sábado, 5 de enero de 2013

EL SINCERO BUSCADOR

Lo primero que debe entenderse es que sólo los amigos pueden hablar en forma sincera de la vida. Siempre que una charla se vuelve discusión, siempre que una charla se vuelve debate, se rompe el diálogo. La vida no puede ser tratada así. Sólo los amigos pueden charlar, porque entonces el hablar no es un debate, es un diálogo.

¿Y cuál es la diferencia entre un debate y un diálogo? En el debate no estás dispuesto a escuchar al otro; aunque escuches, tu escuchar es falso. No estás escuchando realmente; estás simplemente preparando tus argumentos. Mientras el otro está hablando te estás preparando para contradecirle. Mientras el otro habla, esperas simplemente tu oportunidad para rebatirlo. Tienes de antemano un prejuicio, una teoría. No buscas, no eres ignorante, no eres inocente; estás ya lleno. Acarreas con ciertas teorías y estás tratando de demostrar su veracidad.

Un buscador de la verdad no lleva teorías con él. Siempre está abierto, vulnerable. Puede escuchar. Un hindú no puede escuchar, un musulmán no puede escuchar. ¿Cómo puede un hindú escuchar? El ya sabe la verdad, no hay por qué escuchar. Intentas que escuche pero no puede; su mente está tan repleta que nada le puede entrar. Un cristiano no puede escuchar, él ya conoce la verdad. Ha cerrado sus puertas a nuevos aires, ha cerrado sus ojos al nuevo amanecer, él ha alcanzado, ha llegado.

Todos los que sienten que han llegado pueden debatir, pero no pueden moverse en un diálogo. Únicamente pueden chocar. Surge entonces el conflicto y ellos se oponen el uno al otro. En una discusión así puedes probar algo, pero nada es probado. Puedes silenciar al otro, pero el otro nunca es convencido. No puedes convencer, porque es una clase de guerra, una guerra civilizada; no estás luchando con armas, estás luchando con palabras.

La vida no ofrece conclusión alguna. La vida no tiene estúpidas ideas sobre propósitos. Sigue y sigue sin final, es siempre, eternamente, un acontecimiento hacia adelante. ¿Cómo puedes concluir algo sobre ella? En el momento en que sacas una conclusión ya te has salido de ella. La vida sigue y tú te has salido del camino. Puede que te cuelgues de tus conclusiones pero la vida no te esperará.

Los amigos pueden hablar. ¿Por qué? Puedes amar a una persona, pero no puedes amar a una filosofía. Los filósofos no pueden ser amigos. Puede que seas bien su discípulo o bien su enemigo, pero no su amigo. O bien eres convencido por ellos o no eres convencido, o bien los sigues o no los sigues, pero no podéis ser amigos. Una amistad es posible únicamente entre dos botes vacíos. Entonces tú estás abierto al otro, invitando al otro, entonces eres una constante invitación, ven a mí, entra en mí, está conmigo.

Puedes desprenderte de teorías y filosofías pero no puedes desprenderte de la amistad. Y cuando estás en una relación de amistad, el diálogo se hace posible. En el diálogo tú escuchas, y si tienes que hablar, hablas no para contradecir al otro, hablas para indagar, para buscar. Hablas, no con una conclusión premeditada, sino indagando, con una indagación creciente. No intentas probar nada: hablas desde tu inocencia, no desde la filosofía. La filosofía nunca es inocente, siempre es astuta, es un artilugio de la mente.

Hablar de la vida entre amigos es factible, porque entre amigos es posible un diálogo. Por esto en Oriente es tradición que a menos que halles amistad, amor, reverencia, confianza, ninguna indagación es posible. Si acudes a un Maestro y tu bote está repleto de tus ideas, no puede existir contacto, no puede darse el diálogo.

Primero debes de vaciarte de modo que esa amistad se haga posible, de modo que puedas mirar sin ideas obnubilando tus ojos, de modo que puedas observar sin conclusiones. Y siempre que puedas observar sin conclusiones, tu perspectiva es vasta, no está confinada.

Un hindú puede leer la Biblia, pero nunca la entenderá. En realidad nunca la lee, no puede escucharla. Un cristiano puede leer el Gita, pero lo lee desde el exterior. Nunca penetra su más recóndito ser, nunca alcanza la esfera interior, se mueve y se mueve a su alrededor. Ya conoce de antemano que sólo Cristo es verdadero, sabe de antemano que sólo a través de Cristo se da la salvación, sabe de antemano que sólo Cristo es el hijo de Dios. ¿Cómo puede escuchar a Krishna? Sólo Cristo es la verdad. Krishna está condenado a ser falso, a lo más, una bella falsedad, pero nunca una verdad. O, condescendiendo mucho, dirá que es casi verdad.

Pero, ¿qué quiere decir cuando dices casi verdad? ¡Qué es falso! La verdad es o no es. Nada puede ser parcialmente cierto. La verdad es, la verdad no es. Siempre es total. No puedes dividirla. No puedes decir que es cierta hasta cierto punto. No, la verdad no conoce gradaciones. O es o no es.

Por eso cuando la mente concluye que Cristo es la única verdad, es imposible escuchar a Krishna. Incluso si te lo encuentras en el camino no serás capaz de escucharlo. Incluso si te encontrases a Buda no lo reconocerías.

Y todo el mundo está repleto de conclusiones. Alguien es cristiano, algún otro es hindú, otro jaino, otro un budista. ¡Por eso es por lo que la verdad se pierde! Una persona religiosa no puede ser cristiana, hindú, o budista; una persona religiosa puede ser únicamente un sincero buscador. Busca y permanece abierto a cualquier conclusión. Su bote está vacío.

No hay comentarios:

Buscar este blog