sábado, 10 de noviembre de 2018

LA LIBERTAD


Sartre dice que el hombre está condenado a ser libre. ¡Condenado a ser libre! La naturaleza entera se halla en paz debido a que no hay libertad. La libertad es una pesada carga; ese es el motivo por el cual nos disgusta la libertad. Digamos lo que digamos, a nadie le gusta la libertad. Todos temen la libertad. La libertad es una cosa peligrosa. En la naturaleza la libertad no existe, por eso hay tanto silencio. Nunca le podrás decir a un perro, “Eres un perro imperfecto”. Todos los perros son perfectos. Puedes decírselo a un hombre, “No eres un hombre perfecto”. Entonces sí tiene sentido. Pero decirle a un perro, “No eres un perro perfecto”, es absurdo. Todos los perros son perfectos porque un perro no es libre para elegir. Es empujado por la evolución. Es hecho, no se crea a sí mismo.

Una rosa es una rosa. Por muy bella que sea, no es libre, es solamente una esclava. Es dirigida. No tiene libertad para florecer o no florecer. No existe ningún problema, no hay elección; una flor ha de florecer. La flor no puede decir, “No me gusta florecer” o “Me niego a ello”. No tiene elección, no tiene libertad, por eso la naturaleza es tan silenciosa: es una esclava. No puede equivocarse, no puede errar. Y si no puedes equivocarte, si siempre haces lo correcto, y si “lo correcto” no está en tus manos, estás simplemente dirigido por fuerzas externas.

La naturaleza es una gran esclavitud. Con el hombre, por vez primera, la libertad hace su aparición. El hombre tiene libertad para ser o para no ser. Y así surge la angustia, el miedo de si será o no capaz, de si podrá o no podrá ser, aparece el miedo por lo que va a suceder. Hay una profunda incertidumbre. Cada instante es un instante incierto. No hay nada fijo ni cierto, nada es predecible con el hombre. Todo es impredecible.

Hablamos de la libertad, pero a nadie le gusta la libertad. Por eso continuamos hablando de la libertad, pero creamos esclavitud. Hablamos de libertad y luego creamos una nueva esclavitud. Nuestra libertad misma no es más que un cambio de cautiverio. Cambiamos de una esclavitud a otra, de una dependencia a otra. A nadie le complace la libertad porque la libertad crea miedo. Entonces has de decidir y elegir. Le preguntamos a uno u a otro que nos indique qué hay que hacer. A la sociedad, al gurú, a las escrituras, a la tradición, a los padres. Alguien nos ha de indicar qué es lo que debemos hacer, alguien nos ha de indicar el camino. Luego podemos seguirlo, pero no somos capaces de movernos por nosotros mismos. Existe la libertad y existe el miedo.

Por eso existen tantas religiones. No existen por causa de Jesús, de Buda o de Krishna. Surgen debido a la existencia de un arraigado temor hacia la libertad. No puedes ser solamente un hombre. Has de ser un hindú, un cristiano o un musulmán. Así siendo un cristiano, pierdes tu libertad; siendo un hindú, dejas de ser un hombre porque ahora puedes decir, “Sigo una tradición. No estoy pisando suelo desconocido, inexplorado. Voy por un camino bien determinado. Sigo a alguien, no estoy yendo solo. Soy un hindú, por eso voy con la multitud, no me muevo como individuo.

Si me muevo como individuo, solo, entonces surge la libertad, entonces a cada instante he de decidir, a cada instante he de dar nacimiento a mí mismo, a cada instante estoy creando mi propia alma. Y nadie será el responsable; en última instancia sólo yo seré el responsable”.

Nietzsche ha dicho, “Ahora Dios ha muerto y el hombre es completamente libre”. Si Dios está realmente muerto, entonces el hombre es totalmente libre. Y el hombre no está asustado por la muerte de Dios; está mucho más asustado de su propia libertad. Si existe un Dios, entonces todo está bien con respecto a ti. Si no hay un Dios, entonces se te deja completamente libre. Estás condenado a ser libre. Haz entonces lo que quieras y sufre las consecuencias y nadie más será el responsable.

Erich Fromm ha escrito un libro titulado “El miedo a la libertad”. Te enamoras y empiezas a pensar en casarte. El amor es libertad; el matrimonio es esclavitud. Pero es difícil encontrar una persona que se enamore y no empiece a pensar en casarse inmediatamente. Debido a que el amor es una libertad, existe el miedo. El matrimonio es algo fijo; entonces no hay temor. El matrimonio es una institución muerta; el amor es un acontecimiento, vivo. Tiene vida, puede cambiar. El matrimonio carece de vida, nunca cambia. Por esto el matrimonio posee una certeza, una seguridad.

El amor no tiene certeza ni seguridad. El amor es inseguro. En cualquier instante puede desaparecer en la nada tal y como ha surgido de la nada. ¡En cualquier instante puede desaparecer! No es terrenal, no tiene raíces en la Tierra. Es impredecible. Así pues, “Mejor es casarse. Entonces habrá unas raíces. Entonces este matrimonio no podrá desaparecer en la nada. ¡Es una institución!”. En todas partes, tal y como ocurre con el amor, en todas partes, cuando encontramos la libertad, la transformamos en esclavitud. ¡Cuánto antes mejor! Entonces nos sentimos en paz. Por eso toda historia de amor acaba en matrimonio. “Se casaron y vivieron felices para siempre”.

Nadie es feliz, pero es bueno acabar ahí la historia porque entonces comienza el infierno. Por eso, toda historia acaba en el momento más hermoso. ¿Y cuál es ese instante? ¡La libertad convirtiéndose en esclavitud! Y no solamente ocurre con el amor, ocurre con todo. Por eso el matrimonio es algo repulsivo. Ha de serlo. Todas las instituciones han de ser repulsivas porque son solamente el cuerpo sin vida de algo que estuvo vivo. Pero con cualquier cosa que esté viva, la incertidumbre estará presente.

“Vivo” quiere decir que puede moverse, que puede cambiar, que puede ser diferente. Te quiero y un instante después puedo no quererte, pero si soy tu marido o tu mujer puedes tener la certeza de que en el instante siguiente sí seré tu marido o tu mujer. Es una institución. Lo muerto es permanente; lo vivo es momentáneo, cambiante, fluye.

El hombre se siente asustado ante la libertad, y la libertad es la única cosa que te hace un hombre. Por eso somos suicidas: destruimos nuestra libertad, y con esa destrucción estamos destruyendo todas nuestras posibilidades de ser. Entonces el “tener” es lo correcto porque “tener” significa acumular cosas muertas. Puedes seguir acumulando; no tiene fin. Y cuanto más acumulas, más seguro te sientes. Cuando afirmo, “Ahora el hombre ha de funcionar conscientemente”, quiero decir que tienes que ser consciente de tu libertad y también ser consciente de tu miedo a la libertad.

¿Cómo emplear esta libertad? La verdadera religión no es nada más que un esfuerzo hacia la evolución consciente, un esfuerzo en pos de cómo emplear esta libertad. Tus esfuerzos de voluntad son ahora importantes. Cualquier cosa que hagas de forma no voluntaria forma parte del pasado. Tu futuro depende de tus actos voluntarios. Un simple acto hecho conscientemente, según tu voluntad, te aporta cierto crecimiento. Incluso un acto ordinario.

Estás ayunando, pero no porque carezcas de comida. Tienes comida, puedes comerla. Tienes hambre, puedes comer, pero sigues ayunando. Este es un acto volitivo, una acción consciente. Ningún animal puede hacer esto. Un animal ayunará cuando no hay comida, pero solamente el hombre es capaz de ayunar cuando se juntan el hambre y las ganas de comer. Este es un acto volitivo. Empleas tu libertad. El hambre no puede coaccionarte. El hambre no puede impelerte y la comida no puede condicionarte.

Si no hay comida, no es un ayuno. Si no está presente el hambre, es naturopatía, no es un ayuno. El hambre está ahí, la comida está ahí y tú estás en ayuno. Este ayunar es un acto de voluntad, un acto consciente. Esto te aportará mucha consciencia. Experimentarás cierta sutil libertad. Liberación de la comida, liberación del hambre. En realidad, en lo profundo, liberación del cuerpo, y aún más profundo, liberación de la naturaleza. Y tu libertad crece y tu consciencia crece. A medida que tu consciencia crece, tu libertad crece. Están interrelacionadas. Sé más libre y serás más consciente; sé más consciente y serás más libre. Son interdependientes.

Pero somos capaces de engañarnos a nosotros mismos. Un hijo, una hija pueden decir, “Me rebelaré contra mi padre para ser así más libre”. La juventud actual están haciendo esto. Pero la rebelión no es libertad porque es sencillamente algo natural. A cierta edad el rebelarse en contra de los padres no supone libertad alguna, es simplemente algo natural. Un niño que está saliendo del vientre de su madre no puede decir, “Estoy abandonando el vientre”. Es algo natural.

Ahora ha de luchar en contra de sus padres porque únicamente combatiendo a sus padres podrá alejarse de ellos. Por eso todo niño irá en contra de sus padres; es algo natural. Y si un niño no se opone a sus padres, eso supone un crecimiento, porque entonces lucha contra la naturaleza.

Por ejemplo, te casas. Tu madre y tu esposa van a hallarse en conflicto, lo cual es natural, digamos, porque para la madre es un gran shock. Te has ido con otra mujer. Hasta ese instante eras total y exclusivamente de tu madre. Y no importa que ella sea tu madre, en lo más hondo nadie es una madre de nadie ni nadie es una esposa. En lo más profundo toda hembra es una mujer. De repente te has ido con otra mujer y la mujer que hay en tu madre sufrirá, se sentirá celosa. La lucha y el conflicto son algo natural. Pero si tu madre aún puede amarte, eso supone un crecimiento. Si tu madre puede amarte más de lo que te ha estado amando, ahora que te has ido con otra mujer, eso es crecer, eso es crecer conscientemente. Ella está superando sus instintos naturales.

Cuando eres un niño amas a tus padres. Eso es algo natural, un simple pacto. Estás indefenso y ellos hacen todo por ti. Los amas y los respetas. Cuando tus padres se hayan vuelto viejos y no puedan hacer nada por ti, si todavía les respetas y les amas, eso supondrá un crecimiento. En cualquier momento en que trasciendes los instintos animales, creces. Has realizado un acto voluntario, por eso tu ser crecerá y adquirirás una esencia.

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