sábado, 21 de octubre de 2017

COMPRENDIENDO AL BAUTISMO


Escucha estas palabras del evangelio:

“Yo os bautizo con agua para moveros al arrepentimiento,
màs el que viene tras de mí es más grande que yo,
y no soy digno de llevar sus sandalia:
él os bautizará con Espíritu Santo y con fuego”.

El nombre de Juan se ha convertido en Juan el Bautista. En toda la historia de la humanidad, ningún otro nombre ha llegado a estar tan conectado con el bautismo. Inició a cientos de buscadores, y su forma de iniciación era algo único. Los iniciaba en el Río Jordán. Primero meditaban con él por unos pocos días, pocos meses, o a veces, durante algunos años. Cuando estaban listos, les llevaba al río. Se paraban en el río y él derramaba agua sobre sus cabezas y algo transpiraba, algo sucedía en su ser más recóndito, y ya no eran los mismos que eran antes. Era un rito secreto, una ceremonia secreta. Algo era transferido del Maestro al discípulo. El agua era utilizada como instrumento.

Han habido dos tipos de iniciación en el mundo. En una forma de iniciación se ha utilizado siempre el agua, y en la otra forma de iniciación se ha utilizado el fuego.

En la India, el fuego ha sido utilizado durante siglos como medio de iniciación. Zaratustra empleaba el fuego como medio de iniciación.

Juan el Bautista usó agua. Ambos se pueden usar, y ambos deben ser comprendidos. El agua y el fuego tienen cualidades diferentes; y sin embargo, están profundamente conectados. Son opuestos, pero complementarios. Si pones un recipiente con agua sobre el fuego, el agua desaparece, se evapora. Si arrojas agua sobre el fuego, el fuego desaparece.

Son opuestos, pero en una profunda unidad. El agua fluye hacia abajo, el fuego fluye hacia arriba. En forma natural, el agua nunca irá hacia arriba; y en forma natural, el fuego nunca se dirigirá hacia abajo. Se mueven en diferentes dimensiones, en diferentes direcciones. Si algo debe descender sobre ti, el agua debe ser utilizada como instrumento, como vehículo. Si algo en ti debe ascender, el fuego será el instrumento, el vehículo.

Juan el Bautista derramaba agua, y con el agua que caía ... después de una larga preparación y meditación, todo tu ser se concentraba en el agua que caía y su frescura, que te refrescaría también por dentro. Y por medio del agua, el magnetismo de este hombre, Juan el Bautista, fluirá dentro de ti. El agua es un vehículo muy, muy vulnerable. Si un hombre que tiene poderes curativos en sus manos tan sólo toca el agua, el agua se convierte en una medicina curativa. Y el agua está profundamente relacionada con tu cuerpo; el ochenta por ciento o más de tu cuerpo no es otra cosa que agua.

¿Y has observado lo que la respiración produce en ti? La respiración trae fuego, es oxidación. Tu cuerpo es agua, tu respiración es fuego; existes con estas dos cosas. Cuando la respiración se detiene, el fuego desaparece: el cuerpo pierde calor y muere. Si el cuerpo pierde su agua, se pondrá demasiado caliente, enfebrecido y pronto morirás. Es necesaria una permanente y profunda comunión entre agua y fuego, un profundo equilibrio.

Ingieres alimento a través de la comida, el fuego del sol llega a tu cuerpo. Respiras a través de la respiración, el oxígeno llega a tu cuerpo. Bebes agua; el cuerpo reemplaza continuamente su agua. Existes entre el fuego y el agua.

Juan el Bautista usó el agua para traer algo desde lo alto a tu interior. Esa es una forma de iniciación. Hay una forma más elevada; llevar algo de tu interior hacia lo alto. Esa es la iniciación por fuego.

Juan el Bautista preparó a la gente para que Dios pudiera descender en ellos. Después, Jesús preparó a la gente para que Dios pudiera ascender en ellos. Estas dos son las posibilidades: o asciendes hacia Dios o Dios desciende a ti. El descenso es más fácil, porque simplemente esperas receptivo, como un útero.

Debes haberlo observado : Lao Tze nunca menciona el fuego, siempre habla del agua. Su método de iniciación era como el de Juan el Bautista. Por eso habla acerca de la mente femenina; uno tiene que volverse femenino para recibir. Tal como el agua desciende desde las nubes, así desciende Dios.

Jesús dice: “Juan el Bautista les bautizará con fuego”. Es decir, les guiará a Dios; les ayudará a ir hacia arriba". Es difícil vas de subida. Antes de poder ascender, debes primero aprender cómo ir hacia abajo. Antes de que uno esté listo para ser bautizado por fuego, tiene que estar dispuesto al bautismo por agua y haberlo llevado a cabo. Si no puedes ir hacia abajo, no podrás ir hacia arriba. Ir hacia abajo es muy fácil, esperar y recibir es fácil, pero si incluso eso te resulta difícil, ¿para qué hablar de ascender? Va a ser muy difícil.

Por lo tanto, permite primero que Dios descienda a ti. En el momento en que Dios descienda en ti te volverás muy poderoso, porque ya no serás el mismo. Entonces, ir hacia arriba se vuelve muy fácil; puedes volar, puedes convertirte en fuego.

Juan el Bautista preparó a la gente, preparó el terreno para que descendiera la semilla. Mira, cuando tiras una semilla sobre la tierra, ésta desciende al interior de la tierra. Una vez que se rompe, comienza a subir hacia arriba. El primer acto es bautismo por agua; pones la semilla en la tierra, en donde desciende profundamente y descansa. La semilla no tiene nada que hacer; sólo tiene que descansar y todo sucede. Entonces una energía ascendente: la semilla empieza a moverse, brota, se convierte en un gran árbol, se dirige hacia el cielo.

El árbol necesita agua todos los días, de modo que las raíces puedan hundirse más y más profundamente dentro de la tierra; y el árbol necesita sol, el fuego, de modo que las ramas puedan subir más y más. En los espesos bosques de África, los árboles crecen muy alto, porque los bosques son tan densos que si los árboles no crecen a gran altura, no alcanzan el fuego. Tienen que subir más y más, de modo de poder abrir su ser al sol y recibir el fuego. Si sólo le das agua al árbol, éste morirá; si sólo le das fuego, también morirá. El árbol no puede existir sólo con agua y no puede existir sólo con fuego, en un desierto. Requiere de una estrecha combinación.

Por lo tanto, al principio es necesario un bautismo de agua; ésa es la primera iniciación. Después, es necesario un bautismo de fuego; ésa es la segunda iniciación. Y entre ambos, cuando se obtiene el equilibrio, está la trascendencia.

Cuando el equilibrio está totalmente logrado, y ninguno de los dos es demasiado grande o demasiado pequeño justo en la debida proporción de pronto surge la trascendencia. En el equilibrio está la trascendencia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias y genial

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