sábado, 14 de diciembre de 2013

LOS OBJETIVOS EN LA VIDA

La búsqueda de objetivos forma parte del proceso racional. El futuro existe debido a la razón. Es por eso que para las animales no existe el futuro ni objetivo alguno. Viven, pero no tienen objetivo. La razón crea ideales, crea objetivos, crea el futuro. El verdadero problema no consiste en determinar cuál es el objetivo correcto. El problema consiste en decidir si tenemos objetivos o si no los tenemos.

La nueva generación se pregunta si tener o no tener objetivos. Apenas determinas un objetivo, comienzas a apartarte de la vida. Comienzas a amoldar la vida de acuerdo a tus objetivos. El presente pierde importancia. Debe ser moldeado, adaptado al futuro.

Una mente orientada a objetivos es racional, y una mente orientada a la vida es irracional. Así que no se trata de cómo determinar el objetivo correcto. Más bien, se trata de cómo hacer para que la razón no sea el único fenómeno que la mente produzca.

La razón debe tener objetivos; no puede existir sin ellos. Pero esto no debe transformarse en una dictadura; no debe ser la única rama que crezca. La razón debe existir, es una necesidad; pero en la mente humana existe una zona vacía que no puede tener objetivos, que puede existir tal como los animales, tal como los niños. Sólo puede existir aquí y ahora. Esta parte vacía, esta parte irracional, vivencia los dominios más profundos de la vida, del amor, del arte. No necesita proyectarse al futuro, de modo que puede entrar profundamente en el aquí y ahora. La razón debe ser desarrollada; pero paralelamente, también esta parte debe serlo.

Ha habido científicos de personalidad muy profundamente religiosa. Esto puede ocurrir de dos formas. O bien puede deberse a una profunda armonía, o puede ocurrir por medio del cierre de una puerta y la apertura de otra, sin armonía alguna. Puedo ser un científico, para luego abandonar mi mundo científico y acudir a la iglesia a orar. No será el científico quien rece. No se trata realmente de una armonía; es una profunda bifurcación. No hay diálogo interno entre el científico y el venerador. El científico no se ha asomado siquiera a la iglesia.

Cuando este hombre regresa a su laboratorio, el venerador no estará allí. Existe una separación profunda entre los dos; no se superponen. En una persona así encontrarán una dicotomía, y no la armonía. Dirá cosas de las que después se arrepentirá. Como científico, postulará cosas que se irán en contra de su mente de venerador.

De este modo, muchos científicos han llevado una vida esquizofrénica. Parte de ellos es una cosa y otra parte es otra cosa. No es a esto a lo que me refiero cuando hablo de armonía. Con "armonía", me refiero a que te es posible pasar de un ámbito a otro sin cerrarte jamás a ninguno. De esta forma, el científico va a orar y el creyente va al laboratorio. No hay escisión, no hay brecha.

De lo contrario, te transformarás en dos personas. Habitualmente somos muchas personas; tenemos personalidades múltiples. Nos identificamos con una de ellas; luego, modificamos los engranajes y nos transformamos en otra persona. El cambio de engranaje no es la armonía. Produce una tensión muy profunda en tu ser. No puedes estar a tus anchas con tantas identidades. Una conciencia entera, completa, capaz de movilizarse al polo opuesto, sólo es posible cuando concebimos un ser humano intrínsecamente unificado: cuando no hay negación de los opuestos.

La duda forma parte del trabajo de un científico. La fe también es parte de él. Son dos aspectos que se centran en dimensiones diferentes de la misma cosa. Así entonces, un científico puede orar en su laboratorio; no hay nada malo en ello. La duda forma parte de su trabajo, es un instrumento de su trabajo; y lo mismo ocurre con la fe. No hay una dicotomía intrínseca. Cuando podemos movilizarnos suave y fácilmente de un polo al otro, ni siquiera sentimos este movimiento. Te mueves, pero no sientes el movimiento. Sólo lo sientes cuando se te presenta algún obstáculo. No sentirás movimiento alguno cuando exista una profunda armonía.

Jesús era un hombre irracional, pero San Pablo poseía una mente muy científica, muy racional. El cristianismo le pertenece a San Pablo, no a Jesús. Con un hombre tan anárquico no existe posibilidad alguna de crear una organización tan amplia. Es imposible.

Ha habido conflicto entre la ciencia y la Iglesia. Ambas son racionales. Ambas intentaron racionalizar los fenómenos religiosos. La Iglesia iba necesariamente a perder la batalla, pues los fenómenos religiosos son, en sí, irracionales. La razón falla en lo que atañe a la religión. Es por eso que la Iglesia debía ser derrotada y la ciencia debía salir victoriosa.

En Oriente no ha habido lucha entre ciencia y religión, porque la religión nunca ha reclamado nada que perteneciera al ámbito racional. Las dos no pertenecen a la misma categoría, de modo que no hay lucha entre ellas.

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