sábado, 4 de noviembre de 2017

LA MUERTE Y LA MENTE


Juan el Bautista, y más tarde, Cristo, estaban diciendo que tú vas a terminar, pero es difícil que la mente comprenda eso. La mente puede concebir y creer que todo lo demás va a terminarse, pero no que ella vaya a desaparecer. La mente sigue preservándose a sí misma, defendiéndose a sí misma.

Alguien muere. Ves el cuerpo muerto, pero nunca se te ocurre, conscientemente, que tú vas a morir. Sientes compasión por la familia del muerto. Dices: "Pobre hombre. Pudo haber vivido un poco más. No era tan viejo. Su familia dependía tanto de él ¿qué pasará ahora?".

La esposa está llorando y lamentándose, los niños están desesperados. ¿Qué pasará? Piensas acerca del muerto, piensas en la familia del muerto, piensas en el futuro de los niños huérfanos, piensas en la esposa viuda, pero nunca piensas que esta muerte es también tu muerte. Siempre te escondes, siempre te defiendes. Para sus adentros, nadie, conscientemente, cree que vaya a morir. Siempre son los demás los que se mueren.

La mente interpreta de tales maneras que yerra totalmente el punto. El mundo va a continuar; siempre ha estado ahí y lo seguirá estando. Sólo tú ya no estarás; la muerte te llevará consigo. Así como entraste, con las manos vacías, tendrás que marcharte. Sólo si esa comprensión penetra en tu ser será posible el arrepentimiento. El arrepentimiento no es otra cosa que obtener esta claridad de visión.

Esta palabra, "arrepentimiento", es muy, muy significativa. No hay otra palabra que sea más importante en la terminología de Jesús, porque el arrepentimiento abrirá la puerta de lo divino. ¿Qué es este arrepentimiento?

Por lo tanto, todo lo que has creído que el arrepentimiento es, es absolutamente falso. Trata de entender. Cuando te arrepientes, no te arrepientes verdaderamente. Cuando te arrepientes estás, en realidad, tratando de reparar la imagen. No es arrepentimiento; es una reparación de la imagen que tenías de ti mismo, que se ha roto.

Te enfureciste y luego te arrepientes. Lo sientes; te has comportado mal con alguien. Te arrepientes y pides perdón. ¿Este es el arrepentimiento a que se refieren Jesús y Juan el Bautista? Si es así, no es gran cosa, porque te has arrepentido muchas veces y no has cambiado. ¿Cuántas veces te has arrepentido? ¿Cuántas veces te has sentido furioso, codicioso, violento, agresivo, y te has arrepentido de ello? Pero tu arrepentimiento no te ha transformado, no te ha acercado al reino de Dios. No ha abierto nuevas puertas, nuevas dimensiones, sigues siendo el mismo. Tu arrepentimiento y el de Jesús no son iguales. En realidad, son casi diametralmente opuestos.

Por ejemplo: estuviste iracundo y dijiste muchas cosas. Màs tarde, cuando la ira se ha ido la locura se ha ido, te enfrías y miras hacia atrás. Ahora hay un problema. El problema consiste en que siempre has pensado que eras muy pacífico, un hombre amante de la paz; nunca creíste que podías enfurecerte. Ahora la imagen se ha roto. Tu ego se tambalea; ahora sabes que todo lo que has creído hasta ahora era erróneo. Estuviste furioso, estuviste muy enfadado, e hiciste y dijiste cosas que van en contra de tu ego. Has destrozado tu propia auto imagen. Ahora tienes que repararla.

La única manera de repararla es arrepintiéndote. Vas y te arrepientes, dices cosas bonitas. Dices: "Todo ocurrió en contra de mí voluntad. Nunca quise que, esto ocurriera. Estaba enfadado; no estaba en mis cabales. La ira se posesionó tanto de mí que estaba casi inconsciente; por lo tanto, perdóname por todo lo que he dicho, no hablaba en serio. No quise decir lo que dije".

¿Qué estás haciendo, arrepentirte? Simplemente estás reparando. El otro se relaja; cuando alguien pide ser perdonado, debe ser perdonado. Si no puede perdonarle, no es un buen hombre. Estaba furioso contigo, estaba planeando tomar venganza, pero ahora has llegado a pedir perdón. Si no te perdona, no le será posible perdonarse a sí mismo. Y entonces su propia imagen se romperá.

Y ésa es la trampa que le tiendes. Ahora, si él no te perdona, tú serás el bueno y él será el malo. Todo el asunto se ha volcado hacia él. Esto es un truco, un truco muy astuto. Si él no te perdona, es un mal hombre. Ahora estás tranquilo, tu imagen ha sido reparada; toda la culpa recae sobre él. Se sentirá culpable si no puede perdonarte; un hombre bueno tiene que perdonar. Si perdona, está bien; si no perdona también eso es bueno para ti. Ahora la decisión es suya.

Esto no es arrepentimiento. Cuando Juan el Bautista y Jesús dicen: "¡Arrepiéntete!", se refieren a algo total y absolutamente diferente. ¿A qué se refieren? Quieren decir: trata de ver, trata de comprender lo que has estado haciendo. Observa una y otra vez, examina las raíces mismas de tu existencia, de tu ser, de tu comportamiento y mira lo que has estado haciendo, qué es lo que has estado siendo. No es que tengas que arrepentirte de ningún acto en particular; se trata de tu forma total de ser. Ni ira, ni avaricia, ni odio, no, ni enemistad, nada. No se refiere a ningún acto determinado: se refiere a tu ser mismo, la forma, el estilo de tu existencia. No guarda relación con ningún acto aislado.

Cuando te arrepientes, te arrepientes de cierto acto. Tu arrepentimiento siempre se refiere a actos determinados. El arrepentimiento que menciona Jesús no se refiere a actos determinados, se refiere a tu ser. La manera en que has sido, ha sido absolutamente equivocada. Puede que no hayas sentido ira, aún así has estado equivocado. Puede que no te hayas llenado de odio, aún así has estado equivocado. Puede que no hayas poseído muchas riquezas, aún así has estado equivocado. No se trata de lo que has hecho; se trata de cómo has sido. Has estado dormido, has estado inconsciente. No has vivido con luz interior; has vivido en la oscuridad. Cuando dicen: "¡Arrepentíos!", quieren decir, arrepiéntete de toda la forma en que has vivido hasta ahora, de tu forma de ser.

No es cuestión de pedirle perdón a alguien, no, en absoluto. es sólo un retorno. La palabra "arrepentirse" significó, originalmente, "retornar". En Arameo, el idioma que utilizaban Jesús y Juan, "arrepentirse" significa ''retorna, retorna a tu fuente; regresa a tu ser original".

Lo que dicen los Maestros zen: busca tu rostro original", significa arrepiéntete. Abandona todas tus máscaras. Esto no es un asunto entre tú y los demás, es un asunto entre tú y tu Dios. Arrepiéntete significa, abandona todas las máscaras y párate frente a Dios con tu rostro original tal como Èl te creó. Permite que ese sea tu único rostro: la forma en que Èl quería que fueses. Deja que ése sea tu único ser. Retorna a la fuente original, regresa al centro más profundo de tu ser. El arrepentimiento es un retorno; es uno de los más grandes giros espirituales.

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