sábado, 7 de noviembre de 2015

OCUPÁNDONOS DE LO INÚTIL

El toro es un símbolo de la energía, la vitalidad, el dinamismo. El toro significa la vida misma. El toro significa tu poder interno, tu potencial. El toro es un símbolo, recuérdalo.

Existes, y tienes vida, pero no sabes qué es la vida. Tienes la energía, pero no sabes de dónde viene esta energía y hacia qué meta va esta energía. Eres esa energía, pero todavía no eres consciente de lo que es esa energía. Vives ignorante. No has hecho la pregunta básica: ¿quién soy? Y a no ser que lo sepas, ¿cómo puedes seguir viviendo? Entonces todo va a ser en vano, porque la pregunta básica no ha sido formulada, no ha sido respondida. A no ser que te conozcas a ti mismo, todo lo que hagas va a ser en vano. Lo más básico es conocerse a uno mismo. Pero sucede que seguimos dejando pasar lo más básico, y continuamos preocupándonos por lo trivial.

He oído una anécdota:

Una mujer joven que estaba planeando su boda visitó el hotel donde se iba a celebrar la recepción. Estaba muy ocupada examinando todo el lugar, señalando dónde estaría la ponchera, dónde estarían las damas de honor, y entonces le dijo al gerente del hotel:

-En el grupo que dará la bienvenida, mi madre estará ahí, y yo estaré junto a ella; y aquí, a mi derecha, estará... eehh... fulano.

¡Había olvidado el nombre del marido! Sucede continuamente en la vida que sigues ocupándote de lo inútil, y te olvidas completamente de lo más esencial.

¿Cómo te llamas? El nombre con el que se te conoce es tan sólo un nombre dado, es simplemente utilitario. Cualquier otro nombre serviría igual. Llames como te llames, no cambia nada. ¿Cuál es tu verdadero nombre? ¿Cuál es tu rostro original? ¿Quién eres? Construirás grandes casas, comprarás grandes automóviles, dirigirá esto o aquello, y cuando mueras dejarás una gran cuenta bancaria, todo lo no esencial, y sin nunca dedicarte a la auténtica búsqueda de quién eres.

El todo significa tu energía, la energía desconocida y extraña que eres, la tremenda energía que es el origen de tu ser y que sigue creciendo en ti como un árbol.

Los deseos son las hierbas altas en las que se ha perdido tu toro. Tantos deseos, arrastrándote hacia un lado u otro. ¡Tantos deseos! Una lucha constante: un deseo te arrastra hacia el sur, otro hacia el norte.

La vida entera consiste tan sólo en correr tras este o aquel deseo. Al final, no se ha logrado nada; sólo sueños frustrados, un montón de sueños frustrados. Mira hacia atrás, ¿qué has logrado? Has estado corriendo sin parar, ¿a dónde has llegado? Éstas son las hierbas altas.

El dinero atrae, el poder atrae, y sin preguntarse a uno mismo “¿Por qué correr tras estas cosas?”, seguimos corriendo. De hecho, como la sociedad entera está corriendo, todos los niños reciben esa enfermedad como herencia. Todos están corriendo, el niño aprende por imitación. El padre está corriendo, la madre está corriendo, el hermano está corriendo, el vecino está corriendo, todo el mundo está corriendo, tras poder, prestigio, dinero, cosas del mundo. Sin que se de cuenta, también se fuerza al niño a entrar en la corriente principal de la vida. Antes de que el niño pueda empezar a pensar, ya está corriendo.

En nuestras escuelas enseñamos competición, nada más. En nuestras escuelas preparamos a los niños para la gran competición de la vida. En nuestra escuelas, de hecho, no sucede nada más que un ensayo: cómo luchar, cómo dominarse a uno mismo y cómo dejar atrás a los demás, cómo acabar en la cima. Pero nadie hace la pregunta básica: ¿para qué? ¿Por qué anhelar la cima? ¿Qué vas a hacer? ¿Cómo va a satisfacerte?

Es como si alguien tuviera sed y le pusiéramos en un sendero que conduce a más y más dinero. Llega, lucha duro, acumula mucho dinero, pero el dinero no tiene nada que ver con la sed. Entonces, de pronto se siente frustrado. Entonces dice: El dinero no sirve para nada; pero ahora es demasiado tarde.

Observa cuál es tu necesidad interna, y luego esfuérzate por ella, y esfuérzate diligentemente por ella, inteligentemente por ella. Pero primero observa cuál es tu necesidad interna. Y la necesidad interna sólo se puede reconocer cuando reconoces quién eres.

Si puedes comprender la cualidad de tu energía, serás capaz de comprender qué es lo que va a satisfacerte. Si no, sin conocerse a uno mismo, uno sigue corriendo. La carrera es casi loca. Detente a un lado del camino, medita un poco, reconsidera lo que estás haciendo, por qué lo estás haciendo. No corras febrilmente porque correr te hará correr más rápido. Poco a poco, correr te volverá incapaz de pararte. Seguirá haciendo una cosa u otra; se convertirá en un hábito. Sin él no te sentirás vivo.

Hay que comprender algo muy básico: estas cosas no van a satisfacerte porque no son necesidades básicas. Uno necesita otra cosa. Pero esa otra cosa hay que buscarla dentro de uno mismo; nadie más puede indicarte la dirección. Tienes tu destino dentro de ti. Tienes la semilla dentro de ti. Antes de empezar a correr tras algo, lo más fundamental es cerrar los ojos, armonizarte contigo mismo, con tu energía, y escucharla, y lo que diga es bueno para ti. Entonces te sentirás satisfecho, colmado. Poco a poco te irás acercando más y más a tu plenitud, a tu florecimiento.

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