sábado, 19 de febrero de 2011

LA ORACIÓN

La tercera energía del amor es la oración. Las religiones y las Iglesias organizadas la han destruido. Os han dado oraciones prefabricadas. La oración es un sentimiento espontáneo. Deja que tu oración sea un fenómeno espontáneo. Si ni siquiera tu oración es espontánea, entonces ¿qué más puede ser espontáneo? Si tienes que ser prefabricado incluso con Dios, ¿cuándo vas a ser auténtico, sincero y natural?

Di las cosas que te gustaría decir. Habla con Dios como si hablaras con un amigo muy sabio. No lo conviertas en algo formal. Una relación formal no es una relación en absoluto. ¿También te has vuelto formal con Dios? No tienes espontaneidad.

Incorpora el amor a tu oración. ¡Entonces podrás decir algo! Es hermoso, es un diálogo con el universo.

Pero ¿te has dado cuenta? Cuando realmente eres espontáneo, la gente cree que estás loco. Si te pones a hablar con un árbol, una flor o una rosa, la gente pensará que estás loco. Si vas a una iglesia y te pones a hablar con la cruz o con una imagen, nadie pensará que estás loco creerán que eres muy piadoso. Estás hablando con una piedra en el templo y todo el mundo cree que eres piadoso, porque ésta es la forma autorizada.

Si hablas con una rosa que está mucho más viva que cualquier imagen de piedra, que es mucho más divina que cualquier imagen de piedra... Si hablas con un árbol que está mucho más enraizado en Dios que cualquier cruz, porque la cruz no tiene raíces, está muerta. Un árbol está vivo, tiene raíces que bajan a las profundidades de la tierra, tiene ramas que surcan los cielos, está conectado con la totalidad, con los rayos del sol, con las estrellas; ¡habla con los árboles! Ése puede ser un punto de contacto con lo divino.

Pero si hablas así, la gente pensará que estás loco. Toman la espontaneidad por locura. Creen que las formalidades son sanas. Y la realidad es justo lo contrario. Si entras en un templo y repites una oración de memoria eres tonto. ¡Ten una conversación de corazón a corazón! La oración es hermosa, a través de ella empezarás a florecer.

La oración es estar enamorado, enamorarse de la totalidad. Es un bello gesto, no estás muerto. A veces dejas totalmente de rezar, porque rezas pero Dios no te escucha. Se trata de una relación en la que estás muy implicado, te enfadas. A veces te sientes muy bien, estás agradecido, das las gracias; a veces te desanimas.

Pero deja que sea una relación viva. Entonces, será una oración sincera. Repetir todos los días— lo mismo como si fueses un gramófono, no es rezar.

La oración debería ser una experiencia viva, un diálogo de corazón a corazón. Y si es de corazón, pronto sentirás que no sólo estás hablando, sino que la respuesta está ahí. Entonces, la oración ha alcanzado su madurez. Cuando sientes la respuesta, cuando sientes que no estás hablando tú solo —si es un monólogo sigue sin ser una oración—, entonces se convierte en un diálogo. No sólo hablas, sino que escuchas.

Y toda la existencia está preparada para responderte. Cuando tu corazón se abre, la totalidad te responde.

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