sábado, 18 de diciembre de 2010

DEJAR LOS PENSAMIENTOS

Una vez que Jesús pasaba junto a un lago y sucedió un incidente maravilloso. Era de madrugada. El sol estaba a punto de salir y el horizonte acababa de arrebolarse. Un pescador había arrojado su red al lago para pescar. Cuando empezó a sacar la red, Jesús puso su mano en el hombro del pescador y le dijo:

-Amigo mío, ¿quieres pasar toda la vida pescando peces?

El pescador se dio la vuelta para ver quién era el hombre que le hacía la misma pregunta que él se había planteado. Miró a Jesús. Vio sus ojos serenos y alegres, su personalidad. Le dijo:

-No tengo otra posibilidad. ¿En qué otra parte podré encontrar un lago? ¿En qué otra parte podré encontrar peces y arrojar la red para pescarlos? Yo también me pregunto si seguiré pescando peces el resto de mi vida.

Entonces dijo Jesús:

-Yo también soy pescador, pero arrojo mi red en otro mar. Ven, sígueme si quieres; pero recuerda: sólo el hombre que tiene valor para renunciar a su red vieja puede arrojar una red nueva. Deja atrás la red vieja.

El pescador debía de ser hombre valeroso. Hay muy poca gente valerosa como él. Dejó allí mismo su red llena de peces. Debió de pasarle por la mente el deseo de recoger, al menos, la red que ya tenía llena, pero Jesús le dijo:

-Sólo pueden arrojar su red al nuevo mar los que tienen valor para dejar atrás la red vieja. Dejad la red allí mismo.

El pescador dejó su red y le preguntó:

-¿Dime dónde debo ir?

¡Pareces hombre valiente! -dijo Jesús- Tienes capacidad para llegar a alguna parte. ¡Ven conmigo!

Cuando se acercaron a las afueras del pueblo, llegó ante ellos un hombre que corría. Éste detuvo al pescador y le dijo:

-¿Dónde vas? Tu padre, que estaba enfermo ha muerto. ¿Dónde estabas? Fuimos a buscarte al lago y allí encontramos tu red. ¿Dónde vas?

El pescador dijo a Jesús:

-Te ruego que me concedas algunos días para enterrar a mi padre y celebrar su funeral. Después volveré a tu lado.

Las palabras que respondió Jesús al pescador son enormemente maravillosas. Le dijo:

-¡Necio, deja que los muertos entierren a los muertos! ¿Qué necesidad hay de que vayas? Ven. Sígueme. El que ha muerto ya está muerto; ¿por qué molestarse siquiera en enterrarlo? No son más que trucos para mantenerlo vivo. El que ya ha muerto, ha muerto para siempre. Y hay muchos muertos en el pueblo. Ellos enterrarán al muerto. Tú ven conmigo.

El pescador dudó un momento. Observándolo, Jesús le dijo:

-Quizás te he juzgado mal cuando creí que eras capaz de dejar tu red vieja.

El pescador se detuvo un momento y, después, siguió a Jesús. Jesús dijo:

-Eres hombre valiente. Si eres capaz de dejar atrás a los muertos, puedes alcanzar verdaderamente la vida.

En realidad, debe soltarse todo lo que ha muerto en el pasado.

Os sentáis en meditación, pero siempre venís luego a decirme que nunca da resultado, que os siguen llegando pensamientos. Los pensamientos no llegan así; la cuestión es: ¿habéis llegado a dejarlos? Siempre seguís aferrados a ellos, ¿cómo echarles la culpa a ellos?

Los habéis alimentado de vuestra propia sangre. Los habéis atado a vosotros mismos. Decís a vuestro pensamiento: “¡Fuera de aquí! ¡Largo!” Pero el pensamiento no se va a ir así como así. Alimentamos a los pensamientos. Alimentamos los pensamientos del pasado, los atamos a nosotros mismos. Pero un día, de pronto, queréis que os dejen. No os dejarán en un solo día. Tendréis que dejar de darles de comer, tendréis que dejar de cuidarlos.

Recordadlo: si queréis dejar los pensamientos, dejad de decir: “Mis pensamientos”. ¿Cómo podréis dejar algo que consideráis vuestro? Si queréis quitaros de encima los pensamientos, dejad de interesaros por ellos.

¿Cómo van a marcharse a no ser que dejéis de interesarte por ellos? De otro modo, ¿cómo, los pensamientos, van a saber que vosotros habéis cambiado, que ya no os interesan?

Todos nuestros recuerdos del pasado son pensamientos. Nos estamos aferrando a toda una red de ellos. No les permitimos morir.

Dejad morir vuestros pensamientos. Dejad muerto lo que está muerto: no intentéis mantenerlo vivo. Pero lo estamos manteniendo vivo…

Ayer terminó ayer, ahora ya no existe; pero, a pesar de ello, mantiene su presa sobre nosotros.

No hay comentarios:

Buscar este blog