sábado, 28 de noviembre de 2009

LOS DESEOS DEL CUERPO Y LOS DEL ALMA

Tú no eres exclusivamente cuerpo y mente, tú eres algo más. Eres Alma, el Yo, el Atman. El cuerpo tiene necesidades, el alma también tiene sus necesidades; en el medio se encuentra la mente con sus deseos.

El cuerpo tiene necesidades que se han de satisfacer: el hambre, la sed, un abrigo. La mente tiene deseos, la mente no necesita nada, pero ella te crea falsas necesidades. Puedes satisfacer una necesidad, no puedes satisfacer un deseo. Un deseo es un sueño, un sueño no puede ser satisfecho ¡No tiene raíces! La mente es soñar. Quieres fama reputación, prestigio y aunque los consigas no ganarás nada, porque ellos no satisfacen ninguna necesidad. No es una necesidad. Puedes volverte famoso, pueda que toda la tierra te conozca ¿Qué ganaras? ¿Qué harás con eso? Cuando todo el mundo te conoce te sientes frustrado. ¿Qué vas ha hacer con ello? Es inútil.

El alma tiene sus necesidades. Debes acordarte de Jesús diciéndoles a sus discípulos en numerosas ocasiones: “Comedme. Soy vuestra comida. Y dejadme ser vuestra bebida”. Qué quería decir? Es una clase de necesidad distinta y a menos que sea satisfecha, a menos que te conviertas en Dios al comerlo, al absorberlo, a menos que El fluya en tu alma como tu sangre, a menos que El se convierta en tu consciencia, seguirás estando insatisfecho. El alma tienes sus necesidades. La religión satisface esas necesidades.

La mente es una frontera donde el cuerpo y el alma se encuentran. Cuando el cuerpo y el alma se separan, la mente simplemente desaparece. No existe por si misma.

Si meditas sobre alguien que haya trascendido los deseos, te volverás como él antes o después, porque la meditación te convierte en algo semejante al objeto de meditación. Si meditas sobre el dinero, te convertirás en algo parecido al dinero. Ve y observa al avaro, ya no tiene alma, solamente tiene una cuenta corriente, no tiene nada dentro. Si le escuchas, solo oirás cheques, allí no descubrirás corazón alguno.

Te convierte en algo similar a lo que prestas atención. No pongas tu atención en algo en lo cual no te gustaría convertirte. Presta solamente atención a aquello en lo que te gustaría convertirte, porque ese es el principio.

La semilla es enterrada con la atención y pronto se convertirá en un árbol

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