Todas las religiones intentan demostrar que sus autoridades son muy antiguas, extremadamente viejas. Preguntad a los hinduistas…dicen que su santana-dharma (nombre que los hinduistas dan a su propia religión: “la ley imperecedera”, en el sentido de verdad eterna) no tiene principio. Son los más astutos: al decir que no tiene principio no se puede demostrar que hay otra religión más antigua que la suya. Lo han conseguido: no tienen principio. Dicen que los Vedas son los más antiguos, y creen que si se demuestra que los Vedas son los más antiguos, entonces tendrán más autoridad.
De algún modo, la mente humana cree que cuanto más viejo es algo mejor es; como si la verdad fuese un vino…cuanto más viejo mejor. Y todas las interpretaciones no son más que el viejo vino en botellas nuevas. La verdad no es un vino, la verdad no tiene nada que ver con los vinos, es justo al contrario: cuanto más nueva, más fresca, más joven, más profunda es. Cuanto más viva está, más profunda es. Lo muerto es insulso, mugre dejada por el pasado, solo eso y siempre que te implicas en el pasado estás tratando con mugre, con tumbas; eres un sepulturero. Vives en un cementerio, dejas de formar parte del fenómeno vivo que es la vida.
Pero los hinduistas demuestran que sus Vedas son antiquísimos y no hacen más que retrasar la posible fecha en que fueron escritos. Y se enfadan mucho si alguien intenta demostrar que no son tan antiguos; creen que eso es irreverente, que te has vuelto loco.
¿Para qué todo ese esfuerzo en demostrar que se es más antiguo? Porque la mente cree en la muerte, y porque la mente cree en el pasado. La mente, es más pasado. Así que creéis que vuestra mente será mejor si vuestra autoridad es antigua, porque cuanto más grande el intervalo de tiempo, la acumulación de tradición, más espacio tiene la mente para moverse. La mente necesita tiempo para moverse y no es nada sino acumulación de pasado, así que tendréis una mente mayor si vuestro pasado es mayor, y contaréis con una mente más pequeña si vuestro pasado es menor.
Cuanto más vieja es una cosa, más autoridad tiene. Si Podéis tener ciento cincuenta años y únicamente ser un tonto de ciento cincuenta años, porque la edad no trae sabiduría, no tiene nada que ver. Por el contrario, los niños son más sabios; tienen que serlo. Dios no puede equivocarse, porque siempre se lleva a los viejos y los sustituye por niños; eso significa que cree más en los niños que en los viejos. Dios cree en lo nuevo y el hombre cree en lo viejo; Dios siempre cree en las hojas nuevas, por eso se desprende de las viejas. Y las sustituye con otras nuevas, frescas y jóvenes.
Dios es eternamente joven y nuevo, y así es la verdadera religión. Pero las autoridades… Así que no podéis confiar en la autoridad de Dios. Si observáis la creatividad divina que os rodea, siempre veréis que parece un poco loca, porque para cuando un hombre se ha convertido en sabio, va Dios y lo retira. Habéis cumplido noventa años, habéis vivido a través de todas las estaciones, sabéis mucho, habéis acumulado experiencia, y para cuando empezáis a ser sabios, va Dios y os llama y te sustituye por un bebé; eres sustituido por un bebé que no sabe nada. Da la impresión de que ama más la inocencia que el conocimiento, que le gustan más las hojas verdes que las viejas y descoloridas. Y así debe ser, porque la vida debe ser joven, y si él es vida eterna, entonces tiene que ser eternamente joven.
Pero entonces Dios no puede ser autoridad, porque autoridad significa el peso del pasado; no se puede crear autoridad sin el peso del pasado.
La vida no se detiene, y nunca se repite a sí misma; aunque parezca que lo está haciendo, en realidad nunca se repite. Si sentís que la vida se repite, será porque no podéis sentir lo nuevo, porque estáis muertos. Pero nunca se repite. La nube que habéis visto esta mañana nunca volverá a aparecer en el cielo, porque mañana por la mañana el universo será distinto. Es algo inmenso y cambiante.
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