sábado, 27 de abril de 2013

EL SUICIDIO DEL PLANETA

Toda la ecología en toda la Tierra está siendo destruida. Pero la vida no existe como islas separadas; ni un solo hombre es una isla, todo está entretejido.

Hemos oído estas dos palabras: dependencia e independencia. Ambas son irreales: la realidad es interdependencia. Todos somos interdependientes unos de otros; no sólo un hombre de otro hombre, no sólo una nación de otras naciones, sino los árboles y el hombre, los animales y los árboles, los pájaros y el sol, la luna y los océanos… todo está entretejido. Y la Humanidad del pasado nunca pensó en que fuera un cosmos. Siguieron pensando en términos de considerarlo todo por separado. Fue imposible para la gente del pasado pensar que el hombre y los árboles estén conectados, que sean interdependientes.

No puedes vivir sin árboles ni tampoco los árboles pueden vivir sin ti. Pero es demasiado tarde; árboles de cien años, de doscientos años, incluso de miles de años, han sido destruidos y talados para producir más papel destinado a toda clase de periódicos estúpidos, sin consideración alguna por lo que se está causando. Nadie será capaz de reemplazar estos árboles.

Nepal, uno de los países más pobres del mundo, no posee más que los eternos Himalayas y sus espesos bosques, viejos, antiguos. Se han vendido esos bosques a diferentes países. Esta es la única mercancía que puede vender. Y no están talando árboles a la antigua usanza, con hacha, sino con las más modernas técnicas, de manera que en un solo día, cientos de árboles simplemente desaparecen; miles de hectáreas de bosques se convierten en un desierto. Estos árboles habían venido impidiendo a los ríos de los Himalayas descender con demasiada fuerza. Cuando las aguas alcanzaban Bangladesh, donde se encuentran con el océano, la cantidad de agua era exactamente aquélla que el océano podía absorber. Pero ahora esos árboles han desparecido y los ríos están fluyendo con una fuerza tan tremenda y con tanta agua que el océano no puede absorberla rápidamente.

Y cada año, Bangladesh está sufriendo enormes inundaciones, extrañas inundaciones, ríos fluyendo contra corriente porque el océano no admite el agua. Destruyen todas las cosechas de Bangladesh. Bangladesh es pobre y estas inundaciones están matando a miles de personas, miles de animales, destruyendo miles de casas. Y ahora Bangladesh no puede hacer nada al respecto. No está en su poder decir a Nepal: “Por favor, no taléis los árboles”.

Una situación similar existe en muchas áreas del mundo.

Las selvas tropicales de todo el mundo desparecen a una velocidad de dieciocho a veinte millones de hectáreas al año, un área como la mitad del tamaño de California; y California es uno de los estados más grandes de los Estados Unidos. En el período de los próximos veinte a treinta años, todas las selvas tropicales desaparecerán, y las implicaciones son tremendas porque estos bosques proveen oxígeno y vida. Si estos bosques desaparecen a la velocidad que están desapareciendo, la Humanidad no sabrá qué hacer para encontrar oxígeno, ¿de dónde lo obtendrá?

Y por otro lado, todo el dióxido de carbono que uno exhala, los bosques lo inhalan. Si estos bosques no existieran… hay ya mucho dióxido de carbono acumulándose continuamente en la atmósfera, éste es un hecho que se aprecia en cualquier parte de la Tierra. Y a causa de este dióxido de carbono, la temperatura de la atmósfera está elevándose. Es una unos cuantos grados más alta de lo que ha sido jamás.

Si la temperatura sigue incrementándose –cosa posible porque nadie escucha: se talan árboles sin ninguna inteligencia, para cosas inútiles; están destruyendo la vida para periódicos de tercera categoría –existe la posibilidad de que las nieves perpetuas de los Himalayas empiecen a derretirse, lo que no ha ocurrido nunca en el pasado. Entonces todos los océanos se elevarán muchos metros y las ciudades costeras quedarán cubiertas por las aguas, como por ejemplo, Nueva York, Londres, San Francisco, Ámsterdam, Bombay y Calcuta.

Durante los próximos 20 años, se espera que la población mundial se incremente de treinta a un cuarenta por ciento; de seis mil millones de personas a ocho mil millones. El solo crecimiento de esta población causará un requerimiento del doble de agua en casi la mitad del mundo, y no tenemos esa cantidad de agua potable. Además, los alimentos, eso es otra cosa…

Además, el informe de las Naciones Unidas afirma que globalmente, seis millones de hectáreas de tierras de cultivo y pastos se degradan hasta la desertización y veinte millones de hectáreas se ven reducidas a una productividad nula. Muchos cientos de plantas y especias de animales se extinguen cada año, lo que puede fácilmente convertirse en miles cada año a medida que bosques y tierras de pastoreo sigan desapareciendo. De un millón y medo a dos millones de personas en países en vías de desarrollo sufren anualmente de agudos envenenamientos a causa de pesticidas, y las muertes relacionadas con pesticidas se estiman en diez mil al año.

Hay muchos gases que son producidos por nuestras fábricas, lo que nos ha hecho conscientes de un extraño fenómeno: esos gases ascienden y producen agujeros en la capa de ozono-una variedad de oxígeno-que envuelve a la Tierra a unos treinta kilómetros de distancia. Este ozono es absolutamente necesario para la Humanidad, para los animales, para los árboles, porque absorbe los rayos dañinos del sol y permite sólo la entrada de rayos favorables para la vida. En la actualidad los gases que nuestras factorías e industrias han creado grandes agujeros, y a través de esos agujeros, mortíferos rayos de sol están atravesando nuestra atmósfera.

Ningún gobierno está dispuesto a apoyar a los científicos de tal manera que puedan crear más ozono y rellenar esos huecos que nosotros mismos, inconscientemente, hemos creado.

Esta Tierra no ha estado nunca tan enferma; nunca ha estado tan en peligro de sufrir nuevas enfermedades. Pero los intereses creados no están dispuestos a detener a estas fábricas o a encontrar alternativas.

El presupuesto mundial para la guerra se acerca a miles de millones de dólares al año. Un millón de millones de dólares se gastan cada año en asuntos de guerra, y cada año quince millones de personas mueren por malnutrición y enfermedad.

Cada minuto, treinta niños mueren por falta de comida y de vacunas de bajo costo, y cada minuto 1.3 millones de dólares de los fondos públicos se destinan al presupuesto militar mundial.

Al parecer, ya no estamos interesados en la vida, hemos decidido suicidarnos. El hombre nunca se ha encontrado en tal estado suicida; nunca, en toda la historia.

Doscientos cincuenta millones de niños no han recibido ni siquiera una educación elemental. Un solo submarino nuclear equivale al presupuesto educativo anual de dieciséis millones de niños en edad escolar en países en vía de desarrollo ¡Un solo submarino! Y hay cientos de submarinos surcando los océanos de todo el mundo y cada submarino tiene armas nucleares seis veces más poderosas que todas las armas usadas en la Segunda Guerra Mundial. Son tan costosas que podríamos haber provisto a nuestros niños de educación y comida, de alimento. Pero nuestros intereses son otros.

Medio millón de científicos están dedicados solamente a crear más material de guerra. Varios millones de personas en todo el mundo ya han contraído el SIDA.

Estas son las multidimensionales formas en que la muerte se está aproximando a la Tierra.

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