domingo, 19 de octubre de 2008

REZAR

En los evangelios de Santo Tomás, no incorporados por la iglesia al libro de los libros, aparece la siguiente parábola:
“Si ayunais, os atribuireis un pecado, y si rezais, sereis condenados…”. Es un dicho muy extraño pero a la vez muy significativo.

Parece extraño porque el hombre no es auténtico, vive en falsedades, de modo que cualquier cosa que haga es falsa. El Maestro está diciendo que, así como eres, no podrás hacer nada bien, cualquier cosa que hagas en este momento, así como eres, estará mal.

Puedes ir a cualquier templo porque eso es muy fácil, pero no podrás rezar, porque rezar requiere una cualidad diferente, esa cualidad que no tienes, de modo que solo puedes engañarte a ti mismo. Ve y observa en los templos a las personas que rezan, solo están engañandose a si mismas porque no tienen la cualidad de la devoción, porque si tuvieran esta cualidad, no habría entonces necesidad de ir a ningún templo, porque donde quiera que estés te acompañará la oración.

El rezar es una cualidad que pertenece a la esencia y no a la personalidad. La personalidad es lo que haces, es una relación con los otros. La esencia es lo que se te ha dado, es un regalo de Dios.

Por lo general, creemos que rezar es pedir algo, quejarnos, tenemos deseos y creemos que Dios nos puede ayudar, la plegaria se ha convertido en petición, sin embargo, la plegaria solo puede ser un agradecimiento, una gratitud. Entonces puedes ver que hay una diferencia abismal entres estas dos formas de rezar: cuando vas a suplicar, tu oración no es el fin, es solo un medio. Rezar nunca puede ser un medio, simplemente vas y das gracias a la divinidad que te permitió Ser, que te permite estar consciente. Todo lo que te ha sido dado es demasiado. Puedes sentir acaso que eres merecedor de algo? ¡No! Todo lo que tienes es simplemente un regalo que proviene del amor divino. Entonces nace la cualidad de estar siempre agradecido.

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