sábado, 27 de diciembre de 2025

VOLVERNOS CONSCIENTES


Por la torpeza de los discípulos de Jesús, fue que se comenzó a hablar sobre milagros, que en realidad eran cosas internas, que Jesús se convirtió en el foco de todo el país: parecía falso, no parecía un mesías real y auténtico. La gente esperaba que ocurriera algún milagro. No ocurrió nada, murió tal como los otros dos criminales: tal como los otros dos, simplemente igual, un ser humano común. Nada de lo de Dios sucedió, ninguna luz descendió del cielo; tampoco se sacudió la tierra, ni hubo un terremoto, ni Dios estuvo furioso ni rugiendo desde los cielos, ¡nada! Y el hijo fue crucificado, y Dios permaneció en absoluto silencio.

Por eso es que los judíos no han registrado nada sobre Jesús: este hombre fue falso porque no pudo probar nada en la crucifixión. La crucifixión fue la prueba, ahí se tuvo que probar... es un enviado de Dios, no. Pero los que podían ver, vieron ahí también un gran milagro. Los cristianos se lo perdieron. Los judíos se perdieron el primer milagro, porque esperaron que algo sucediese afuera. Nunca sucedió. Se olvidaron de este hombre, era un impostor.

Los cristianos se perdieron lo interno que sucedió en la crucifixión. Sólo unos cuantos pudieron verlo. Aquellos que se habían visto a sí mismos pudieron verlo, lo que sucedió en la crucifixión: este hombre lo aceptó, ese fue el milagro. Este hombre sufrió y aceptó, este hombre sufrió y aun permaneció lleno de amor ese fue el milagro. Por los que lo estaban matando, asesinando, él pudo orar aun por ellos ese es el milagro, el milagro más grande que haya sucedido jamás sobre la tierra.

Las últimas palabras de Jesús fueron: "Dios mío, perdónalos porque no saben lo que hacen. No los castigues, porque son ignorantes". Este es el milagro más grande en la crucifixión: y todo el cuerpo está sufriendo, estás muriendo, aún lleno de amor. La cólera habría estado absolutamente bien. Si hubiera gritado, maldiciendo y diciendo: "Dios mío, mira lo que están haciendo con tu hijo. ¡Mátalos a todos!" eso habría sido de un ser humano común. Esto es divino. En la crucifixión él demostró que él era el hijo de Dios, porque la compasión se mantuvo pura.

No pudiste envenenar su compasión, no pudiste destruir su oración, no pudiste destruir su corazón. Todo lo que hiciste, lo aceptó. No te rechazó, aún en ese momento de sufrimiento y desgracia, él no te rechazó. Dijo: "Perdónalos, porque no saben lo que hacen".

Los milagros sí ocurrieron, pero no son los milagros que los ojos puedan ver, sólo el corazón puede sentir. No fue un mago. Si hubiera sido un mago, y realmente hubiese tratado de convertir las piedras en panes, y hubiese tratado de sanar a los leprosos, no valdría mucho, no me ocuparía de él en absoluto. Todo el asunto sería inútil entonces.

Trata de entender: tal como hay una ceguera interna, también hay una lepra interna. Estás tan feo; tú mismo has creado esta fealdad en ti: tan cargado de culpa, tan cargado de miedo, de celos... de ansiedad. Esta es la lepra; te está carcomiendo tu mundo interno como un gusano. Eres una herida interna. El sanó, pero ese es un asunto privado, sucede entre un Maestro y un discípulo; nadie más se da cuenta de eso. Incluso el discípulo sólo se da cuenta después. Al principio el Maestro es consciente de que la herida ha sanado; toma tiempo para que el discípulo se haga consciente de que la herida está sana. Normalmente, por muchos y muchos días continúa con la antigua idea de que la herida todavía está, pero nadie más puede ver.

Jesús dice: "Yo soy todo". Tú también eres todo Jesús está diciendo simplemente aquello que debería ser conocido por todos, que debería ser sentido por todos. Tú eres todo, tú eres la fuente de todo, y todo está yendo hacia ti. Jesús es sólo un representante de ti. El no está diciendo nada sobre sí mismo, está diciendo algo sobre ti. Tú eres la semilla de mostaza, él ha llegado a ser el árbol floreciente, él lo está afirmando sobre ti. El está diciendo: "Yo soy el todo". ¿Qué quiere decir? Dice que tú también puedes llegar a ser el todo. Tú ya eres el todo, pero no estás consciente de eso.

Tu desgracia es que no puedes recordar quién eres. Un auto-recuerdo es necesario, nada más hay que hacer. Tienes que volverte más consciente, más consciente. Tienes que elevar tu consciencia hasta un pico desde el cual puedas ver. En ese momento llegas a iluminarte; ninguna esquina permanece oscura, todo el ser se vuelve una llama. Entonces entenderás a Jesús, entonces entenderás a Buda, entonces entenderás a Krishna, o entonces me entenderás a mí, porque todo el esfuerzo es para hacerte consciente de quién eres.

Recuerda estas palabras. Deja que vibren en tu corazón una y otra vez, porque por medio de estas palabras tu semilla se estremecerá:

"Yo soy la luz que está por sobre todos ellos, yo soy el todo, y el todo surgió de mí y el todo logró ser yo".

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