sábado, 25 de marzo de 2017

CÒMO SUPERAR LAS ATADURAS

El amor de relación es dos cosas. Es emociòn y dolor, es agonía y es éxtasis; porque el amor es el encuentro de la tierra y el cielo, de lo conocido y lo desconocido, de lo visible y lo invisible.

El amor es el límite que separa la materia y la consciencia, el límite entre lo más bajo y lo más elevado. El amor tiene raíces en la tierra que son su dolor, su agonía. Y el amor tiene sus ramas en el cielo que son su éxtasis.

El amor no es un fenómeno simple, es dual. Es un acuerdo tirante entre dos polaridades. Tendrás que comprender estas dos polaridades: una es el sexo, la otra es la oración. El amor es la cuerda tirante entre el sexo y la oración; parte de él es sexo y parte oración.

La parte sexual tiene necesariamente que traer muchas miserias, la parte que pertenece a la oración traerá muchas alegrías. Por eso es difícil renunciar al amor, porque uno tiene miedo de que se renuncie también a las alegrías que vienen con él. Uno tampoco es capaz de estar totalmente en él, porque todos esos dolores te recuerdan una y otra vez que renuncies a él. Esta es la miseria del amante: el amante vive en una tensión, tirante.

Es el problema básico de todos los amantes, porque el amor trae muchas espinas y muchas flores, y ambas vienen juntas. El amor es un rosal. Uno no quiere esas espinas, a uno le gustaría que el rosal fuera todo flores, sin espinas; pero vienen juntas, son aspectos de una misma energía.

Pero yo no estoy diciéndote que renuncies a eso que llamas amor, no te estoy diciendo que te separes. Lo que te estoy diciendo es: hazlo más y más una oración. Mi enfoque es el de la transformación, no el de la renuncia. Has debido malinterpretarme. Yo no estoy en contra del sexo, sino a favor de hacer del sexo una oración. Lo más bajo puede ser poseído por lo más elevado, entonces el dolor desaparece.

¿Qué dolor hay en la sexualidad? Te recuerda tu animalidad; ese es su dolor. Te recuerda el pasado, te recuerda tu límite biológico, te recuerda que no eres libre, que estás bajo la esclavitud de los instintos dados por la naturaleza; que tus hilos son manejados por la naturaleza, que eres tan sólo una marioneta en manos de lo desconocido, de fuerzas inconscientes.

El sexo se siente como una humillación. En el sexo sientes que estás perdiendo tu dignidad, de ahí el dolor. Además la satisfacción es tan momentánea…; más tarde o más temprano cualquier persona inteligente se da cuenta de que la satisfacción es momentánea y seguida de largas noches de dolor.

El éxtasis es como una brisa, viene y se va, te deja en un estado desértico, profundamente frustrado, decepcionado. Has tenido muchas esperanzas; tu parte instintiva te ha prometido muchas cosas, y no ha cumplido ninguna.

De hecho, el sexo es una estrategia de la naturaleza para perpetuarse a sí misma. Es un mecanismo que te mantiene reproduciéndote; si no, la gente desaparecería. Imagínate una humanidad donde el sexo no fuera un instinto y tú fueras libre, donde entrar en el sexo o no, fuera tu elección. Entonces todo este asunto parecería absurdo y ridículo. Imagínate: si no hubiera fuerzas instintivas tirando de ti, no creo que nadie estuviera dispuesto a entrar al sexo. Nadie va por voluntad propia; uno va a él reluctante, resistiéndose.

Si el sexo se dejara a la libre elección no creo que la gente fuera a él. Hay razones por las que la gente hace el amor ocultándose del público, de los demás; porque parece muy ridículo. Al hacer el amor en público sabrás que los demás verán lo ridículo que es; tú mismo sabes que lo es. Uno siente que está cayendo por debajo de la humanidad; ese es el gran dolor, eres arrastrado hacia atrás.

Pero trae algunos momentos de pureza total, de gozo e inocencia. Trae algunos momentos de intemporalidad, donde de repente no hay tiempo. También trae momentos en los que el ego desaparece, en esos momentos de profundos espasmos orgásmicos se olvida el ego. Te trae algunos destellos de Dios, de ahí que no se pueda renunciar a él.

La gente ha tratado de renunciar al sexo. A través de los tiempos los monjes han tratado de renunciar a él, por la simple razón de que es muy humillante, de que va muy en contra de la dignidad de los seres humanos. Estar bajo el impacto de un instinto inconsciente es deshumanizador, desmoralizador. Los monjes han renunciado a él, han dejado el mundo, pero con él también ha desaparecido toda la alegría de sus vidas. Se han vuelto muy serios y tristes, suicidas. Ahora no le ven significado a la vida, toda la vida pierde su sentido. Entonces simplemente esperan que llegue la muerte y se les lleve.

Es un problema muy delicado; ¿cómo resolverlo? Los monjes no han sido capaces de hacerlo. Por el contrario, crearon muchas perversiones en el mundo. Todas las perversiones que vuestros mal llamados santos han condenado, han sido creadas por ellos mismos. La primera idea de homosexualidad surgió en los monasterios, porque mantenían a los hombres juntos, distantes y separados de las mujeres, y mantenían a las mujeres juntas, distantes y separadas de los hombres.

Hay monasterios católicos donde no ha entrado mujer alguna desde hace mil años. Ni a una niña de seis meses se le permite. La sola idea parece horrible; esos frailes deben ser realmente peligrosos; ni siquiera a una niña de seis meses se le permite entrar en el monasterio. ¿Qué muestra esto? ¡Qué miedo! ¡Qué paranoia!

Naturalmente los frailes empezaron a tener contacto entre ellos, entonces el instinto creó maneras nuevas, inventó perversiones; se volvieron homosexuales. La homosexualidad, en muchos casos, es una consecuencia de la religión, la religión le ha dado al mundo muchas cosas; la homosexualidad es una de ellas. Toda clase de perversiones…

Ahora no se oye hablar de mujeres haciendo el amor con el diablo; ¡de repente el diablo parece haber perdido todo interés por las mujeres! El diablo no existe. Pero si mantienes a las mujeres separadas de toda posibilidad de enamorarse, de estar enamoradas, la mente empezará a crear sus propias proyecciones, y por supuesto estas proyecciones serán muy, pero muy animadas.

Así que, los frailes y las monjas no han sido capaces de resolver el problema, por el contrario lo han liado aún más. Y la persona mundana, la sensual, la persona indulgente, tampoco ha sido capaz de resolverlo: vive miserablemente; toda su vida es un sufrimiento. Sigue esperando, va de una esperanza a otra esperanza, y sigue fracasando, poco a poco una gran desesperación se pose en su ser.

Mi forma de ver las cosas no es de este mundo ni del otro.

Mi forma de ver las cosas no es rechazarlas sino usarlas.

Mi comprensión es que cualquier cosa que se te dé es preciosa. Puede que conozcas su valor o puede que no, pero es preciosa; si no fuera así, la existencia no te la hubiera dado. Así que tienes que encontrar maneras de transformarla. Debes procurar que hacer el amor sea más como una oración, tienes que hacer que tu sexo sea más amoroso. Poco a poco el sexo tiene que transformarse en una actividad sagrada, tiene que ser elevado.

Es mejor que tú tires del sexo hacia arriba, a que el sexo te empuje a ti hacia abajo, el fango de la animalidad.

La misma energía que te empuja hacia abajo, puede tirar de ti hacia arriba, y esa misma energía puede darte alas. Tiene un poder tremendo; es ciertamente la fuerza más poderosa del mundo. Porque toda vida surge de ella. Si puede dar a luz a un niño, a una nueva vida, si puede traer una nueva vida a la existencia, te puedes imaginar su potencial: te puede traer una vida nueva a ti también. Igual que puede traer un nuevo niño al mundo, puede darte un nuevo nacimiento.

Y eso es lo que Jesús quiere decir cuando le dice a Nicodemus: “A menos que vuelvas a nacer otra vez, no podrás entrar en el reino de Dios”; a menos que vuelvas a nacer otra vez, a menos que seas capaz de darte a luz a ti mismo, con una nueva visión, con una nueva cualidad de tus energías, con una nueva afinación en tus instrumentos. Tus instrumentos contienen una gran música, pero tienes que aprender a tocarlos.

El sexo tiene que transformarse en un gran arte meditativo. Esa es la contribución del tantra al mundo. La contribución del tantra es la mayor, porque te da claves para transformar lo más bajo en lo más elevado. Te da las claves para transformar el fango en flores de loto. Es una de las ciencias más grandes que han existido; pero por los moralistas, los puritanos y los mal llamados religiosos el tantra no ha podido ayudar a la gente. Se han quemado sus escrituras, miles de maestros de tantra han sido asesinados, quemados vivos. Toda la tradición ha sido casi destruida, se les ha forzado a esconderse…

Pero los estúpidos políticos y sacerdotes han estado siempre conspirando. No quieren que la gente se transforme, porque entonces ya no estaràn bajo su dominio. La gente que se transforma se vuelve independiente, libre; la gente que se transforma se vuelve tan consciente y tan inteligente que puede ver a través de todos los juegos de los políticos y los sacerdotes. No siguen a nadie; empiezan a vivir un tipo de vida totalmente diferente; no la vida de la masa, sino la del individuo. Se convierten en leones, dejan de ser corderos.

El interés de los políticos y los sacerdotes es que todo ser humano siga siendo un cordero. Sólo entonces pueden ser sus pastores, sus líderes, grandes líderes. Gente mediocre y estúpida aparentando ser grandes líderes; pero esto sólo es posible si toda la humanidad permanece en un nivel de inteligencia muy bajo, si se la mantiene reprimida.

Hasta ahora, sólo se han hecho dos experimentos. Uno ha sido el de la indulgencia, que ha fracasado, el cual se está probando otra vez en occidente y va a fracasar, fracasar rotundamente. Y el otro, el de la renunciación, que se ha probado en Oriente, y también en Occidente por el cristianismo. Este también ha fracasado rotundamente.

Se necesita un nuevo experimento y se necesita urgentemente. El hombre está hecho un lío, en una gran confusión. ¿Dónde ir? ¿Qué hacer con uno mismo?

Yo no estoy diciendo: renuncia al sexo. Estoy diciendo: transfórmalo. No tienes que ser sólo biológico; añádele un poco de espiritualidad. Mientras hagas el amor, también medita. Cuando hagas el amor, hazlo con más devoción. El amor no debería ser sólo un acto físico; pon tu alma en él.

Entonces, poco a poco, el dolor empieza a desaparecer y la energía contenida en el dolor se libera y se vuelve más y más una bendición. Entonces, la agonía se transforma en éxtasis.

La gente realmente desgraciada es aquella que nunca se ha enamorado y nunca ha sufrido; no han vivido en absoluto. Enamorarse y sufrir enamorado es bueno. Es pasar a través del fuego; purifica, te da visión, te pone más alerta. Este es el desafío que hay que aceptar.

No está en mi mano cambiar la naturaleza de las cosas; simplemente estoy declarando un hecho. Si estuviera en mi mano me hubiera gustado que encontraras la satisfacción definitiva en el amor. Pero no es así.

Es una ley fundamental de la vida que al que llamas amor te lleve hacia más y más profundas insatisfacciones. En definitiva, el amor trae tal descontento que empiezas a desear al amado supremo, Dios; empiezas a buscar la relación amorosa Suprema.

Sannyas es la relación amorosa suprema: la búsqueda de Dios, la búsqueda de la verdad. Es sólo posible cuando has fracasado muchas veces, amado y sufrido, y cada sufrimiento te ha traído más y más consciencia, más y más comprensión. Un día llega el reconocimiento de que el amor puede darte unos pocos destellos, y esos destellos están bien, son destellos de Dios; pero sólo te puede dar destellos; más que eso no es posible. Hasta eso es demasiado; pero sin esos destellos tú nunca buscarías a Dios.

sábado, 18 de marzo de 2017

QUÈ SIGNIFICA AMARSE A UNO MISMO

No se debe empezar por amarse a uno mismo, porque tú no sabes quién eres. ¿A quién vas a amar?

Si empiezas por amarte a ti mismo, amarás sólo a tu ego, que no eres tú; es una personalidad falsa. Casi todo el mundo ama su personalidad; todo el mundo ama su ego. Hasta la mujer más horrible, si le dices: “Qué bonita eres”, no se negará a aceptarlo.

He oído que una vez…

Dos viejos se encontraron en una esquina:
“¿Dónde has estado estos dos últimos meses?” –dijo uno de ellos.
“En la cárcel” –contestó el otro.
“¿En la cárcel?”. ¿Y cómo ha sido eso?” –replicó el primero.
“Pues hace como dos meses estaba en una esquina –respondió el segundo- y se acercó una chica preciosa corriendo con un policía y le dijo: “Es este, agente. Este es el que me ha atacado”. Y ¿sabes?, me sentí halagado, lo admito”.

Cuántas cosas que sabes perfectamente bien que no son verdad has admitido. La gente dice que eres muy cariñoso, sincero, noble, majo y honesto; y nunca lo niegas. Este no es el amor del que yo hablo.

Sí. Me gustaría que te amaras a ti mismo, porque hasta que no te ames a ti mismo no puedes amar a nadie más. Y si no te has amado a ti mismo, no sabes lo que es amor. Pero antes de poder amarte a ti mismo tienes que conocerte; por eso el amor es secundario y la meditación es primordial.

El milagro es que si meditas, y poco a poco te sales del ego y de tu personalidad y descubres tu auténtico ser, el amor vendrá por sí mismo. No tienes que hacer nada, es un florecimiento espontáneo. Pero sólo florece en cierto clima, y a ese clima yo le llamo meditación. En un clima de silencio, de repente verás que miles de flores se abren en tu interior, y su fragancia es el amor.

Naturalmente, primero te amarás a ti mismo, porque ese será tu primer encuentro. Primero serás consciente de la fragancia que está surgiendo en ti, la luz que ha nacido en ti, y la felicidad que cae sobre ti. Luego, el amor se volverá tu misma naturaleza. Entonces amarás a muchos; lo amarás todo.

De hecho, lo que conocemos en nuestra ignorancia es una relación, y lo que conocemos en nuestra consciencia ya no es una relación. No es que yo te amo; es que soy amor.

Y tienes que entender la diferencia. Cuando dices “te amo”, ¿qué pasa con los demás? ¿Qué pasa con toda la existencia? Cuanto más estrecho es tu amor más aprisionado está. Se le cortan las alas; no puede volar a través del cielo cruzando el sol. No tiene libertad, casi está en una jaula de oro. La jaula es bonita, pero dentro de la jaula el pájaro no es el mismo que tú has visto en el cielo desplegando las alas.

El amor no tiene que convertirse en una relación, en una contracción, sino en una expansión.

El amor tiene que ser tu cualidad, tu carácter, tu ser, tu resplandor. Igual que el sol irradia su luz a todas partes, la meditación irradia amor sin una dirección, sin destinarlo a alguien en particular.

Por supuesto, primero se siente dentro de uno mismo, para uno mismo, luego empieza a irradiar todo a su alrededor. Entonces no sólo amas a los seres humanos, amas a los árboles, amas a los pájaros; simplemente amas, eres amor.

Entonces, amarse uno mismo significa:

-Meditación.

-Ser uno mismo.

La naturaleza traerá el amor como recompensa.

No escuches a los sacerdotes; son enemigos del amor. Te han enseñado a odiarte a ti mismo y a odiar al mundo, porque te han estado enseñando que sufres en esta vida o bien porque has nacido en pecado, o bien por los malos actos de tu vida pasada. Pero ninguna religión ha aceptado esta vida con alegría y regocijo, como un regalo, como una gracia que no te mereces, que no tienes ningún derecho a reclamar; no te lo has ganado.

Así que lo primero es evitar a los sacerdotes. Te enseñan a negar la vida. Y mi intención es devolverte la capacidad de afirmarla. Eso es lo que yo llamo amarte a ti mismo, no aceptarte a ti mismo como pecador. ¿Cómo puedes aceptarte a ti mismo si crees que eres un pecador? ¿Cómo puedes amarte a ti mismo si crees que no eres otra cosa que un saco de culpabilidad, que un pasado de malos actos acumulados durante millones de vidas?

Te odiarás a ti mismo. Y eso es lo que vuestros sacerdotes os han estado diciendo: renuncia a la vida, odia la vida, odia el placer. Ódialo todo, y sacrifícalo todo si quieres entrar en el paraíso. Nunca ha regresado nadie del paraíso, así que no hay evidencias de ninguno en ningún sitio, ninguna prueba; es sólo un ejercicio inútil que nunca será capaz de llegar a una conclusión.

Un viejo sacerdote sermoneaba a una congregación sobre el pecado.

“El pecado –dijo- es como un gran perro. Está el gran perro del orgullo, el gran perro de la envidia, el gran perro de la avaricia, y finalmente, está el gran perro del sexo. Tienes que matar a esos grandes perros antes de que ellos te maten a ti y te impidan llegar al cielo. Es posible; lo sé, porque durante años yo lo he hecho. Maté al gran perro de la envidia, al gran perro del orgullo, al gran perro de la avaricia y sí: hijos míos maté al gran perro del sexo”.

“Padre –se oyó una voz desde atrás- ¿está seguro de que el último perro no murió de muerte natural?”.

No puedes cambiar la naturaleza. Si puedes vivir naturalmente, la transformación llega. Cuando llega, el sexo desaparece; pero no por tus esfuerzos. Es por ello que sigue a tu alrededor. Cuando más lo reprimes, más presente está. Cuanto más lo vives, mayor es la posibilidad de trascenderlo.

Una pareja de ancianos estaban sentados en su casa escuchando a un curandero en la radio.

“De acuerdo amigos –comenzó-, Dios os quiere curar a todos. Lo único que tenéis que hacer es poner una mano en la radio y la otra en la parte del cuerpo que esté enferma”.

La anciana se levantó, arrastró los pies hasta la radio y puso la mano sobre su artrítica cadera. Entonces el anciano puso una mano en la radio y la otra en su bragueta.

Su mujer le miró con desprecio y dijo: “Idiota. El hombre dijo que curaría a los enfermos no que resucitaría a los muertos”.

Vive naturalmente. Vive pacíficamente. Vive interiormente. Date un poco de tiempo a ti mismo, para estar solo, en silencio, observando la escena interior de tu mente. Lentamente los pensamientos desaparecen. Poco a poco un día la mente estará tan quieta, tan en silencio como si no estuviera. Solamente este silencio; en este momento vosotros no estáis aquí.

En este silencio de tu interior, encontrarás una nueva dimensión de la vida. En esta dimensión no hay avaricia, ni sexo, ni ira, ni violencia. No es algo que tú consigues; es una nueva dimensión más allá de la mente donde el amor existe puro, impoluto por la necesidad biológica; donde la compasión existe sin ningún otro motivo; no para recibir alguna recompensa en el cielo, ya que la compasión es una recompensa en sí misma.

Existe un gran deseo de compartir todos los tesoros que has descubierto dentro de ti, y de gritar desde lo alto de los tejados a la gente: “¡No sois pobres! El paraíso está en vuestro interior”.

No necesitas ser mendigo, has nacido emperador. Tan sólo tienes que descubrir tu imperio, y tu imperio no es del mundo exterior; tu imperio es el de tu propia interioridad. Está dentro de ti y siempre ha estado ahí. Esperando que vuelvas a casa.

El amor vendrá y vendrá en abundancia; tanto que no podrás contenerlo. Descubrirás que es algo desbordante, que llega de todas las direcciones.

Tan sólo descubre tu esplendor oculto.

La vida puede ser simplemente una canción, una canción de alegría.

La vida puede ser simplemente una danza, una celebración, una continua celebración. Lo único que tienes que aprender es un estilo de vida afirmativo.

Yo sólo llamo religioso al hombre que afirma la vida. Todos aquellos que la niegan puede que se crean religiosos, pero no lo son. Su tristeza y su seriedad lo muestran.

Un hombre verdaderamente religioso tendría sentido del humor. Es nuestro Universo, nuestro hogar. No somos huérfanos. Esta Tierra es nuestra madre. Este Cielo es nuestro padre. Todo este vasto Universo es para nosotros, y nosotros para él.

De hecho, no hay división entre nosotros y el todo. Estamos unidos orgánicamente a él, somos parte de una gran orquesta.

La única religión que yo puedo aceptar como auténtica, como válida, es sentir la música de la existencia. Sin escrituras, no necesita tenerlas. Sin estatuas de Dios, porque no cree en ninguna hipótesis. Sin nada que venerar, sólo tener que ser silenciosa; de ese silencio viene la gratitud, la oración, y toda la existencia se vuelve divina.

No existe Dios como persona. Dios se expande por todas partes: en los árboles, en los pájaros, en los animales, en la humanidad, de mil y una formas.

Todo lo que está vivo no es otra cosa que divinidad lista para desplegar sus alas, lista para volar hacia la libertad, la libertad definitiva de la consciencia.

Sí, te amarás a ti mismo y también amarás toda la existencia.

sábado, 11 de marzo de 2017

LA PERFECCIÒN Y EL AMOR

El otro día leí esta declaración: “Perfeccionista es el que recibe un gran dolor y devuelve un dolor aún mayor”.

¡Y el resultado es un mundo desgraciado!

Nuestra educación misma es tan neurótica, tan psicológicamente enferma que destruye toda posibilidad de crecimiento interior. Desde el principio te enseñan a ser perfeccionista y naturalmente le vas aplicando tu perfeccionismo a todo, hasta al amor.

Todo el mundo trata de ser perfecto. Y cuando alguien empieza a tratar de ser perfecto, también empieza a esperar que todos los demás sean perfectos. Se convierte en un censor; empieza a humillar a la gente. Eso es lo que vuestros mal llamados santos han estado haciendo a través de los tiempos. Eso es lo que vuestras religiones os han estado haciendo: envenenando vuestro ser con la idea de la perfección.

Al no poder ser perfecto, empiezas a sentirte culpable, te pierdes el respeto a ti mismo. Y el hombre que se ha perdido el respeto a sí mismo pierde toda dignidad de ser humano. Tu orgullo ha sido aplastado, tu humanidad ha sido destruida por bonitas palabras como perfección.

El hombre no puede ser perfecto.

Sí, hay algo que el hombre puede experimentar, pero está más allá de la concepción del hombre corriente. Hasta que el hombre corriente no experimente también algo de lo divino, no podrá conocer la perfección.

La perfección no es como la disciplina; no es algo que se pueda cultivar. No es algo que tengas que practicar. Pero eso es lo que se le enseña a todo el mundo, y el resultado es un mundo lleno de hipócritas que saben perfectamente bien que están huecos y vacíos pero siguen aparentando toda clase de cualidades que no son otra cosa que palabras vacías.

Cuando le dices a alguien “te amo”, ¿has pensado alguna vez qué quieres decir? ¿Es tan sólo el capricho biológico entre los dos sexos? Si es así, una vez que hayas satisfecho tu apetito animal todo ese seudo amor desaparecerá. Y empezarás a pensar cómo deshacerte de esa misma mujer que antes te parecería la más hermosa del mundo o de ese hombre que te parecía el mismísimo Alejandro Magno.

Si realmente quieres conocer el amor, olvídate del amor y acuérdate de la meditación. Si quieres tener rosas en tu jardín olvídate de las rosas y cuidad el rosal. Nútrelo, riégalo, cuida de que reciba la cantidad adecuada de sol y de agua. Si se cuida de todo, a su debido tiempo brotarán las rosas. Antes no puedes traerlas, ni forzarlas a abrirse antes, ni pedirles que sean más perfectas.

¿Has visto alguna vez una rosa que no fuera perfecta? ¿Qué más quieres? Cada rosa en su singularidad es perfecta. Danzando al viento, bajo la lluvia, bajo el sol… ¿No ves su tremenda belleza, el gozo absoluto? Una rosa cualquiera irradia el esplendor oculto de la existencia.

El amor es como una rosa en tu ser. Pero cultiva tu ser; desecha la oscuridad y la inconsciencia. Hazte cada vez más despierto y consciente, y el amor vendrá por sí solo, a su debido tiempo; y siempre que viene es perfecto. Tú no necesitas preocuparte de eso.

Yo te enseño a ser más consciente, el amor vendrá según te vayas haciendo más consciente. Es un huésped que llega inevitablemente a aquellos que están listos y preparados para recibirle. Tù no estás preparado ni para reconocerle…

Si el amor llega a tu puerta, no le reconocerás. Si el amor llama a tu puerta, puedes encontrar mil y una excusas; puedes pensar que es un golpe de viento o cualquier otra cosa. No abrirás la puerta. Y aunque la abras no lo reconocerás porque nunca antes le has visto; ¿cómo vas a reconocerlo?

Sólo puedes reconocer algo que ya conoces. Cuando llega el amor por primera vez y llena tu ser, te deja absolutamente abrumado y perplejo; no sabes lo que está pasando. Sabes que tu corazón danza, que te rodea una música celestial, descubres fragancias que nunca antes habías conocido. Pero poner todas estas experiencias en orden y recordar que quizá esto es el amor, lleva tiempo. Va penetrando poco a poco en tu ser.

El amor no se encuentra en la poesía. Sé por experiencia propia que la gente que escribe poesía no sabe lo que es el amor. Yo conozco personalmente a algunos grandes poetas que han escrito poesías preciosas acerca de él y sé que nunca lo han experimentado. De hecho sus poemas no son más que sustitutos, consolaciones; creen conocer el amor porque escribe acerca de él, y se engañan a sí mismo y a los demás.

Sólo los místicos conocen el amor. Aparte de los místicos no hay otra categoría de seres humanos que lo hayan experimentado. El amor es absolutamente monopolio de los místicos. Si quieres conocer el amor tendrás que entrar en el mundo de los místicos.

Jesús dice: “Dios es amor”. Él formó parte de una escuela mística, los esenios, una antigua escuela de misticismo. Pero quizá no llegó a graduarse, porque lo que dice no es correcto. Dios no es amor, el amor es Dios, y la diferencia es inmensa, no es sólo un cambio de palabras.

Cuando dices Dios es amor, simplemente dices que el amor es sólo un atributo de Dios, también es compasión, también es perdón. Puede ser millones de cosas además de amor; el amor sólo es uno de los atributos de Dios. Y de hecho hasta reducirle a un pequeño atributo de Dios es irracional e ilógico, porque si Dios es amor no puede ser justo; si Dios es amor, no puede ser tan cruel como para arrojar a los pecadores al infierno eterno. Si Dios es amor, no puede ser la ley.

Un gran místico sufí, Omar Khayyam, muestra la siguiente comprensión del amor, dice: “Seguiré siendo yo mismo. No haré ningún caso a los sacerdotes y predicadores, confío en que el amor de Dios sea lo bastante grande. Así que, ¿por qué preocuparme?; nuestros pecados, al igual que nuestros brazos, son pequeños. Nuestra capacidad no es tan grande; ¿cómo vamos a cometer pecados que Dios no pueda perdonar? Si Dios es amor, no puede estar presente el día del juicio final para poner a un lado a los santos y enviar al infierno por toda la eternidad a los millones y millones de personas restantes”.

Las enseñanzas de los esenios eran justamente opuestas; Jesús les cita erróneamente. Quizá no compartía profundamente sus enseñanzas. Lo que él enseñaba era: “El amor es Dios”. Lo cual es completamente diferente. Así Dios se vuelve sólo un atributo del amor; así Dios se vuelve sólo una cualidad de la maravillosa experiencia de aquellos que han conocido el amor; así Dios se vuelve secundario respecto al amor. Y para mí, los esenios tenían razón.

El amor es el valor supremo, la plenitud final.

No hay nada más allá de él.

Por eso no puedes perfeccionarlo.

De hecho, antes de alcanzarlo tendrás que desaparecer. Cuando el amor esté tú no estarás.

Un gran místico oriental, Kabir, tiene una expresión muy significativa; una expresión que sólo ha podido ser construida por alguien que ha experimentado, que se ha realizado, que ha entrado en el santuario interior de la realidad suprema. La expresión es: “He buscado la verdad, pero resulta extraño decir que mientras el buscador estaba, la verdad no se hallaba. Cuando se hallaba la verdad, el buscador ya no estaba; y cuando el buscador estaba, la verdad no estaba en ninguna parte”.

La verdad y el buscador no pueden existir juntos.

Tú y el amor no podéis existir juntos.

No hay coexistencia posible: tú o el amor, puedes elegir. Si estás preparado para desaparecer, disolverte y fundirte dejando detrás sólo una consciencia pura, el amor florecerá. No puedes perfeccionarlo porque no estarás presente. Y además no necesita perfección; siempre que viene, viene perfecto. Pero amor es una de esas palabras que todo el mundo usa y nadie comprende. Los padres dicen a sus hijos: “Te amamos”; y son ellos mismos los que destruyen a sus hijos, los que les inculcan a sus hijos toda clase de prejuicios, toda clase de supersticiones muertas. Es la misma gente que carga a sus hijos con el fardo de la basura que han cargado durante generaciones y van trasfiriéndolo de una generación a otra. La locura continúa… se hace monótona.

Sí, todos los padres creen que aman a sus hijos. Si realmente les amaran, no querrían que fuesen como ellos, porque ellos son desgraciados y nada más. ¿Cuál es la experiencia de su vida…? Pura miseria y sufrimiento. La vida no ha sido una bendición para ellos, sino una maldición. Y aún así quieren que sus hijos sean como ellos.

Tus padres te quieren y te dicen que les tienes que querer porque son tus padres. Es un extraño fenómeno y nadie parece darse cuenta; que seas madre no significa que tu hijo te tenga que querer. Tendrás que ser cariñosa; ser madre no es suficiente. Puede que seas padre, pero eso no significa que automáticamente seas cariñoso. Que seas padre no es suficiente para crear un inmenso sentimiento de amor en el niño.

Pero se cuenta con ello… y el pobre hijo no sabe qué hacer. Empieza a fingir; es la única salida. Empieza a sonreír cuando no hay sonrisa en su corazón; empieza a mostrar amor, respeto y gratitud, pero todo es falso. Ya desde el principio se convierte en un actor, un hipócrita, un político. Vivimos todos en este mundo donde los padres, los profesores, los sacerdotes, todo el mundo, te ha corrompido, te ha sacado de tu sitio. A este centrarse yo le llamo meditación.

Quisiera que simplemente fueras tú mismo, con un gran respeto por ti mismo, con la dignidad de saber que la existencia te necesita; entonces puedes empezar a buscar por ti mismo. Primero vuelve a tu centro, luego empieza a indagar quién eres.

Conocer el verdadero rostro de uno mismo es el principio de una vida de amor; de una vida de celebración. Serás capaz de amar inmensamente porque el amor es inagotable, inmensurable, no se puede acabar. Y cuanto más lo das, más capacidad de dar tienes.

La mayor experiencia de la vida es cuando simplemente das sin condiciones, sin esperar nada a cambio, ni un simple “gracias”. Por el contrario, un auténtico, un verdadero amante se siente en deuda con la persona que ha aceptado su amor. Podría haberlo rechazado.

Cuando empieces a dar amor con un profundo sentimiento de gratitud hacia todos aquellos que lo acepten, te sorprenderá haberte convertido en un emperador; ya no eres un mendigo con una escudilla, llamando a todas las puertas. Y aquellas personas a cuyas puertas llamas no pueden date amor; ellos mismos son mendigos.

Para mí, este es el estado de iluminación, el amor puro. Y excepto el amor, no hay Dios.

sábado, 4 de marzo de 2017

CÒMO ENTENDER EL AMOR

El amor es la luminosidad, la fragancia de conocerse a uno mismo, de ser uno mismo. Es alegría desbordante. El amor ocurre cuando descubres quién eres; entonces no puedes hacer otra cosa que compartir tu ser con los demás. El amor ocurre cuando te das cuenta de que no estás separado de la existencia, cuando te sientes en una orgásmica unidad orgánica con todo lo que existe.

El amor no es una relación, es un estado del ser, no tiene nada que ver con nadie más. Uno no se “enamora”, uno es amor. Y por supuesto cuando uno es amor, uno está “enamorado”; pero eso es un resultado, una consecuencia; ese no es el origen del amor. Su origen es que uno es amor.

¿Y quién puede ser amor? En realidad si no eres consciente de quién eres no puedes ser amor. Serás miedo. El miedo es justo lo contrario al amor. Recuerda, el odio no es lo contrario al amor, como la gente cree; el odio es amor puesto boca abajo, no es lo contrario al amor. Lo verdaderamente opuesto al amor es el miedo: en el amor uno se expande, en el miedo uno se encoge; en el miedo uno se cierra, en el amor se abre; en el miedo uno duda, en el amor confía; en el miedo uno se siente solo, en el amor desaparece; por lo que no es una cuestión de soledad en absoluto. Cuando uno no es, ¿cómo puede sentirse solo? Entonces los árboles, los pájaros, las nubes, el sol y las estrellas están todavía dentro de ti. El amor ocurre cuando has conocido tu paraíso interior…

Los niños están libres del miedo, nacen sin miedo. Si la sociedad puede apoyarlos, ayudarlos a subir a los árboles, escalar montañas y nadar en océanos y ríos; si puede ayudarlos de cualquier forma posible a convertirse en aventureros, aventureros de lo desconocido; si puede crear una gran búsqueda en lugar de darles creencias muertas, entonces los niños se convertirán en grandes amantes de la vida. Y esa es la verdadera religión. No hay religión más elevada que el amor.

Medita, danza, canta y profundiza más en ti mismo. Escucha más atentamente a los pájaros. Mira a las flores con respeto, maravíllate; no acumules conocimiento, no vayas etiquetando las cosas. Eso es el conocimiento: el gran arte de etiquetarlo todo, categorizarlo todo. A partir de ahora, empieza a aprender a tocar la flauta o la guitarra. Encuéntrate con gente, mézclate con ella, con tanta como puedas, porque a través de cada persona se muestra una cara diferente de Dios. Aprende de la gente. No tengas miedo; esta existencia no es tu enemiga. Esta existencia te protege, está dispuesta a ayudarte en todo lo posible. Si confías, empezarás a sentir una nueva fuente de energía en ti; esa energía es el amor. Esa energía quiere bendecir toda la existencia, porque en esa energía uno se siente bendito. Y cuando te sientes bendito, ¿qué otra cosa puedes hacer excepto bendecir toda la existencia?

El amor es un profundo deseo de bendecir toda la existencia.

El amor es suficiente en sí mismo. No necesita ser mejorado. Es perfecto tal como es, no hay forma de que sea más perfecto. El propio deseo demuestra una mala interpretación del amor y su naturaleza. ¿Existe el círculo perfecto? Todos los círculos son perfectos; si no fueran perfectos no serían círculos.

La perfección es intrínseca al círculo y lo mismo pasa con el amor. Ni puedes amar menos, ni puedes amar más, porque no es algo cuantitativo. Es una cualidad inmensurable.

Nadie que conozca el amor puede preguntarse còmo mejorar el amor.

No debes entender el amor como el capricho biológico que es la lujuria, que se encuentra en todos los animales; no tiene nada de especial, se encuentra hasta en los árboles. Es el sistema reproductivo de la naturaleza. No tiene nada de espiritual ni nada especialmente humano.

Así que en primer lugar hay que hacer una clara distinción entre la lujuria y el amor. La lujuria es una pasión ciega; el amor es la fragancia de un corazón en silencio, sosegado, meditativo. El amor no tiene nada que ver con la biología, la química o las hormonas. El amor es el vuelo de la consciencia hacia las alturas, más allá de la materia, más allá del cuerpo. En el momento que entiendes el amor como algo trascendental, deja de ser una cuestión fundamental.

Cuando le dices a alguien “te amo”, no sabes lo que estás diciendo. No sabes que es sólo lujuria escondiéndose tras una bonita palabra: amor. Se te pasará, es algo muy pasajero.

El amor es una experiencia espiritual; no tiene nada que ver con el sexo y nada que ver con el cuerpo, tiene que ver con el ser interior.

Pero tú ni siquiera has entrado en tu propio templo. No sabes en absoluto quién eres, y preguntas acerca del amor. Antes, sé tú mismo; antes, conócete a ti mismo, y el amor vendrá como recompensa. Una recompensa del más allá. Te colma de flores… llena tu ser. Y te seguirá colmando, y traerá consigo un enorme deseo de compartir.

En el lenguaje humano ese compartir se define como amor. No dice mucho, pero indica la dirección correcta. El amor es la sombra de la atención, de la consciencia.

El amor es algo eterno. Es lo que Jesùs proclamò, lo que experimentan los Budas y no la gente inconsciente de la que está en el mundo lleno. Tan sólo unas pocas personas han conocido el amor y estas personas son las más despiertas, las más iluminadas, las cimas más elevadas de la consciencia humana.

La cuestión fundamental es cómo trascender el cuerpo, cómo conocer algo de ti que está más allá, más allá de todo lo que es mesurable. Eso es lo que significa la palabra “materia”. Viene de la raíz sánscrita matra, que quiere decir medida, y significa: lo que puede ser medido. La palabra metro viene de la misma raíz.

La cuestión fundamental es cómo distanciarse de lo mesurable y entrar en lo inmensurable. En otras palabras, cómo ir más allá de la materia y abrir los ojos a una consciencia mayor. Y no hay límites para la consciencia; según te vas haciendo más consciente, comprenderás mejor que en adelante será posible mucho más. Cuando alcances una cima, otra surgirá frente a ti. Es un peregrinaje eterno.

El amor es la consecuencia de una consciencia incipiente. Es como la fragancia de una flor; no la busques en sus raíces, no está ahí. Tus raíces son tu biología, tu florecimiento es tu consciencia.

Según te vas convirtiendo más y más en una flor de loto de consciencia (una experiencia que sólo puede ser definida como amor), te sorprende, te deja estupefacto. Estás tan lleno de alegría, de felicidad, que cada fibra de tu cuerpo baila en éxtasis. Te sientes como una nube de tormenta que quiere llover y llover. Cuando estás rebosante de felicidad, surge un tremendo deseo de compartirla.

El amor no es algo que se pueda obtener de alguien que no ha alcanzado la felicidad. Y esta es la desgracia del mundo entero: todos piden ser amados y aparentan amar. Tú no puedes amar porque no sabes qué es la consciencia.

No conoces la realidad, no tienes la experiencia de lo divino, no conoces la fragancia de la belleza. ¿Qué tienes tú que puedas dar? Estás tan vacío, tan hueco… En tu ser no crece nada, nada germina. No hay flores en tu interior. Tu primavera todavía no ha llegado.

El amor es una consecuencia… de cuando la primavera llega y de repente empieza a florecer y a emanar tu potencial fragancia. Compartir esa fragancia, esa gracia, esa bendición, es amor.

Y no es una cuestión de hacerlo mejor. Ya es perfecto; siempre es perfecto. Si no es perfecto, no es. La perfección y el amor son inseparables.

En esta ceguera, esta ignorancia, esta inconsciencia, no crece el amor. Este es el desierto en el que vives. En esta oscuridad, este desierto, no hay ninguna posibilidad de que florezca el amor.

Primero se tiene que estar lleno de luz y de gozo; tan lleno que se empieza a rebosar. Esa energía desbordante es amor. Luego se conoce el amor con la mayor perfección del mundo. Ni más ni menos.

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