sábado, 14 de abril de 2018

VIVIR AHORA


Hubo una vez un hombre que poseía una gran laguna. Un pequeño nenúfar estaba creciendo en ella. El hombre estaba muy contento; siempre le habían gustado las flores blancas de los nenúfares. Pero después se empezó a preocupar, pues la planta doblaba en tamaño todos los días; tarde o temprano cubriría todo el estanque. Tenía truchas en el estanque, y le encantaba comer esas truchas. Cuando el estanque estuviera cubierto por los nenúfares, toda vida desparecería de él, incluso las truchas.

No quería cortar las plantas ni quería que las truchas desaparecieran: estaba en un dilema. Fue a ver a un experto. El experto calculó y dijo: "No te preocupes. El nenúfar tardará mil días en cubrir todo el estanque. La planta es muy pequeña y el estanque es muy grande; por lo tanto, no hay de qué preocuparse". El experto sugirió entonces una solución que parecía totalmente acertada. Dijo: "Espera; corta la planta cuando la mitad del estanque esté cubierto por los nenúfares. Mantenlo siempre medio cubierto, para que puedas disfrutar de las flores blancas y tus truchas no estén en peligro. Mitad y mitad: la mitad del estanque para los nenúfares, la mitad para las truchas".

La solución parecía totalmente correcta, y mil días parecía un lapso de tiempo suficiente, así que no había motivo para preocuparse. El hombre se relajó. Dijo: "Cuando el estanque esté medio cubierto, entonces cortaré los nenúfares".

La mitad del estanque quedó cubierta, pero esto ocurrió en el día novecientos noventa y nueve. Normalmente, podría haberse pensado que iba a estar medio cubierto a los quinientos días, pero no fue así, la planta solía doblarse en tamaño todos los días; así que la mitad del estanque estaría cubierta en el día novecientos noventa y nueve, y sólo quedaría un día. Pero entonces no habría tiempo suficiente para cortar la planta o mantenerla en la mitad.

Y sucedió. En el día novecientos noventa y nueve la mitad del estanque estuvo cubierto, y el hombre que no se sentía muy bien, porque estaba algo enfermo, dijo: "No hay prisa. He esperado novecientos noventa y nueve, días y no hubo problema. Ahora sólo se trata de un día más. En un día más lo haré".

A la mañana siguiente todo el estanque estaba cubierto, y todas las truchas estaban muertas.

Este es el enigma de la vida. Es un dilema: uno tiene que elegir. Si sigues acumulando cosas y posesiones, la planta duplica su tamaño en el estanque. Todos los días tus cosas aumentan y tu vida se sofoca. La vida parece demasiado larga, setenta años, ochenta años. No hay prisa. La gente piensa: "Cambiaré cuando llegue a la mitad".

La gente siempre deja la religión para cuando son viejos. La gente dice una y otra vez que la religión es para los viejos. Ve a las iglesias, a los templos, y encontrarás gente vieja, a punto de morirse. Tienen un pie en la tumba: el día novecientos noventa y nueve. A la mañana siguiente la vida va a estar sofocada. Entonces empiezan a rezar, entonces empiezan a meditar, entonces empiezan a reflexionar en lo que es la vida ¿cuál es el significado de la existencia? Pero ya es demasiado tarde.

La religión requiere de una profunda urgencia. Si la postergas, nunca llegarás a ser religioso. Es algo que debe hacerse ahora mismo. En este momento ya es tarde, ya has perdido demasiado tiempo y lo has perdido en cosas fútiles, lo has perdido en cosas que te van a ser arrebatadas.

Por todas estas cosas tendrás que pagar con la vida. Pierdes tu vida por todo lo que posees. No es barato, es muy costoso. Llega el día en que ya tienes muchas posesiones, pero tú ya no estás ahí. Las cosas están allí; el dueño, muerto. Grandes montones de cosas... pero el que quería vivir con ellas ya no está.

La gente se prepara y se prepara para la vida y mueren antes de que su preparación se complete. La gente se prepara y nunca vive. Ser religioso es vivir la vida, no prepararse para ella. Estás haciendo una cosa muy absurda: tus ensayos siguen y siguen, y el verdadero drama nunca empieza.

He oído acerca de una pequeña compañía dramática. Estaban ensayando. La obra se postergaba todos los días, pues los ensayos nunca se completaban. Un día la heroína no se presentaba, otro día otro actor no estaba, un día otra cosa ocurrió, falló la electricidad o algo así y se siguió postergando. Pero el Director estaba al menos satisfecho respecto a una cosa: el héroe de la pieza teatral siempre había estado presente, nunca había faltado.

Felicitó al héroe el último día de los ensayos. Le dijo: "Eres la única persona en la que puedo confiar. Todos los demás no son confiables. Eres el único que nunca ha faltado. Verano o invierno, calor o frío, siempre has estado aquí". ,

El héroe respondió: "Quisiera decirle algo. Me voy a casar el día del estreno de la obra, así que pensé que al menos asistiría a los ensayos. No estaré aquí ese día, es por eso que nunca he faltado".

Para que lo sepas: cuando la obra vaya a estrenarse, no estarás aquí. Sólo los ensayos; preparación y más preparación.

Poseer cosas es simplemente la preparación para la vida, arreglar las cosas para poder vivir. Pero para vivir, no hay que arreglar nada; ya todo está dispuesto.

Todo está absolutamente dispuesto; sólo hace falta que tú participes. No falta nada. Esto es lo que yo llamo actitud religiosa: esta urgencia de que tienes que vivir ahora, que no hay otra manera de vivir. La única manera de vivir y de ser es ahora, y aquí se encuentra el único hogar. Allí y entonces son ilusiones, espejismos... Cuidado con ellos.

No hay comentarios:

Buscar este blog