¿Cómo se puede hacer daño? Puedes dañar a los demás sólo cuando te has dañado ya a ti. Recuérdalo, este es el secreto. Si te dañas, harás mal a los demás. Y harás mal aunque creas que les estés haciendo bien. Nada puede suceder a través tuyo excepto el causar dolor, porque uno que vive con heridas, uno que vive en la angustia y la desgracia, haga lo que haga creará más desgracia y angustia en los demás. Puedes dar sólo lo que tienes.
He oído que una vez un mendigo llegó a una sinagoga y le dijo al rabino: "Soy un gran músico y he oído que el músico de esta sinagoga ha muerto y andáis buscando a otro. Por esto ofrezco mis servicios".
El rabino y toda la congregación se sintieron felices porque ya echaban en falta su música. Y entonces el hombre tocó, ¡fue horrible! había más musicalidad sin su música. El creó un infierno.
Era del todo imposible sentir silencio alguno en esa sinagoga esa mañana. Tenía que ser detenido porque la mayor parte de la parroquia comenzaba a irse. La gente escapaba tan rápido como podía pues su música era absolutamente anárquica, como de locura, y empezaba a afectar a la gente.
Cuando el rabino se enteró de que toda la gente se estaba yendo, se dirigió al hombre y lo detuvo. El hombre le dijo: "Si no quieres mis servicios, págame por mi trabajo de esta mañana y luego me iré".
El rabino le dijo: "Es imposible que te pague porque nunca he vivido algo tan horrible".
Entonces el músico le contestó: "De acuerdo, entonces guárdatelo como un donativo de mi parte".
El rabino le dijo: "Pero ¿cómo puedes donar algo que no posees? No tienes música alguna que ofrecer, cómo puedes donarla? Puedes donar algo sólo cuando lo tienes. Esto no es música más bien al contrario, es algo así como antimúsica. Por esto, por favor llévatela contigo, no nos la cedas o continuará persiguiéndonos”.
Tú das sólo lo que tienes. Siempre das tu ser. Si estás muerto por dentro, no puedes ayudar a la vida; dondequiera que vayas matarás.
A sabiendas o sin saberlo, esta no es la cuestión, puedes creer que estás ayudando a otros a vivir pero en realidad les estás matando.
Un gran psicoanalista, Wilheim Reich, que estudiaba sobre los niños y sus problemas, fue interpelado una vez: "¿Cuál es el problema básico con los niños? ¿Cuál crees que es la raíz de todas sus desgracias, problemas, anormalidades?".
El contestó, "Las madres".
Ninguna madre estaría de acuerdo con esto, porque cada madre siente que está ayudando a su hijo sin ningún egoísmo por su parte. Ella se desvive por el niño. Y los psicoanalistas dicen que las madres son el problema. Sin saberlo los están matando, mutilando, mientras que creen que los están amando.
Si estás tullido interiormente, lisiaras a tus hijos. No puedes hacer otra cosa, no puedes ayudarlos, porque das desde tu ser, no hay otra forma de dar.
Dice Chuang Tse: “El hombre del Tao... no daña a nadie con sus acciones”
No es que cultive la no violencia, no es que cultive la compasión, no es que viva una vida de bondad, no es que se comporte de un forma santa, no. El no puede perjudicar porque ha dejado de perjudicarse a sí mismo. El no tiene heridas. Es tan dichoso que de sus acciones o inacciones sólo fluye la dicha. Incluso aunque puede parecer a veces que hace algo equivocado, no puede hacerlo.
El hombre del Tao no puede causar daño. Es imposible. No hay forma, es inconcebible porque no tiene divisiones, fragmentos. No es una multitud, no es polipsíquico. El es un universo y exclusivamente nada más que una melodía le sucede por dentro.
El hombre del Tao no es alguien de mucha acción, no es un hombre de acción, la menor cantidad posible de acción se desarrolla a través de él. El es realmente un hombre de inacción, no está muy ocupado con la actividad.
Pero tú te afanas en la actividad tan sólo para escapar de ti mismo. No puedes tolerarte, no puedes tolerar tu propia compañía. Buscas y buscas a alguien como un escape, alguna ocupación en la que olvidarte a ti mismo, en la que te puedas implicar. Estás tan aburrido contigo mismo...
Un hombre del Tao, un hombre que ha alcanzado su naturaleza interior, un hombre que es realmente religioso, no es un hombre de mucha actividad. Sólo desarrolla la necesaria.
Lo innecesario se abandona totalmente, porque él puede estar en paz sin actividad, él puede sentirse en casa sin hacer nada, él puede relajarse, él puede estar en su propia compañía, puede estar consigo mismo.
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