lunes, 29 de enero de 2018

LOS EFECTOS DE LA RELIGIÒN



La religión es, básicamente, esencialmente, una rebelión. No es conformidad, no guarda relación con la pertenencia a ninguna organización, sociedad, iglesia; porque toda pertenencia proviene del miedo y la religión es libertad. El estar solo produce temor. A uno le gusta pertenecer a una nación, a una iglesia, a una sociedad porque cuando perteneces a una multitud te olvidas de tu soledad. Esta no desaparece, pero te olvidas de ella. Te engañas a ti mismo, creas un sueño a tu alrededor, como si no estuvieras solo. Permaneces solo de todas maneras.

La religión no te da inconsciencia, te da consciencia. Y la consciencia es rebelde. Cuando llegas a estar consciente, no puedes pertenecer a ninguna sociedad, a ninguna nación, a ninguna iglesia, porque cuando te vuelves consciente, también te das cuenta de la austera belleza de la soledad. Percibes por primera vez la música que está continuamente ocurriendo dentro de tu alma ... pero nunca te habías permitido el estar solo para oírla, estar en consonancia con ella, estar unido a ella.

La religión no es conformidad, porque toda conformidad es mecánica. Haces ciertas cosas porque se supone que las hagas. Las haces porque tienes que vivir con la gente y tienes que seguir sus reglas; las haces porque has sido condicionado a hacerlas. Vas a la iglesia, vas al templo, rezas, sigues ciertos rituales, pero todo eso está vacío. A menos que tu corazón esté en ello, todo es muerto y mecánico. Puede que hagas todo tal como está prescrito, sin ningún error, puede ser perfecto, pero aún así estará muerto.

He oído que el Presidente Kennedy tenía que firmar tantas cartas, autógrafos y retratos personales que inventaron un pequeño mecanismo para él. La máquina firmaba por él, y la firma era tan perfecta que ningún experto era capaz de distinguir la mecánica de la verdadera, ni siquiera el mismo Presidente Kennedy era capaz de distinguir la falsa de la verdadera. Malcolm Muggeridge afirma que cuando Kennedy fue asesinado, olvidaron desconectar la máquina, y ésta siguió funcionando. El Presidente siguió firmando cartas personalizadas aún después de muerto. Un mecanismo es un mecanismo.

Te conviertes en un Cristiano: te transformas entonces en un mecanismo. Te comportas como si realmente amaras a Cristo, pero ese "como si" debe recordarse. Te haces Budista: te comportas como si siguieras a Buda, pero no debieras olvidar ese "como si". Tu firma puede ser perfecta, pero surge de un mecanismo muerto.

La religión no es conformidad. La conformidad ocurre entre el individuo y el pasado, y la religión es algo entre el individuo y el presente, la poesía es algo entre el individuo y el futuro. La conformidad significa conformarte con aquellos que ya no son, los muertos, conformarte con Moisés, con Mahavir. Conformarte ahora con Jesús es una cosa muerta; te estás conformando con el pasado. Si te relacionas con el presente, es totalmente diferente. Te revoluciona; te hace renacer.

La conformidad es algo que ocurre entre el individuo y la sociedad. La religión es algo que sucede entre el individuo y la existencia misma. La sociedad es nuestra creación: Dios creó a Adán, no a la humanidad; Dios creó a Eva, no a la humanidad. Dios crea individuos; la humanidad es nuestra invención.

Pero la ficción puede apoderarse de ti; puedes olvidar lo real y aferrarte a la ficción. Conozco personas que quieren amar a la humanidad, y no pueden amar a otro ser humano. ¿Dónde está la humanidad, y cómo vas a amar a la humanidad? Sólo puedes hacer gestos vacíos en el aire.

La humanidad no está en ninguna parte. Donde sea que te la cruces, te cruzarás con seres humanos reales y concretos. La humanidad es una abstracción, una mera palabra. No tiene realidad en sí, una pompa de jabón, nada más. Sólo puedes cruzarte con seres humanos reales. Amar a un ser humano real es muy difícil, pero amar a la humanidad es muy fácil. Es casi igual que no amar a nadie. Amar a la humanidad es igual, equivalente, a no amar a nadie. Entonces no hay problema, no hay dificultad alguna.

La religión es algo que sucede entre la existencia concreta y tú. No tiene nada que ver con ficciones. Y la religión no es tradición. La tradición pertenece al tiempo, la religión pertenece a la eternidad. Para incursionar en la religión, tienes que moverte en el ahora eterno. La religión no tiene historia. En esto, Occidente tiene que aprender algo del Oriente.

En Oriente, nunca nos hemos preocupado por la historia. La razón ... la razón es simple. Toda la historia se refiere al tiempo: lo que sucede en el tiempo es registrado en la Historia. La historia es un libro muerto. Nunca nos hemos interesado por la historia, porque la religión pertenece a la eternidad; no puedes registrarla como un acontecimiento, es un proceso eterno. Sólo puedes registrar su hecho esencial, su verdad esencial; no las ondulaciones que ocurren en el río del tiempo.

Por eso, si vas a un templo Jaina y ves los veinticuatro teerthankaras, estarás confundido, no sabrás quién es quién. Todos se parecen. No le encontrarás ningún sentido ¿por qué los veinticuatro teerthankaras de los Jainas se parecen? No pueden parecerse, existieron en diferentes épocas, eran diferentes individuos pero no nos hemos preocupado acerca de los acontecimientos que ocurrieron en el tiempo.

“El cuerpo" es un acontecimiento en el tiempo. La diferencia entre los cuerpos es historia pasada, pero el ser más interno, que está en la eternidad, es el mismo dentro de mí, dentro de ti, dentro de todo el mundo. La forma difiere, pero el centro más interno es el mismo. Aquellos veinticuatro teerthankaras de los templos Jainas dicen algo acerca del ser más interno. Es por ese motivo que fueron esculpidos en forma idéntica. Mira a Buda. También se parece a Mahavir; no hay diferencia. No son hechos, son verdades.

A la religión no le interesan los hechos, le interesa la verdad. Los hechos pueden ser aprendidos en los libros, la verdad nunca lo será. Si te llegas a interesar demasiado por los hechos, tus ojos se nublarán y confundirán, y no podrás conocer la verdad. ¡Cuidado con los hechos! te pueden hacer equivocar el camino. Escoge la verdad. Trata siempre de encontrar la verdad; no te molestes demasiado con los hechos. Los hechos son irrelevantes.

Lo que cambia es el hecho, y lo que permanece siempre igual es la verdad. Tu cuerpo es un hecho: un día fuiste un niño, ahora eres un joven o un viejo; un día naciste, un día morirás, el cuerpo cambia, pero el tú que habita en el cuerpo, que lo ha convertido en su morada temporal, ese tú es eterno, ésa es la verdad. No tiene forma, no tiene cualidades. Es inmortal; es eternidad.

La religión no es una tradición; por lo tanto, no la puedes pedir prestada. Tendrás que arriesgarte tú mismo; tendrás que ganártela. Tendrás que jugarte la vida por ella, ésa es la única forma que hay. No puedes llevártela a un precio barato. Si la quieres barata, te llevarás una imitación.

La religión no es una consolación. Es, por el contrario, un desafío: Dios desafía al hombre, Dios ronda al hombre, Dios grita una y otra vez: "¡Retorna! ¡Entronízame!". No te dejará tranquilo. Seguirá tocando a tus puertas; seguirá creando tormentas en tu ser, en tu espíritu; te seguirá agitando. No dejará que te conformes con menos. A menos que obtengas lo supremo, no se te permitirá descansar. La religión es un desafío, es una gran tormenta. Es como la muerte; no es una consolación.

Las mal llamadas religiones, las religiones organizadas, son consuelos. Te consuelan, esconden tus heridas. No te agitan, no te llaman y no te invocan. No te piden que seas aventurero, no te piden que seas atrevido, no te atraen hacia una vida peligrosa. Son como lubricantes.

En una sociedad tan numerosa necesitas lubricantes a tu alrededor, para que no se produzca tanto conflicto. Te puedes mover fácilmente, el movimiento no es demasiado difícil, y no te rozas con el vecino. No surge conflicto, el lubricante fluye a tu alrededor.

Vas a la iglesia como un lubricante. Ayuda, ayuda en una forma social; es una formalidad. Si satisfaces esa formalidad, te vuelves respetable. Es como hacerse miembro del Rotary Club, es respetable, ayuda. Te haces miembro de una iglesia y eso también ayuda. Te haces miembro de una religión y eso también ayuda. La gente piensa que eres religioso.

Cuando la gente cree que eres religioso, puedes engañarles más fácilmente. Teniendo a tu alrededor una vestidura de religiosidad, tienes un arma potencial a tu disposición. Tu religión es un consuelo para ti mismo, y también representa respetabilidad. De hecho, es política, diplomacia, parte de la lucha por la supervivencia, parte de tu ambición, parte de toda la política del ego. Es el juego político por conseguir el poder.

Estas cosas deben recordarse cuando trates de entender a Jesús. La religión tampoco equivale a moralidad. La moralidad, nuevamente, es sólo las reglas del juego. Aquellos que quieran jugar el juego social, tienen que seguir sus reglas, tal como cuando juegas a las cartas, tienes que respetar ciertas reglas. No es que esas reglas sean nada supremo, no es que provengan de Dios. Tú creas el juego; tú creas las reglas y sigues esas reglas. Pero si deseas jugar, tienes que seguir las reglas.

La moralidad es un juego; cambia, varía. De una sociedad a otra, de una edad a otra, de un período a otro, va variando. Depende, no hay nada de lo supremo en ella.

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