Escuché que sucedió una vez en el mercado: Dos ancianas se encontraron. Una le preguntó a la otra cómo se estaba sintiendo, porque siempre había estado sintiéndose mal. Hay mujeres que siempre se sienten enfermas. Algo ha ido mal, no es enfermedad, es algo más profundo, una neurosis, porque no se pueden sentir tranquilas si no están enfermas; la enfermedad se ha vuelto parte de sus egos. La otra preguntó: "¿Cómo te sientes?".
La mujer que siempre estaba enferma o hablando de enfermedades, comenzó. Dijo: "Muy mal, nunca he estado tan mal. La artritis está actuando, tengo un severo dolor de cabeza, y el dolor de estómago es terrible, y me duelen las piernas...", y así continuó.
Entonces la otra dijo: "Entonces anda a ver un doctor".
La primera mujer dijo: "Sí, iré cuando me sienta un poco mejor".
Pero esto te está ocurriendo a ti: irás al doctor cuando te sientas un poco mejor. Pero nadie va cuando uno se siente un poco mejor no hay necesidad. Anda al doctor cuando estés sufriendo, ora cuando estés sufriendo, medita cuando estés sufriendo. No digas: "Meditaré cuando me sienta un poco mejor". Eso no ayudará, no meditarás, perdiste un momento de bienaventuranza, un momento de sufrimiento. Medita, vuélvete alerta y consciente. No pierdas la oportunidad, ¡es una bendición!
Usa todo tu sufrimiento para la meditación y pronto llegarás a saber que el sufrimiento desaparece, porque la energía comienza a fluir hacia adentro. No fluye a la periferia, al sufrimiento, no estás alimentando a tu sufrimiento. Parece ilógico, pero ésta es la conclusión de todos los místicos del mundo: que te nutres de tu sufrimiento y lo disfrutas en un modo sutil, no quieres estar bien, debe haber alguna inversión en eso.
Budas, Jesuses, Zoroastros han estado hablando en vano, no los escuchas. Dicen que hay una posibilidad de bienaventuranza suprema. Los escuchas y dices: "Bien, veremos en algún momento, cuando me sienta mejor". Pero cada vez que estás feliz ¿cuál es la necesidad? Por eso es que Buda va insistiendo en que: "Toda tu vida es sufrimiento, ¡y no esperes! No va a haber felicidad en la vida que estás viviendo. Despierta, observa. Es la misma angustia a la que llamas tu vida". ¡La gente piensa que debe haber sido un pesimista! No lo fue, pero tan sólo para enfatizar... Y tú te has vuelto demasiado apegado a tu sufrimiento, no lo sabes.
¿Cuál es tu inversión? Desde el mismo comienzo, desde la misma niñez, algo va siempre mal, y eso es que cada vez que un niño se enferma se le da más atención. Esto crea una asociación errada: la madre lo ama más, el padre le da más cuidados, toda la familia lo pone en el centro, él se vuelve la persona más importante. Siendo un niño de quien nadie se ocupa si es que está bien, lo tratan como si no existiera. Cuando está enfermo, se vuelve un dictador, dicta sus términos. Una vez que aprendes el truco, que cada vez que estás enfermo te vuelves especial, en algún modo todos tienen que prestarte atención, porque si no te prestan atención los puedes hacer sentir culpables... Y nadie puede decirte nada, porque nadie puede decir que tú eres responsable por tu enfermedad.
Si el niño está haciendo algo errado, puedes decir: "Tú eres responsable". Pero si está enfermo no lo puedes decir, porque la enfermedad no tiene nada que ver con él, ¿qué puede hacer? Pero tú no conoces los hechos: el noventa por ciento de las enfermedades las crea uno mismo, generadas por uno mismo para atraer la atención, el afecto, para darse valía. Y un niño aprende el truco muy fácilmente, porque el problema básico para el niño es que está desamparado. El problema básico que continuamente siente es que no tiene poder y que todos los demás son poderosos. Pero cuando está enfermo se vuelve poderoso y todos los demás están sin poder. El llega a comprenderlo así.
Un niño es muy sensitivo para conocer las cosas. Llega a saber que: "Aún el padre no es nada, la madre no es nada, nadie es nada ante mí cuando estoy enfermo".
Entonces la enfermedad es adquirir algo muy significativo, es una inversión. Cada vez que se sienta ignorado en la vida, cada vez que se sienta: "Estoy desamparado", se enfermará, creará la enfermedad. Y éste es el problema, el problema profundo: porque ¿qué hacer? Cuando un niño está enfermo todos tienen que prestarle atención.
Pero ahora los psicólogos sugieren que cada vez que un niño esté enfermo, lo cuides, pero no le prestes mucha atención. Debería dársele cuidados médicos, pero no psicológicos. No crees ninguna asociación en su mente que la enfermedad rinde, de otro modo toda su vida, cada vez que sienta que algo va mal, se enfermará. Entonces la esposa no podrá decir nada, entonces nadie podrá culparlo, porque él está enfermo. Y todos tienen que sentir lástima y darle afecto.
El noventa por ciento del sufrimiento existe porque has asociado algo con el sufrimiento, el cual parece bueno para ti. ¡Abandona tal asociación! Nadie más puede hacerlo por ti. Abandona esa asociación completamente, ¡corta esa asociación completamente! El sufrimiento simplemente es un desperdicio de tu energía. No te involucres con él, no creas que te va a rendir. Sólo hay una forma en la cual el sufrimiento te puede rendir, y esa es haciéndote consciente, volviéndote consciente.
Recuerda cómo abandonar esa asociación. Primero: nunca hables sobre tu sufrimiento. Súfrelo pero no hables sobre él. ¿Por qué hablas sobre él? ¿Por qué la gente va hablando y aburriendo a los otros con sus sufrimientos? ¿A quién le interesa? Pero tan solo para no ofenderte, si comienzas a hablar sobre tus enfermedades y angustias, los demás tienen que tolerarlo, pero ellos comienzan a escapar, comienzan en alguna forma... cómo deshacerse de ti. Nadie lo quiere, porque todos tienen demasiado con su propio sufrimiento. ¿A quién le preocupa tu sufrimiento? No hables, porque el hablar crea la asociación.
No te quejes, porque entonces estás pidiendo afecto, lástima, compasión, amor. No pidas, no vendas tu sufrimiento, retira tu inversión. Sufre en privado, no lo hagas público, se vuelve una disciplina, una de las mejores.
Sufre en privado, sufre tan en privado que nadie se dé cuenta de que estás sufriendo. Y entonces medita sobre eso: no lo tires afuera, acumúlalo adentro y después cierra los ojos y medita sobre eso. Entonces el puente será roto.
Esto es lo que Jesús quiere decir cuando dice: "Bienaventurado es el hombre que ha sufrido", pero ésta es la técnica para sufrir: usa el sufrimiento como un método, "porque él ha encontrado la vida".
El sufrimiento pertenece al reino de la muerte, la consciencia pertenece al reino de la vida. Rompe el puente y sabrás que algo en ti, en torno a ti, va a morir, pertenece a la muerte; y algo en ti, tu consciencia, no va a morir, es inmortal, pertenece a la vida. Por eso es que el sufrimiento puede darte la clave de la vida.
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