sábado, 1 de octubre de 2016

EL ESFUERZO PROPIO

A un hombre muy, muy rico, le preguntó una vez un pobre, «En el mundo, ¿cuál es el mejor método para hacerse rico?»

El rico le contestó, «El mejor método es encontrar los padres adecuados».

Puedes tener; mucho sin haberlo ganado si has sido suficientemente inteligente para encontrar los padres adecuados. Muy poca gente fue así de inteligente. ¡Simplemente se precipitaron hacia el primer vientre que vieron disponible!

Aquello que no ganas con tu propio trabajo, no es tuyo».

Esto es cierto. En el mundo más interior esto es absolutamente cierto, aunque pueda no ser tan cierto en el mundo exterior. En el mundo exterior hay mil y una formas de ser deshonesto, de estafar, de robar, de extorsionar. En realidad, en el mundo exterior los trabajadores no poseen mucho, sólo los estafadores. La gente que es astuta posee mucho. Los que trabajan no poseen muchas cosas. Los que no trabajan, ésos tienen mucho.

Pero en el mundo interior esa frase es absolutamente cierta. No puedes poseer en tu ser nada que no te hayas ganado. Y lo has de ganar esforzándote; no hay atajos. No trates pues de engañar a Dios.

Un hombre que se engaña a sí mismo con el poseer cosas, pierde toda oportunidad de adquirir el estado de ser.

He oído.

Un marido le hirió con un tiro a su suegra, de modo que ella lo llevó a los tribunales.

«Usted estaba borracho», le dijo el juez, «así que debo decirle algo: Fue el alcohol el que le hizo explotar. Fue el alcohol el que le hizo odiar a su suegra. Fue el alcohol él que le hizo comprar el revólver para disparar. Fue el alcohol el que hizo que fuera usted a la casa de su suegra, le apuntara, apretara el gatillo y disparara. Y dese cuenta, ¡Fue el alcohol el que hizo que fallara!

Es la misma historia, el mismo alcohol. Durante toda tu vida es tu ambición de poseer que funciona como el alcohol.

Préstale atención pues. Cuidado. Esta es la única ilusión que existe en el mundo.

Un día, cuando te vayas, te darás cuenta, pero entonces será demasiado tarde.

Me contaron que un hombre se fue a Florida con su mujer y quedó fascinado por el espectáculo de ver ocho caballos corriendo por una pista. El y su esposa empezaron a jugar fuerte y al cabo de pocos días solamente les quedaban dos dólares entre los dos. Pero él era un hombre difícil de derrotar y convenció a su esposa de que todo iría bien si ella le permitía que fuera a las carreras solo.

Un amigo le acompañó. En la primera carrera las apuestas estaban cuarenta a uno y él decidió apostar. Ese caballo ganó.

En cada carrera el hombre siguió apostando al más difícil y en cada carrera ganó. Al llegar a la última carrera había ganado más de diez mil dólares, y entonces decidió exprimir su buena suerte, De regreso al hotel se paró en un pequeño club de apuestas y llego a ganar hasta cuarenta mil dólares en la ruleta. Decidió jugar una sola vez más y luego irse. Se lo jugó todo, los cuarenta mil, al negro.

La rueda giró. El croupier anunció, «Número 14, rojo”.

El hombre regresó al hotel. Su esposa le llamó desde el balcón.

«¿Cómo te fue?» le preguntó impaciente.

El esposo se encogió de hombros, «Perdí los dos dólares».

Al final, cuando la muerte llega, todo el juego de miles de invisibles dólares, de alcanzar esto, de obtener eso, de llegar a ser esto otro, de llegar a ser eso, del prestigio, del poder, del dinero, de la respetabilidad, nada cuenta. Finalmente has de decir, «He perdido mi ser”.

Al precipitarte, al lanzarte a la carrera hacia la dimensión del tener, solamente sucede una cosa: pierdes tu ser. La vida es una gran oportunidad, una gran oportunidad. En ella surgen millones de oportunidades para llegar a ti mismo, para saber quién eres. Pero eso se alcanza a través del esfuerzo. Has de trabajar para ello.

No trates de obtener nada prestado. En ese mundo interior nada puede ganarse de prestado. Y no trates de llegar a ser un erudito. Alcanza la claridad, alcanza una visión donde no existan pensamientos en tu mente. Esta es la tarea más dura que hay en el mundo, el reto mayor. Todos los otros retos son muy pequeños. Esta es la mayor aventura que puedes emprender y aquellos que son valientes aceptan el reto y se sumerge en ello.

El mayor reto es cómo abandonar la mente porque solamente cuando la mente desaparece, puede existir Dios. Solamente cuando lo conocido desaparece, surge lo desconocido. Solamente cuando no hay mente, cuando no estás tú, cuando no queda nada de ti, de improviso te encuentras con eso que has estado buscando desde siempre. Dios se presenta cuando tú desapareces. Esta es la tarea más difícil.

Eso es todo lo que puedo decirte. Deberías probar el estado de no-mente, el estado de «ser». Es mejor que todos los mundos puestos juntos.

El mundo del «ser» es el único mundo real, el mundo de la Verdad. Y a menos que lo alcances, seguirás perdido en tierras extrañas. Nunca llegarás a casa. Llegas a casa solamente cuando alcanzas el centro más profundo de tu ser; lo cual es posible. Es difícil, pero no imposible. Arduo, pero no imposible. Es verdaderamente difícil, pero ha sucedido. Me ha sucedido a mí, puede sucederte a ti.

Pero no hay que atenerse a remedios baratos. No trates de encontrar atajos, químicos o de los que sean. No trates de adquirir conocimiento prestado. No sigas acumulando.

«Eso» ya está ahí, el acumular solamente lo esconde. «Eso» está ahí una vez que dejas de acumular y que te deshaces de toda la basura que has acumulado dentro de ti; eso es lo que es tu mente, basura. Si te deshaces de esa basura, de repente Eso está ahí en su absoluta pureza, en su absoluta belleza, en su absoluta dicha.

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