sábado, 16 de noviembre de 2013

UNA NUEVA VISIÓN

No se trata de la realización de la visión, la llegada del hombre nuevo, de una nueva humanidad... eso llegará en su momento. Lo más importante es ser capaz de visualizarlo.

Todo lo grandioso que ha ocurrido en el mundo empezó siendo una idea. A veces le costó cientos de años convertirse en realidad, pero la alegría de tener una visión, una percepción del futuro, es inmensa.

La gente que está conmigo debería alegrarse de poder tener una posibilidad de ver la desaparición del viejo mundo podrido y de que un nuevo ser humano, fresco y lozano, tome su lugar.

La visión misma, como mínimo, te cambiará a ti; cambiará tu ser del pasado al futuro. En cierto sentido comenzarás a vivir el hombre nuevo que aún no ha llegado. Comenzarás a vivir el hombre nuevo en peque¬ñas cosas, y cada momento de esa vivencia será una bendición. Y a medida que te vayas familiarizando -dentro de ti mismo- con la explosión de lo nuevo y la destrucción de lo viejo, irás cambiando, irás viviendo una revolución.

Estoy interesado en ti. ¿A quién le importa lo que pueda ocurrir dentro de cien años? Está claro que pasará algo, pero no es de nuestra incumbencia.

Y cuando hablo del nuevo hombre, en realidad estoy hablando de ti, de que te hagas consciente de esta posibilidad, porque esa misma consciencia te cambiará. No estoy interesado en el futuro; simplemente me interesa el presente inmediato.

El futuro se extenderá durante toda la eternidad, pero si puedes limpiar tu mente de la basura del pasado, y si puedes ver la salida del sol a lo lejos... No me interesa el sol, me interesa tu visión, tu capacidad de ver, tu comprensión, tu esperanza de que es posible. Esa misma esperanza se convertirá en una semilla dentro de ti.

El nuevo hombre vendrá cuando tenga que venir. Pero la nueva visión puede venir ahora mismo.

Y con esa nueva visión participas sutilmente del hombre que está por venir, de la humanidad que aún está en ciernes.

Comienzas a estar en sincronía, a tener cierta relación.

Empiezan a caer tus raíces del pasa¬do y empiezas a desarrollar raíces hacia el futuro.

Pero mi interés, repito, se centra básicamente en ti. No estoy interesado en el pasado ni el futuro. Hablo del pasado para que puedas librarte de él; hablo del futuro para que puedas estar abierto a él. Pero el punto donde pongo el énfasis eres tú y tu nueva visión sobre el mundo.

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