En primer lugar dos cosas: los hechos son relativos y tienes que entender exactamente lo que quiere decir relativo. Significa que algo puede ser verdad en cierta situación y lo mismo puede no ser verdad en otra.
Se dice que cuando vivía Albert Einstein sólo había doce personas en el mundo que entendían a qué se refería cuando hablaba de relatividad. Es una explicación muy delicada y sutil sobre el Universo. Cuando iba a algún club o restaurante, fuera donde fuera, la gente le preguntaba: «Dinos algo sobre la relatividad y dilo de tal forma que el hombre de la calle lo pueda entender.»
Finalmente encontró la forma de hacerlo y dijo: si estás sentado sobre una estufa caliente, te parecerá que el tiempo pasa muy despacio; un sólo minuto te parecerán horas porque estás sentado sobre esa estufa. Tu estado cambia la concepción que tienes del tiempo. Pero si estás sentado con tu novia, pueden pasar horas y parecerte que sólo han pasado segundos.
El decía: «Esto es a lo que me refiero cuando hablo de relatividad: el tiempo es relativo a cada situación particular. No hay un tiempo definitivo; así que hagas lo que hagas, el tiempo es el mismo. Siempre se ha sabido que cuando eres feliz el tiempo pasa deprisa y cuando eres des¬graciado, el tiempo pasa muy despacio.»
Einstein estableció la relatividad de una manera tan profunda que ahora está entretejida con todos los descubrimientos científicos. Sólo quiero que recordéis una cosa: él habla de hechos y les llama verdad. Y por eso los místicos tuvieron que usar términos como última o definitiva. Quieren expresar que hay una experiencia que está más allá de la relatividad. Eso es lo que quieren decir: la verdad es definitiva.
Pero el mundo está lleno de hechos y los hechos son relativos. Tiene que quedar muy claro para los científicos que Einstein no estaba hablando de la verdad sino de hechos. Pero para la ciencia no hay otra verdad que la que ellos descubren. No aceptan la verdad del místico, porque el místico no puede ponerla delante del científico para que éste pueda diseccionarla y descubrir de qué está constituida: sus medidas, su peso y cosas así.
Es una experiencia, y es totalmente subjetiva. No puede hacerse objetiva.
Por eso, si insisten en llamar verdad a los hechos, tenemos que decirlo de esta forma: las verdades objetivas son relativas y la verdad subjetiva es siempre definitiva. Pero para no mezclar las cosas, los místicos le han llamado verdad última.
Toda verdad es definitiva. Pero hay verdades científicas que sólo son hechos. Por ejemplo: si estás sentado sobre una estufa caliente, la experiencia de que el tiempo pasa muy lentamente es un hecho de tu psicología; no tiene nada que ver con el tiempo. Pero nadie le dijo esto a Albert Einstein. Cuando estás sentado con tu novia y el tiempo pasa deprisa, eso tampoco tiene nada que ver con el tiempo; tiene que ver con tu mente.
El tiempo sigue siendo el mismo; es tu mente, tu concepto de tiempo lo que es relativo.
«Lo último o definitivo» y “la verdad” significan lo mismo. Puedes usar cualquier de estos dos términos, pero usar ambos es una repetición innecesaria.
La vida no es matemática; no es lógica, no es ciencia. Es algo más, y ese algo más es lo más valioso.
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