sábado, 22 de febrero de 2014

BUSCAR LA VERDAD

La honestidad es una cualidad muy ordinaria que, como muchas otras cualidades, se presenta como una sombra de la verdad. En la verdad hay algo que es tremendamente importante. Pero recuerda, nunca uses las palabras honesta verdad. Eso significa que tienes una sospecha: en lo profundo, tú mismo no estás convencido de la veracidad de la verdad. Para sustituir, para compensar, le añades la honestidad.

Nada puede ser añadido a la verdad.

La verdad es siempre pura, está desnuda, sola.

Y hay una gran belleza, porque la verdad es la esencia misma de la vida, de la existencia, de la naturaleza. Nadie miente, excepto el hombre. Un rosal no puede mentir. Tiene que producir rosas; no puede producir caléndulas, no puede engañar. No puede ser otra cosa que lo que es. Aparte del hombre, toda la existencia vive en la verdad.

La verdad es la religión de toda la existencia; excepto del hombre.

Y en el momento en que el hombre decide hacerse también parte de la existencia, la verdad se convierte en su religión. Es el momento glorioso.

Cuando digo que aparte del hombre todo lo demás vive en la verdad -el océano, las nubes, las estrellas, las piedras, las flores-, que cada cosa no es sino veracidad, cada cosa no es sino ella misma, sin máscaras, y sólo el hombre es capaz de engañar a los demás, de engañarse a sí mismo, hay que recordar que esto es una gran oportunidad. No es algo que se deba condenar sino alabar, porque incluso si un rosal quiere mentir, no puede. Su verdad no es libertad; su verdad es atadura. No puede ir más allá de los límites.

El hombre tiene la prerrogativa, el privilegio de no ser veraz. Eso significa que el hombre tiene la libertad de elegir. Si elige ser veraz, no está eligiendo la atadura, está eligiendo la verdad y la libertad. La libertad es su privilegio. En toda la existencia, nadie más tiene libertad.

Pero cuando tienes oportunidades también corres peligros. Cuando eres libre, puedes equivocarte. Ninguna rosa puede equivocarse, ninguna roca puede equivocarse. Tú puedes equivocarte; de ahí que tenga que penetrar en ti una profunda consciencia de cada acto, de cada pensamiento, de cada sentimiento.

Para mí ese es el significado del buscador de la verdad.

Sólo el hombre tiene que buscarla; todos los demás ya la tienen, pero la gloria de la libertad no está presente. Tienes que buscarla y encontrarla. Y en esa misma búsqueda y encuentro eres glorioso, eres la corona misma de la existencia.

1 comentario:

Adriana Alba dijo...

Gracias por Ser y estar.
Cariños.

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