domingo, 5 de julio de 2009

LA LIBERACIÓN

Has visto un río descendiendo de las montañas? Recorre miles de kilómetros y luego, un día, desaparece en el océano. Si el río fuera un gran pensador y empezara a pensar diría: “Esto es ir hacia abajo. No debería hacer esto. Mi morada está en las montañas. Esto es un pecado. Cayendo por un glaciar, yendo hacia la tierra desde las alturas del cielo…”

Si los ríos fueran pensadores se volverían locos, porque esto de ir hacia abajo, es decender al infierno. Pero los ríos no son pensadores, como lo son los hombres. Son muy afortunados. Lo aceptan. Era la voluntad de Dios el que estuvieran en las cimas, ahora es su voluntas el que explores las profundidades.

Y una persona que realmente quiere conocer las alturas, también ha de conocer las profundidades, de otro modo no podría conocerlas. La sima es la otra cara de la altura. Cuanto más alto es el pico de la montaña, más profundo es el valle. Si quieres conocer realmente a un árbol deberás conocer también que son las raíces. El árbol asciende y las raíces descienden y entres estos dos movimientos existe el árbol. Esta es la tensión que le da vida al árbol.

El río se mueve confiado, sin saber hacia donde va, nunca antes ha estado por allí y no dispone de mapas ni de guías que lo guíen. Pero él confía, si es así como sucede, ha de ser bueno, continúa bailando y cantando. Y luego, un día, todo río, tanto si fluye hacia el oriente como al occidente, al norte o al sur, no importa, todo río, al final alcanza lo supremo, desaparece en el océano, en él ha alcanzado su máxima profundidad. Ahora se ha completado el viaje, ha conocido las cumbres y ha conocido las profundidades del océano. Ahora la experiencia es total, ahora el círculo se ha completado, ahora el río puede desaparecer en el nirvana.

Esto es lo que es la liberación.

La mente del hombre es muy astuta, quiere manipular hasta la relación de amor. La mente es la gran controladora, su obsesión es controlar todo, de ahí surgen las técnicas, y un hombre que vive de técnicas, es una mente cerrada. Lo planea todo, y aunque sus planes se vean realizados, no es feliz, porque son sus planes. Son tan pequeños como es él, y aunque tenga éxito, luego sentirá el fracaso, si te las arreglas para hacerlo todo por ti mismo, no le estás dando ni una sola oportunidad a Dios para que penetre en ti, para que tome el control sobre sus espaldas, crees que has de ser independiente, crees que no hay otra forma de ser mas que ser autosuficiente. Permaneces innecesariamente pobre.

Ábrete a lo divino. Vive de modo natural, sin intentar mejorar, sin vivir a través de las ideas, sin vivir a través de las disciplinas morales, vive sencillamente una vida natural. La naturaleza debería ser tu única disciplina y todo aquello que es natural es bueno, porque así es como Dios quiere que sea, desea que sea. Si eres capaz de aceptar tu vida con una inmensa gratitud, esa es la forma en que Dios quiere que sea.

Sé simple: fluye como el río.

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