sábado, 29 de agosto de 2015

LA TIERRA Y EL CIELO

La tierra y el cielo no están desconectados. Ya están unidos. Están en una unión profunda, en comunión. La idea de una escalera surge porque nos han enseñado que hay una brecha entre este mundo y el otro. No la hay. No hay que unirlos. La otra orilla está en esta orilla. No tienes que ir a ningún lugar, no tienes que hacer nada. El potencial está presente, y el primer paso es el último paso. Pero la mente se espanta, para la mente es inconcebible, porque ella siempre quiere que haya pasos, escaleras.

La mente puede arreglárselas con una escalera, la mente no puede concebir un salto cuántico. Entiende la evolución, pero no la revolución. Por eso la mente no es nunca revolucionaria; siempre es ortodoxa, siempre es convencional. La mente no puede ser revolucionaria por su misma naturaleza.

Te han enseñado una y otra vez que el cuerpo y el espíritu son dos, que Dios y el mundo son dos. Te han dicho que tienes que encontrar a Dios en contra del mundo, que tienes que ir más allá del mundo para encontrarlo.

Yo te estoy dando un mensaje totalmente nuevo: no tienes que ir más allá, tienes que ir hacia adentro. El más allá está en el interior, y en el interior está el más allá. Todo está aquí y ahora. En este mismo momento está presente toda la existencia, en todas sus posibilidades. Es sólo un cambio de consciencia, no es una escalera. Es un cambio de gestalt, no una escalera. Nada cambia, todo permanece igual, sólo se produce un salto en tu interior. De repente empiezas a ver cosas que no estabas viendo pero que ya estaban presentes; que siempre han estado ahí.

¿Has leído algún libro de psicología gestalt? Tienen fotos. Una muy famosa es aquella en la que hay una anciana y también, oculta en las mismas líneas, una mujer joven. Ves de inmediato a la mujer anciana, pero si sigues mirando un rato, de repente llegará un momento en que la consciencia cambiará a otra gestalt diferente y empezarás a ver a la mujer joven. Si continúas mirando a la mujer joven durante un tiempo suficiente, de repente algo cambiará y comenzarás a ver de nuevo a la mujer anciana. Cuando has visto a ambas, y aun sabiendo perfectamente que ambas están ahí, eres incapaz de ver las dos a la vez. Como la mujer anciana está realizada con las mismas líneas que la mujer joven, sólo puedes ver una cada vez. En otro momento puedes ver a la otra, pero no puedes ver a ambas a la vez, simultáneamente.

Si miras al mundo, no puedes ver a Dios, eso es verdad, pero Dios no es el opuesto del mundo, es sólo otra gestalt. Si miras a Dios el mundo desaparece. No quiere decir que hayas trascendido el mundo. Es el mismo mundo, sólo que tu visión tiene una nueva gestalt. Por eso encontrarás que una y otra vez, desde hace siglos, Charavakara, Epicuro, Karl Marx y todos los materialistas del mundo dicen que sólo existe la materia, y que la consciencia es un derivado, un epifenómeno. La consciencia es ilusoria, lo real es la materia: ésta es una gestalt. No están equivocados.

Después existe otra tradición: Shankara, el Vedanta, Ber¬keley, dicen que el mundo no existe, que sólo Dios es, que sólo existe la consciencia. La materia es ilusión, maya. Tampoco están equivocados; esa es otra gestalt. Pero ninguna de las dos es absolutamente verdad.

El auténtico hombre de comprensión dirá que Dios puede ser visto como si fuera el mundo, y que se puede mirar al mundo como si fuera Dios.

Se cuenta que William James dijo: «La mente es una manera de ensamblar el mundo y de reunir cosas; la materia es otra»; simplemente una manera de ensamblar y reunir cosas. Ni la materia existe en contra de la mente, ni viceversa. Tú eres el cuerpo, esto es una gestalt; tú eres el espíritu, esto es otra gestalt. No hay una escalera entre ambas, porque son dos gestalts diferentes.

Recuerda otra vez la foto: ¿existe una escalera entre la anciana y la joven? No, porque están compuestas de las mismas líneas. Nada cambia, la foto sigue siendo la misma, y tú no te vas a ningún lado..., pero hay un cambio, un movimiento rápido en la consciencia. Y ves las cosas de una manera, las ensamblas de una forma determinada, y luego ves las cosas de otra manera, las unes de otra manera. Los materialistas no tienen razón, toda la razón, la tienen sólo parcialmente; ni tienen toda la razón los seguidores del Vedanta, la tienen sólo parcialmente. Ambos sufren de parcialidad. Por eso su discusión puede continuar eternamente, nunca será concluyente.

Imagínate a dos personas discutiendo; una dice: «En esta foto hay una mujer joven», y la otra dice: «Hay una mujer anciana». Pueden continuar discutiendo eternamente porque tienen una verdad parcial, y ésta nunca puede ser concluyente. Nunca serán capaces de comulgar entre ellos, de entender lo que está diciendo el otro, porque ¿cómo puede uno haber visto a la mujer joven y creer que la anciana está también en la foto, y viceversa? El materialista y el espiritualista siguen discutiendo.

Yo no soy ninguno de los dos. Simplemente estoy diciéndote lo que hay. Ambos existen, pero no están separados. Los llamamos dos porque los vemos de dos maneras.

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