sábado, 13 de abril de 2019

LA DIVINIDAD Y LA GRACIA


Decir que la Divinidad existe no es correcto, porque todo lo que existe es divino. Todas las cosas existen, sólo la Divinidad no puede decirse que exista: Divinidad es Existencia. Ser divino y existir es decir lo mismo de dos modos diferentes. Así, la cualidad de la existencia no puede atribuirse a la Divinidad.

Todas las demás cosas pueden decirse que existen, pues pueden llegar a ser inexistentes. Yo puedo decir que existo porque no existiré: tú puedes llamarte existente porque hubo un tiempo que eras inexistente. Pero la Divinidad no puede considerarse que existe porque siempre está ahí, su no existencia es inconcebible. Así que la existencia no puede atribuirse a la Divinidad, puesto que significa Existencia.

Nada existe que no sea divino, lo sepas o no; esto no importa en lo que concierne a tu divinidad. Si tú lo sabes, entonces te conviertes en Existencia, gozo; si no lo sabes sigues sufriendo, pero eres divino. Aunque duermas, aunque ignores, eres divino. Incluso la piedra es divina, ignorante de sí misma.

La Existencia es divina. Los que tratan de probar que Dios existe no saben: esto es crasa tontería. También lo es el tratar de demostrar que Dios no existe. Nadie probará que la Existencia existe. La pregunta para que se demuestre es absurda. Para mí, la afirmación de que Dios existe significa lo mismo, que la Existencia existe: Dios y Existencia son sinónimas. En cuanto te percatas de lo que la Existencia es, la llamas Dios, pero tan pronto como tomas conciencia del Ser total, no puedes usar la palabra Existencia. Al ponerte en íntimo contacto con ella, usas un nombre más personal: Dios. Llamar a la Existencia, Dios, significa esto y nada más; que puedes establecer una íntima relación con El. O sea, llamar a la Existencia. Dios, significa que estás en contacto personal con la Existencia.

Esto no es algo muerto; no es algo con lo que tú no puedes relacionarte; indiferente hacia ti. Cuando decimos que Existencia es Dios, implica que ella está íntimamente relacionada con nosotros, que no es indiferente a nosotros. Pero en lo que a la mente humana se refiere, no podemos usar palabra más adecuada que Dios.

Si preguntas a un judío ortodoxo, no usará la palabra Dios, sino DIS: la O se elimina. Los judíos ortodoxos no usan el término completo. Si les preguntas por qué, te responden que las palabras son menos de lo que son: así la "O" se elimina para simbolizar que usamos un vocablo que no puede comprender el todo, que no puede ser totalmente inclusiva. "O" es símbolo de cero, símbolo de perfección, símbolo de totalidad, del todo; así, pues, se elimina y sólo "DIS" queda.

La palabra nunca incluye el todo, lo que indica, no algo acerca de lo Divino, sino de la mente humana. Si dices "Existencia" usas un término neutral, al que puedes ser indiferente, como ella serIo en relación contigo. Con "Existencia" no hay diálogo entre tú y ella, no hay un puente. Pero aquellos que han conocido la Existencia saben que hay un diálogo con todo lo que existe, y que la relación puede ser íntima, amorosa. Esta posibilidad de diálogo, de relación, de enamoramiento, hace al término Dios más dignificante que Existencia, pero quieren decir lo mismo.

No diré, pues, que la Divinidad existe, sino que todo lo que existe es divino. Existir es ser divino. No hay nada que no lo sea. Puede que lo sepamos, puede que no; que seamos conscientes, de ello, o que no lo seamos. Esto no importa.

¿Cuál es la diferencia entre cualidad y naturale¬za? Una cualidad es algo de lo que puedes privarte; existir con la cualidad o sin ella; no es tu naturaleza intrínseca, es algo atribuido a ti, agregado; no tu naturaleza.

Naturaleza es algo sin lo cual no puedes existir. Así que cuando alguien dice que Dios es amoroso, no corresponde exactamente a lo correcto. Jesús dice bien: "Dios es amor". Amor es su naturaleza, no su cualidad; no puede reemplazarse. Dios puede ser amor, amor puede ser Dios, porque amor es la naturaleza intrínseca de Dios.

Amor no es algo agregado. No es posible concebir a Dios sin amor. Si lo concibes sin amor, estás concibiendo un Dios que no es Dios, un Dios sin deidad, porque en cuanto el amor se borra la deidad se elimina. Así que, repito, amor no es un atributo, ni tampoco la gracia lo es: son naturaleza.

Esopo nos ha contado la siguiente fábula: a la orilla de un río un alacrán le pidió a una tortuga: "por favor, llévame hasta la otra orilla en tu espalda". La tortuga le respondió: "No seas tonto, no me creas tan estúpida; puedes picarme a mitad de la corriente y yo me ahogaría". El alacrán insistió: "No soy tonto; tú eres la tonta, porque no conoces la simple lógica. Pertenezco a la escuela aristotélica, así que te enseñaré una simple lección de lógica: si te pico y te ahogas, yo también me ahogaré contigo. Así que por lógica, no puedo picarte". La tortuga lo pensó un momento y dijo: "Está bien, parece sensato, salta sobre mí y vámonos". Y exactamente a mitad de la corriente sintió la tortuga el piquete: ambos se estaban ahogando. Antes de morir la tortuga pregunta: "¿Dónde está tu lógica? Me has dicho que, por lógica, nunca lo harías y lo has hecho. Dame otra lección de lógica antes de morir". El alacrán manifestó: "No es cuestión de lógica, éste es mi carácter, mi naturaleza. No puedo evitar el hacerlo; sólo hablar de ello".

Algo que eres incapaz de hacer, o no hacer, indica tu naturaleza. No podemos concebir a la Divinidad sin amor o sin gracia. El amor siempre está ahí, la gracia también. Usamos dos palabras: amor y gracia, debido a nuestras limitaciones lingüísticas, pero tú puedes llamarlo de igual manera amor o gracia.

Usamos dos palabras porque con el amor esperamos siempre algo en retorno, no así con la gracia. Cuando amamos a alguien, algo esperamos de él. Es una transacción, aunque velada; expresada o no; conocida o ignorada; es una transacción interna. Algo se espera en cambio. Por esto usamos dos palabras: amor y gracia, pues con la gracia nada se espera, y Dios nada espera de nosotros.
Para la Divina Existencia, amor y gracia son lo mismo. Èl es amor y eso es Su gracia, pero no son cualidades atribuibles a Èl: son su naturaleza. La diferencia es una falacia; Dios es siempre gracia y amor. Pero nosotros no somos siempre receptivos, y a menos que lo seamos no podemos recibirla. Si no recibes la gracia no es por causa de la Divinidad, sino por la barrerá que la intercepta. No estás abierto y vulnerable a ella. Somos naturalmente agresivos.

Si la mente es agresiva, no puede ser receptiva. Sólo una mente no agresiva está en estado de receptividad; así las cualidades que encierran algún tipo de agresividad tienen que suprimirse y uno quedar como una puerta para entrar: como una matriz, en total receptividad. La gracia está en constante fluencia, como el amor. En todo momento y lugar está fluyendo; es la naturaleza de la Existencia, pero nosotros no la recibimos, debido a la mente, siempre agresiva.

Por esto insisto en que la meditación significa "no-mente", no agresividad, sino receptividad y abertura. La lógica no puede ser tampoco receptiva, sino agresiva; cuando actúas no puedes ser receptivo; sólo en estado inactivo, no haciendo nada absolutamente, simplemente existiendo, estás abierto a todas partes, y de todas llega el flujo de la gracia; llega, pero estamos cerrados, nos escapamos, y aunque toque a nuestra puerta, nada oímos.

1 comentario:

waca dijo...

La luz no puede mirar, la verdad envuelve, abriga; alguna opinión la mancillaria, la merma; a menos que la menciones con mayor resplandor.

Buscar este blog