sábado, 2 de septiembre de 2017

CRISTO (II)


Al principio existía la Palabra,
y la Palabra estaba con Dios,
y la Palabra era Dios.

Los Upanishads se pueden sentir pobres, los Vedas pueden sentir envidia: "Al principio existía la Palabra".

¿Qué quiere decir el evangelio cuando dice al principio? Los cristianos lo han estado interpretando como sí al principio significara que hubo un principio.

Han estado usando e interpretando estas palabras, "al principio", como si mostraran algo acerca del principio del tiempo. Pero ... sin tiempo, ¿cómo puede haber un principio? Para empezar, en primer lugar será necesario el tiempo. Si el tiempo no existía, entonces ¿qué quieres decir con “al principio”?

Al principio forma parte del tiempo y no puede preceder al tiempo; por lo tanto, al principio no quiere decir que hubo un día en que Dios creó al mundo. Esa es una soberana estupidez. Al principio es sólo una forma de hablar. Al principio no se refiere al principio en absoluto, porque nunca ha habido un principio y no puede haber un final, Dios es eterno, Su creatividad es eterna, siempre ha sido así y siempre lo será.

Debido a estas palabras –“al principio” , ha habido mucha controversia durante siglos. Hasta ha habido sacerdotes y obispos necios que han tratado de fijar la fecha exacta: cuatro mil cuatro años antes de Cristo, en un lunes determinado, el mundo comenzó. ¿Y qué estaba haciendo Dios antes de eso? La eternidad lo debió preceder cuatro mil años no es nada. ¿Qué estaba haciendo Èl antes de eso? ¿Nada en absoluto? Entonces, ¿por qué de pronto, en cierta fecha, El inició la Creación?

Ha sido un problema, pero el problema surge debido a una interpretación equivocada. No, “al principio" es sólo una forma de hablar. Uno tiene que comenzar en alguna parte, el evangelio debe comenzar en alguna parte. La vida es eternidad, la vida nunca comienza en ninguna parte, pero cada historia tiene que empezar y cada escritura tiene que tener un comienzo. Deben escoger arbitrariamente una palabra, y no podrían haber escogido mejor: al principio. Al principio significa que simplemente no sabemos.

Pero desde el principio mismo, si es que hubo un principio, Dios ha sido creativo. Permítanme tratar de decirlo de un modo diferente: Dios es creatividad. Hasta puedes dejar de lado la palabra Dios. De hecho, el evangelio mismo no quiere usar la palabra “Dios". Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.

Al principio existía la Palabra. ¿De qué palabra estás hablando, qué es esta palabra? Quien ha conocido la verdad sabe muy bien que la palabra Dios es vana: no hay nombre ni definición todas las palabras son pequeñas, no pueden contener lo absoluto. La Palabra es simplemente una manera de indicar lo que no tiene nombre, lo desconocido. "Al principio existía la Palabra".

Los judíos, que precedieron a Jesús, de quienes Jesús fue la culminación misma ... Naturalmente, ellos negaron a Jesús; ésa es otra historia. A veces ocurre que alguien que está entre nosotros alcanza la culminación de toda la raza, pero esa realización es tan vasta y tan grande y tú estás tan bajo, que no puedes creerlo; tienes que negarlo.

Cristo se elevó muy alto. Los judíos habían estado esperando a este hombre durante siglos !qué ironía!, habían esperado durante siglos que este hombre apareciera, todas sus esperanzas estaban volcadas a este hombre, que transformaría sus vidas y traería el reino de Dios sobre la tierra ... entonces, este hombre surgió; y ellos, que habían estado esperándolo, no pudieron creer, no pudieron confiar. ¿Qué sucedió?

Se aficionaron demasiado a la espera misma. "Bueno, si éste fuese el hombre, ¿qué haríamos?". La espera tendría que finalizar, habría que ponerle fin. Y habían esperado tanto, de hecho, la espera se había convertido en su única actividad, en toda su actividad religiosa: esperar la llegada del hijo de Dios. Y de pronto llega este hombre y dice: "Aquí estoy".

Pero ahora, ellos preferían aferrarse a su espera que mirar a este hombre, porque el mirarle sería el fin; ya no habría nada que esperar. El futuro desaparece, la esperanza desaparece, el deseo desaparece. Este hombre matará toda esperanza, todo deseo, todo futuro ¡es demasiado! La vieja mente se ha vuelto adicta a su propia espera, la vieja mente se ha vuelto adicta a su propio sufrimiento, frustración ahora es demasiado.

Así sucede: si has estado enfermo durante mucho tiempo, poco a poco empiezas ha acumular cierta inversión en la enfermedad. Entonces, comienzas a temer, si llegas a estar sano de nuevo, el miedo surge, porque tendrás que volver a la oficina otra vez, a la vida cotidiana. Durante estos años has estado descansando: no has tenido ansiedades, pudiste descansar. Ahora vuelve la responsabilidad. No sólo eso, durante estos años en que has estado enfermo, todo el mundo ha sido compasivo contigo, casi todo el mundo ha tratado de quererte. Has llegado a ser el centro de tu familia, de tus amigos, de tus conocidos; todo el mundo ha sido amable. Moverse de nuevo en el mundo cruel y áspero; la mente retrocede, no parece valer la pena.

Si una raza ha estado esperando demasiado tiempo y los judíos siempre han estado esperando. Todavía están esperando, y el hombre ha surgido y se ha ido. Pero han invertido demasiado en la espera, su espera se ha convertido en su oración, sus sinagogas no son más que salas de espera hasta que llegue el Mesías. ¡Y él estuvo aquí!

Y les digo, si él viene de nuevo, aunque no creo que vuelva a cometer el mismo error si viniera de nuevo, los judíos aún no le aceptarían; pues entonces, ¿qué pasaría con su espera? Han vivido demasiado en ella; su encarcelamiento se ha convertido en su casa, y ya la han decorado. Y ahora, moverse en el riguroso cielo abierto ... donde a veces el sol quema demasiado, otras veces llueve, y otras hace frío o hace calor ... es peligroso. Ahora están resguardados.

Al principio existía la Palabra ...
Los judíos han enfatizado insistentemente que el nombre de Dios no debería ser pronunciado, porque es algo para guardar muy profundamente dentro del corazón. Pronunciarlo es hacerlo profano; decirlo es hacerlo formar parte del lenguaje y del mundo corrientes. Decirlo una y otra vez es hacer que pierda su significado e importancia.

Si amas a alguien y todo el día le estás diciendo: "Te amo, te amo" muchas veces, y gozas diciéndolo, al principio puede que la otra persona se sienta feliz, pero tarde o temprano va a ser demasiado. "Te amo, te amo" estás convirtiendo una hermosa palabra en algo inútil. No la uses demasiado. Entonces es importante, entonces lleva un significado. De hecho, puede que los que están realmente enamorados no la usen en absoluto. Si el amor no es obvio, no se puede verbalizar, no hay necesidad de decirlo. Y si es obvio, ¿para qué decirlo? Debería haber unas pocas palabras claves que utilices muy poco, muy de vez en cuando. Deberían ser guardadas para ocasiones especiales, cuando tocas una cima.

Los judíos siempre han insistido en que el nombre de Dios no debería ser utilizado. Era la costumbre antiguamente, antes de Cristo, que sólo al Sumo Sacerdote del templo de Salomón le fuera permitido usarlo y sólo una vez al año. A nadie más le era permitido eso. Por lo tanto, la Palabra es el código, el código para el nombre de Dios. Algo debe utilizarse para indicarlo, y éste es un hermoso código: la Palabra. No utilizan ninguna palabra, simplemente dicen: la Palabra. Lo mismo se ha hecho también en la India. Si preguntas a los Sikhs, los seguidores de Nanak, ellos dirán: Nam, el Nombre. No dicen ningún nombre; simplemente dicen, el Nombre. Quiere decir lo mismo que la Palabra.

Sólo al Sumo Sacerdote le era permitido, y el Sumo Sacerdote tenía que purificarse a sí mismo. Durante todo el año se purificaría a sí mismo, y ayunaría y oraría y se prepararía. Y entonces, un día del año, toda la comunidad se reuniría. Aún entonces, el Sumo Sacerdote no pronunciaría la palabra ante la multitud: se retiraría a la más recóndita capilla del templo y las puertas se cerrarían. En profundo silencio, donde nadie pudiera oír, la multitud estaría esperando afuera y no era posible que oyeran, él pronunciaría el nombre con absoluta santidad, profundo amor, intimidad. Estaba pronunciando el nombre en representación de toda la comunidad.

Era bienaventurado el día en que el nombre era pronunciado. Y luego, durante todo el año, el nombre no debía llevarse a los labios. Tienes que llevarlo dentro del corazón; debe convertirse en una semilla. Si sacas la semilla de la tierra una y otra vez, nunca brotará. Ponla muy profunda. Ponle agua, protégela, pero mantenla sumergida en la oscuridad para que germine, muera y renazca.

El nombre de Dios tiene que ser guardado en lo profundo del corazón. Ni siquiera tú deberías oírlo: debería estar tan profundo dentro de tu ser, en tus profundidades subliminales, que ni siquiera alcanzara a tu propia mente. Es eso lo que significa el que el Sumo Sacerdote se retire a la capilla más recóndita.

Nadie oye, las puertas están cerradas, y él pronuncia el nombre una vez. El significado es éste : ve a la más recóndita capilla del centro de tu corazón, purifícate a ti mismo y, de vez en cuando, cuando sientas la fragancia de tu ser, cuando estés en el clímax de tu energía, cuando estés realmente vivo y ni un ápice de tristeza persista a tu alrededor, eres feliz, tremendamente feliz, extáticamente feliz y tranquilo y silencioso, te encuentras en un estado en que puedes agradecer, en que te puedes sentir agradecido ... entonces, ve a la capilla más recóndita. Tu mente será dejada fuera, ésa es la multitud. Entras más profundamente en el corazón, y ahí proclamas tan silenciosamente que ni siquiera tu mente pueda oír. Allí debe ser llevada la Palabra.

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