sábado, 24 de marzo de 2018

JUDAS


Cuando plantas un jardín, también brotan malezas. Las malezas también forman parte. Cuando un Jesús llega, habrá también un judas, porque todo el asunto es tan tremendamente significativo que necesariamente alguien lo traicionará. Tiene tanta altura que alguien se sentirá necesariamente muy herido por ello: el ego.

Judas sufrió mucho daño. Y no era un mal hombre, recuérdalo. De hecho, era el único entre todos los discípulos de Jesús que era educado, cultivado, que pertenecía a una sociedad y a una familia sofisticada. Era, naturalmente, el más egoísta. Los otros eran sólo pescadores, granjeros, carpinteros, gente así, gente corriente, del estrato más corriente de la sociedad. Judas era especial. Y siempre hay conflicto cuando alguien se siente especial. El quería guiar hasta a Jesús. Lo intentó muchas veces. Y si le escuchas, existe la posibilidad de que Judas te convenza más que Jesús.

Sucedió: Jesús llegó a visitar la casa de María Magdalena. María estaba profundamente enamorada. Derramó un perfume precioso, muy precioso, en sus pies, toda la botella. Era un perfume muy escaso: se podría haber vendido.

Judas objetó de inmediato. Dijo: "Deberías prohibir a la gente que hiciera tales tonterías. Todo se ha desperdiciado, y en la ciudad hay gente pobre, que no tiene nada que comer. Podríamos haber distribuido el dinero entre la gente pobre".

Parece un socialista, un precursor de Marx. Mao, Lenin, Trotsky: todos ellos estarían de acuerdo con él.

¿Qué es lo que dijo Jesús? Dijo: “…no te preocupes por esto. El pobre y el hambriento siempre estarán aquí, pero yo me habré ido. Puedes servirles siempre y siempre no hay prisa pero yo me habré marchado. Mira el amor, no el valioso perfume. Mira el amor de María, su corazón”.

¿Con quién estarás de acuerdo? Jesús parece ser muy burgués, y Judas parece ser perfectamente económico. Judas está hablando acerca de los pobres, y Jesús simplemente dice: "Está bien. Yo me iré pronto, así que permite que ella me dé la bienvenida como quiera. Permite que su corazón haga todo lo que desee, y no pongas tu filosofía entremedio. La gente pobre siempre estará ahí; yo no estaré aquí para siempre. Sólo estoy aquí por un breve lapso de tiempo".

Normalmente, tu mente estará de acuerdo con Judas. Parece tener toda la razón. Era un hombre cultivado, de modales pulcros, sofisticado, un pensador.

Y traicionó. Sólo él podía traicionar, porque su ego fue herido a cada paso. Siempre se sintió superior a todos los otros discípulos de Jesús. Siempre se mantuvo aparte, no se mezcló con la multitud. Siempre pensó que él no formaba parte de la multitud. A lo más era un segundo, sólo después de Jesús y eso también, de mala gana. En el fondo, debió creer que él era el primero. No podía decirlo, pero estaba en su corazón.

El fue terriblemente dañado. Jesús estaba dañando continuamente sus egos. Un Maestro tiene que hacerlo, porque si un Maestro mima los egos, no será de ninguna ayuda, lo envenenará todo. Entonces puedes suicidarte a través de él, pero no podrás resucitar.

Judas fue el más dañado, porque era el más egoísta. Y Jesús tenía que herirle más. El tomó venganza. Y era un buen hombre; no hay duda de eso. Ese es el problema con la gente buena.

Vendió a Jesús por treinta rupias. Estaba tan preocupado por el perfume y lo que costaba ¡fíjate en su mente! y vendió a Jesús por treinta rupias, treinta piezas de plata. Jesús ni siquiera era tan costoso.

Pero después, cuando Jesús fue asesinado, crucificado, empezó a sentirse culpable. Así es como funciona un buen hombre. Empezó a sentirse muy culpable, su conciencia empezó a remorderle. Se suicidó. El era un buen hombre, tenía conciencia moral. Pero no tenía consciencia (*)
(*) En español no parecen existir palabras diferentes para los conceptos de "consciousness" (aludiendo a lo nuclear del ser humano, al testigo que hay en todos nosotros), y “conscience" (los códigos de conducta implantados por la sociedad, reflejados en nuestra conciencia moral). Por tanto, "consciousness" se traducirá como consciencia, y "conscience", como "consciencia moral" o sólo como "conciencia" (Nota del Traductor).

Esta distinción tiene que ser captada profundamente. La conciencia moral es prestada, dada por la sociedad; la consciencia es tu logro. La sociedad te enseña qué es lo que está bien y qué es lo que está mal; haz esto y no hagas aquello. Te da la ley, la moralidad, el código, las reglas del juego. Esa es tu conciencia moral. Fuera, el policía; dentro, la conciencia. Esa es la manera como la sociedad te controla.

Si vas a robar, el policía está fuera para impedírtelo. Pero puedes engañar al policía, puedes encontrar la forma. Por lo tanto, la sociedad ha implantado un electrodo, profundamente dentro de ti: la conciencia moral. Tu mano empieza a temblar, todo tu ser interno, sientes que tu ser interno está diciendo: "No hagas esto; es malo".

Es la sociedad hablando a través de ti. Es sólo la sociedad, implantada dentro de ti.

Judas tenía una conciencia, pero Jesús tenía consciencia. Esa fue la fisura. Un hombre de conciencia moral nunca puede entender al hombre de consciencia, porque el hombre de consciencia vive momento a momento, no tiene reglas que seguir.

Jesús estaba más interesado en el amor de la mujer, María. Era algo tan profundo que impedir su acto hubiera significado herir su amor; se hubiera encogido dentro de sí misma. Derramar el perfume a los pies de Jesús era sólo un gesto. Detrás de esto, María Magdalena estaba diciendo: "Me gustaría derramar el mundo entero a tus pies. Esto es todo lo que tengo: lo más precioso que poseo. Derramar agua no será suficiente; es algo demasiado barato. Esta es la cosa más preciosa que tengo; pero aún así, esto no es nada. Me gustaría derramar mi corazón, me gustaría derramar todo mi ser ......

Pero Judas estaba ciego a aquello. Era un hombre de conciencia: vio el perfume y dijo "Es muy costoso". Estaba completamente ciego a la mujer y a su corazón, a la expansión de consciencia que había en ese gesto. El perfume le pareció demasiado precioso, y el amor, era completamente desconocido para él.

El amor estaba ahí. Lo inmaterial estaba ahí, y también estaba allí lo material. Lo material es el perfume, lo inmaterial es el amor. Pero Judas no pudo ver lo inmaterial. Para eso, necesitas los ojos de la consciencia.

Un hombre de conciencia moral estará siempre en conflicto con un hombre de consciencia, porque el hombre de consciencia ve cosas que el hombre de conciencia no puede ver. Y el hombre de consciencia sigue su consciencia; no tiene reglas que deba seguir.

Siempre serás consistente si tienes reglas, porque las reglas están muertas. Con ellas, tú también estás muerto: eres predecible. Pero si tienes consciencia, eres impredecible. Uno nunca sabe.

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