sábado, 16 de abril de 2011

VIVIR EN LO DESCONOCIDO

Vivir peligrosamente es vivir. Si no vives peligrosamente, no vives. La vida sólo florece cuando hay peligro. La vida no florece en la seguridad; sólo florece en la inseguridad.

Si empiezas a tener seguridad, te conviertes en una charca empantanada. Tu energía ya no se mueve. Tienes miedo... porque nadie sabe cómo entrar en lo desconocido. ¿Para qué arriesgarse? Lo conocido es más seguro. Pero después te obsesionas con lo que te resulta familiar. Te hartas de ello, te aburre, te hace infeliz, sin embargo, es familiar y cómodo. Por lo menos ya lo conoces. Lo desconocido te da miedo. Simplemente la idea de lo desconocido te hace sentir inseguro.

¿Has escalado alguna vez una montaña? Cuanto más alto escalas mejor te sientes. Cuanto mayor es el peligro de caer, cuanto mayor es el abismo, más vivo estás. Cuando estás entre la vida y la muerte, cuando estás colgando entre la vida y la muerte, no existe el aburrimiento, no existe el polvo del pasado ni el deseo del futuro. El momento presente es muy afilado, es como una llama. Es suficiente: vives en el aquí y ahora.

Cuando te digo vive peligrosamente, no me refiero al riesgo físico sino al psicológico y, finalmente, al riesgo espiritual. La religiosidad es un riesgo espiritual. Nos lleva a tanta altura que tal vez no podamos regresar. Es llegar muy alto, a un lugar sin retorno... después simplemente te pierdes. No regresas jamás.

Cuando digo vive peligrosamente, no me refiero a vivir una vida ordinaria de respetabilidad, ser el alcalde de la ciudad, o el miembro de una asociación. Eso no es vida. O ser ministro, tener una buena profesión y un buen sueldo, y ver cómo se acumula el dinero en tu banco y cómo todo va a la perfección. Cuando todo va perfectamente, fíjate, te estás muriendo pero no pasa nada. La gente te puede respetar y cuando te mueras habrá una gran procesión. Muy bien, eso es todo; publicarán tu foto en los periódicos y escribirán editoriales, y después la gente se olvidará de ti. Y has vivido toda la vida para esto.

Obsérvalo, se puede perder toda la vida en cosas ordinarias, mundanas. Ser espiritual significa entender que no deberíamos dar demasiada importancia a estas pequeñas cosas. No estoy diciendo que sean insignificantes. Digo que tienen importancia, pero no tanta como creéis.

El dinero es necesario. El dinero es una necesidad. Pero el dinero no es el fin y no puede serlo. Evidentemente, es necesaria una casa. Es una necesidad. No soy un asceta y no quiero que destruyas tu casa y huyas al Himalaya. Necesitas una casa, pero eres tú quien necesita la casa, y no viceversa. No lo malinterpretes.

Por lo que puedo ver, todo el asunto está del revés. Es como si fuesen necesarios para la casa; trabajan para la casa. Es como si fuesen necesarios para la cuenta del banco; acumulan dinero y después se mueren. Y no han vivido. Nunca han tenido un momento de vida vibrante, total. Están aprisionados en su seguridad, familiaridad, respetabilidad.

Ama, pero no pienses que mañana esa mujer seguirá a tu disposición. No esperes nada. No reduzcas a la mujer a una esposa. Entonces, estarás viviendo peligrosamente. No reduzcas al hombre a un marido, porque un marido es algo horrible. Deja que tu hombre sea tu hombre y tu mujer tu mujer, y no vuelvas predecible el futuro. No esperes nada y estate preparado para todo. Eso es lo que quiero decir cuando digo vive peligrosamente.

Pero ten en cuenta una cosa: no te olvides nunca del arte de arriesgar. Sigue siendo capaz de arriesgar. Siempre que encuentres una oportunidad de riesgo, no la desaproveches, y así no serás un perdedor. El riesgo es la única garantía que tienes de estar realmente vivo.

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