sábado, 16 de mayo de 2015

LA EVOLUCION DEL ESPIRITU

Friedrich Nietzsche dice que la vida del hombre puede dividirse en tres metamorfosis del espíritu sucesivas. A la primera le llama "el camello", a la segunda le llama "el león" y a la tercera "el niño". Son metáforas muy preñadas..., el camello, el león, el niño.

Cada ser humano tiene que hacer uso y asimilar la herencia cultural de su sociedad; su cultura, su religión, su gente. Tiene que asimilar todo lo que el pasado pone a su disposición. Tiene que asimilar el pasado; esto es lo que Nietzsche llama la etapa del camello. El camello tiene el poder de almacenar en su cuerpo enormes cantidades de alimentos y agua para su arduo viaje a través del desierto. Y la situación es la misma con el ser humano; tienes que atravesar el desierto, tienes que asimilar todo el pasado. Y recuerda, no bastará sólo con memorizarlo..., hay que asimilarlo. Y también recuerda: si una persona se limita a memorizar el pasado es porque no puede asimilarlo. Si puedes asimilar el pasado te liberas de él. Puedes utilizarlo, pero no te puede utilizar. Puedes poseerlo, pero no te puede poseer.

Cuando has asimilado el alimento no necesitas recordarlo. No existe separado de ti: se ha convertido en tu sangre, tus huesos, tu médula; se ha convertido en ti.

El pasado tiene que ser digerido. No hay nada malo en el pasado. Es tu pasado. No necesitas empezar desde el ABC, porque si cada individuo tuviera que empezar desde el ABC no habría mucha evolución. Por esta razón los animales no han evolucionado. El perro es igual que el que había hace millones de años. El hombre es el único animal evolutivo. ¿Cuál es la causa de esta evolución? La evolución se produce porque el hombre es el único animal que puede asimilar su pasado. Una vez que asimilas el pasado te liberas de él. Puedes moverte libremente y usar tu pasado. Sino tendrás que pasar a través de muchas experiencias; tu vida será desperdiciada.

Asimila más. No hace falta que te limites a tu gente. Asimila todo el pasado de las gentes de la tierra; sé un ciudadano del planeta tierra.

No hace falta que te limites al cristiano, al hindú, al mahometano. iAsimílalos a todos! El Corán es tuyo, la Biblia es tuya, igual que el Talmud, igual que los Vedas y el Tao Te King; todos son tuyos. Asimílalos, de esta forma la cima desde la que mirarás a lo lejos será más alta, y serán tuyas las tierras y visiones distantes.

Nietzsche llama a esto la etapa del camello, pero no te quedes ahí atascado. Hay que moverse. El camello es la larva, el acumulador. Pero si te quedas atascado en esta etapa y permaneces para siempre como el camello, no conocerás las bellezas y las bendiciones de la vida. Nunca conocerás a Dios. Te quedarás anclado en el pasado. El camello puede asimilar el pasado pero no puede usarlo.

En el transcurso de su desarrollo personal llega un momento en que el camello se tiene que transformar en un león, para romper en pedazos el enorme monstruo conocido como: "No debes...". El león en el hombre ruge en contra de la autoridad.

El león es la reacción, la rebelión en contra del camello. El individuo ahora descubre su propia luz interna como la fuente primordial de todos sus valores auténticos. Se hace consciente de que su obligación principal es para con su propia creatividad interna, con su potencial más escondido. Algunos se quedan atascados en la etapa del león: siguen rugiendo y rugiendo hasta que acaban exhaustos.

Es bueno convertirse en un león, pero uno todavía tiene que dar un salto más, y éste consiste en convertirse en el niño.

Ahora bien, todos vosotros habéis sido niños. Pero aquellos que saben, dicen que la primera infancia es una falsa infancia. Es como el primer diente: tiene aspecto de diente pero no sirve para nada, se tiene que caer. Después nacen los dientes reales. La primera infancia es una infancia falsa, la segunda infancia es la verdadera. A ésta se la llama "la etapa del niño" o "la etapa del sabio"; significan lo mismo. A menos que la persona se vuelva totalmente inocente, libre del pasado, tan libre que no esté ni en su contra... Recuérdalo, la persona que todavía está en contra del pasado no está realmente libre de él. Todavía tiene algunos rencores, algunas quejas, algunas heridas. El camello todavía le persigue, la sombra del camello todavía le ronda. El león está ahí pero todavía tiene miedo del camello, aún teme que vuelva.

Cuando el miedo del camello ha desaparecido por completo, el rugido del león se detiene. Entonces nace la canción del niño.

Me gustaría que entraras en estas tres etapas, de un modo profundo y penetrante, porque tienen un valor inmenso.

La etapa del camello, la asimilación, equivale al niño en el vientre que no hace otra cosa que asimilar, come de la madre, no deja de crecer, está preparándose para el último salto, para entrar en el mundo. Ahora mismo el niño no tiene otro trabajo: durante nueve meses en el vientre de la madre come y duerme, duerme y come. Continúa comiendo y durmiendo; éstas son sus únicas dos funciones. Incluso después de nacer, el niño estará haciendo lo mismo durante meses: comer y dormir. Poco a poco, dormirá menos e irá comiendo menos. Está listo, está listo para convertirse en un individuo, y cuando esto ocurre aparece la desobediencia. El niño empieza a decir que no, el decir sí va desapareciendo poco a poco. Muere la obediencia, nace la desobediencia.

El estado del camello es el de la asimilación. El camello no sabe cómo decir no, no está familiarizado con el no. No ha escuchado la palabra y no ha disfrutado de las alegrías de decir no. Él sólo conoce el sí. Su sí no puede ser muy profundo, porque sin conocer el no tu sí no puede ser muy profundo; no puede dejar de ser superficial. El hombre que no ha conocido el no, ¿cómo puede conocer realmente el sí? Su sí será impotente. El sí del camello es impotente, porque no sabe lo que está sucediendo; sigue diciendo sí porque es la única canción que le han enseñado. Obediencia, creencia; éstas son las características de la etapa llamada "camello". Adán estaba en este estado antes de comer el fruto del Árbol del Conocimiento, y todo ser humano pasa a través de este estado.

Es un estado anterior a la mente y al ser. Todavía no hay una mente. Ésta está creciendo pero no es un fenómeno completo; es muy vago, ambiguo, oscuro, nebuloso. El ser está en camino pero sólo en camino; no tiene una definición clara. El niño todavía no se reconoce a sí mismo como separado. Adán antes de comer del fruto era parte de Dios. Estaba en el vientre, era obediente, decía sí, pero no era independiente. La independencia entra sólo por la puerta del no; por la puerta del sí sólo entra la dependencia. Por eso en la etapa del camello hay dependencia, impotencia. El otro es más importante que tu propio ser: Dios es más importante, y también el padre, la madre, la sociedad, el sacerdote, el político. Excepto tú, todo el mundo es importante; el otro es importante, tú todavía no estás ahí. Es un estado muy inconsciente. La mayoría de la gente se queda enganchada ahí; siguen siendo camellos. Casi el noventa y nueve por ciento de la gente siguen siendo camellos.

Es una situación muy triste que el noventa y nueve por ciento de los seres humanos se queden ahí. Por eso hay tanta desgracia y no hay alegría. Y puedes seguir buscando la alegría pero no la encontrarás, porque la alegría no es algo que se dé ahí fuera. A menos que tú te conviertas en un niño -cuando se llega al tercer estado-, a menos que te transformes en una mariposa, serás incapaz de conocer la alegría. Ésta no es algo que se da fuera, es una visión que crece dentro de ti. Es sólo posible en la tercera etapa.

La primera etapa es la de la desgracia y la tercera es la de la dicha, y entre las dos está el estado del león, que algunas veces es desgraciado y otras agradable, algunas veces doloroso y otras placentero.

En la etapa del camello sois loros. Sois sólo memorias y nada más. Toda vuestra vida consiste en creencias que os han dado otros. Ahí encontrarás a los cristianos, los musulmanes, los hindúes, los jainistas y los budistas. Ve a las iglesias, a los templos, a las mezquitas y encontrarás grandes reuniones de camellos. No hallarás ni a un solo ser humano. Están repitiendo, como loros.

El camello vive en la magia de la creencia. Funciona. Puede hacer milagros. Pero el camello sigue siendo el camello; le falta crecer.

La gente que reza en los templos y en las iglesias está bajo la influencia de la creencia. No saben qué es Dios, nunca han sentido nada parecido; sólo creen. La magia de su creencia sigue haciendo algunas cosas, pero eso es todo un pretexto, una especie de mundo onírico. No han despertado de la inconsciencia, del sueño. Y recuerda, no estoy diciendo que esta etapa no sea necesaria; es necesaria, pero una vez que la has completado tienes que salir. No estás aquí para ser siempre un camello.

Y no te enfades con tus padres, con tus profesores, con los sacerdotes, con la sociedad, porque tienen que crear una especie de obediencia en ti, porque sólo gracias a la obediencia serás capaz de asimilar. El padre tiene que enseñar, la madre tiene que enseñar y el niño simplemente tiene que absorber. Si aparece la duda prematuramente, la asimilación se detendrá.

Sólo piensa en un niño en el vientre de su madre que empiece a dudar, morirá; si empieza a dudar si toma o no el alimento de esta mujer, si este alimento es o no es verdaderamente nutritivo -«¿Quién sabe?, puede que sea venenoso»-, si dormir veinticuatro horas o no, porque es demasiado estar durmiendo veinticuatro horas, durante nueve meses. Si un niño comienza a dudar un poco, en la duda morirá. Y todavía, llega un día en que hay que aprender a dudar, hay que beber de la duda. Cada cosa tiene su propia estación.

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