sábado, 17 de marzo de 2018

LA MENTE HUMANA


Cuando al tercer día Jesús revivió, resucitó, trató de acercarse a sus discípulos varones. No le pudieron ver, porque para ellos, el hecho de que estaba muerto ya estaba establecido, y sólo ves las cosas que esperas ver. Si no esperas algo, no lo ves.

Tus ojos seleccionan mucho. Si estás esperando a un amigo, podrás verle hasta en una multitud. Pero si no le estás esperando, si le has olvidado completamente, estarás por un momento desconcertado cuando llegue y llame a tu puerta: ¿quién es esta persona?

Habían establecido el hecho de que Jesús estaba muerto; por lo tanto, cuando Jesús se cruzó en su camino, no pudieron reconocerle, no pudieron verle. Hasta se ha dicho que caminó varias millas con dos discípulos mientras ellos hablaban de la muerte de Jesús. Su muerte les hacía sentir muy desgraciados: ¡y Jesús estaba caminando con ellos, estaban hablando con él! Pero no pudieron reconocerle.

Jesús fue primero reconocido por María Magdalena, una prostituta. Ella fue corriendo a ver a los discípulos varones, que se encontraban en gran conferencia: ¿qué hacer? ¿cómo extender el mensaje al mundo entero? ¿cómo crear la iglesia? Mientras ellos planeaban el futuro, ella llegó corriendo y dijo:" ¿Qué están haciendo? ¡Jesús está vivo!".

Ellos se rieron. Le dijeron: "Mujer loca, has debido imaginártelo" la mente masculina siempre piensa que esas cosas son imaginaciones. Empezaron a hablarse unos a otros: "Esta pobre mujer, María Magdalena. Se ha vuelto loca. La crucifixión de Jesús ha sido tal conmoción para ella". Sintieron lástima por ella.

Ella insistió: "No sientan pena por mí. ¡Jesús ha resucitado!

Ellos se rieron y dijeron: "Lo entendemos. Necesitas descanso, estás demasiado conmovida por su muerte. Es tu imaginación".

Siempre ha habido gran cantidad de mujeres en torno a Buda, Krishna, Jesús, Mahavir. Fueron las primeras en llegar, fueron los primeros discípulos. Es natural.

Por lo tanto, no te sorprendas. Dos mil o dos millones de años... la mente humana siempre seguirá siendo la misma. La humanidad entera sigue siendo la misma; la revolución es individual. Puedes ser transformado como individuo. Entonces, trasciendes la multitud.

Sólo, la otra noche estaba leyendo una obra de Samuel Beckett: un pequeño libro, el más pequeño que puedas imaginar una obra breve. El nombre de la obra es Aliento. La duración de toda la obra es sólo de treinta segundos... treinta segundos. No hay ningún actor en ella, no hay diálogo. Sólo un escenario.

Sube el telón. Muchas cosas están por el suelo. Cachivaches, como si alguien hubiera salido con mucha prisa de la casa. Todo tipo de cosas se hallan revueltas, sin orden. Y desde atrás, se oye un suspiro de un niño pequeño, recién nacido. Entonces, después de treinta segundos, el jadeo de un anciano al morir. Eso es todo; pero esto es todo lo que la vida es. Treinta segundos: un suspiro y un jadeo. El primer esfuerzo para inhalar y el último esfuerzo para aferrarse al aliento... y todo se acaba.

La vida es corta: ni siguiera dura treinta segundos. Ùsala, ùsala como una oportunidad para crecer, úsala como una oportunidad para ser, y no te preocupes de otras cosas: el resto es porquería. Sólo esto es verdad: el suspiro y el jadeo, y todo lo demás es sólo porquería. Olvídate de ello ¿qué tienes tú que ver con eso?

No deberías preocuparte de que el mundo haya o no cambiado. El mundo es el mismo, tiene que ser el mismo. Sólo tú puedes ser diferente; el mundo nunca será diferente. Cuando te vuelves alerta, consciente, trasciendes el mundo.

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