sábado, 26 de agosto de 2023

ENCONTRARSE CON SI MISMO

 

Una vez que llegues a darte cuenta de quién eres, todas las enfermedades desaparecerán. Ellas existen básicamente porque tú has estado escondiendo el auto-conocimiento, tú has estado evitando tu ser; el encuentro básico lo has estado evitando, porque no quieres mirarte a ti mismo.

¿Por qué no quieres conocerte a ti mismo? ¿Qué te ha sucedido? A menos que estés listo para encontrarte contigo mismo, no podrás llegar a ser un discípulo, porque un Maestro no puede hacer nada si tú no estás listo a confrontarte contigo mismo. El sólo puede ayudarte a que tú te encuentres contigo mismo.

¿Por qué tienes tanto miedo? Porque algo estuvo errado en algún punto en el pasado... Nace un niño: él no es aceptado tal como es, muchas cosas tienen que ser cambiadas, forzadas, tiene que ser disciplinado. Tiene muchas partes que ni la sociedad, ni los padres pueden aceptar, de tal forma que estas partes tienen que ser negadas, reprimidas; sólo algunas partes pueden ser aceptadas y apreciadas. Así que el niño tiene que arreglárselas. Tiene que negar muchos fragmentos de su ser a los que no se les permite manifestarse. Tiene que negarlos tanto que él mismo llega a ser inconsciente de ellos. Esto es represión, y toda la sociedad existe en represión.

La mayor parte del ser de cada niño tiene que ser reprimido, completamente lanzado a la oscuridad. Pero esa parte reprimida se auto-afirma, trata de rebelarse, reacciona; quiere salir a la luz y tú tienes que forzarla una y otra vez hacia dentro. Por esta razón tienes miedo del encuentro contigo mismo, porque ¿qué le sucederá a la parte reprimida? Ella saldrá de nuevo, está ahí. ¿Qué le sucederá al subconsciente? Si tú te encuentras contigo mismo el subconsciente estará ahí, todo lo que has negado estará ahí, y eso te da miedo.

A menos que un niño sea totalmente aceptado tal como es, este miedo permanecerá; pero aún no ha existido ninguna sociedad que acepte al niño totalmente. Y parece que no va a existir jamás ninguna sociedad que acepte al niño totalmente, porque esto es casi imposible. Así que, más o menos, la represión estará ahí. Y todo el mundo tendrá que enfrentar, algún día, este problema de confrontarse a sí mismo.

Te conviertes el mismo día en el que te olvidas de lo bueno y de lo malo; cuando te olvidas de lo que es aceptado y de lo que no es aceptado. Te conviertes solamente el día en que estás listo para exponer todo tu ser a ti mismo.

Cuando dudas... Aparece ahí un extraño, entonces te cierras a ti mismo; no te puedes abrir porque no sabes qué te va a hacer ese extraño. No puedes estar vulnerable ante él; tienes que protegerte, tienes que crear una armadura.

Desde hace tres o cuatro siglos al hombre se le ha enseñado a ser individualista, egoísta; al hombre se le ha enseñado a no rendirse, sino a pelear; a no obedecer, sino a rebelarse; al hombre se le ha enseñado a no confiar, sino a dudar. Ha habido una razón para eso; porque la ciencia crece a través de la duda. La ciencia es escepticismo profundo. Funciona no por medio de la confianza, funciona a través de la lógica, del argumento, de la duda: cuanto más dudas, más científico te vuelves. Tal camino es diametralmente opuesto al camino religioso.

La religión funciona a través de la confianza: cuanto más confías, más religioso te vuelves. La ciencia ha realizado milagros y esos milagros son muy visibles. La religión ha realizado milagros más grandes, pero esos milagros no son visibles. Aun si un Buda está presente, ¿qué puedes sentir? ¿qué puedes ver? El no es visible -visiblemente, él es simplemente un cuerpo; visiblemente, él simplemente es tan mortal como tú lo eres; visiblemente, él llegará a ser anciano y morirá algún día- invisiblemente, él es inmortal. Pero tú no tienes los ojos para ver aquello que es invisible, tú no tienes aquella capacidad para sentir lo más interno, lo desconocido.

Por eso es que sólo los ojos que confían, poco a poco, comienzan a sentir y a volverse sensibles. Cuando tú confías, el confiar significa cerrar estos dos ojos. Por eso es que la confianza es ciega, así como el amor es ciego, pero la confianza es aun más ciega que el amor.

Cuando cierras ambos ojos ¿qué sucede? Sucede una transformación interna. Cuando cierras estos dos ojos que ven hacia afuera ¿qué le sucede a la energía que va a través de los ojos? Esa energía comienza a moverse hacia adentro. No puede fluir de los ojos hacia los objetos, cambia de dirección, hace un giro. La energía tiene que fluir, la energía no puede estar estática; si cierras una salida, comienza a buscar otra. Cuando ambos ojos están cerrados, la energía que estaba moviéndose a través de estos dos ojos comienza a regresar, sucede un cambio.

Y esa energía golpea el tercer ojo en ti. El tercer ojo no es algo físico: es sólo que la energía que fluye a través de los ojos hacia los objetos ahora está regresando hacia su fuente, se convierte en el tercer ojo, la tercera forma de ver el mundo.

Sólo a través de ese tercer ojo un Buda es visto; sólo a través de ese tercer ojo un Jesús es percibido. Si no tienes ese tercer ojo, Jesús estará ahí, pero tú no te darás cuenta, muchos no se dieron cuenta. En su propio pueblo la gente pensaba que él era simplemente el hijo del carpintero José. Nadie, nadie pudo reconocer lo que le había sucedido a este hombre: él ya no era más el hijo del carpintero, él se había convertido en el hijo de Dios, pero eso es un fenómeno interno. Y cuando Jesús declara: "Soy el hijo de lo Divino, mi Padre está en los Cielos", la gente se reía y decía: "O te has vuelto loco, o eres un tonto, o eres un hombre muy astuto. ¿Cómo puede el hijo de un carpintero repentinamente convertirse en el hijo de Dios?". Pero hay una manera...

Solamente el cuerpo nace del cuerpo; el ser interno no nace del cuerpo, nace del Espíritu, es lo Divino. Pero primero tienes que conseguir los ojos para ver, tienes que conseguir los oídos para escuchar.

Y es un asunto muy delicado entender a Jesús; tienes que pasar a través de un gran entrenamiento. Es como entender la música clásica: si de pronto se te permite escuchar música clásica, sentirás: "¿Qué tontera es ésta?". Es tan delicado que se requiere un entrenamiento largo. Tienes que ser un aprendiz por muchos, muchos años, sólo entonces tus oídos serán entrenados para captar lo sutil.

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