sábado, 24 de agosto de 2019

EL ZEN, TEOLOGÌA O RELIGIÒN


La oración no tiene sentido, dice el zen. Sólo la meditación… no es que tengas que arrodillarte ante nadie, sino que debes deshacerte de ese viejo hábito de la esclavitud… todo lo que necesitas es sosegarte y silenciarte e ir hacia tu interior para hallar el centro. Ese centro es también el centro de la existencia. Y cuando hayas alcanzado tu núcleo más íntimo habrás llegado al núcleo más íntimo de la propia existencia. Eso es Dios en el zen. Pero no llaman Dios. Y está bien que no lo hagan.

Así que lo primero que hay que recordar sobre el zen es que no es una teología, pero sí una religión, aunque también aquí radica una tremenda diferencia. No es una religión como el islam. El islam tiene tres pilares: un dios, un libro y un profeta. El zen no tiene dios, no tiene libro y no tiene profeta. Toda la existencia es la profecía de Dios; toda la existencia es su mensaje. Y recuerda: Dios no está separado de su mensaje. El mensaje en sí mismo es divino. No hay mensajero… todas esas tonterías están desechadas en el zen.

La teología aparece con un libro. Necesita una Biblia, necesita un Corán. Necesita un libro que pretenda ser santo, un libro que intenta decir que es especial, que no hay ningún otro libro igual, que es una bendición del cielo, un evangelio. El zen dice que todo es divino, ¿cómo puede haber algo especial? Todo es especial. Nada es no especial, y por eso nada puede ser especial. Cada hoja de cada árbol y cada canto rodado de cada orilla especial, único, santo.

No es que el Corán sea santo, no es que la Biblia sea sagrada. Cuando un amante escribe una carta a su amada, esa carta es sagrada.

El zen manifiesta la santidad de la vida ordinaria.

Bokoju, un gran maestro zen, solía decir: “¡Qué maravilla! ¡Qué misterio! Corto leña y saco agua del pozo”.
“¡Qué maravilla! ¡Qué misterio!”. Cortar leña, sacar agua del pozo, y dice: “¡Qué misterio!”. Eso es el espíritu zen. Transforma lo ordinario en extraordinario. Transforma lo profano en sagrado. Desecha la división entre el mundo y lo divino. Por eso digo que no es una teología, sino pura religión.

La teología contamina la religión. No existe diferencia entre un musulmán, un cristiano y un hinduista en lo que respecta a la religión, pero sí en la teología. Cuentan con teologías distintas. Y la gente se ha estado peleando a causa de esas teologías.

La religión es una; la teología es múltiple. Teología significa la filosofía acerca de Dios, la lógica acerca de Dios. Es un sin sentido porque no hay manera de demostrar a Dios ni de lo contrario. Los argumentos son simplemente irrelevantes. Sí, uno puede experimentar, pero no probar, y eso es lo que intenta hacer la teología. Y no deja de hacer cosas igualmente estúpidas, tratando de cortarlo todo con el patrón de la lógica. Cuando la miras a cierta distancia no puedes más que reírte, de lo ridícula que es.

En la Edad Media, los teólogos cristianos estaban muy preocupados, muy turbados, pasmados ante problemas que a ti no te lo parecerían. Por ejemplo, ¿cuántos ángeles pueden sostenerse sobre la punta de una aguja? Se han escrito libros acerca del tema, con argumentos estupendos…

La teología es una porquería. Y por su causa las religiones han acabado envenenadas. Una persona auténticamente religiosa carece de teología. Sí, tiene la experiencia, la verdad, esa luminosidad especial, pero no teología. Pero ésta ha sido de gran ayuda para los eruditos y los pundits. (Pundit: del sánscrito pandita, que significa “docto”, “sabio”).

Ha sido muy interesante para los sacerdotes, los papas, para los shankaracharyas, (autoridades religiosas, detentadores oficiales del legado de Shankara (siglo XIX), impulsor del advaita vedanta), les ha beneficiado mucho; todo su negocio depende de ella.

Pero el zen corta todo eso de raíz. Destruye todo el asunto de los sacerdotes. Se trata del negocio más sucio del mundo, porque se apoya en un gran engaño. El sacerdote no sabe, pero continúa predicando. El teólogo no sabe, pero continúa con sus teorías. Es tan ignorante como cualquier otra persona, puede que incluso más. Pero su ignorancia ha aprendido a explicarse como si supiese algo. Su ignorancia está muy decorada, a base de escrituras y teorías, está ornamentada de manera tan artera e inteligente que resulta muy difícil fijarse en el fallo. La teología no ha sido de ninguna ayuda para la humanidad, pero a los sacerdotes les ha sido de gran utilidad. Han podido explotar a la humanidad en nombre de estúpidas teorías.

Dos psiquiatras se encuentran en un atestado restaurante y empiezan a hablar, y uno de ellos explica que está tratando un caso muy interesante de esquizofrenia. El otro contesta:

-¿Y eso qué tiene de interesante? Los casos de persona dividida son bastante comunes, me atrevería a asegurar.

-Este caso es interesante porque… -respondió su colega- ¡Los dos pagan!

Así es como han vivido los teólogos. La teología es política, y divide a las personas. Y si puedes dividirlas entonces también puedes controlarlas.

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