sábado, 30 de noviembre de 2013

LA MENTE CONDICIONADA

La mente humana ha sido condicionada durante siglos para obedecer.

Yo quiero una sociedad en la que dejemos atrás todo lo que no puede ser explicado. Sólo entonces se podrá abandonar la obediencia mal utilizada.

Yo no he prescindido de Dios sin una causa; todo esto es una totalidad conectada. Si no se prescinde de Dios, la obediencia permanece incorporada a la religión y entonces la religión nunca puede convertirse en un planteamiento científico para acceder a tu interior.

Por eso no debería darse ninguna orden que no se comprenda. Estas cosas deberían apartarse de la mente humana. Pero entonces, ¿qué queda de la religión? Dios desaparece, el cielo y el infierno desaparecen.

Mahavira creía en tres infiernos, porque la gente comete pecados de distintas categorías. Naturalmente, ponerlos a todos en el mismo infierno y castigarlos de la misma forma es ilógico. Él era un hombre lógico, muy matemático. Te sorprenderá saber que hace veinticinco siglos expuso toda la teoría de la relatividad que Einstein ha descubierto este siglo.

Por supuesto que no con tanto detalle, porque no tenía forma de experimentar; sólo era su visión...

Entonces él tiene tres infiernos. La cristiandad sólo tiene uno, el islam sólo tiene uno, el judaísmo sólo tiene uno; ¿por qué insiste Mahavira en que hay tres? Porque puede ver que no está justificado poner a todo el mundo en el mismo infierno: alguien ha cometido un pequeño pecado, simplemente ha robado un poco de dinero de otra persona y otra persona ha matado a mucha gente, ha asesinado, ha violado. No es lógico darles el mismo castigo. Por eso tiene tres categorías.

En la primera están los pecadores menores: la gente que ha estado fumando, bebiendo té y café, comiendo helados, etc. Como no han hecho grandes pecados, el primer infierno será para ellos, para torturarlos sólo un poco. Con no darles sus helados será suficiente; ¡arrojarles al fuego del infierno parece demasiado!

En el segundo estarán los que tienen pecados graves. Y en el tercero los que más han pecado, los grandes pecadores.

Pero no es tan fácil dividir a los pecadores en tres categorías. Buda tiene siete infiernos, porque ve que aún con tres no puedes ser justo: hay tantos tipos de gente y tantos tipos de pecado que hace falta un rango un poco más amplio para ser justo. Tiene siete infiernos. Pero nadie tiene una explicación; nadie puede probar su existencia. Sólo se trata de una hipótesis. Hubo un hombre, Sanjay Belattiputa, contemporáneo de Buda y de Mahavira, que también fue un gran profesor. Según él hay setecientos infiernos porque dice: «Esta gente no entiende la complejidad.» Y creo que tiene razón.

Si entramos en la complejidad del tema, incluso setecientos infiernos pueden no ser suficientes. Quizá tengas que encontrar un infierno para cada uno, para cada pecador, porque no puedes juntar a dos pecadores: sería injusto para uno, o para el otro. No existe un criterio, no hay una balanza que pueda decidir cuánto has pecado, cuantos kilos de pecado tienes.

Todo es hipotético. Y, ¿a quién escuchar? Los tres son grandes profesores, grandes maestros. Pero lo que están diciendo, aunque parezca razonable, sigue siendo hipotético. Puede venir alguien que hable de siete mil infiernos y no podrás probar, ni refutar lo que dice.

Una vez que empiezas a pedir explicaciones de todo, tus religiones empiezan a marchitarse. Descubrirás que tus ideologías políticas están basadas en tonterías.

Cada individuo es único; no tiene sentido compararlos.

Todo aquello que llena tu mente, si lo tomas elemento a elemento e intentas averiguar y descubrir las pruebas, las evidencias, las explicaciones, te quedarás sorprendido: estás llevando una carga innecesaria.

Sí, hay cosas que no pueden ser explicadas pero siguen siendo verdad. Pero tampoco pueden ser impuestas; tienen que ser aprendidas en un ambiente de profundidad y amor.

Por ejemplo, yo no puedo decirte que creas en la reencarnación, aunque sé que es una verdad. Pero como no puedo probarlo, no puedo pedirte que lo creas. Sólo puedo pedirte que explores, que profundices en tu meditación, que profundices en tu ser, así podrás llegar a cuando naciste; y que profundices todavía un poco más, para que puedas sentir que estás: en el vientre de tu madre.

Has estado en el vientre de tu madre y llevas contigo ese recuerdo. Ve aún más atrás y podrás ver el momento en el que fuiste concebido, el momento en que tu padre y tu madre crearon la oportunidad de que tu alma entrara en un cuerpo. Si vas un poco más atrás podrás verte morir; es el fin de tu vida anterior. Puedes volver atrás unas cuantas vidas, pero será una experiencia estrictamente tuya; no puedes explicársela a nadie más y no puedes insistir en que los demás crean en ella. Puede que estés alucinando, puede ser una ilusión, puede ser un sueño. No lo es, porque los sueños tienen otra definición diferente.

No puedes repetir un sueño. ¿Lo habías pensado? Tienes un sueño y mañana quieres repetirlo, ¿puedes hacerlo?

Es algo que está más allá de ti. Puede que venga en algún momento, pero no puedes repetirlo a voluntad.

Pero sí puedes repetir el hecho de volver a tu vida pasada; está en tu mano, no es un sueño.

Una alucinación requiere inconsciencia, un estado en el que estás drogado. En la meditación no eres inconsciente, eres consciente, más consciente que nunca; por eso tu experiencia de las vidas pasadas no puede ser una alucinación. Pero éstas son experiencias internas y siguen siendo individuales.

Hay cosas que no pueden ser explicadas; están allí, pero no hay que creer en ellas porque así se ordena. Y se ha ordenado creer en ellas: para ser hindú tienes que creer en la reencarnación. Pero la persona que cree en la reencarnación no sabe nada de ella. Y todas las creencias nublan la inteligencia.

La historia tiene por objeto indicar algo sobre esas creencias humanas que sólo pueden ser impuestas, que sólo pueden ser obedecidas, que no pueden ser explicadas. Y si la nueva generación quiere librarse de ellas, lo único que puede hacer es desobedecer en todo lo que no le convence.

No hay comentarios:

Buscar este blog