo que era antes de oírla. Una historia ordinaria permanece por debajo de tu comprensión: puedes entenderla perfectamente, porque no hay nada más allá. Las parábolas son del más allá: un paso dentro de tu mente, un paso fuera, un paso más allá. Es una persuasión.

Jesús habla constantemente en parábolas. Realmente quiere confundirte, porque está hablando de algo inefable, escurridizo, arcano. Está hablando de lo misterioso. Debe dejar intervalos para que tú los rellenes. Las parábolas deben ser como acertijos que te desafíen y, a través de este desafío, tú creces.

Y nunca compares: ¿por qué Jesús es así? Los árboles son verdes porque son verdes. Jesús sólo es como Jesús, y no es como nadie más.

Es en eso que he estado continuamente insistiendo, también para ti: que sólo seas tú mismo, nunca nadie más. Nunca seas un Cristiano, nunca seas un Hindú, nunca seas un Jaina; porque de ser así estarás siguiendo un patrón y pasarás por alto tu alma. El alma es tuya, individual, única, y el patrón es público, colectivo, social. Nunca trates de ser otra persona. Sólo trata de descubrir quién eres y permítelo, acéptalo, dale la bienvenida, deléitate en ello, saboréalo, de modo que sea alimentado, de modo que crezca. A través de ti, Dios está intentando algo totalmente nuevo: ser alguien que Èl nunca ha sido antes.

Dios no es repetitivo: Su creatividad es infinita. Nunca conduce el mismo modelo por segunda vez, no es un Henry Ford. Es absolutamente inventivo; cada día prueba lo nuevo, lo fresco. Nunca se molesta en repetir nuevamente un modelo, siempre va mejorando. Es un gran innovador. Eso es la creatividad. Por lo tanto, no trates de convertirte en un Jesús porque entonces Dios no te recibirá.

Un Hassid se estaba muriendo. Su nombre era Josiah. Alguien le preguntó: "¿Has rezado a Dios, has hecho la paz con Dios? ¿Estás seguro de que Moisés será un testigo para ti?".

Josiah miró al que preguntaba y le dijo: "Moisés no me preocupa, porque cuando me encuentre frente a Dios, sé perfectamente bien que Èl no me preguntará: Josiah, ¿por qué no fuiste un Moisés?. El me preguntará: Josiah, ¿por qué no fuiste un Josiah?'. Por lo tanto, me estoy preocupando por mí mismo. ¡Deja de decir tonterías! Moisés ¿qué tengo yo que ver con Moisés? He desperdiciado toda mi vida en eso. Ahora me estoy muriendo, y me enfrento con la verdadera pregunta que Èl me formulará: ¿Fuiste Josiah o no? Te hice para que fueras alguien especial, alguien único. ¿Alcanzaste esa cima o no? ¿Has perdido la oportunidad?”.

Dios ciertamente te preguntará: "¿Fuiste capaz de llegar a ser tú mismo?". Ninguna otra pregunta puede ser formulada,

Asì que no digas: "¿Por qué Jesús habló constantemente en oscuras parábolas?” ¡Le gusta hacerlo así! Y una parábola tiene que ser oscura, tenue, a la luz de una vela. La luz demasiado brillante mata una parábola; demasiado análisis mata. Es poesía.

“¿Era ésta una técnica deliberada?". Nunca puedes ir más allá de la técnica, estás demasiado obsesionado con la técnica. Para ti, todo se convierte en una técnica. Esta es la manera en que Jesús es, no es cuestión de técnica. Èl no está siguiendo una técnica determinada, no es un seguidor de Dale Carnegie, nunca ha leído el libro Cómo tener amigos e influir en la gente. No está siguiendo una técnica, no era un americano.

En América, todo se ha convertido en una técnica. “Cómo ser amistoso”, hasta eso hay que aprenderlo. ¿Está el hombre tan absolutamente perdido que hasta la amistad tiene que ser aprendida?

Deben aprenderlo todo. Creo que tarde o temprano tendrán que aprender a respirar. Es posible, porque hacen muchas cosas de la misma manera. Tienen que preguntar cómo dormir, cómo relajarse. Un día, éstas fueron cosas naturales, tal como respirar. Ve y pregunta a un primitivo; simplemente se reirá si le preguntas: ¿Cómo duermes tan profundamente?".

Te contestará: ¡Qué pregunta tan tonta! Simplemente apoyo la cabeza y me duermo. No hay un cómo hacerlo".

Pero tú dirás: "Aún así debe haber un truco, porque me esfuerzo mucho y no pasa nada. Debes conocer un secreto que escondes".

No está escondiendo nada; así es como sucede. Simplemente apoya su cabeza y se duerme. No hay intervalo entre estos dos estados.

Un día u otro, el hombre va a preguntar cómo respirar; y entonces, si dices: "Sólo respira; no hay un cómo hacerlo", no te creerá. Cómo amar, cómo vivir, cómo reír, como ser feliz, todas éstas son cosas simples, y no necesitas ningún cómo. Estas son cosas naturales, no son técnicas.

Así es Jesús. Ama la forma en que dice sus parábolas. ¡La ama! Sabe que tiene una habilidad intrínseca para decir parábolas.

Una parábola no es aritmética. No debe ser demasiado clara; de lo contrario, se pierde el propósito. Debiera ser una persuasión, no un anuncio. No debe razonar, porque entonces se pierde el propósito, entonces, ¿por qué no discutir, para qué decir una parábola? No debe dar pruebas, debe sólo dar indicios; y eso también, no completamente. Sólo unos pocos indicios para desafiar a tu ser, para que te pongas alerta.

Jesús habla en parábolas por muchas razones. Pero esas razones no son técnicas. Puedes pensar en ellas, pero no son técnicas. Simplemente, a él esto le sucedía en forma natural, era un buen narrador.

Pero puedes pensar acerca de los motivos por los que habló en parábolas. El primero: se pueden decir grandes cosas si creas un drama a su alrededor. Si las dices sin drama, quedan planas. Es por ese motivo que las historias tienden a permanecer, a vivir para siempre. Los Vedas pueden desaparecer, pero Ramayana, la historia de Ram, no desaparecerá. Es una historia; será conservada. Los Upanishads pueden desaparecer, pero las parábolas de Jesús permanecerán. Se quedan cerca de ti, se convierten en un clima.

Nunca olvidas una hermosa historia. Es tal como si cantas una hermosa canción, la recordarás mejor que si fuese prosa. Si es poesía, se recuerda mejor. De algún modo, encaja con la cualidad más profunda de tu mente, Si es una parábola, si hay un drama en ella, tiende a adherirse a ti. Vendrá una y otra y otra vez; se convertirá en un clima interno.

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