En lo más profundo de vosotros están las raíces. Sois como árboles: la mitad está por encima de la tierra, y la otra mitad oculta por debajo, en la oscuridad de la tierra. Allí están las raíces. Las flores florecen, es algo que puede verse, pero florecen a causa de las raíces que no pueden verse. Las raíces son invisibles, las flores son visibles.
Dejad que vuestras acciones sean vuestras flores, visibles, pero dejad que vuestra inacción sea vuestra raíz, lo invisible. Y mantened el equilibrio. Cuanto más alto es el árbol, cuanto más penetra en el cielo, más profundas son sus raíces. Lo mismo ocurre con vosotros: pasad a la acción, pero a continuación pasad a la inactividad cada día. Convertidlo en un ritmo, en una armonía.
En la inactividad os disolvéis en el océano, el pez se convierte en el océano. ¿Dónde estáis en el sueño? El ego no está, el pez se ha disuelto. ¿Dónde estáis en el sueño profundo? No ocupáis ningún espacio, os habéis hecho uno con la existencia. Lo mismo sucede en la meditación profunda.
Los hinduistas han dicho que la meditación profunda es como el sueño profundo, pero con una diferencia: en la meditación se permanece alerta, y en el sueño no. Cuando pasáis a la meditación desde un mundo de actividad, estáis cayendo como una hoja muerta o como la pluma de un ave. Os sacudiréis un poco, movidos por la brisa, levados de aquí para allá, y poco a poco iréis profundizando hasta asentaros en la tierra. Habréis alcanzado la raíz y todo se asentará. Entonces no hay preocupación, ni pensamiento, ni mundo, ni yo…solo queda lo que es. Eso es el Tao. Después, enriquecidos, rejuvenecidos, regresáis al mundo y luego se os hace más fácil salir de casa y entrar en él. Se hace más fácil.
Sed activos cuando queráis, pero recordad que esa actividad debe estar en función de vuestras necesidades corporales, no de vuestros deseos mentales. Sed activos cuando la energía fluya y sentiréis que la energía debe utilizarse, porque la energía requiere acción, la energía se encanta en la acción. Si suprimís la energía entonces sois agresivos, no suprimáis la energía. Este es uno de los mayores problemas del hombre moderno.
Ahora, por lo general, la tecnología os ha liberado de mucho trabajo. ¿Qué hacer? Os volvéis agresivos, lucháis, os encolerizáis. Todo el mundo sabe que eso es una tontería, incluso vosotros mismos, en vuestros momentos más tranquilos, sabéis que es una tontería, pero entonces, ¿por qué estalláis innecesariamente? El pretexto no era suficiente. La auténtica razón no es una situación dada; la razón es que tenéis demasiada energía, demasiado combustible que rebosa, inflamable, que en cualquier momento puede estallar. Por eso después del estallido os sentís relajados, sentís que os inunda un cierto bienestar.
Tenéis demasiada energía sin acciones en las que invertirla. Y hay muchos y buenos alimentos, que a su vez crean más energía. Es combustible. Esta es la era mejor alimentada de la historia.
Así que elegid, pero de acuerdo a vuestras necesidades corporales. No forcéis el cuerpo, no lo coaccionéis; sentidlo y sentid lo que necesita. Si necesita acción entonces daros una carrera, id a nadar, a dar un largo paseo. Meditad y sed activos, permitid que la energía fluya. A través de la acción os fundís en la existencia. Y cuando la energía desaparece y os relajáis, entonces permaneced silenciosos. Tratad de encontrar un lugar fresco y relajaos allí.
Dios siempre llega a vosotros de la misma manera que vosotros vais hacia él. Recordad: Dios es una respuesta. La ley es exacta y correcta, y dice: recibiréis todo lo que deis; recogeréis lo que sembréis. Dios llega a vosotros por el mismo camino por el que vosotros vais hacia él.
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