sábado, 9 de febrero de 2019

LA AUSENCIA DEL EGO


Existe también una tercera dimensión, y será conveniente saber algo de ella. La primera es el silencio en oposición al sonido. Esta es una dimensión: la de la ausencia de sonido. La segunda es la de la quietud frente al movimiento: eso es la ausencia de movimiento. Y la tercera es la del no-ser frente al ego: la ausencia de ego. La tercera es la más profunda.

Buda ha dicho, “A menos que dejes de ser, no puedes estar en quietud. Tú eres el problema, tú eres el ruido, tú eres el movimiento. A menos que tú dejes de “ser” completamente, no podrás alcanzar la quietud perfecta. Por esto a Buda se le conoce como el que cree en el no-ser.

Seguimos creyendo que “somos” que “yo soy”. Este “yo” es algo totalmente falso. Y debido a este “yo”, surgen muchos males; debido a este “yo”, sigues acumulando el pasado; debido a este “yo” sigues pensando en repetir placeres pasados. Todo cuelga de este “yo”: el pasado, el futuro, los deseos.

Buda llegó a conocer a través de la meditación profunda que somos capaces de abandonar los deseos mundanos, pero que si el “yo” permanece empezamos a desear el moksha, la Liberación Última, la libertad de unificarnos con Dios, de ser uno con el Brahman. Si este “yo” subsiste, los deseos están presentes, sea cual sea su dirección y su objetivo.

Buda dice, “Abandona esta existencia centrada en el “yo”. Pero, ¿cómo abandonarla? ¿Quién la abandonará? Si no hay “yo”, ¿quién será el que la deje? ¿Quién pensará en abandonarla? Con “abandonar” se quiere significar el ir hacia adentro y descubrirlo, buscarlo, ver dónde está, si es o no es, porque aquellos que han ido hacia el interior y aquellos que lo han buscado nunca lo han encontrado. Solamente los que nunca han ido hacia adentro, aquellos que nunca lo han buscado, son los que creen en él, en que existe. Nadie nunca ha encontrado que algo semejante al “yo” exista.

Cuando digo “yo soy”, el “soy” es la realidad, no el “yo”. Cuando vas hacia adentro sientes cierta “sensación de ser”, hay un cierto sentimiento existencia. Sabes que allí hay algo, pero que no eres tú. No hay un sentimiento de “yo”. Solamente se siente una difuminada “sensación de ser”, se percibe la Existencia sin “yo”.

Otro sistema para entrar en la tercera dimensión: siempre que tengas tiempo, siempre, trata de encontrar dónde reside este “yo”. No tienes porque ir a un templo. Si vas, de acuerdo, pero no hay porque ir. Viajas en tren: cierra tus ojos, trata de descubrir dónde está este “yo”. ¿En el cuero? ¿En la mente? ¿Dónde está? Muévete con una mente abierta. Descubre dónde está. Sentado en tu coche o tendido en la cama, siempre que dispongas de unos instantes para cerrar tus ojos, ciérralos y pregúntate, “¿Dónde reside este “yo”? ¿Dónde está? ¿Dónde está ese “yo”?

Ramana Maharshi utilizó una meditación. Llamó la meditación del “¿Quién soy yo”? Buda diría que no iba a servir porque cuando pides, “¿Quién soy yo?” has supuesto de antemano que tú “eres”. Esa no es la pregunta. Si la pregunta es solamente “¿Quién soy yo?” entonces el “yo soy” se ha establecido anteriormente. Lo has dado por sentado. Ahora estás preguntando solamente “¿Quién soy yo?”. No estás pidiendo realmente por el “yo”. La meditación budista dice que preguntes, “¿Dónde estoy “yo”, no “¿Quién soy yo?”.

Escudriña todos los rincones, busca con una mente abierta y no te encontrarás en ninguna parte. Te encontrarás con una existencia silenciosa, pero no con el “yo”. Y no creas que es algo muy complicado. ¡No lo es! Solamente cerrando los ojos aquí y tratando de descubrir “¿Dónde estoy?”, no lo conseguirás. Descubrirás muchas otras cosas. Tu corazón empezará a latir, tu respiración se hará presente, encontrarás muchos pensamientos flotando en tu mente. Descubrirás allí muchas cosas, pero no encontrarás ningún “yo” ningún ego.

Buda afirma que el ego es simplemente un concepto colectivo, como “sociedad”, como “nación”, como “humanidad”. No los puedes encontrar en ninguna parte.

Estamos sentados aquí. Podemos llamar a esto, una “clase”, pero no podemos encontrarla. Podemos buscarla: encontraremos individuos, pero ninguna clase. No encontraremos ningún grupo, solamente individuos.

“Grupo” es solamente un nombre para una colectividad. Podemos denominar bosque a un conjunto de árboles. No existe tal bosque, solamente árboles, árboles y más árboles. Si entras en él, solamente encontrarás árboles y el bosque desaparecerá. Este “yo” es solamente un nombre colectivo. “Tú” eres un conjunto. La palabra budista es sangha, un conjunto, un colectivo. Tú eres muchas cosas, pero no un “yo”. Ve hacia adentro y descúbrelo. Buda dice, “No me creas. Ve hacia adentro y descúbrelo: busca y descúbrelo”. Nunca lo encontrarás.

Por eso en esa tercera dimensión solamente hay “ausencia de sensación de ser” o ausencia de ego. Cuando uno descubre que uno no es, uno está en quietud: la quietud ha sucedido. No puedes estar tenso, no puedes estar quieto, no puedes estar en un profundo tumulto si no hay ego. El show ha desaparecido.

Pero, ¿qué es lo que solemos hacer? A cada instante hacemos cosas para alimentar ese ego, para fortalecerlo, para darle más energía, para vitalizarlo. A cada momento tratamos de mantenerlo. Es una idea falsa, pero que puede ser mantenida y mantenida. Puedes seguir creyendo en ella y creando situaciones en las que sea más y más fácil creer en ella. Es una creencia, no es una realidad.
Todo el mundo cree en el ego. La gente pregunta, “¿Dónde está Dios?”. A menos que lo encontremos no podemos creer en El”. Estas personas siguen creyendo en sus egos sin tomarse la molestia de buscar si existe algo así. Esto es un milagro: somos capaces de dudar de Dios, pero no somos capaces de dudar de nosotros mismos. Y a menos que dudemos de nosotros mismos, no podremos entrar en la quietud. Con ese dudar todo resulta hecho añicos. Un hombre religioso nace cuando pone duda su ego y duda de sí mismo.

Hemos dado por sentado ese “yo”. Nunca preguntamos por él, si existe o no. Y si alguien hace que nos demos cuenta de que no existe, se convierte en un enemigo. Los amigos son los que nos ayudan a volvernos egos más fuertes.

Nuestra familia, nuestra nación, nuestra sociedad nos ayudan a estar centrados en nuestros egos. La religión “te” destrona. Te hace bajar de tu pedestal. “Tú” no existes. Y si “tú” no existes, estás en un profundo abismo de quietud, sin fondo infinito, porque este “yo” es el que lo altera todo, este “yo” es el mal, este “yo” es la molestia. Ese es el problema.


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