sábado, 22 de agosto de 2015

SOMOS DIOS

Cuando Cristo declara: «Soy Dios», simplemente está diciéndote: «Tú eres Dios. ¡Mira! Tengo el coraje de declararlo. Tú también puedes participar. Míralo desde este punto de vista. Soy tan de carne y hueso como tú, soy cuerpo tanto como tú». No hay nada especial en Cristo; lo único especial es su valentía. De otro modo es como tú. Yo soy como tú; la única diferencia es que yo me respeto a mí mismo, y tú no te respetas; yo me amo, y tú no te amas.

No quiero que te conviertas en un iluminado. ¡Declaro que estás iluminado! Pero no tienes la suficiente valentía; dices: «¿Cómo puedo estar iluminado? Tengo que esperar. Algún día me iluminaré». Eres tan cobarde que necesitas tiempo incluso para reconocer tu divinidad. Te has censurado tanto a ti mismo que no puedes concebir que puedas ser Dios, y por ello tampoco puedes entender que Buda pueda ser Dios, o que Cristo pueda ser Dios.

Además, eres muy desconfiado. Por eso me hago llamar Bhagwan. (Nombre por el que Osho fue conocido durante años y que significa el Bendito.) Surgen preguntas: «¿Por qué?». ¡Porque lo soy! Y tú también lo eres, pero no tienes coraje. Este oasis de energía búdica se está creando para que puedas reunir el coraje, para que te puedas volver osado, para que puedas decir las cosas como son y verlas como son.

No te estoy proporcionando ninguna escalera. Te gustaría muchísimo, porque entonces podrías posponer. Te estoy diciendo simplemente, ¡salta... y sé! ¡Da un salto cuántico!

No hay paradas entre tú y Dios. En el momento en que te concentras en tu coraje, de repente la gestalt cambia; Dios se revela en millones de formas. Y en el momento en que te conviertes en Dios, toda la existencia se transforma en Dios. Si alguien dice: «Yo soy Dios y tú no eres Dios», entonces es un charlatán, está jugando un juego, está en un viaje del ego.

Hay otro tipo de espera que no es impotente, una espera que está encendida, que es apasionada, que está llena de oración; una espera que no proviene de la consolación sino de la comprensión.

¿Qué es la comprensión? La comprensión es: «Yo solo no puedo hacerlo, pero Dios lo puede hacer a través de mí». Y cualquier momento es el correcto, y cualquier estación es la apropiada. La iluminación no ocurre en una estación especial en la que, como sucede en la primavera, florecen las flores. Si hubiera una estación determinada para la iluminación, entonces se habría iluminado mucha gente cuando el Buda se iluminó, y también se habría iluminado mucha gente cuando yo me iluminé. No hay estaciones. En lo que concierne a la iluminación, siempre es primavera, siempre es la estación adecuada. Pero ¿por qué no te sucede a ti?

Y yo digo que lo único que se puede hacer es esperar, pero recuerda, tiene que ser una espera llena de oración, llena de anhelo, de gran intensidad; no impotente, no letárgica; esperando con una energía muy, muy activa, no sólo pasiva. Y éstas son dos formas diferentes de espera.

Cuando esperas a tu amado no hay pasividad: estás inflamado, estás lleno de energía. De hecho nunca estás tan lleno de energía como cuando estás esperando a tu amado. Eres todo consciencia. Se mueve en el camino una sola hoja con el viento, y sales corriendo a abrir la puerta: «¿Quizás sea ella?». Pasa el cartero, oyes sus pasos, y sales corriendo: «¡Quizás sea ella!». Todo, cada sonido, se convierte en su sonido. Llega el viento, golpea la puerta, y sales corriendo. «¡Por fin ha llegado!». No es letárgico, no estás tumbado en la cama. Estás esperando muy activamente.

La energía tiene que estar allí totalmente, vibrando, pulsando, fluyendo; y a la vez estás esperando, estás sin hacer nada. ¿Qué puedes hacer? ¿Qué se puede hacer? El hombre en sí mismo es diminuto, pero puede rezar, puede llorar.

Deja que tu espera esté llena de lágrimas y de oraciones. No permitas que sea pasiva, sino inmensamente activa. Eso es lo que hace falta. Tendrás que hacer una distinción muy clara.

La verdadera oposición no está entre esperar y hacer. La verdadera oposición está entre espera activa y espera pasiva. La espera activa y la espera pasiva son enemigos. Hacer y no hacer no son los enemigos.

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