sábado, 10 de marzo de 2012

EL AMOR Y EL ODIO


El amor y el odio; ambos colorean tu visión y entonces no puedes ver con claridad. Si amas a alguien empiezas a ver cosas que no existen. Ninguna mujer es tan hermosa como tú piensas cuando la amas, porque proyectas. Tú tienes en la mente una chica de ensueño y la proyectas. De alguna manera la chica real solamente hace de pantalla.

Por eso, tarde o temprano, todo amor llega a un punto de frustración, porque ¿cómo puede la chica seguir haciendo de pantalla? Ella es una persona real; se afirmará, dirá: «¡Yo no soy una pantalla!». ¿Durante cuánto tiempo puede ella encajar en tu proyección? Antes o después te darás cuenta de que no encajan. Al principio ella cedía, al principio tú cedías. Tú eras una pantalla para ella, ella una pantalla para ti.

Nadie puede pretender ser una pantalla de proyección para ti durante toda la vida porque es muy pesado. ¿Cómo puede alguien ajustarse a tu sueño? Él tiene su propia realidad, y la realidad se hace valer. Si amas a una persona, proyectas cosas que no existen. Si odias a una persona, de nuevo proyectas cosas que no existen. En el amor, la persona se vuelve un Dios. En el odio la persona se vuelve un demonio; y esa persona no es ni un Dios ni un demonio. Esa persona es simplemente ella misma. Esos dioses y diablos no son sino proyecciones. Tanto si amas como si odias no podrás ver con claridad.

Cuando el «me gusta» y el «no me gusta» no existen, tus ojos no están empañados, tienes claridad. Entonces ves al otro tal como es. Y cuando posees esa claridad de consciencia, toda la existencia te revela su realidad. Esta realidad es la verdad.

Él que vive en consciencia no proyectará esto o aquello. No verá en ti un Dios o un demonio. Simplemente te verá, y compartirá porque tiene suficiente; y cuanto más compartes, más crece. Compartirá su éxtasis contigo. Cuando amas, proyectas. No amas para dar; amas para tomar, amas para explotar. Cuando amas a una persona intentas encajarla de acuerdo a ti, de acuerdo a tus ideas. Todos los maridos hacen esto, todas las esposas hacen esto, todos los amigos. Continuarás intentando cambiar al otro, al ser real, y el ser real no puede ser cambiado; sólo conseguirás frustrarte.

El ser real no puede cambiarse; lo único que pasará es que tu sueño se hará añicos y entonces te sentirás herido. No escuchas la realidad. Nadie está aquí para realizar tu sueño. Todo el mundo está aquí para realizar su propio destino, su propia realidad.

El ser consciente ama porque tiene mucho amor, le desborda. No está creando un sueño alrededor de nadie. Comparte con cualquiera que aparezca en su camino. Su compartir es incondicional, de forma que no espera nada de ti. Si el amor espera algo sólo habrá frustración. Si el amor espera algo habrá desilusión. Si el amor espera algo habrá sufrimiento y locura.

Sosan (Maestro Zen, año 606) dice: «No, ni amor ni odio. Simplemente ve la realidad del otro». Este es el amor de un buda: ver la realidad del otro, ver al otro tal como es, ver sólo la realidad; no proyectar, no soñar, no crear una imagen, no intentar encajar al otro de acuerdo a la imagen de uno.

La mente tiene que amar y odiar, y la mente tiene que luchar continuamente entre estas dos cosas. Pero si no amas ni odias, vas más allá de la mente.

1 comentario:

Sofia Santiago dijo...

cierto si amas y odias al mismo tiempo, solo buscas la manera de convertir a esa persona en tu ideal y todo el amor u odio se convierte simplemente en una frustacion del alma...

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